Miriam Toews me contó que un día, hace unos años, estaba leyendo en una mesa de la biblioteca pública de Toronto cuando vio entrar a su propia madre y sentarse en uno de los sillones iluminados por el sol, junto a las ventanas. Su madre, sin darse cuenta de que su hija estaba allí, se acomodó, se desperezó y se quedó dormida.
Ella se quedó sentada donde estaba y observó a su madre dormida.
Una auxiliar de biblioteca se acercó a su madre. Vio que alargaba un brazo y le daba una suave sacudida.
Su madre no se despertó.
La auxiliar retrocedió, se quedó un momento pensativa y luego la dejó durmiendo al sol de la biblioteca.
Ali Smith. Biblioteca pública y otros cuentos. Traducció de Magdalena Palmer. Nórdica, 2024. P. 155.
diumenge, 27 d’octubre del 2024
no molesteu
dimecres, 17 de juliol del 2024
es regala una biblioteca
CARME RIERA
Es regala una biblioteca
La Vanguardia
7|7|2024
Em truca una amiga per preguntar-me si conec algú a qui puguin interessar els seus llibres. Deixa un pis gran, que ocuparà la filla, el gendre i els nets, i marxa a un apartament en el qual no hi cabrà ni una dotzena i mitja dels milers de volums de la seva biblioteca.M'explica que ha meditat molt abans de decidir-se a escollir quins autors endur-se entre els molts que, en diferents moments de la seva vida, li van servir per entendre millor el món, li van oferir respostes a preguntes o n'hi van suscitar unes altres. Tenia previst rellegir els seus autors predilectes convençuda que algunes de les seves planes, també com passa amb certes cançons, li evocarien moments viscuts. I com que li queda menys futur que passat, vol administrar-lo bé.
Li suggereixo que doni els llibres a una biblioteca. Ja ho ha intentat, em contesta. Els ha ofert a diverses, municipals, universitàries, públiques o privades, fins i tot a la d'un sindicat afi a les seves conviccions polítiques, infructuosament. A totes els sobren llibres i els manca espai.Li dic que provi amb els llibreters de segona mà, que contacti amb els que tenen les parades els diumenges al mercat de Sant Antoni. També ho ha fet. Paguen una misèria i, encara que això no li importa, els dona gratis, no està disposada que uns altres facin negoci tot i que li ofereixen emportar-se'ls de franc. No li fa el tracte. Li sembla humiliant per a la seva biblioteca.
Va heretar llibres dels seus pares, en va comprar amb el seu marit, del qual va quedar vídua fa poc, i d'altres els va anar adquirint ela, des de l'adolescència fins a la vellesa. A mesura que els anava llegint anotava en un quadern les seves impressions, sense pensar mai que s'hauria de desprendre d'una cosa tan valuosa.
Per tot això, insisteix que vol regalar-los. Regalar-los a algú capaç de llegir Proust, Ausiàs March, Llull, Fournier, Roig, Faulkner, Amis, Lessing, etcètera. Abreujo la llista, perquè és quasi interminable —l'espai de l'article, limitat—, bona prova que ha estat una lectora excel·lent, de gustos amplis i variats.
Quan acaba el reguitzell d'autors, assegura que abandonar els seus llibres, al carrer, al contenidor de paper, li sembla una traïció a tot el que li han aportat. "Han estat les meves finestres", m'assegura. "A través d'ells he pogut contemplar mons diferents al meu i he viatjat al passat i al futur sense necessitat de moure'm de la sala d'estar. No puc fer-los això. No, de cap manera.
Li he dit que arribi amb un pacte amb la filla per deixar els llibres a casa seva. Qui sap si algun dels nets no haurà heretat la passió lectora de l'àvia. Però ja ha emprat l'argument. En un principi la filla va semblar cedir, però després va canviar d'opinió, influïda pel marit. Els llibres en paper, diu aquest, no serveixen més que per criar pols i insectes. Per motius higiènics, han de desaparèixer de les cases, almenys de la seva. Es pot llegir còmodament un e-book i no cal emmagatzemar porqueria.
La conversa no dona per més. M'acomiado assegurant-li que si sé d'algú que vulgui els seus llibres, l'avisaré. Jo no me'ls puc quedar perquè visc envoltada per ells, respirant la pols que, sens dubte, destil·len, però que serveix, segons afirmava el doctor Marañón, per fer-nos més longeus. Naturalment, no l'hi he dit. Alliberada de l'atmosfera contaminant de la seva biblioteca, segur que durarà poc.
Tinc el pressentiment que aviat veuré la seva esquela en aquest periòdic.
diumenge, 30 de juny del 2024
res no és per sempre
Con mi padre nunca hablaba de libros, por eso me sorprendió tanto cuando, hace unos diez años, me pasó su ejemplar de Nada es para siempre, de Norman Maclean, y me pidió que lo leyera.
—Te va a encantar —me dijo—, es mi libro favorito.
El solo hecho de que mi padre tuviera un libro favorito era, para mí, una novedad que no quise tomar en serio. Por lo demás, ese título me sonaba a autoayuda, igual que la portada, tomada de un fotograma de la película de Robert Redford, aunque eso lo supe meses después, una tarde que ordenaba las pequeñas torres espontáneas de lecturas pendientes. Recién entonces supe que el título original de la historia de Maclean, y de la película en inglés, era A River Runs Through It. Confirmé en internet que Nada es para siempre era el título comercial de la película en español y que la crítica consideraba el relato de Maclean un clásico de la literatura estadounidense.
Ni siquiera la certeza de que A River Runs Through It era, en teoría, buena literatura, me hizo querer leerla. Recuerdo, eso sí, haber pensado luego, con curiosidad, en ese gesto de mi padre. ¿Por qué, en lugar de regalármelo para un cumpleaños o para Navidad, me había prestado su ejemplar? Quizás no era inmune al fetichismo literario; quizás quería que yo pasara por cada una de las páginas y frases y palabras que él había leído y subrayado, porque el libro tenía algunas frases subrayadas, lo que también, en cierto modo, me sorprendió.
[...] Durante un tiempo largo, tal vez dos años, mi padre siguió preguntándome si había leído su libro favorito y yo le contestaba que lo tenía en el velador y que en cualquier momento lo leería, y él volvía a pedirme que por favor se lo cuidara, que no lo perdiera, lo que en cierto modo estaba de más, porque él sabía que yo cuidaba los libros. Yo era el de los libros, al fin y al cabo.
