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dimarts, 28 de gener del 2025

coincidències

Estas coincidencias, que no significan nada salvo para ti,
me ponen siempre muy contento.

Juan Tallón. Obra maestra. P. 46.

 

Hacía ya casi un año desde nuestro último gran logro, cuando rescatamos en un mercadillo de Tarragona el cuadro de un pintor francés del siglo XVIII, Henri Antoine de Favanne, que llevaba más de cuarenta años desaparecido. La obra había pertenecido a un anciano que vivía en una vieja casa de Talcy, en la región del Loira, llena de cuadros, unos de cierto valor y otros carentes de él. De un día para otro, la pintura de Favanne se esfumó. La colección formaba parte de la herencia de una tía del dueño con sensibilidad artística. Nadie vio entrar o salir de la vivienda a ningún extraño.

No se supo nada durante muchos años del destino de la obra ni de los ladrones. Entonces descubrimos que la robó un matrimonio español que se encontraba en Talcy de paso. Oyeron hablar del anciano, de su colección, y constataron la falta de cualquier medida de seguridad en la casa. Se fueron del pueblo como llegaron, sin que nadie reparase en ellos,  con la obra en su poder. Y así pasaron los años. El marido era médico de familia y la mujer profesora de arte. Colgaron el cuadro en el vestidor de su dormitorio, en Vic. Disfrutaban de la pintura cuando se vestían o desnudaban. Más de treinta años estuvo el cuadro allí colgado. Entonces, falleció la mujer, y tres años después, el marido. No tenían hijos, solo una sobrina en Tarragona, que vendió las pertenencias de sus tíos a un anticuario de la ciudad. Este las puso a la venta, y un cliente nos advirtió de que el cuadro podía ser un auténtico Henry Antoine de Favanne. Pero en el cuerpo policial las alegrías son efímeras. Casi al tiempo que recuperábamos el Favanne, recibíamos la notificación de la pérdida del Serra...

 

Juan Tallón. Obra maestra. 3a ed. Anagrama, 2022. P. 277.

 

 ______________

P.S.: La ficció és molt seriosa amb les seves coses.

Ens veiem avui a dos quarts de set del vespre. 


divendres, 24 de gener del 2025

conversa amb juan tallón

 

 

Espacio Fundación Telefónica Madrid

El autor de Obra maestra (Anagrama, 2022), Juan Tallón, visita el auditorio de Espacio Fundación Telefónica de la mano de la periodista Marta García Miranda para recuperar la increíble historia, transformada ahora en una crónica novelada que reconstruye paso a paso uno de los escándalos más disparatados del mundo del arte.

16|2|2022


dimecres, 22 de gener del 2025

què és l'art modern, preguntes, mentre claves en la meva pupil·la, etcètera


MARCOS PEREDA
‘Obra maestra’, de Juan Tallón: Qué es arte moderno, dices mientras clavas en mi pupila etcétera
Jot Down
Març 2022


Desde el mismo título juega a varios niveles epistemológicos la última obra de Juan Tallón. Porque ponerle a una novela Obra Maestra (Anagrama, 2022) revela una intencionalidad gamberra, provocadora y hasta algo naíf que se agradece bastante. Igual que el resto. Y eso que servidor es muy bruto, y todos estos asuntos de conquistar el espacio a través de la creación bidireccional emisor/receptor, epatar deconstruyendo dimensiones y, en definitiva, exponer cosas incomprensibles en ferias con asistentes cool… pues como que no. Yo soy mucho más llano, y más garrulo. Me puedo permitir excentricidades inofensivas, como poner epistomológicos al principio de una reseña sin tener muy claro lo que significa la palabreja, pero solo eso.

¿La trama? Bueno, que ha desaparecido una obra de arte. De arte contemporáneo. En fin, cosas que pasan, un descuido, un me fui a por café. Ocurre que no, o no solo. Que aquí lo que no encontramos (y hemos mirado en todos los sitios… en armarios, en cajones, hasta en la papelera de reciclaje) es Equall-Parallel/Gernika-Bengasi, escultura de Richard Serra. Escultura de hierro hecha por Richard Sierra. Escultura de hierro hecha por Richard Serra que anda en torno a las treinta y ocho toneladas de peso (kilo arriba o abajo, que a estas alturas importa regular). Vamos, que jodido de mover. Hechos reales, estos, aunque no puedan creerlos. Como la misma Obra maestra, que se mueve a mitad de camino entre el reportaje y la ficción, entre registro e inventar. Es especialista Juan en estos artilugios, también les digo. El rey de las citas imaginarias que esconden citas verdaderas, de las anécdotas reales que uno sospecha invenciones. Aquí se mueve a sus anchas. 

En el fondo todo acaba comportándose como reflexión sobre los límites del arte. Del arte contemporáneo, por más señas. ¿Hasta qué punto es original una obra cuando quien la copia y data es el mismo autor? ¿Cómo construyen el mundo circundante las esculturas? Y, sobre todo, ¿esto es una puta broma, o qué? A veces lo parece, y no pasa nada por reconocerlo. Cuando se nos habla de todos los colaboradores que necesita Serra (arquitectos, ingenieros, gruistas, operarios). Cuando se cita el peligro intrínseco que tiene el traslado, colocación e incluso mantenimiento de sus esculturas, con fatales consecuencias esporádicas (lo que no hace sino aumentar la sensación de extrañeza frente a ese arte mortal pero incomprensible para la mayoría). Cuando rellenamos el vacío posmoderno con creaciones que bien pudieran representar el triunfo de la Revolución Industrial (que nadie en su sano juicio definiría como posmoderna). Todo eso. Pero con más gracia, claro. 

