Bohumil Hrabal, preguntado por cuál era la ciudad más bella del mundo, respondió sin vacilar: "Drohobycz, de Las tiendas de color canela". John Updike consideraba a Bruno Schulz, el autor de ese libro, un genio. Danilo Kiš, un dios. Cynthia Ozick le convirtió en el protagonista de su novela.
[...] Ha sido uno de los grandes escritores del siglo. Las tiendas de color canela es uno de los libros que más veces he leído y que nunca me canso de hacerlo. Es un libro de una belleza extraña, muy rara, tan rara como la personalidad de su autor, el mismo que en una carta dirigida a un amigo escribiera: "¿Cómo soy? A veces me veo en el espejo y, cosa bien curiosa, ridícula y penosa, ¡me avergüenza reconocerlo!, jamás me veo de frente, cara a cara. Sólo me veo un poco más al fondo, más lejos, en la profundidad del espejo, un poco de lado, de perfil, pensativo. Nuestras miradas ya no se cruzan".
Enrique Vila-Matas. "Jamás me veo de frente: Bruno Schulz". A: Una vida absolutamente maravillosa. Debolsillo, 2011. P. 465.
P.S.: No he estat mai a Drohobycz. No he llegit mai res de Bruno Schulz. Faig la maleta. Cap a Galítsia falta gent.