[...] —¿Puedo pasar? —me dijo mi padre una mañana, por teléfono—. Estoy a cinco minutos de tu casa.
Era un viernes y yo no esperaba su visita. Tomamos café, hablamos un rato no recuerdo de qué. No era habitual tenerlo en casa, me gustó recibirlo.
—En realidad vine a buscar mi libro —dijo cuando en teoría ya se iba.
Empezó él mismo a registrar mis estanterías, como en la adolescencia, cuando se le perdía algo y se metía directamente a mi pieza a revisar mi ropero y yo temía que me encontrara la marihuana o mis diarios de vida. Me sumé a la búsqueda, medio nervioso, pero después de un rato le prometí que luego revisaría bien y le devolvería su libro cuanto antes. Respiré aliviado cuando mi padre se fue.
Esa misma tarde reanudé la búsqueda. Estaba seguro de haber relegado a Mclean a las hileras más próximas al suelo, peligrosamente cerca del montoncito de libros de los que solía cada tanto desprenderme —cuando me invitaban, por ejemplo, a un colegio, yo tomaba libros de ese montoncito y los donaba con algo de culpa, consciente de que no tenía gracia regalar lo que uno desprecia. Con muchísima vergüenza, concluí que sin querer había donado ese libro que mi padre me había pedido tanto que cuidara. Traté de comprarlo, pero era un ejemplar viejo, y de cualquier manera estaba el problema de las frases subrayadas. Tampoco lo busqué tanto, la verdad.
—No lo encontré, papá —tuve que confesarle un par de semanas después, me parece que para un cumpleaños de mi madre— Pero estoy seguro de que lo tengo. Además quiero leerlo.
—Si yo sé que no quieres leerlo —me dijo mi padre con inesperada jovialidad, como si el asunto careciera de importancia—. No quieres leerlo porque te lo recomendé yo.
[...] —Por fin leí el libro.
—¿Cuál libro?
—El de la película, Nada es para siempre.—¿El que te presté y nunca me devolviste?—Sí.—Yo pensé que se te había perdido.—No se me perdió. Me lo traje a México. Se lo llevo cuando vaya a Chile.—¿Me puedes leer la dedicatoria? Es muy linda.—Es que no lo tengo a mano.—Anda a buscarlo, te espero.
Busco la dedicatoria en el Kobo, se la traduzco a mi padre, pero me aclara que no se refiere a la dedicatoria del autor, sino a la manuscrita, en la primera página, de sus amigos. Ahora creo recordar que sí había, en la primera página del libro, una dedicatoria manuscrita.
—No la encuentro —le digo, torpemente.—No la encuentras porque no tienes el libro —me dice, aguantando la risa—. Yo lo tengo.
Comprendo que sabe que miento, pero me cuesta esclarecer la situación, hasta que me confiesa que él mismo tomó del living de mi casa el ejemplar perdido.
De manera que esa mañana en que fue de improviso a mi casa y registró las estanterías, mi padre sí encontró el libro. Solo pudo haber sido esa mañana, pienso. Se lo pregunto, lo confirmo. Le leo algunos pasajes de este mismo relato. Se parte de la risa.
—Fue una pequeña venganza —me dice en el tono exacto de quien confiesa una travesura.
[...] —Me gustó muchísimo, en todo caso —le digo—. Y siento no haberlo leído a tiempo.—¡Qué bien! —me dice, con sincero entusiasmo—. Sabía que te iba a gustar. ¿Y viste la película?—No todavía, pero la voy a ver también.—No la veas, es mejor el libro.
Alejandro Zambra. Literatura infantil. Anagrama, 2023. P. 205-218.
dissabte, 30 de desembre del 2023
divendres, 14 de juliol del 2023
la mano que mece la cuna
Hojeo en una librería una nueva edición de El hacedor, de Borges. Llego a «Le regret d'Héraclite» y me sorprendo ante un cambio esencial en el famoso dístico que todos los aficionados a Borges recuerdan: «Yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca / Aquel en cuyo abrazo desfallecía Matilde Urbach».
En esta versión la palabra abrazo viene sustituida por la palabra amor. ¿Cómo que amor? El copyright es de María Kodama. Imagino lo que ha sucedido y espero que no se perpetúe.
Iñaki Uriarte. Diarios: 2008 - 2010. Pepitas de calabaza, 2015. P.102.
dimecres, 7 de juliol del 2021
dones d'escriptors
[...] Felice Bauer, la pequeña mecanógrafa, como la llamaba Kafka. [...] Una figura sentimental que une la escritura y la vida. La mujer perfecta en la perspectiva de Kafka (pero no sólo de él) sería entonces la lectora fiel, que vive su vida para leer y copiar los manuscritos del hombre que escribe.
Se trata de una gran tradición: basta pensar en Sofía Tolstói, que copia siete versiones completas de La guerra y la paz (al final pensaba que la novela era de ella y empezaron los conflictos brutales con el marido). Hay que leer su diario y el de Tolstói. La guerra conyugal.
Y si seguimos con las lectoras-copistas rusas, podemos recordar la historia de Dostoievski, que Kafka conocía muy bien. Ese momento único (sobre el que Butor escribió un bellísimo texto) en que, apremiado por sus deudas, debe escribir al mismo tiempo Crimen y castigo y El jugador (uno a la mañana y otro a la tarde) y decide contratar a una taquígrafa, Anna Giriegorievna Snitkine. Entre el 4 y 29 de octubre de 1866 le dicta El jugador y el 15 de febrero del 1867 se casa con ella, luego de pedirle la mano el 8 de noviembre: una semana después de terminar el libro y un mes después de haberla conocido. Una velocidad dostoievskiana (y una situación kafkiana). La mujer seducida por el simple hecho de ver la capacidad de producción de un hombre. La mujer seducida mientras escribe lo que se le dicta.
Y está Véra Nabokov. La sombra rusa, la mujer que anda con un revólver para proteger al marido, su «ayudante» en las clases en Cornell (ésa es la palabra que usa Nabokov al presentarla) y, sobre todo, la copista, la que copia interminablemente los manuscritos, la que copia una y otra las fichas donde su marido escribe la primera versión de sus novelas. Y, además, la que escribe en su nombre las cartas. En la biografia se Stacy Schiff, Véra, se puede ver cómo se construye esa figura simbiótica de mujer-de-escritor, de mujer-dedicada-a-la-vida-del-genio. Véra escribe como si fuera su marido. Ocupa, invisible, su lugar. Escribe en lugar de él, por él, y se disuelve.