Es, también, meditar sobre la vacuidad del presente. Sobre tipos que mantienen escondidas obras que adquirieron, a la espera de una revalorización que quizá nunca llegue (esa imagen del puerto franco de Ginebra es poderosísima). Otros que gastan a espuertas solo por el placer de gastar, porque pueden, porque deben. O los de más allá, esos que ven su barrio adornado con algo nuevo y aparentemente incomprensible. Los que, incapaces de disfrutar orgánicamente el embrujo de estas manifestaciones artísticas, se limitan a apreciarlas y quererlas como parte de su universo cercano, como ese cuñado que todos tenemos y nos saca de nuestras casillas pero, joder, qué le vas a hacer, si es que él es así… 

Destaca el esquema de la obra. Que uno ya no sabe ni cómo llamarla, si novela, non fiction, falso ensayo o lo que más quiera el autor. Yo encantado con el nombre que le asignen ustedes, no vamos a pelearnos por eso. Destaca, decía, el esquema del asunto (mira, asunto cuadra bien), porque permite trabajar a varias capas, planteando continuos saltos temporales y visiones contrapuestas (casi) sobre los hechos. La polifonía directa, basada en intervenciones relativamente breves de (muchos) personajes reales o ficticios es aspecto a favor. Narrativamente, dijimos, porque plantea miradas como capas de cebolla, y las cebollas enriquecen cualquier plato. Y después está la veracidad de esas voces. Que es grande, y variada. Cada cual habla a su manera, con sus giros y expresiones propias, que son distintas a las de los otros (y a las del propio autor, quien aparece como trasunto personajil hablando por boca de las letras, que nunca es lo mismo que hacerlo directamente). Aquí destacan, por libertinas, declaraciones de quienes más lejos están de todo el negocio «artístico» (al menos en su plano meramente teórico, que para la pasta andan todos cerquita). El guarda de seguridad que se pone a ver la tele mientras pasan madrugadas, el transportista que divide los traslados de obras maestras según cuántos cafés debe tomarse para llegar a destino, ese chamarilero que expone cuitas y puñaladas de sociedad (es muy difícil meter la palabra «chamarilero» en una reseña literaria, con lo bonita que suena). Vuela alto Tallón, porque son monólogos frescos, porque tiene ritmo dibujando melismas en cada aparte, porque conserva colmillo afilado para contrastar visiones entre «ellos» (que siempre son algunos) y «nosotros» (que habremos de ser los más).

(Disfruten, también, las palabras que no dice César Aira… mientras escribo esta reseña él ha publicado dos o tres libros nuevos).

Brilla con fuerza, también, la ironía de Tallón, que es una de sus cualidades cuando se pone a lo de escribir. La propia estructura de la novela, esa polifonía que vimos antes, ayuda al asunto, porque permite contar y descontar sin miedo. Vamos, que balbucean otros en boca ajena. Me pasa a veces con Juan lo mismo que cuando leo a Chuck Klosterman (y mira que tienen poco en común), y es que no sé hasta dónde llega el juego de espejos irónicos, qué se dice de forma grave y qué debe ser leído con la ceja enarcada, qué es sí y qué es no. Yo a veces leo una página del gallego y no tengo ni idea de si sube o baja, para entendernos. Lo que es satisfactorio, ojo, porque exige esfuerzo para aprehender y reconstruir, y eso es una de las cosas más ricas en literatura.

Aquí ocurre mucho, y el narrador (los narradores) caminan por esa línea estrechísima entre admiración y burla para con el objeto narrado (el arte contemporáneo, para entendernos). Vamos, que te quedas con ganas de contextualizar visualmente, de buscar ese centelleo en las corneas, ese fruncir (rápido, apenas entrevisto) en la sonrisa, que se nos pone cuando hacemos pasar por seriedad lo que no es sino befa subterránea. Tampoco importa demasiado, porque el no conocer siempre resulta, creo, experiencia válida de conocimiento.

Al margen quedan los hallazgos habituales que tiene Tallón en su estilo. Esos disfrazados a veces de chisporroteos lingüísticos, otras de reflexiones profundas, las de más allá, incluso, de hacernos clavar los ojos en el extraño fantástico que es la vida (el mismo que habitamos cada día y, por eso, casi ni nos sorprende). El estilo de las personas que llevan manos metidas en los bolsillos del pantalón (y su coincidencia con una lectura reciente de quien narra, porque para Juan lo vivido es solo espejo de aquello que lees), ese fatalista (e irónico, por contexto) «cuando siembras, asumes que quizá le tocará recolectar a otro», o la imagen casi irreal de un artista en ciernes salpimentando la pared con plomo fundido, como si fueran constelaciones de ideas sobre fondo blanco.

En definitiva, que no tengo muy claro cómo definir el libro (y tampoco si Obra maestra es lo que diría yo ante algo de Richard Serra), pero sé que es disfrutable. Muy disfrutable, y desde varios puntos de vista. Y eso es lo primero que debe alcanzar la literatura. 


dilluns, 20 de gener del 2025

biografia d'una escultura



BEATRIZ CASTRO
Cómo escribir una auténtica Obra Maestra, por el periodista y escritor gallego Juan Tallón
El español
12|2|2022


Juan Tallón Salgado, nacido en Vilardevós (Ourense), está curtido en el mundo periodístico y cuenta con una extensa trayectoria como escritor tras la publicación de libros como Mientras haya bares, El váter de Onetti, Salvaje Oeste o Rewind, entre otros.

En su nueva novela, Obra Maestra, Tallón sitúa a los lectores alrededor del escándalo artístico que sacudió al Museo Reina Sofía en el año 1990: la desaparición de la escultura Equall-Parallel/Gernica-Bengasi, creada por Richard Serra.

A ritmo idas y venidas cronológicas, Juan Tallón cuenta la historia de la escultura a través de los testimonios de 73 voces dispares, como la fundadora del museo, sus directores, policías, periodistas, coleccionistas, un coreógrafo que danzó alrededor de la escultura e incluso una terrorista.

A través de estas declaraciones el lector va obteniendo información, llegando a conocer una especie de biografía de la escultura. “Las voces cuentan la historia desde que era tan solo una idea en la cabeza del artista hasta la búsqueda desesperada de la obra tras su desaparición”, aclara el escritor, “pasando también por las fases de ejecución, exhibición y almacenamiento de la misma”.

A lo largo de las más de 300 páginas nos topamos con testimonios reales de personas entrevistadas por el escritor y también con personajes que, a pesar de ser de ficción, se mantienen fieles a la autenticidad de las figuras a las que representan. “Se trata de un hecho real, tratado y trabajado con las herramientas propias de la ficción”, aclara Juan, “desde el momento en el que mezclamos realidad y ficción, no se puede ni se debe desligar, porque todo pasa a ser lo mismo”. Todas estas voces tienen un papel decisivo a la hora de montar el engranaje que enriquece el curso de la trama, pues cada personaje añade detalles e información que complementa cada una de las declaraciones anteriores. 

