dimecres, 22 de juny del 2016

la vida és matemàtica


El brillante matemático John Allen Paulos demuestra en este fascinante libro que toda vida humana es una sutil realización de modelos y patrones numéricos, y que los momentos que conforman nuestra biografía obedecen a ideas y ciclos gobernados por los números. El autor no duda en recurrir a episodios de su propia biografía para explicar el papel que el cálculo estadístico, la teoría de probabilidades o las leyes de la lógica desempeñan en nuestras peripecias vitales. Nos enteramos así de que Allen Paulos padeció los estragos de un desastroso profesor de matemáticas o que todavía le remuerde la conciencia por haber tenido una pequeña influencia en la elección de George W. Bush como presidente de Estados Unidos en 2000. O de que la esperanza de vida, las preferencias que nos inclinan a enamorarnos o los vuelcos y giros extraños que a veces puede dar nuestra existencia siempre parecen estar gobernados por alguna ley o principio matemático. [De la contracoberta].

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I així és com comença:
«1. Profesor tirano, mates de infancia
Algunas de las primeras estimaciones, especulaciones
Posponiendo el análisis de cuestiones biográficas más generales y de unas matemáticas más interesantes, partiré de mi fascinación por los números, la cual perdura hasta el día de hoy. Mucho antes de ver al vampiro de Barrio Sésamo que enseñaba a contar, ya me encantaba contarlo todo, cualquier cosa, incluida, según me decía mi padre, la cantidad de finos cilindros que había en sus ubicuos paquetes de cigarrillos, aunque dudo que le gustara que mis pequeños y pegajosos dedos sacaran todos los cigarrillos de la cajetilla. En la introducción he comentado mis conflictos numéricos con Santa Claus. Como era un niño muy considerado, recuerdo que siempre intentaba complacer a mis padres cuando hablaban de él. No quería que se enteraran de aquel conocimiento doloso que yo tenía sobre su inexistencia, así que fingía creer en Santa Claus.
[...] En cualquier caso, mis «cálculos» cualitativos me habían demostrado que en el mundo había demasiados niños esperando la llegada de Santa Claus para que éste consiguiera completar a tiempo todas esas visitas la víspera de Navidad, aunque no se detuviese a tomar el chocolate caliente. Tal vez parezca una evocación facilona para el autor de un libro titulado El hombre anumérico, pero recuerdo que hice complejas estimaciones de «órdenes de magnitud» que demostraban que Santa Claus estaba muy sobrepasado.
Un episodio que extrañamente conservo muy vivo en la memoria acerca de algo parecido data de cuando cursaba quinto de primaria. (Ya es un poco chocante que me acuerde de que hubo un tiempo en que «cursaba quinto de primaria».) El profesor hablaba sobre alguna guerra, y una niña de la primera fila preguntó cómo sobrevivió el país perdedor si todos sus soldados habían muerto en la contienda. Era obvio que creía que habían fallecido todos los soldados y la mayoría del resto de la población del país perdedor. Recuerdo que me pregunté, prescindiendo del sentido común, si aquella chica nunca habría visto los estragos de la segunda guerra mundial reproducidos en alguna de las innumerables y horribles películas de guerra que yo solía ver cada sábado por la tarde. Como en primaria era muy tímido, acabé llegando a aquellas petulantes opiniones sólo para mis adentros. Además, esa niña me gustaba y, a mis diez años, aquella ingenuidad numérica me pareció deliciosa.
Antes de retomar el relato, permítame dar un salto adelante en los próximos párrafos para señalar que esas evocaciones no son meros recuerdos personales, sino que conectan con el interés que sentí más tarde por la estimación y el analfabetismo numérico, o anumerismo. La triste realidad, bastante menos deliciosa, es que la mayoría de los adultos no tienen una percepción de las magnitudes mucho más aguda que aquella compañera mía de quinto curso...»

John Allen Paulos. La vida es matemática. Las ecuaciones que explican los avatares de nuestra biografía. Traducció de Dulcinea Otero-Piñeiro. Tusquets, 2015.

Vegeu també:
Paulos en estado puro. Antonio Calvo Roy. El País. 1|12|2015.
La vida es matemática. Pablo Francescutti. El Cultural. 22|1|2016. 



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