La inversa, desde luego, es Nora Joyce, que se niega a leer cualquier página de su marido, ni siquiera abre el Ulysses, ni siquiera entiende que la novela está situada el 16 de junio de 1904 como recuerdo del día en que se conocieron. Nora se sostiene en otro lugar, muy sexualizado, al menos para Joyce. Eso es visible en las cartas que él le escribe. (Las cartas de Kafka a Felice son iguales a las de Joyce en un punto: le ordenan por escrito a la mujer lo que debe hacer, e incluso a veces lo que debe decir y pensar. La escritura como poder y disposición del cuerpo de otro. Otra forma de bovarismo: la mujer debe hacer lo que lee.)
Pero Nora es la musa, es Molly Bloom. Otra idea de mujer. Otro tipo de vampirismo funciona ahí. En todo caso, para Joyce el copista era...Beckett, que fue su secretario en París durante varios meses.
La mujer-copista y la mujer-musa: mujeres de escritores. La mujer fatal que inspira y la mujer dócil que copia. O dos tipos distintos de inspiración: la que se niega a leer y la que sólo quiere leer. Dos formas de la esclavitud. De hecho, Nora es la sirvienta de Joyce (y había trabajado como criada en un hotel de Dublín). En todo caso, las dos son criadas. Como la que cruza en el final de «La condena». O, mejor, como la criada a la que le muestra que se ha pasado la noche escribiendo.
También en Borges hay mucho de eso. En su relación con las mujeres como lectoras, primero está el vínculo con la madre. Y luego la serie de mujeres-secretarias que le copian los textos (recordemos que Borges era ciego).
Todos los escritores son ciegos —en sentido alegórico a la Kafka—, no pueden ver sus manuscritos. Necesitan la mirada de otro. Una mujer amada que lea desde otro lugar pero con sus propios ojos. No hay forma de leer los propios textos sino es bajo los ojos de otro...
Ricardo Piglia. El último lector. Anagrama, 2005. P. 68-71.
dissabte, 15 de maig del 2021
la cançó del pare
Take Your Picture off the Wall, Mike Ruskovich.
La cançó que l'Ann canta a en Wade a les classes de piano és, en realitat, del pare de l'escriptora:
Treu la foto del racó
i emporta-te-la d'aquí.
Tenyeix-te el cabell de tardor
perquè el temps no el torni gris.
No vull que pateixis per mi,
tiraré endavant sense tu.
Fes-me un petó de bona nit
per últim cop, i ves-te'n lluny.
Emily Ruskovich. Idaho. Traducció d'Àfrica Rubiés Mirabet. Les Hores, 2020. P. 54
dijous, 31 de desembre del 2020
diumenge, 1 de març del 2020
eines
Mi padre, cuyos padres nunca pasaron de la secundària, me contó una vez el modo en que se había convertido en un gran lector. Por culpa de un erróneo diagnóstico de fiebre reumática en séptimo, tuvo que pasarse varios meses en cama, y durante ese periodo le surgió la afición a los libros. «No hay nada que no esté a tu alcance si dispones del libro adecuado», le gustaba decirles a sus cinco hijos, y él, al menos, vivió según esta norma. Nunca era más feliz que desentrañando su último préstamo de la biblioteca pública, algún tratado sobre cómo tocar la guitarra de jazz, cómo tocar los parches y la flauta dulce, el violín, el piano, y cómo escribir letras para canciones pop, cómo fabricar un mueble bar con fregadero, o un acelerador para los carbones de la barbacoa, o hacer un montón de abono, muebles coloniales, un clavicémbalo. Al final del Canto V de la Odisea, la muy enamorada ninfa Calipso permite al fin que Odiseo abandone su isla para proseguir con su viaje de regreso, y trae un juego de utensilios que hasta ese momento había tenido oculto, para ponerlo ahora en manos del náufrago: es con estas pocas herramientas, más las ramas de árboles y plantas que tiene a mano, con lo que el héroe se construye la balsa sobre la que recorre los últimos tramos de su viaje a casa. Cada vez que leo este pasaje me acuerdo de mi padre.
Daniel Mendelsohn. Una Odisea. Un padre, un hijo, una epopeya. Traducció de Ramón Buenaventura. Seix Barral, 2019. P.41.
________________P.S.: Potser ara hauríem de dir Tot està al teu abast, si disposes d'un bon tutorial de Youtube.
dissabte, 23 de març del 2019
l'arbre genealògic dels buendía
![]() |
relajaelcoco |
Font: Ruben Díaz Caviedes. «Sobre el árbol genealógico de los Buendía». Jot Down Magazine. Núm.22, marzo 2018.
diumenge, 18 de novembre del 2018
pares i mares
[...] Una de les novel·les més curioses de la literatura universal és Tristram Shandy, escrita per un clergue anglès al segle XVIII. Comença, precisament amb una memorable queixa formal del narrador contra la poca concentració que van mostrar els seus pares a l'hora de fabricar-lo: «M'hauria agradat que el meu pare o la meva mare o, més ben dit, tots dos perquè això és cosa de dos, haguessin estat realment per la feina quan em van concebre». Pobre Tristram! Ell mateix explica, més endavant, que l'acte de procreació es va realitzar d'una manera clàssica i el seu pare —que era al damunt— va escridassar la dona perquè li semblava que estava més pendent del rellotge de paret que no pas d'ell i de la seva, diguem-ne, actuació. En Tristram es va doldre sempre més d'haver estat concebut amb tanta negligència i, d'alguna manera, va ser un precursor dels discursos —ara dominants— que endossen als progenitors els mals propis. Com que vivim en una època de pares extremadament obedients amb els fills, tot va com una seda i tothom pot viure content i enganyat, que és el programa general. Arribats aquí un sent, gairebé, nostàlgia d'aquelles mares d'abans que no tenien por dels fills i sempre sabien el que els convenia. Com la del gran Borges, la senyora Leonor, que només de seure a la taula del restaurant ja avisava al cambrer: «El nene no bebe vino». Que en aquells moments Borges ja hagués fet els seixanta anys no tenia cap importància.