En cuanto al proceso de escritura de esta novela, Juan explica que el punto de partida era el qué, a diferencia de su anterior novela, Rewind, donde primero llegó la inspiración de cómo contar una historia, y después se gestó qué historia contar. “En Obra Maestra tenía clara la historia que quería escribir, me faltaba mucha información sí, pero tenía el punto de partida”. 

El escándalo de la desaparición de la obra sedujo a Tallón hasta tal punto que el deseo de querer escribir un libro basado en ese suceso se llegó a convertir en obsesión.  “En los momentos mas febriles, llegué a soñar con la novela”, confiesa; “soñaba que iba a visitar la réplica de la obra al Reina Sofía y al apoyarme en ella, tiraba una de las piezas”. La dificultad burocrática de acceder a los testimonios y fuentes documentales, sumó complejidad al proceso de crear esta obra, llegando incluso a plantearse su abandono.

En el proceso de documentación previo a la escritura, Juan tuvo que echar mano de un campo del que no solo es conocedor, sino un profesional: el periodismo. “Hay una fase de recogida de testimonios, bibliografía, hemeroteca… que está sometida a las reglas del periodismo”, explica, “en el proceso de la escritura se mezcla con el enfoque ficticio y entonces todo pasa a ser ficción”. 

El trabajo que hay tras esta obra maestra es innegable, pero también la paciencia del escritor, que le permitió insistir, resistir y, sin duda, vencer. Muestra de esa victoria: Obra Maestra.

Los que conocemos el estilo narrativo de Tallón, sabemos que su prosa está compuesta por construcciones muy detalladas, que siempre tienen un peso importante sobre el transcurso de las historias. “Eso define mi modo de mirar el mundo, por eso en el plano narrativo también funciono así”, explica; “yo me suelo fijar en lo que esta delante de mí, trabajo por acumulación de detalles al poner el foco en algo próximo, real, que suele pasar desapercibido”.

En el año 2009 se da por cerrada la investigación y cae en el olvido de la mayor parte de la sociedad. Como refleja una de las frases del libro “Un escándalo nuevo siempre viene al rescate de un escándalo anterior”. Ahora, trece años después de que se cerrase la investigación, Obra Maestra revive la historia. “Yo creo que funcionara como un acto de memoria, a modo de novela histórica, aunque ficcionada”, afirma el escritor.

Puesto que en su día el Museo encargó al artista una réplica de la obra aun desaparecida, si ahora apareciese habría dos esculturas totalmente iguales. Entonces cabría preguntarse ¿es posible que dos piezas exactamente iguales puedan convivir en un mismo mundo? Tal vez habría que destruir una, pero, ¿cuál?. La hipótesis más arraigada es la de que la primera escultura se destruyó, se fundió y se reencarnó en en multitud de pequeños objetos de hierro. Tallón tiene clara su postura al respeto: "deseo que allá donde esté, dé felicidad a quienes disfruten de ella”.

Por último, tomen nota de uno de los detalles más llamativos de libro: en las transiciones entre cada una de las cuatro partes que lo componen hay una especie de puzzle a través de un diálogo entre los miembros de la familia del autor. Su madre (Claudia), su hija (Helena), su mujer (Marta) y su padre (Ramón), enriquecen, aun más si cabe, esta lectura. "Es como un juego metafórico entre las distintas fases de eso que todos perseguimos a lo largo de nuestra vida: la búsqueda, aunque a veces no sepamos ni qué es lo que buscamos", concluye Tallón.


dissabte, 18 de gener del 2025

dijous, 16 de gener del 2025

merda d'artista

 


L'any 1961, Agostino Bonalumi i Piero Manzoni van fer una exposició a Milà juntament amb un tercer artista, Enrico Castellani. Va ser un fracàs. Després d'intentar vendre, sense èxit, una peça a un col·leccionista, Manzoni va exclamar: Aquests imbècils de burgesos milanesos només volen merda. Mesos més tard, va presentar la seva nova obra: una llauna que contenia, en teoria, 30 grams dels seus excrements. En total va produir 90 llaunes, que després van anar a parar a museus com la Tate Modern de Londres. S'han arribat a pagar 124.000 euros per llauna.
Bonalumi va publicar un article al diari Corriere della Sera, l'onze de juny de 2007, on assegurava que dins de les llaunes no hi ha matèria orgànica, perquè si fos així el metall ja s'hauria fet malbé. Puc afirmar tranquil·lament que només hi ha guix, va escriure.

 

*  *  *  *


También había oído a menudo que en arte lo importante es la idea. «¿Sabías que en los sesenta hubo un artista que enlató su propia mierda en noventa recipientes de metal, los etiquetó, numeró y los firmó con vistas a venderlos? Lo hizo todo él mismo. Es decir, no se limitó a cagar y que después un subalterno acabase el trabajo. Quizá ya no quedaban subalternos así. Cada lata pesaba treinta gramos, y se vendía al precio que en ese momento tenía el grano de oro.» «Te lo estás inventando, ¿verdad?» «Hablo en serio. No recuerdo cómo se llamaba el tipo. Las latas se titulaban "Mierda de artista", y se suponía que eran una crítica al mercado del arte, que empezaba a volverse tal locura que la simple firma de un artista hacía que la obra, aunque fuese eso, típica mierda de culo, disparase su precio. Me suena que el año pasado todavía alguien pagó 120.000 euros por una de esas latas de mierda envasada al natural.»

 

Juan Tallón. Obra maestra. 3a ed. Anagrama, 2022. P. 261.


dilluns, 13 de gener del 2025

el misteri de l'escultura perduda


NADAL SUAU
'Obra maestra': el misterio de la escultura perdida
El español
21|2|2022

Obra maestra parte de un hecho tan absurdo como real: a mediados de la primera década de los dos mil, se descubrió que el Museo Reina Sofía había perdido una escultura de Richard Serra. Concretemos: una escultura de acero que pesaba casi cuarenta toneladas. Más allá de la clásica invitación a la bajona nacional que implica semejante despropósito, no es menos cierto que su naturaleza entre trágica y bufa resulta fascinante. Y es curioso que, de los muchos personajes convocados por Juan Tallón (Vilardevós, 1975) en estas páginas, sea César Aira, quizás el ser humano más imprevisible del mundo, quien pronuncie la frase más previsible: “Aquí hay una novela, ¿no te parece?”. Es abril de 2009 (no sabemos si solo en la ficción o también en la realidad) y el interlocutor de Aira es Tallón, quien empezará a concebir una novela alrededor de la noticia: hablamos de Obra maestra.

