dilluns, 30 de juny del 2025

biblioteques particulars


LEILA GUERRIERO
La huella de los libros
Babelia | El País
8|1|2011


Dos estantes de madera barata, amurados a la pared a los pies de la cama de la habitación de un niño que, cuando sea grande, será escritor. En los estantes, algunos cómics, libros de Mark Twain, de Bradbury, poesía.

Cinco estantes de madera barata, amurados a la pared a los pies de la cama de la habitación de un adolescente que, cuando sea grande, será escritor. A los cómics, a los libros de Mark Twain y de Bradbury, se han sumado Julio Cortázar, J. D. Salinger, Henry Miller, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez.

Seis estantes de madera barata, amurados a la pared a los pies de la cama de la habitación de un piso de soltero de un varón joven que empieza a ser escritor. En los estantes hay dos hileras de libros más varias pilas sobre la mesa de noche más cinco pilas a los pies de la cama. Los cómics, Mark Twain y Ray Bradbury se mezclan ahora con Paul Auster, Dostoievski, Henry James, Scott Fitzgerald, Flaubert, Nabokov, Barthes, Faulkner.

Diez estantes de madera de roble a los pies de la cama de una habitación matrimonial de un hombre que es escritor; varios estantes de madera de color blanco en el pasillo que comunica la habitación con el baño; unos pocos estantes de madera de nogal en una hornacina originalmente construida para ser un exhibidor de vajilla; una estructura de madera indescifrable que cubre dos de las paredes del estudio y, finalmente, la bestia demencial, la nave madre: la biblioteca de piso a techo que recorre las paredes de la sala. Y en todas partes —en la habitación, en el pasillo, en la hornacina, en el estudio, en la sala— la orgía de lomos: ensayo, literatura norteamericana, francesa, española, latinoamericana, libros propios, clásicos, poesía, diez ediciones distintas —tapas duras, bolsillo, diversos idiomas— de Suave es la noche, de El mundo según Garp, de Madame Bovary. Y, en todas partes, la bestia múltiple se relame y se declara en triunfo porque, además, el escritor es joven y eso quiere decir que éste es sólo el comienzo. Y es un gran comienzo.


diumenge, 29 de juny del 2025

l'art de llegir







dissabte, 28 de juny del 2025

de vegades llegeixo així

 

«Què ho fa que ara llegeixis un llibre i ara un altre? Si en tens una pila de pendents, per què tries aquest i després aquest d’aquí? Confies en l’atzar, ho fas per ordre d’arribada, tries el que et ve més de gust? O agafes primer els més breus, per tenir la sensació de reduir la pila? Et forces a llegir-ne un que no et ve gaire de gust posant-te davant la pastanaga d’un altre que podràs llegir després, quan hagis fet els “deures”? Vols que entre un llibre i el següent hi hagi alguna mena de relació? Si marxes, el lloc on vas determina quins llibres t’enduràs? Quantes vegades canvies l’ordre mental de les lectures pendents al llarg de la setmana? Tantes com jo? També escampes tots els pendents damunt del sofà i els tornes a apilar en un altre ordre? Crec que cada dia penso un mínim de mitja dotzena de vegades en les meves lectures, les que estic fent, les que vull fer, les que hauré de descartar, les que de sobte se’m colen… Crec que penso més en com llegeixo que en com escric, i que pensar en com llegeixo em porta a no haver de pensar tant en com escric, com si convalidés...»


Tina Vallès. «De vegades llegeixo així». Vilaweb. 14|9|2023.


divendres, 27 de juny del 2025

entrevista a benjamín labatut

 

NURIA AZANCOT
Benjamín Labatut: "El fin del mundo es tan lento que quizá no acabe nunca"
El Cultural
4|1|2022

 

El chileno, con su novela Un verdor terrible, es el único autor hispano en la lista de los diez mejores del año según el New York Times Book Review. El Cultural conversa con el escritor, de vacaciones en su refugio de las montañas andinas. 