Miquel Berga. Un aire anglès. Edicions del periscopi, 2018. P. 145-146.
dissabte, 10 de novembre del 2018
vídua contra amant
XAVI AYÉNEl judici de la vídua de Bolaño contra l’amant de l’escriptor, vist per a sentènciaLa Vanguardia8|11|2018
Carolina López demana 250.000 euros a Pérez de Vega per anar contra l’honor
Fins ahir, una reunió que congregués els novel∙listes A.G. Porta i Henar Galán, el poeta Bruno Montané Krebs, el crític Ignacio Echevarría, el catedràtic José María Micó, l’editora Lali Gubern i la llibretera Mercedes Zendrera tan sols podia ser un festival o premi literari o potser una presentació de llibres. Però ahir es van veure les cares com a testimonis en el judici que va tenir lloc a la Ciutat de la Justícia de l’Hospitalet per dirimir si la relació sentimental que Roberto Bolaño (1953-2003) va mantenir amb Carmen Pérez de Vega es pot considerar una relació de parella amb totes les lletres o no.
D’aquestes coses se n’ocupen els tribunals de justícia?, es podria preguntar algú. La resposta és que sí, perquè Carolina López, vídua de l’escriptor, i els seus fills, Lautaro i Alexandra, han presentat una demanda de protecció a l’honor i la intimitat familiar contra Carmen Pérez de Vega, que va mantenir una relació sentimental amb Bolaño durant els últims sis anys de vida de l’escriptor.
Els demandants demanen, en concepte de danys morals, 250.000 euros a Pérez de Vega i250.000 més a la periodista argentina resident a Mèxic Mónica Maristain, autora del llibre El hijo de Míster Playa, que després que no es presentés ahir al judici va ser declarada en rebel∙lia.López i els seus fills consideren que no és cert que Pérez de Vega sigui “l’última parella de Roberto Bolaño”. Maristain afirma al seu llibre que Bolaño i López estaven “separats, encara que no de manera oficial”.
El judici, que es va fer a porta tancada, va estar esquitxat de detalls privats i d’acusacions poc edificants. Els testimonis convocats per l’acusació van ser A. G. Porta; Montserrat López, germana de la vídua i encarregada de l’arxiu Bolaño; la psicòloga que tracta els demandants, que va detallar els problemes d’angoixa que tots tres han patit després de conèixer certs aspectes de la història pels mitjans de comunicació; la cangur dels fills –que va declarar que sempre va veure Bolaño com a part de la llar conjugal–, i altres veïns de Blanes que no van tenir mai notícia d’una separació entre Bolaño i López. Tots van parlar d’una relació de parella “normal” entre tots dos, que va durar fins a la mort de l’escriptor, i van evocar trobades amb la parella i els seus fills a la localitat. Porta va admetre, però, que Pérez de Vega era “amant” de l’autor xilè. López va criticar algunes explicacions –en concret, el detall que Bolaño “va tossir sang” els seus darrers dies– donades per Pérez de Vega en una entrevista.
Els testimonis convocats per la defensa, en canvi, van parlar d’una relació de parella entre Bolaño i Pérez de Vega consolidada fins al punt que anaven plegats a actes socials, reunions d’amics i trobades diverses, durant un període de temps prolongat. En aquest sentit es van pronunciar Micó –que va afir-mar haver sopat amb ells a finals de juny del 2003, dies abans de la mort de l’escriptor–, Gubern, Echevarría, Montané i Zendrera. Tots donaven per fet que eren “nòvios” i alguns asseguren que Bolaño vivia en un pis diferent al de la seva família, que per López era tan sols “un estudi”. La part demandada recorda, així mateix, que el xilè va arribar a l’hospital on va morir de la mà de Pérez de Vega. Galán, amiga de la mare de Bolaño, va afirmar que li va presentar Pérez de Vega com a “la meva nora” i que parlava de López com d’“una mala persona”.L’acusació va intentar desqualificar alguns d’aquests testimonis adduint animadversió personal (“m’han acusat de robar-los”, es queixava Gubern, de l’editorial Anagrama). Per algun d’ells, el rerefons de la demanda és “l’intent de López d’esborrar Pérez de Vega de la faç de la terra, que ningú li faci ombra en la seva projecció internacional, traçar una biografia oficial en què ni tan sols aparegui”.
A partir d’ahir, les parts tenen quinze dies per presentar al∙legacions. Es preveu una sentència per a la primera quinzena de desembre. Sigui quina sigui, no afectarà gens l’herència o els drets de Bolaño, propietat indiscutible de la seva dona i fills.
dissabte, 15 de setembre del 2018
una vídua singular
«Una altra vídua singular que vaig conèixer va ser la d'en Salvat-Papasseit. Era una velleta petita que va viure molts anys més que ell. Semblava una gitana i formava part del món més popular de la Barceloneta. Venia a dinar alguna vegada a casa dels meus pares. És que en Salvat va morir...Fixa't, en aquest llibre del meu pare, del 1926, Paisatges i lectures, l'últim text està dedicat a la mort d'en Salvat. Va morir tan d'hora..., l'any 1924, potser. Era set o vuit anys més gran i entrava en aquell grup d'amics més grans del meu pare: en Foix, en Manent, en Salvat...La seva vídua explicava que, quan el seu marit s'estava morint, tuberculós, ofegant-se, s'incorporava del llit, l'agafava pel braç i li exigia que no es casés mai més, precisament l'autor de La rosa als llavis! Assegurava que se li apareixeria a les nits. Quan explicava això, tot dinant a casa, es feia un silenci...Feia por. Deien que era gitana i potser ho era de debò...»
Josep Cots. Autoretrat de Jordi Garcés. Anagrama, 2018. P. 246.
dilluns, 29 de gener del 2018
la trilogia segons aurora bertrana
AURORA BERTRANA
«Prudenci Bertrana i la seva obra»
Pròleg a: Prudenci Bertrana. Obres completes. Selecta, 1965.
La trilogia autobiogràfica de Prudenci Bertrana, els tres volums que porten per nom L'hereu, El vagabund i L'impenitent, són les seves darreres novel·les. L'impenitent, a més, la seva obra pòstuma.
En aquestes tres obres, Bertrana ens conta tota la vida d'Innocenci Aspriu, propietari i pintor fracassat i, finalment, escriptor de prestigi. Per a donar forma a Innocenci Aspriu, Bertrana no fa sinó descriure la seva pròpia vida. En la primera part de L'hereu, servint-se de la seva prodigiosa memòria, evoca la seva adolescència i una part de la seva joventut al mas Aspriu de l'Esparra, on Josep Bertrana posseïa una gran propietat.
No és ni l'argument de L'hereu ni la psicologia dels personatges de la novel·la el que crida l'atenció en aquesta obra. On resideix el seu autèntic i commovedor interès, és en les descripcions del camp, descripcions acurades, minucioses, detallades. L'amor de Prudenci Bertrana per la naturalesa s'hi manifesta plenament.