Sin embargo, en esa escena Aira y Tallón caen en un equívoco frecuente: tener una anécdota no significa necesariamente tener un libro. La dificultad inicial del proyecto que nos ocupa reside en que no se sabe nada del destino que tuvo la escultura: sin culpables conocidos, sin una investigación cerrada a la que atenerse y sin un nudo dramático claro, los hechos no colaboran con el novelista. De semejante problema nace el mayor logro del libro (su estructura), pero también su aspecto quizás más discutible (el tratamiento de las fronteras entre dato y especulación).

Desde luego, la estructura es inteligente y muy eficaz. Obra maestra se construye como un mosaico de voces, unas setenta, que enfocan el tema central desde infinidad de puntos de vista: escuchamos a Serra, a ministros y técnicos, a empleados de seguridad y taxistas, a críticos y comisarios de arte… La primera lectura que sugiere el recurso es casi un cliché: frente a la imposibilidad de la Verdad se contraponen una miríada de verdades. Y funciona. Cierto que el lenguaje no alcanza la flexibilidad necesaria para ofrecer un efecto polifónico, pero a cambio el lector asiste a una elaborada fragmentación del ampuloso concepto “Obra” en centenares de pequeños condicionantes: instituciones, mercado, discurso, relato, urbanismo, industria, materia, elitismo, legislación, biografía…

Una verdad sin pruebas

La gracia de fondo radica en que un objeto absolutamente monolítico como es la escultura de Serra ha propiciado este abordaje narrativo a la idea del arte como flujo (insisto: “narrativa”; el libro esquiva cualquier densidad teórica). Y es más gracioso todavía que Tallón ponga la clave del asunto en boca del propio Richard Serra cuando manifiesta su convicción de que la pieza desaparecida ya no existe: “Se fundiría, supongo, convirtiéndose en millones de pequeñas cosas diferentes, objetos cotidianos empleados para tareas rutinarias”. Y remata: “Tiene su gracia” (el lector me permitirá que utilice, deliberadamente, tres veces la misma palabra).

Dicho esto, Obra maestra también provoca algunas dudas. La primera la he mencionado: su prosa es limpia, abordable; pero quizás se añoren inflexiones que dieran mayor relieve a las diferentes voces. La segunda es una herencia del caso real, y el texto casi siempre logra vencerla: estamos ante un material narrativamente trunco, suspendido en la (casi) nada. La tercera es de tipo, digamos, deontológico: el autor confiesa que ha alternado documentación e imaginación, lo cual es una potestad novelística que me parece obvia, pero que aquí se concreta en límites tan inescrutables que habrá quien discuta su pertinencia.

En conjunto, Obra maestra halla el modo de explicar una historia que roza la condición de no-historia con agilidad e ingenio, y con mayor sencillez de lo que aparenta su carácter fragmentario.


divendres, 10 de gener del 2025

broma maestra


CARLOS PARDO
Novela total y broma maestra de Juan Tallón sobre la escultura gigante perdida en el Reina Sofía
El País
5|2|2022


La noticia es de sobra conocida y saltó a la prensa en 2006: el Museo Reina Sofía había perdido la obra Equal-Parallel/Guernica-Bengasi, del artista norteamericano Richard Serra. Si perder una obra ya es un desastre, que ésta sea una escultura de 38 toneladas de acero roza el delirio humorístico. A partir de ahí se multiplican las hipótesis: la prestigiosa empresa Macarrón, SA, encargada de su almacenamiento en una nave de Arganda del Rey, había quebrado 10 años antes sin que ningún responsable del museo se hubiera preocupado por “recoger” los cuatro pesados bloques de aquella obra maestra del minimalismo, que permanecían junto al aparcamiento, a la intemperie. De hecho, Macarrón quebró por una macabra relación con las instituciones públicas. Resumiendo, aquella empresa dedicada desde hacía más de 100 años a la producción de materiales de Bellas Artes, así como al enmarcado y montaje de exposiciones, debía a la Seguridad Social los millones que el Ministerio de Cultura y otros ministerios no le habían pagado aún por algunos proyectos estelares de la Expo de Sevilla. A partir de ahí, la maquinaria siniestra: la Seguridad Social prohíbe que el Museo Reina Sofía y otros organismos públicos paguen a Macarrón una deuda que ya era millonaria, sin que por ello dejen de reclamársele nuevos servicios, que tampoco se le pagarán. Entonces Macarrón quiebra. Y la Seguridad Social embarga sus terrenos, sobre los que construye un archivo histórico. Entretanto, la obra de Serra ha desaparecido. ¿Se había vengado Macarrón llevándosela? ¿La desguazaron como chatarra? ¿La enterraron en los solares del nuevo archivo histórico de la Seguridad Social? El caso se sobreseyó sin que nadie haya podido explicar cómo se ha volatilizado la pesada obra maestra. Aunque quizá “la obra maestra”, como apunta el artista Isidoro Valcárcel Medina en esta novela, “es robar la escultura de Richard Serra, no hacerla”.

Con estos materiales algo caóticos e inabarcables (como mi enumeración), Juan Tallón (Vilardevós, 1975) ha escrito uno de los más brillantes frescos literarios de la España reciente, una moderna feria de las vanidades donde la política, la institución del arte y la judicatura muestran sus ruindades y torpezas. Pero también una sagaz disección de las relaciones de los artistas con el poder en nuestras sociedades “democráticas”, de las ambivalencias de eso que llamamos arte público: obras que nos enseñan a “activar el espacio”, pero también muros que parten plazas y deprimen a sus vecinos.

Tallón elige narrar esta historia con las perspectivas de más de 70 personajes, muchos de ellos conocidos artistas, críticos o políticos: Oriol Bohigas, Calvin Tomkins, Rosina Gómez-Baeza, Carlos Solchaga, Carmen Giménez o el mismo Richard Serra. Más de 70 “monólogos”, incluyendo vigilantes jurados, historiadores, galeristas, periodistas, directores de museo, escritores y un jubilado.