Tras vivir en Santiago de Chile, Lima, La Haya y Buenos Aires, Benjamín Labatut (Róterdam, 1980) acababa de publicar Un verdor terrible (Anagrama) cuando estalló la pandemia y decidió refugiarse con su familia en las montañas. Allí no sólo escribió sobre literatura, ciencia y locura, sino que también aprendió artes marciales como jodo -el camino del palo- e iaido, el arte de desenvainar y envainar una katana japonesa.

"Sí, me los enseñó un hombre que conocí en la montaña y que me sanó de mis dolores de espalda; un chileno extrañísimo, mezcla entre monje errante y cowboy, con apellido alemán -Fritsch- el pelo cano y los ojos de alguien que sigue esperando ver algo que imaginó de niño pero que aún se niega a aparecer. También aprendí que, como casi todos los escritores, soy un hombre cobarde que le tiene mucho miedo a la muerte. Y más que a la muerte, a la enfermedad. Y más que a la enfermedad, al contagio. Y aprendí que el fin del mundo es un proceso muy lento, tan lento que es posible que no acabe nunca", confiesa, descreído del éxito que se empeña en perseguirle...

Pregunta. Un verdor terrible ha sido elegida una de las cinco mejores novelas del año por el New York Times, y fue finalista del premio Booker. ¿Comprende, le emociona, el éxito de su libro en el mundo anglosajón? Porque se dice que desde la irrupción de Roberto Bolaño, hace dos décadas, ningún escritor chileno lograba los elogios superlativos que ha conseguido...

Respuesta. Agradezco los elogios, pero me importan poco. Cuando uno escribe desde el tercer mundo, cuando uno vive en un país que apenas existe entre la cordillera y el mar, tienes que aprender a hacerlo con un norte muy distinto al de los escritores de países desarrollados. El sur es tu norte. ¿Y qué hay en el sur? El hielo (antes eterno) de la Antártica. El frío que preserva las cosas para que los científicos del futuro las encuentren. Y una luz particular, que es distinta a la que ilumina el resto del mundo, porque brilla sobre el tiempo profundo que nos va a roer los huesos a todos; esa luz tiene voz propia y te dice que el New York Times no importa, que el Booker no importa, pero que Bolaño sí importa, por dios que importa, aunque eso lo dice mientras va consumiendo, lentamente, su cadáver, así que tampoco hay que hacerle demasiado caso.

P. Por cierto, en inglés el libro se titula Cuando dejamos de entender el mundo... y no Un verdor terrible. ¿Le consultaron el cambio, prefiere el título inglés, o el suyo? ¿Qué parte del éxito internacional del libro puede atribuirse a la traducción?

R. Dudo que esto explique el éxito (el éxito no tiene explicación, ocurre o no, y no hay pensar demasiado en ello) pero yo revisé la traducción al inglés palabra por palabra. Es muy feo traicionar tu lengua, pero es algo que yo hago con gusto: el último capítulo de Un verdor terrible, lo escribí en inglés, y luego tuve que traducirlo para Anagrama. Lo mismo con mi nuevo libro, La piedra de la locura y lo mismo corre para el que estoy terminando ahora. No he escrito en español hace varios años.

P. ¿Cuánto hay de sí mismo, de su forma de relacionarse con la realidad y de entender la creación en Un verdor terrible?

R. Más de lo que me gustaría. Pero me consuelo con que la parte mía que hay en ese libro es solo eso: una parte. Por mucho que uno quiera vaciarse de sí mismo para escribir de los demás, hay algo más grande que te habita, hay pulsiones que te atraviesan, y con las cuales yo me identifico cada vez más. Si esa Legión que te anima por dentro logra transmitirse a un libro, entonces debes caer de rodillas, rezarle a tus santos, hacer una gran hoguera y bailar alrededor desnudo, porque no pasa muy seguido, es algo bastante raro, un regalo que te puede arruinar la vida, si es que tienes mucha suerte.