La primera part de L'hereu resulta un gran poema naturalista. Bertrana pretén servir-se del paisatge com a teló de fons. Però el paisatge, gràcies a l'amor i al talent de l'autor, esdevé, potser contra la seva mateixa voluntat, el principal personatge de la novel·la, mentre els de carn i ossos es dilueixen i es transformen en figurants.
En el transcurs de la novel·la moren la mare i el pare del protagonista. Innocenci Aspriu es mullera amb la seva promesa i tenen dues nenes. Tot això està contat lleugerament, com episodis sense importància. Sense importància novel·lesca, però és reflex exacte de la realitat. Fins aquí Prudenci Bertrana i Innocenci Aspriu són una mateixa persona i els esdeveniments de la vida d'Innocenci són exactament els esdeveniments de la vida de Prudenci. Però de sobte Bertrana abandona l'autobiografia per a fer novel·la. I aquests són els moments, al nostre entendre, menys reeixits de l'obra.
I aquí és també on jo lamento una vegada més que la trilogia no sigui una autèntica autobiografia, unes memòries de Bertrana contades com ell sols sap fer-ho, amb tanta força descriptiva, amb tanta sinceritat i mestratge. Bertrana descriu a voltes la seva pròpia vida amb minuciosa precisió, s'hi deixa anar amb sinceritat quasi impúdica. I tot d'una recorre a la imaginació i això que no en sol gastar gaire.
En L'hereu, l'episodi dels amors d'Innocenci Aspriu amb la dispesera, és inventat de cap a peus. Quan Prudenci Bertrana va anar a estudiar a Barcelona ja estava enamorat i promès amb Neus Salazar, la que va ser la seva esposa i la meva mare. Recordo perfectament l'ombra de pesar que va reflectir-se-li en el rostre en acabar de llegir L'hereu. "El teu pare, va dir-me, m'ha convertit en dispesera. Què hi farem!"
Per a Bertrana, escriptor, aquests detalls no tenien importància, i en la novel·la L'hereu, encara menys. El drama de L'hereu és la pèrdua de l'heretat, l'inconsolable enyor d'Innocenci Aspriu, és a dir, de Prudenci Bertrana. El record d'aquell lamentable esdeveniment animava encara la seva ploma trenta anys més tard. L'incendi del bosc, incendi que vaig presenciar amb tota la seva desoladora grandesa, i tot el seu horror, apareix descrit al final de L'hereu. Aquesta catàstrofe i el comiat d'Innocenci Aspriu a les terres que tant amava, que havien constituït per a ell molt més que una gran propietat agrària i forestal, el paradís dels seus somnis, són les pàgines més patètiques de la novel·la.
El vagabund és, com L'hereu, i potser encara més que aquesta, la biografia de Prudenci Bertrana. Llegint El vagabund es coneix un fragment importantíssim de la vida del seu autor: el període que va de la pèrdua de l'heretat, al començament de les seves activitats de pintor; i el que va del començ de la seva vida de pintor fins al començ de la d'escriptor.
La misantropia, els dubtes, la indecisió sobre d'ell mateix, que l'Aspriu experimenta i la necessitat imperiosa de guanyar com més aviat millor el pa dels seus fills, hi apareixen minuciosament descrits junt amb certs paratges de Girona. Bertrana, en escriure El vagabund, evoca amb amor intens, amb inguarible enyorança, aquella Girona on visqué hores decisives, on li nasqueren els seus quatre fills. Sembla oblidar que està escrivint una novel·la, o, qui sap si tem afrontar aquell tema que, forçosament avivarà els seus sofriments.
Entretant Innocenci Aspriu ha contret noves i interessants amistats, la personalitat moral i intel·lectual de les quals exerceix una certa influència damunt d'ell: Fresneda, Delavila, i un jove poeta, gran entusiasta de Les flors del mal, en la vida real, Xavier Montsalvatge, Carles Rahola i Miquel de Palol, tots desapareguts d'aquest món, malauradament.
Fresneda, Delavila i el jove poeta, acompanyen Innocenci Aspriu en els seus romiatges nocturns. Viuen amb ell les visions i impressions del barri antic, dels voltants de la catedral, i de Sant Fèlix. I també el barri de la prostitució, vergonyosament arraulit entre esglésies i convents, des del romànic Sant Pere de Galligants, fins la Seu, d'on sortirà Josafat.
Finalment, després de passejades i més passejades, de dubtes i més dubtes, de remordiments i més remordiments, Innocenci Aspriu es decideix a desentaforar la capsa de pintures, desempolsar els pinzells a desentaforar la capsa de pintures, desempolsar els pinzells i posar-se a pintar, que, fet i fet era l'únic que sabia fer més o menys bé. Exactament com ho féu Bertrana, Aspriu s'ha tirat de cap a fer l'ofici de pintor, com si hagués decidit tirar-se daltabaix del campanar de la Catedral, i anar a rebotre contra les lloses mortuòries que cobreixen despulles venerables. Dóna lliçons de dibuix i de pintura, fa retrats de difunts inspirant-se en velles i esborrades fotografies, pinta cartells comercials, estendards de confraries religioses, ex-vots, etc.
I quan ja està resignat a fer de pintor fins a la fi dels seus dies, se li revela de sobte la vocació d'escriptor. Escriu d'amagat de la dona i dels fills. Sent una gran vergonya d'aquest nou viratge de la seva activitat artística. Tem que el titllin de capritxós, de voluble, d'inconsiderat, d'egoista. Encara segueix un temps pintant retrats de senyores i senyors difunts, estendards per a confraries religioses, ex-vots...
L'impenitent, tercer i últim volum de la trilogia autobiogràfica de Prudenci Bertrana, publicat uns quants anys després de la seva mort és un aiguabarreig de les tragèdies familiars i professionals de l'autor, el lament d'un viatger que ha arribat a la darrera etapa del seu viatge, reviu el passat, plora els seus morts i —potser d'una manera inconscient— es venja dels seus enemics, és a dir, d'aquells que per la seva gasiveria i la seva intolerància, per la seva indiferència i incomprensió varen contribuir als seus sofriments.