Pero debe quedar claro que Tallón no “entrevista”. Aunque Obra maestra es una exhaustiva investigación, el autor “inventa” unas voces. Que Tallón es un maestro en esta modulación de los personajes por sus propias palabras, por sus detalles humorísticos, su locuacidad fuera de lugar incluso en circunstancias dramáticas ya lo sabíamos por su maravillosa novela anterior, Rewind, pero en Obra maestra este método alcanza una destreza aún mayor. En primer lugar, porque buena parte de las voces de esta nueva novela pertenecen a “personas reales”, pero mientras leemos funcionan, sobre todo, como alucinantes creaciones literarias. Llevándolo a un plano estructural mayor, éste también es el secreto de Obra maestra, que todos sus materiales, reales o no, hayan desembocado en una gran creación “ficticia”. Y que a la vez esta obra “ficticia”, esta novela, se haya camuflado de material preliterario, de documentación periodística. Es un hermoso truco, entre la verosimilitud de la novela que quiere convertirse en el fresco de una sociedad y el disparate genial y extrañado de un parodista, un bromista trágico, más cercano a Nabokov que a Balzac. Y mientras avanzamos en los cuatro actos de esta especie de novela de detectives según los cánones poirotescos del Who did it, no nos importa conocer cuántos de estos fragmentos tienen su origen en entrevistas realizadas por el autor, artículos leídos o declaraciones captadas al azar durante los más de 10 años de escritura (fechas que sugiere otro de los monologantes locuaces de Obra maestra, el propio Juan Tallón, en uno de los fragmentos finales), sino cuáles serán los giros impertinentes de las vidas y las voces de estos personajes, cuáles los detalles que los elevarán como artificios de la imaginación. A un vigilante jurado lo recoge un coche fúnebre cada noche. La inspectora de la Brigada de Patrimonio sentencia: “El café que tomas a medida que te alejas de Madrid te recuerda que en Madrid, en general, no se bebe café sino otra cosa. Otra cosa que no tiene perdón. Ni nombre”. Por no hablar de dos personajes antagónicos que se reservan lugares principales en esta comedia: Ana Sucunza, subdirectora general de la Tesorería de la Seguridad Social, y Jesús Macarrón, empresario.

Pero Tallón no abusa de estos giros burlescos ni derrapa por ingenioso: antes bien, desde sus primeras palabras da profundidad y ternura a cada uno de estos personajes, conocido o no, cuidándolo con la sutil protección de la caricatura. Porque son muchos elementos los que están en juego: política, identidad nacional, fracaso y éxito, torpeza congénita, mala leche, innovación en la gramática del arte… Y de esta manera tan oblicua y prismática, tan cuidadosa en definitiva, Tallón ha escrito una novela “total”. Divertida, trágica y rotunda.


dimarts, 7 de gener del 2025

equal-parallel: guernica-bengasi

 



Equal-Parallel: Guernica-Bengasi 
Richard Serra
San Francisco, California, EE. UU., 1938 - Orient, Nueva York, EE. UU., 2024

Fecha: 1986
Materia: Acero corten
Técnica: Fundición

Técnica descriptiva: Obra formada por cuatro bloques macizos de acero corten, dos cuadrados y dos rectangulares

Dimensiones: Pieza 01: 148,5 x 500 x 24 cm / Pieza 02: 148,5 x 148,5 x 24 cm / Pieza 03: 148,5 x 500 x 24 cm / Pieza 04: 148,5 x 148,5 x 24 cm

Categoría: Escultura, Instalación

Año de ingreso: 1988
Nº de registro: AS10531
Expuesto en: Sala 102

 

Equal-Parallel: Guernica-Bengasi  fue creada específicamente para el Museo Reina Sofía en el marco de la exposición Referencias. Un encuentro artístico en el tiempo, con la que se inauguró el Centro de Arte Reina Sofía en 1986. La escultura está constituida por cuatro bloques macizos de acero corten, cuatro volúmenes que se alinean con un alzado de 148,5 cm (el autor habló de «equal elevations» [alturas iguales]), correspondiente a la dimensión en altura del alféizar de las ventanas del edificio que los alberga. Dos de los cuatro bloques son cuadrados; los otros dos son rectángulos de la misma profundidad. Richard Serra ha ubicado los grandes bloques en una disposición alterna, que deja un espacio vacío central semejante al que llenan los bloques y que permite que la escultura pueda ser captada por el espectador como una obra de experimentación corporal del espacio y de la forma. De título singular en el conjunto del trabajo de este artista, Serra ha dejado claro que sus obras no hacen referencia a la memoria de ninguna persona, lugar o acontecimiento, sin embargo Equal-Parallel: Guernica-Bengasi incide en una experimentación espacial de la obra, pero también en un paralelismo temporal de dos hechos históricos sobre la premisa de la igualdad: el bombardeo de la Legión Cóndor sobre población civil en la villa de Guernica el 26 de abril de 1937 y un acontecimiento coetáneo a la creación de la escultura, el ataque del 15 de abril de 1986 a la ciudad libia de Bengasi por parte de la aviación estadounidense. Este ataque, con víctimas civiles, respondía a un atentado con bomba en una discoteca en Berlín atribuido a agentes libios, en el que fallecieron una mujer y dos soldados norteamericanos. Tejiendo estas referencias, Serra alude al debate acerca del papel de la historia: si esta se agota en la experiencia corporal e individual, o si en cambio, su relato puede funcionar como construcción del mundo.


Carmen Fernández Aparicio
Centro de Arte Reina Sofía

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P.S.: L'escultura llegida per Richard Serra a Obra maestra, p. 104:

«Equal-Parallel: Guernica-Bengasi se basa en tu movimiento a través del espacio que la rodea. Usé dos bloques bajos y largos, rectangulares, y dos bloques más pequeños, cuadrados. El espectador lee la cara de cada bloque en relación con la cara del siguiente. Si el bloque más pequeño, cuadrado, se encuentra frente a un bloque rectangular, parece ser más bajo que el bloque que está viendo, aunque sea exactamente igual de alto. Cuando el bloque pequeño está detrás del bloque más largo, la situación se invierte. Se alza. Aunque todo tiene la misma altura, parece subir y bajar en relación con la forma en que caminas a lo largo de la sala. La mayor parte de mi trabajo desde mediados de los setenta trata sobre tu movimiento en relación con el espacio a lo largo del tiempo.»

Ara, afineu la mirada i torneu a la foto que encapçala l'apunt.