Demonios cantarines 

P. ¿Le sigue gustando, como cuando era niño, desarmar juguetes, como le ocurría también a uno de los científicos de su verdor, que desarmó un piano para ver si descubría la música del universo?

R. Siempre he tenido una obsesión por mirar las cosas por adentro y por detrás. Esa es una pulsión que compartimos muchos: la sospecha de que tiene que haber algo más que esta pobre realidad. Lo sabían los antiguos, y yo creo que ese saber está volviendo al mundo, aunque envuelto en una locura particular y altamente radioactiva, un brillante exceso de la imaginación que está poniendo en duda el estatus ontológico de la realidad.

P. En el libro las fronteras entre magia, ciencia y creación, entre realidad y ficción, se difuminan. ¿Qué ha pasado para que desaparezcan esos límites que parecían inamovibles entre ficción literaria y ciencia?

R. Esas fronteras nunca han sido inamovibles. La literatura depreda todas las áreas de la experiencia humana para encontrar su materia prima, que es, por falta de una mejor palabra, el espíritu. Pero el espíritu se oculta, está cifrado de múltiples formas, y se esconde en lugares del mundo que pueden parecen totalmente anodinos; en la pieza de un padre, donde lo halló Kafka, en el viento que tortura la naturaleza de la Patagonia, donde lo escuchó Bruce Chatwin, o en las vidas ridículas y gloriosas de jóvenes escritores y poetas que saben mejor que nadie que el espíritu existe, que siempre ha existido, pero que si lo nombras, se desvanece, y si tratas de atraparlo, te invade y te quema por dentro.

P. ¿Y por qué eligió el periodo de entreguerras para narrar historias de científicos que modelaron la física y las matemáticas, y que cambiaron el mundo?

R. Yo no elegí nada: las ideas que animan el libro tomaron forma en ese periodo, que fue tan fértil como horroroso. Las ideas son las que me orientan. Yo parto por ellas y luego voy descubriendo historias y personajes.

P. De todos los personajes que nos descubre, ¿quién es su favorito y por qué? ¿Quizá Grothendieck y sus cantos con Luciferina, o Schwarzschild, que a los 7 años creó su propio telescopio para enseñar los anillos de Saturno a su hermano?

R. Grothendieck, por supuesto. Yo aún estoy lejos de ponerme la casulla de un monje y sobrevivir en base a sopa de dientes de león recogidos de las grietas que se abren en el pavimento, como lo hizo él, pero conozco la sensación de tener a un par de demonios cantándote al oído.

P. ¿Qué piensa cuando lee que su libro, que literalmente vuela la cabeza del lector y no le deja tranquilo, hasta convertirse en una obsesión, es un ejemplo "de alta cultura eurocéntrica y mundialización desde Latinoamérica, una mezcla fatal".

R. Eso lo escribió una crítica chilena (que nos vamos a nombrar porque siempre es malo invocar a los demonios), y estoy en contra de todo lo que hay detrás de esa frase. La gracia (y ocupo esta palabra de forma muy consciente, porque es una gracia, un regalo de los dioses) de la literatura es que no reconoce limites. La imaginación humana puede desplegarse a lo largo de todo el tiempo y el espacio. El genio que te susurra puede ser una adolescente travesti de Lesbos, o una tostadora del futuro, imbuida de inteligencia artificial. Yo escribo sobre lo que atrapa mi imaginación. Si me limitara a lo que ocurre en mi país, o a lo que ocurre en mi vida (aburrida, muy aburrida) probablemente no escribiría un carajo.

Bautizo literario en una cueva

P. ¿Qué le debe a su maestro Samir Nazal, el poeta chileno que le enseñó a escribir, aunque muriese sin publicar nada?

R. Conocí a Samir cuando tenía 25 años y aún no había escrito ni una palabra; llegué a su casa después de almuerzo y hablamos hasta el anochecer. Era una cueva llena de libros, envuelta en una nube de humo de cigarrillo. Un lugar pobre, sucio y glorioso, una especie de templo a la literatura. Él escuchó mis lloriqueos y me dijo, “Muchacho, tú problema es que eres un escritor”. Fue un bautizo.