Bertrana escriví L'impenitent els dos darrers anys de la seva vida. S'embrancava en una tasca més sentimental que intel·lectual, més personal que artística. I dic "s'embrancava" perquè a mitja novel·la se li veu la desorientació i el cansament. Ell mateix se n'adona. Intenta d'esmenar el text, dosificar i canalitzar l'allau d'emocions aclaparadores, de rancúnies persistents, que li vénen a la memòria. Records amargs que el dominen i no li permeten posar L'impenitent a l'alçada de L'hereu i de Proses bàrbares. El protagonista no dóna un pas, no diu una paraula, sense trobar una espina, un escull, una dutxa freda. Potser és veritat, i més que veritat, però al lector tanta malaurança l'aclapara, l'ensopeix i l'enutja.
Entre els rancors de Prudenci Bertrana —segurament justificat— hem de destacar el que demostra en L'impenitent envers l'editor Pau Garcia — en la realitat Antoni López Ventura— propietari dels dos setmanaris satírics: "La Barabomba" i "El fanalet", o sigui "L'esquella de la Torratxa" i "La Campana de Gràcia". Tota una colla d'homes de lletres apareixen també en el transcurs de la novel·la, més o menys caricaturitzats amb noms inventats per l'autor. Bertrana ens els presenta segons la simpatia o l'antipatia que li inspiren: Joan Maragall, Pere Corominas, Carles Soldevila, Josep Carner, Rovira i Virgili, Màrius Aguilar, Ignasi Iglésias, Manuel Brunet...A cada un d'ells — personatges secundaris de L'impenitent— dedica una carícia o una punxada, segons el seu agraïment o la seva rancúnia.
L'impenitent és un passar comptes amb els bons i els dolents, és treure els drapets al sol de tota una colla de persones i, sobretot, és una lletania de recances i d'enyorances, un llarg plany de dolor, dedicat als fills morts.
Bertrana es va llençar temeràriament a voler fer una novel·la amb aquell període tràgic de la seva pròpia vida. L'escriptor s'hi estanca. Quan Bertrana se n'adona ja és tard. Tracta de trobar un terme mitjà entre la tètrica realitat i uns esdeveniments que no destil·lin tanta amarguesa, tanta intimitat mal dissimulada. I a força de torturar la seva imaginació arriba a solucions mediocres. Una d'elles és renunciar literàriament a la paternitat del seu fill Heribert Bertrana. Ens descriu la malaltia i el traspàs com si aquell noi fos el fill d'un company de l'Aspriu. Bertrana no oblida que està escrivint la seva autobiografia i no gosa atribuir-se tanta quantitat de malvestats. (Quan escrivia aquest passatge encara esperava poder escriure la mort de Cèlia.) Cronista honrat del seu propi dolor, Bertrana, coratjosament, quasi obsessivament, no negligeix cap detall del drama.
Quan es tracta d'Anna Maria —en realitat Hel·lena— de la seva malaltia, de la seva mort, Bertrana, bo i deformant la realitat en certs punts, burxa sense pietat en la seva pròpia ferida. Descriu l'enterrament i no oblida cap particularitat, ho explica tot curosament, sense voler estalviar-se ni una tortura, com embriagat de sofrença.
Al moment d'encarar-se amb la descripció de la decadència física i de la desaparició d'Angelina —és a dir, Cèlia, la més estimada de les filles de l'autor— Bertrana s'atura, impotent. En el transcurs de la novel·la insinua per ací i per allà l'estat delicat de la nena i dues o tres malalties. Però li manquen forces per arribar a la fi. La ploma se li atura, sent com la mà li tremola, com el pit se li omple de sanglots i els ulls se li amaren de llàgrimes. Torna a engrapar l'estilogràfica, torna a provar d'escriure: un cop, dos cops...quants cops encara? Només ell ho sap. Jo puc imaginar-m'ho perquè l'he vist lluitant amb els sanglots i les llàgrimes, volent i no podent escriure, quan Cèlia, a poc a poc, se'ns moria.
En la novel·la L'impenitent Angelina no mor. Les darreres ratlles que l'autor li dedica són un cant a la seva formosor, a la seva gràcia, a la seva gentilesa. Després ve un gran buit. El lector no comprèn per què en el capítol que segueix, Bertrana anomena Aspriu un ancià. Ja no es tracta de fills enlloc. Solament de la seva fidel companya. Bertrana ha renunciat a explicar allò que ni el seu pensament ni la seva mà han estat capaços de dur a terme.
Ha traslladat el seu protagonista, l'ancià Aspriu, a l'alta plana de l'Alt Empordà. Innocenci Aspriu va en cerca de la seva esposa a l'estació de Sant Miquel de Fluvià. Camina sense presses, assaborint una vegada més l'encís del camp solitari. S'atura a reposar en un marge, i allí va a raure, també, un altre caminant. Li demana una informació local. Parlen una estona. I tot d'una el vell descobreix que el jove és un aprenent de literat, alhora que l'altre descobreix que el vell és Innocenci Aspriu, el famós prosista. L'aprenent es declara admirador i deixeble d'ell.
Aquest paràgraf descobreix un dels darrers anhels de Bertrana: ésser llegit i admirat per les generacions futures, commoure-les amb la seva prosa, fer que estimin la naturalesa i els seus rústics herois.
L'esposa d'Innocenci Aspriu no arriba. Ell se'n torna a Sant Pere Pescador pels corriols dels sembrats; en penetrar en la seva cambra, a casa del seu cosí Vador, el primer que fa és contemplar una fotografia de les seves filles; no diu quines i el detall no correspon segurament a la realitat. No diu tampoc que siguin mortes. Però ens fa saber que davant d'aquelles fotografies "com si fossin imatges d'un altar", hi ha tothora flors camperoles. Innocenci Aspriu contempla els retrats i creu llegir una tímida acusació en els ulls de les seves filles (no oblidem que el fill mort figura en la novel·la com essent-ho d'un company). Innocenci Aspriu es demana si no seria just d'ofrenar-los en desgreuge totes les obres d'ell, cremant-les i esventant-ne les cendres.
Fa un sondeig mental, profund, desesperat de la seva ànima. Descobreix amb horror que és una ànima impenitent. Això vol dir que Prudenci Bertrana, malgrat les peripècies professionals i les angoixes paternals, no es penedeix d'haver triat la literatura com a professió...
dimarts, 28 de novembre del 2017
el fill de la berlin
Text de David Berlin, fill de Lucia Berlin, escrit especialment amb motiu del Premi Llibreter 2016 a MANUAL PER A DONES DE FER FEINES.