 

dilluns, 30 de desembre del 2024

booktràiler

 

 

dilluns, 23 de desembre del 2024

pes, càrrega, f(r)icció i contrapès

 

RICARDO BAIXERAS
‘Obra maestra’ de Juan Tallón: pes, càrrega, f(r)icció i contrapès
elPeriódico
14|3|2022


La intimitat trencada, minuciosa, lapidària i colpidora que Juan Tallón (Ourense, 1975) va cisellar a ‘Rewind’, un viatge en què «allò sencer es va convertir en trencat, allò gran en minúscul, allò petit en inexistent» i que va narrar el duel impossible vist des de la veu dels que sobreviuen a la tragèdia, va donar com a resultat una escriptura profunda i caleidoscòpica. En aquest llibre la voladura d’un edifici a Lió va ser el detonant que, des d’una perspectiva múltiple –sis–, unia realitat i ficció amb una senzillesa poc freqüent.

Ara entrega Tallón una novel·la de diferent factura que converteix el tot d’una realitat en el paper estripat de la ficció ancorada també en una pèrdua, no ja emocional, com en aquella novel·la, sinó objectual. Una escultura d’acer de gairebé quaranta tones de l’escultor Richard Serra, ‘Equal-Parallel/Guernica-Bengasi’, que li va ser encarregada per a la inauguració del Reina Sofia, es va guardar després en una nau industrial a Arganda del Rey i quan el museu la vol recuperar ningú sap on és.

Tapís d’opinions

El prestigiós escultor fa servir l’acer «de la manera en què l’utilitza la indústria: pes, carrega, fricció, contrapès». I això és el que trobarà el lector en aquest llibre al tractar amb aquests quatre elements narrats des d’una perspectiva també múltiple: s’ha volgut posar la surrealista veritat dels fets (¿com desapareix –o es fa desaparèixer– una escultura així sense deixar rastre?) en una miríada de veus contraposades. El pes d’una pèrdua repartit per una infinitat de personatges que expliquen la seva història i la seva relació amb l’escultura: el mateix Richard Serra, César Aira (sí, el novel·lista), un tal Juan Tallón (sí, l’escriptor que firma el llibre), ministres de cultura, periodistes, vigilants, taxistes, pintors, marxants d’art, funcionaris, historiadors, galeristes, gerents, policies, jutges... La càrrega de la culpa repartida en un elenc de veus que no aconsegueixen recompondre el que va passar perquè ningú sap res o el que en saben no és suficient. La fricció que se li suposa a la literatura repartint i tocant la veritat dels esdeveniments amb el fibló de la ficció, paraula que ha perdut una erra. El contrapès d’un escultor repartint la seva tasca des de la ferma voluntat de «canviar el significat, canviar el significat a través de la percepció, no canviar el significat a través de la bellesa» i que es concep a si mateix com a «un artista del pes, que aspira a convertir allò pesant en lleuger».

Ha sabut Tallón trobar els intersticis creïbles d’una història real increïble en una novel·la que el mèrit més gran que té és el marc d’una estructura trencada en mil trossos. D’aquesta impossibilitat sorgeix la força del llibre. Potser ha pretès Tallón acostar-nos a la nostra pròpia bogeria, com diu una de les felices cites amb què obre els capítols. Si la troben a les llibreries no (se) la perdin.


divendres, 20 de desembre del 2024

perdre's amb tallón

 

MIQUI OTERO
Perderse con Tallón
elPeriódico
8|2|2022


Perder cosas es humano y encontrarlas, divino. Buscarlas puede ser una vocación.

En la novela 'L’home que es va perdre', de 1929, Francesc Trabal plantea una idea aparentemente descabellada: Lluís Frederic olvida en un café de Gràcia una pitillera de oro que le había regalado Sílvia, su ex. Espoleado por la angustia de perder el último vestigio de su amor, organiza una enorme campaña para encontrarla. Después de tres meses de búsqueda obsesiva, entregado a esa única causa y sintonizando por primera vez en su vida un objetivo nítido, la encuentra. La primera pregunta es: ¿Y ahora qué? La segunda: ¿Y si la volviera a perder? Y luego: ¿Y si perdiera otra cosa? “Qué felicidad vivir y vivir encontrando y perdiendo cosas”. Con el tiempo, planea emigrar a América, donde valorarían su audacia: un emprendedor de la idea de perder: “Podemos perder cosas estupendas, sensacionales. Podemos perder casas, monumentos, trenes, muertos…”.

Me habría encantado haberle contado en su día este argumento a Juan Tallón. Solo nos hemos visto en persona una vez, cuando me presentó mi anterior novela en Santiago, y en esa ocasión comprobé su talento, su gracia y también su magnética relación con la pérdida. Después de una noche de copas, fui yo quien perdí el tren a primera hora del día siguiente.

Si esa noche hubiera conocido la historia que ya entonces tramaba, podría haberle hablado del hombre que se perdió. Lo habría hecho justo después de que me planteara el argumento del fascinante y logradísimo libro que ahora, después de años de buscarle sentido y estructura, publica con el título 'Obra maestra' (Anagrama): “Desaparece una escultura de acero, una obra maestra del minimalismo, de 38 toneladas de peso”.

La obra había sido encargada por el museo para la inauguración del Reina Sofía. Luego esos cuatro bloques de acero, ideados por Richard Serra, fueron trasladados a una nave en Arganda del Rey, en 1990. Cuando, quince años después, el centro quiso recuperar la obra, simplemente se había perdido.

La dificultad para mover sin dejar rastro algo de esas dimensiones aquilata el enigma. Sería casi creíble que la hubiera perdido Lluís Frederic, un personaje de ficción, o que hubiera acabado como monolito de la realidad prehistórica de la película '2001'. Algo absurdo exige una solución absurda. Y esto es absurdo por varias razones.

La primera es que lo que se perdió fue una obra maestra. Si se fijan, siempre pierde uno el mechero que enciende, el bolígrafo que aún pinta, la persona a la que se quiere. Siempre se van los mejores. Y eso es porque solo sentimos que se ha perdido lo que sentimos perder.

Lo segundo es que lo que se perdió fue una obra maestra. Y que, como se dice en el libro: “La obra maestra es robar la escultura de Richard Serra, no hacerla”. Una frase que recuerda poderosamente a aquella de Brecht: “¿Qué es robar un banco comparado con fundarlo?”. 