Bona nit. Els meus germans i jo estem molt contents i agraïm enormement la rebuda del llibre de la nostra mare a Catalunya i Espanya, i personalment m’agradaria molt ser a Barcelona dilluns per rebre aquest gran reconeixement, una validació de l’obra de la nostra mare. No vam imaginar-nos mai que aquest llibre s’arribaria a publicar, i encara menys que tindria l’acollida tan positiva que ha tingut a tot el món. Quan érem petits, els meus germans i jo vam viure èpoques i anècdotes que sovint van ser la base de moltes de les històries de la nostra mare, i vam viure molt de prop els seus processos d’escriptura i el seu altíssim compromís amb la literatura, i sovint ens preguntàvem per què s’exigia tant a ella mateixa sense rebre mai res a canvi. L’èxit d’ara té un punt agredolç, però ens fa enorgullir-nos molt d’ella i ens consola saber que finalment està rebent l’amor i el reconeixement que es mereix. Una vegada va dir que només que una persona llegís i s’emocionés amb un conte seu ja es donaria per satisfeta. Finalment, ha resultat que no són una, sinó milers i milers.
La mare era una narradora excepcional. Des de ben petita llegia qualsevol cosa que li queia a les mans i escrivia històries per ajudar-se a ella mateixa a processar les experiències, bones i dolentes, que li va brindar la vida, una vida excepcional que ella va viure sempre molt a fons, molt intensament. Al seu anuari de l’institut, al peu d’una fotografia d’ella molt bonica, hi ha una citació, triada pels seus companys de classe: “Deixeu que us expliqui una història”. Tenia 16 anys.
Molts dels seus contes s’inspiren en veritats o en barreges d’episodis o històries que ella unia per intentar transmetre una sensació de veritat. Al final, era la història el que comptava. Tot plegat era sovint molt confús pels meus germans i per mi, quan érem petits, però suposo que això deu ser habitual en els fills dels grans artistes.
Algunes de les seves històries van ser escrites en qüestió d’hores; d’altres van trigar dècades. Era la dona més intel·ligent i divertida que he conegut i que coneixeré mai. Tot i que els seus contes es basaven sovint en fets reals, estan construïts delicadament i basats en una profunda comprensió del món, la literatura i la vocació narradora. Una de les alegries més grans de l’èxit del llibre és llegir i escoltar el que els altres interpreten i entenen de la seva literatura. Com que jo estava sempre tan a prop d’ella i de les seves històries, no he estat mai capaç d’agafar prou distància per apreciar de debò la seva escriptura. El seu estil s’assembla molt a com parlava, per tant, quan la llegeixo, sento la seva veu i tot es torna massa personal, sona com si m’estigués parlant directament a mi.
A més a més, el fet que no fos prou reconeguda quan era viva i que mai tinguéssim diners i que ella lluités per mantenir-nos i tirar la família endavant, i alhora mantenir el seu compromís amb l’escriptura, feia impossible per mi veure la seva feina com literatura. Només era la meva mare explicant històries.
Ara, a través dels ulls del món literari, quan llegim les ressenyes d’altres escriptors, crítics i acadèmics estem aprenent (els meus germans i jo) a apreciar-la des d’un altre punt de vista. Tenim l’oportunitat de veure-la com la veu el món: com una gran escriptora, una narradora excepcional. És un reconeixement enorme i ens omple d’orgull. Ella estaria molt contenta de saber que la gent la llegeix i l’estima a Catalunya i a Espanya, el fet que la seva empatia, el seu dolor i el seu sentit de l’humor travessin fronteres i barreres de llengua i que els seus personatges siguin estimats o odiats a través de cultures diu molt sobre la profunditat de les seves habilitats i el poder de les seves històries.
Res més. Estem molt i molt contents de l’afecte que estem rebent dels lectors espanyols i catalans i estem profundament agraïts pel premi dels Llibreters atorgat a la nostra mare. Malgrat l’escriptura i la beguda, va ser una mare fantàstica que va fer tot el que va poder per tirar endavant quatre fills tota sola sense deixar mai d’escriure les seves històries.
David Berlin, 20 de juny de 2016.
[Font: l'altra editorial]
dimecres, 30 d’agost del 2017
dimarts, 15 de novembre del 2016
préstec a domicili
Quan fa uns anys li van oferir fer-se càrrec del servei de préstec domiciliari de la biblioteca Sofia Barat de l'Eixample de Barcelona, Jandra Piera de seguida va dir que sí. La possibilitat de trepitjar el carrer i visitar els usuaris a casa seva li venia més de gust que passar hores asseguda entre quatre parets. I així va ser com un dia va entrar a casa de l'Albina Francitorra, la mare de Montserrat Roig. Gràcies a aquesta relació, la biblioteca Sofia Barat ofereix en consulta títols difícils de trobar de la popular escriptora que va morir fa 25 anys, com 100 pàgines triades per mi o les sèries d'entrevistes Retrats paral·lels.
Va néixer, viu i treballa a la Dreta de l'Eixample. Vostè és un exemplar autèntic d'aquest barri barceloní.
Sí, però quan puc m'escapo a Portbou i surto amb la barca al mar. Vaig estudiar Psicologia Social i formo part de la primera promoció de funcionaris democràtics de l'ajuntament. Treballava amb joves en risc d'exclusió, però vaig agafar una excedència per cuidar les meves filles i quan em vaig reincorporar em va tocar anar a biblioteques. Vaig passar per Sant Martí de Provençals i Gràcia abans d'arribar a la biblioteca Sofia Barat.
Aquí va conèixer Albina Francitorra.
Crec que era l'any 2006. Ella venia en cadira de rodes, amb una noia que l'ajudava, i sempre tenia molt clar el que volia. Era sorprenent que una dona de gairebé 100 anys estigués tan al dia de tot, especialment de literatura catalana. Fins i tot ens va demanar si algun voluntari podria anar a casa seva per ensenyar-li a usar internet.
Era una dona àvida de coneixement i una lectora voraç, com la seva filla.
Sí, però jo al principi no la relacionava amb Montserrat Roig. Per a mi era només la senyora Albina, una usuària més.
¿Quan va descobrir qui era?
Quan vam inaugurar el préstec domiciliari li vaig oferir la possibilitat que una voluntària li portés els llibres a casa, i va ser una de les primeres usuàries del servei. Abans de començar a portar llibres sempre visito les cases, i com que la seva era tan a prop m'hi escapava sempre que podia. Recordo que el pis em va causar impacte, perquè havia quedat congelat en els anys 70. En una d'aquelles visites em va dir que era la mare de Montserrat Roig.
¿Com va anar la conversa?