Así que Tallón entrevista al vigilante que comía un bocadillo de sardinas, a la jefa de comunicación del Ministerio de Cultura, a César Aira, a taxistas, chatarreros, miembros de la Interpol. Y los organiza con los recursos de composición y estilo de la novela de ficción y dentro del subgénero del reportaje de citas. Dibujando un retrato del artista, del escritor, de nuestra supuesta entrada en la modernidad y de la evolución del arte institucional. Y lo que consigue es lo que el título promete: una obra maestra. En concreto, de la literatura factual de este país. Cuando te empeñas en buscar una cosa, siempre aparece otra.

 

divendres, 13 de desembre del 2024

38 tones de literatura


ALBERTO OLMOS
No se lo digan a nadie, pero esta novela contiene 38 toneladas de gran literatura
El Confidencial
4|4|2022


El arte contemporáneo es ocurrente, ridículo y carísimo. Con toda lógica, nadie podrá verlo dentro de tres siglos, pues cada época tiene sus ocurrencias y ridiculeces y, al final, habrá que acabar en el museo del Prado otra vez, viendo fusilamientos y manzanas. El arte contemporáneo seguramente no es arte, sino otra cosa que va por debajo, como las notas al pie. El arte contemporáneo, en fin, da para mucho discurso, mucha escritura, y se hace con pan, caucho viejo, ropa prestada y prensada y lavadoras, también. Dice Félix de Azúa que ya no hay arte, que estamos en el pos-arte y que, por tanto, no debemos preocuparnos por nada. Este arte no-arte gusta sobre todo a los niños. Mi valoración de una obra conceptual se la he dejado ya a mis hijos: si a ellos les mola, es buena. Así, es bueno Anish Kapoor y es bueno Richard Serra. Damien Hirst, por ejemplo, no. ¿Envolver un edificio con tela? Guay. ¿Mierda de artista? Como que no.

Richard Serra es escultor, es decir, no ha hecho una escultura en su vida. Sus esculturas son trozos gigantescos de acero corten dispuestos sobre superficies estatales de modo que los niños se pierdan de vista y sean eventualmente aplastados. Es divertido. Por supuesto, Serra y sus amigos pueden decir cosas muy complicadas sobre una plancha de acero puesta de pie en medio de una plaza, por mucho que usted sólo vea una plancha de acero de pie en medio de una plaza. Algo del tiempo y el espacio intervenidos y algo de la piel del acero y algo más sobre que los bloques no se pueden mover ni un milímetro sin que se cometa un delito muy grave contra el arte y, oh, el artista.

Serra, en fin, hizo una obra para el museo Reina Sofía en 1986 y, una vez expuesta, fue retirada y guardada en un hangar de la glamurosa Arganda del Rey. Era ya 1990. La obra era tan excepcional y necesaria para el desarrollo espiritual de los españoles que los responsables del museo no se acordaron de ella hasta el año 2005, momento en que comprobaron que había desaparecido. Eran tres o cuatro bloques de acero con un peso total de 38 toneladas.

Extraviar algo tan pesado despierta sin duda nuestro interés. Pero si pensamos que se trata de una obra de arte, la cosa nos importa menos. También usted “pierde” el souvenir de Londres que le trae su hijo un verano, y realmente no sabe cómo ha sido. Pues los del Reina Sofía igual: no saben cómo ha sido perder una obra maestra de 38 toneladas de peso.

Novela

Juan Tallón tenía en la cabeza esta anécdota museística increíble y, por fin, pudo darle forma de novela. No era fácil. No sólo porque él lo diga en su propio libro y en las entrevistas que ha ido cumplimentando, sino porque resulta evidente. Como titular (“se pierde una obra de Richard Serra de 38 toneladas”), el suceso resulta impresionante; como novela, no sabe uno si da para más de veinte folios. Tallón ha escrito más de trescientas páginas sobre el asunto, algo sólo posible cuando el asunto, como es obvio, sirve en realidad como pista de despegue de muchas otras realidades.

'Obra maestra' (Anagrama) presenta más de setenta testimonios de personas relacionadas con la peripecia perdidosa de esta obra de Richard Serra. Es un libro muy bueno. Muy trabajado. Primero hay que documentarse exhaustivamente sobre el suceso; después hay que suplantar esas setenta voces y darles la vida por escrito que muestre su conciencia personal del mundo; después hay que sumarlas todas y ordenarlas y ver cómo dialogan entre sí y dan al cabo en una novela orgánica. Habla gente real (ministros, comisarios de arte, periodistas…) y supongo que también gente inventada; y se dicen cosas ciertas y, supongo también, cosas imaginarias. Técnicamente, es de una admirable virguería.

En la contraportada se nos habla de “thriller trepidante”, dado que la desaparición de una obra de arte, y encima de esas dimensiones, nos hace desear que alguien la encuentre, y además antes nuestros propios ojos, como pasa a veces con las series documentales de Netflix o HBO, donde se descubre al asesino en el último capítulo, cuando la policía se quedó en el primero. Sin embargo, no es el caso. Equal-Parallel/Guernica-Bengasi, que así se llamaba aquella obra de Serra, no aparece nunca, como es obvio porque, si no, lo sabríamos por los periódicos.

La novela de Tallón tiene, para empezar, algo de biografía de Richard Serra. Aprende uno mucho sobre este artista y sobre su dependencia inspiracional de Chillida y sobre otros artistas que hacen arte con conceptos. Asimismo, la historia del museo Reina Sofía no deja de tener su interés. También da cuenta la novela, con su perspectivismo y la comparecencia en ella de diversas figuras políticas de la época, del sindiós que es la administración española. Primero, porque pierdes una cosa carísima que encima era incluso difícil extraviar a posta. Segundo, porque, como museo, no pagas a la empresa que te la está guardando, motivo principal de que la empresa quiebre y, cuando deseas recuperar la obra, la obra no esté y nadie sepa qué ha pasado con ella. Y tercero, porque aquí todo el mundo es mediocre para alguien, lo cual puede querer significar que todos son mediocres, los directores del museo, los comisarios, los transportistas y los periodistas. En medio de la mediocridad y la dejadez, 38 toneladas de acero se volatilizan.