La primera vegada vam parlar en un gabinet que tenia les parets forrades de llibres, i les altres vegades em va fer passar al saló menjador que donava a un pati interior.
¡El pati que apareix a les seves novel·les!
Va ser llavors quan em va explicar que havia tingut set fills: sis noies, entre elles Montserrat Roig, i un noi. Va assenyalar el pati i va dir que els seus fills havien passat moltes hores allà. Va ser una conversa dramàtica, perquè llavors ja se li havien mort diversos fills, però em va semblar que era una dona molt forta, amb les idees molt clares i que estava molt orgullosa de la vida que havia portat.
¿Com van acabar a la biblioteca els llibres de la seva filla que tenia a casa?
Ella ens els va oferir i li vaig dir immediatament que sí. N'hi havia tants que vam anar a recollir-los amb un carret d'anar a comprar. Els havia ordenat en munts i no em vaig atrevir a agafar-los tots. Vaig seleccionar 15 títols i em vaig emportar un exemplar de cadascun. També em vaig endur alguns llibres escrits pel seu marit, Tomàs Roig Llop. Em va explicar que ella el va ajudar a transcriure alguns textos.
¿Quant de temps va seguir demanant llibres?
Si no recordo malament, la voluntària de la biblioteca li va estar portant entre quatre i sis llibres al mes fins al 2009, i després n'hi va seguir portant a una residència, però ja no eren d'aquesta biblioteca. Va viure 101 anys [va morir el desembre del 2013] i mai va abandonar la passió per la lectura.
Gemma Tramullas. Per a mi era només la senyora Albina, una usuària més. ElPeriódico. 12|11|2016.
dimecres, 6 de juliol del 2016
escenes de la vida conjugal
fotografiats per Carl Mydans, setembre de 1958.
dissabte, 7 de maig del 2016
dijous, 7 d’abril del 2016
feta la llei, feta la trampa
«Su mujer nos sirve un plato de carne de yak, asada y cortada a trozos. Uno de los principales alimentos de la gente es la carne, de yak o de cordero, fresca o salada, o secada y curada al sol y al aire de cuatro mil metros. El frío y la sequedad dificultan el trabajo de la tierra y se comprende que la carne sea uno de los principales y casi el único alimento.
Pero los tibetanos se han encontrado ante una seria dificultad. Su religión les prohibe matar. Y no se exceptúa de este mandamiento ni la muerte de los animales destinados a alimento de las personas. ¿Qué hacer? Los monjes, en realidad, son vegetarianos. Lo son por regla de su orden y casi todos de hecho. Los laicos, no; tienen la costumbre tradicional de comer carne y la siguen. Siempre es la costumbre el fundamento principal de una civilización: ni el budismo ha hecho a los japoneses menos guerreros ni el cristianismo menos sensuales a los latinos; ni tampoco el lamaísmo ha podido suprimir la tendencia de los tibetanos a comer carne.
Creen ellos que el pecado se reparte entre toda la comunidad, y, así, aunque el pecado sea grave, les toca muy poquita parte a cada uno. Y en Lhasa los matarifes son mahometanos y para ellos ya no es pecado matar animales. Esto me hace pensar en unos monjes japoneses que, según las reglas de su orden, sólo podían comer carne de animal marino y que al jabalí le llamaban «yama-kujira» (ballena de monte), y así ya lo podían comer sin faltar a las reglas.
Aquí, en cierta ocasión, los religiosos se reunieron y decidieron que los animales muertos podían renacer antes en otra vida mejor y que así al matarles se les beneficiaba. En Sapporo, en el Hokkaido, se celebraba todos los años una ceremonia religiosa a expensas de la Universidad Imperial, en uno de los mayores templos de la ciudad; y en ella los monjes rogaban por todos los animales muertos durante el año por causa de experimentos en cualquiera de los laboratorios de los institutos médicos y científicos. El profesor Kodama, del que yo era auxiliar, rogaba con mucha solemnidad por las ranas del colega fisiólogo y por los cobayos del colega patólogo.
Volviendo a los tibetanos, he aquí un proverbio que explica el modo común de sentir a este respecto:
Sha-di nying-je-chen kyi sa,nying-je chang-chuy lam ne dren.
Si el que se alimenta de la carne de este animal tiene el corazón compasivo,el mismo animal se encontrará en el camino de la compasión pura y perfecta.
Frente a lo inevitable todas las doctrinas sucumben ante la naturaleza humana; y menos mal si se hace apelación a lo más noble del alma, a la generosidad.
Fosco Maraini. El desconocido Tibet. Traducció de Noel Clarasó. Aymá, 1952. P. 112-113.
________________P.S.: Segons he llegit al blog d'en Víctor Pàmies, Etimologies paremiològiques, l'expressió Feta la llei, feta la trampa prové, justament, d'aquesta anècdota sobre els monjos japonesos i les balenes de terra endins que explica en Fosco Maraini al llibre El desconocido Tibet. El tenim a la biblioteca, per cert. I és la mar de distret.
Dacia Maraini, a propòsit del seu pare:
En el petit i deliciós llibre, Bagheria, on recorda la seva infantesa en aquesta ciutat siciliana, hi ha una fascinació, diria, per la figura del seu pare.
És cert.
L’he vist en alguna fotografia, vestit a la japonesa, i amb un físic, fins i tot, que té alguna cosa d’oriental.
Bé, la seva mare era polonesa, i efectivament tenia alguna cosa de mongol. Una mica oriental, doncs. Era un home fascinant, molt culte, sabia nou llengües, havia voltat per tot el món, havia anat al Tibet als anys trenta, quan el país estava tancat; va escriure els primers llibres sobre el Tibet. I coneixia molt bé l’Orient: la Xina, el Japó...Era un home, efectivament, extraordinari, no era un qualsevol. Ell era antropòleg, però tenia una cultura molt àmplia, pel que fa a la filosofia i a les religions, sobretot orientals. En suma, tenia una visió una mica a l’antiga, és a dir la cultura com un tot, no només el coneixement especialitzat, sinó una concepció àmplia de les coses: coneixia molt bé la cultura grega, la llatina...Havia vist món, era un home molt cosmopolita. A més, era un home molt agradable, i molt esportista: era un esquiador extraordinari, anava per sota l’aigua, navegava a vela, un home de moltes facetes, que va viure plenament la seva època.
JOSEP M. MUÑOZ. «Dacia Maraini. L’escriptora que va prendre la paraula». L’Avenç. Núm. 394, octubre 2013. P. 16-24.