Por supuesto, la novela no tiene nada de ese “thriller trepidante” que señala la editorial en su contraportada, salvo si consideramos que una novela muy bien hecha es trepidante por sí misma: la trepidación del talento. De hecho, 'Obra maestra' tiene algo de 'Nocilla Resurrections', o sea, de toda la propuesta que hace quince años -exactamente cuando se descubrió la desaparición de la obra de Serra- hacía Agustín Fernández Mallo con su trilogía. Es una obra fragmentaria, rizomática, donde se mezcla arte contemporáneo, noticias, ciencia y pequeñas historias internacionales, no lineal, parecida a un collage, etcétera. La novela gira en torno al vacío dejado por una obra perdida, y eso es todo. Una fabulación radial, un coro de voces breves pero en cuya brevedad asoman vidas enteras. Amén de un país, este país nuestro, dispuesto a pagar en los año 80 cualquier precio por ser moderno, aunque no entendiera qué es eso.


divendres, 6 de desembre del 2024

richard serra, l'escultor monumental


MARIA PALAU
Mor Richard Serra, l'escultor monumental
El PuntAvui
27|3|2024


L’escultor nord-americà Richard Serra, de fama i cotització sense parangó en la seva disciplina, ha mort aquest dimarts al seu domicili de Long Island als 85 anys a causa d’una pneumònia, segons ha informat a The New York Times el seu advocat. “Les seves obres monumentals van remodelar les nostres percepcions de l’espai i la forma”, ha escrit el Museu Guggenheim a la xarxa social X. A la col·lecció permanent de la seu de Bilbao d’aquesta institució, Serra hi té una de les seves peces més emblemàtiques i conegudes, la instal·lació escultòrica gegantina d’acer, el seu material de capçalera, La matèria del temps, de gairebé 1.200 tones, en què l’experiència de sentir-se sacsejat per l’art supera la mera contemplació passiva perquè interactua amb el cos en moviment del públic.

Nascut a San Francisco el 1938 en una família de classe obrera, de pare mallorquí i mare jueva russa, Serra va irrompre a l’escena artística novaiorquesa a finals dels anys seixanta i es va integrar en el moviment minimalista. Des d’un bon principi es va divorciar de la pràctica escultòrica sotmesa al pedestal i al seu punt de vista únic i va començar a experimentar amb peces transitables que acabarien sent les més populars de la seva trajectòria.

Als anys vuitanta, l’alcalde Narcís Serra va picar la seva porta per encarregar-li una obra per a l’espai públic, una iniciativa que obriria el camí a la instal·lació de moltes més escultures de firmes internacionals en carrers i places de la ciutat preolímpica. La peça barcelonina de Serra és El mur, una doble paret corbada de formigó armat blanc, de 53 metres de llarg i tres d’alt, que dibuixen un gran arc de circumferència a la plaça de la Palmera, a la Verneda, obra dels arquitectes municipals Pedro Barragán i Bernardo de Sola, amb els quals l’artista va treballar conjuntament. L’escultura no es va fer d’acer perquè l’Ajuntament no tenia prou pressupost.

Serra va ser guardonat amb el premi Príncep d’Astúries el 2010, poc després que realitzés la còpia d’una obra seva que posseïa el museu Reina Sofía i que inexplicablement (pesava 38 tones) es va perdre en algun moment entre els anys 1992 i 2005. Encara ara ningú sap què se’n va fer.


dilluns, 2 de desembre del 2024

obra maestra, juan tallón


ALLAU
«Obra maestra», Juan Tallón
Al blog: The Daily Avalanche
10|9|2023


El Centro Reina Sofia —inicialment dedicat a exposicions temporals i per això encara no denominat museu— fou inaugurat el mes de maig de 1986 amb una mostra denominada Referencias e identidades, on s’exhibia obra creada expressament per alguns dels artistes plàstics contemporanis més reconeguts. Noms com els de Cy Twombly, Antonio Saura, Georg Baselitz, Antoni Tàpies, Eduardo Chillida o Richard Serra omplien les sales de la planta baixa de l’edifici de Sabattini que la reina Sofia havia  vingut a inaugurar. Un cop acabada l’exposició, la monumental obra de Serra —quatre enormes peces d’acer que duien el titol Equal - Parallel: Guernica - Bengasi— va passar a un magatzem, del qual va sortir breument el 1990 per a la inauguració del museu. Després fou dipositada a unes naus d’una empresa dedicada al magatzematge d’obres d’art a Arganda del Rey i allà fou oblidada.

Passen quinze anys i, quan el museu pretén recuperar la peça, resulta que l’empresa que la custodiava fa temps que va tancar per fallida i en els terrenys que ocupava ara s’alça una delegació d’hisenda. Què ha passat amb l’escultura de Serra? Com es possible que es volatilitzin trenta-vuit tones d’acer sense deixar cap rastre? La notícia salta als diaris el gener de 2006 per a vergonya dels responsables del museu, però l’escàndol dura poc, com sol passar amb successos de caire cultural i, si ho preguntéssim ara, segurament gairebé ningú sabria dir com es va resoldre. 

Juan Tallón rescata a Obra maestra aquest incident i, a partir d’un combinat de realitat i ficció, l’expandeix en el temps i ens ofereix tant els antecedents com les prolongades seqüeles. I ho articula a partir del relat de més de setanta testimonis [com m’agraden les narratives corals!] de persones relacionades amb el cas, tant de conegudes com de gent del carrer (possiblement fictícia). Aquí hi surten autoritats —la directora del centre, un funcionari del ministeri de cultura, un regidor, un diputat…—, gent del món de l’art, però també un jubilat, una guàrdia de seguretat o un taxista. No hi manquen estrelles invitades —Philip Glass, Oriol Bohigas, César Aira, Jean Nouvel…—, només la reina s’hi troba a faltar.

I l’únic que té dret a repetir testimoni és per descomptat Richard Serra, qui, malgrat que és considerat l’escultor viu¹ més important, du a l’esquena un bon historial de falta d’entesa amb el seu públic. No és només el mutis misteriós del Reina Sofía, sinó altres incomprensions, com el desmantellament de la peça Tilted Arc a Nova York, l’abandó sota la pluja d’una escultura al Museo de Bellas Artes de Bilbao o les amenaces al mur de la plaça de la Palmera a Sant Martí de Provençals. Amb l’agreujant que, com les seves peces estan pensades per a un espai concret, el rebuig les condemna a la destrucció.

Obra maestra desplega els seus tentacles pel món de l’art i més enllà, i entre laberints burocràtics, fatxenderia política, vel·leïtats del mercat i misèries de l’ego ens fa una passejada molt distreta i instructiva sobre la creació i els seus límits. 


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P.S.: ¹Quan l'Allau va publicar l'apunt, en Richard Serra encara era viu. Va traspassar el 26 de març de 2024.