P. ¿A qué otros autores, chilenos o no, considera sus maestros?

R. El francés Pascal Quignard (aunque decir francés no le hace justicia, Quignard es un nibelungo, un atlante) me parece el mejor escritor vivo. Pero son tantos: Borges, Bolaño, Sebald, Forn, Weinberger, Maquieria, Juan Luis Martínez. Y también Werner Herzog, Claire Denis, Hideaki Anno, Frantiseck Vlacil, Hideo Gosha.


dijous, 26 de juny del 2025

vostè també escriu?


Según parece, en los Estados Unidos el número de personas que han escrito una novela es monstruoso. Muchas veces mayor, por supuesto, al número de personas que han publicado una novela. En nuestro medio, inclusive, a pesar del elevado índice de analfabetismo que tenemos, el número de personas que creen que podrían escribir una novela con las experiencias que han tenido en su vida, es tremendo. Un soneto es algo mucho más difícil, porque hay que aprender a rimar y a contar las sílabas. Pero una novela, ¡en prosa!, es la cosa más fácil del mundo. Basta con sentarse frente a una hoja de papel y contar todo lo que nos ha pasado en nuestra vida, que es tan interesante. Lo malo es que no tiene uno tiempo, porque hay que trabajar para sostener a la familia, llevar a los niños a la escuela, ir a fiestas, lambisconear al jefe, etcétera. En realidad, escribir novelas es un trabajo de ociosos. Pero eso no quita que la mayoría de la gente tenga un talento novelístico innato o, mejor dicho, literario. La prueba está en las composiciones que hacíamos en la escuela y las dedicatorias que poníamos el día de las madres. Eran geniales.
Esta situación, la de vivir en un medio de novelistas potenciales, no frustrados, porque nunca han intentado ejercitar sus talentos, ni fracasado en el intento, hace que las personas, como yo, que no hacemos más que lo que todos podrían hacer, seamos considerados como una raza parasitaria, superflua y, francamente, de muy poco talento, porque nos cuesta un trabajo horrible hacer lo que todos harían en sus ratos de ocio.
Por otra parte, esto de usar para expresarse un medio que todos conocen a la perfección desde primero de primaria, hace que los escritores tengamos una cantidad de críticos exactamente igual al número de personas que saben leer y escribir. El de lectores, en cambio, es mucho más reducido, porque la mayoría de los críticos son apriorísticos.
[...] Para escribir novelas no se necesita más que leer novelas, que, después de todo, se supone que la gente lee por gusto. Así que además de parásitos superfluos somos hedonistas.
Pero como para adquirir prestigio no podemos recurrir a la aridez, porque sería contradecir los principios mismos de nuestro arte, podemos acudir a otras profesiones, que además de lo difícil del estudio tengan otras características que provoquen respeto de parte del público.
Un psicólogo, por ejemplo, es, en sociedad, mucho más aplastante que un ingeniero, aunque sea más difícil calcular un edificio que sentarse media hora a escuchar lo que dice un paciente. Todos le tienen miedo, porque creen que les va a descubrir un defectazo. La mecánica de este proceso es que el ignorante no sabe qué signos pondrán en evidencia qué cosa. La magia del psicólogo está en que él descubre lo que nadie ve y llega a conclusiones que nadie entiende. La base del prestigio es la incomprensión.
Esto puede ser la salvación del escritor. Si, por ejemplo, en vez de contar la novela de principio a fin, la cuenta del fin al principio, si repite la misma escena desde tres puntos de vista diferentes, si quita del diálogo los nombres de los interlocutores, si describe una mesa como si fuera un paisaje, y un paisaje como una mesa, logrará confundir completamente al lector. Es posible que éste nunca termine de leer la novela, pero respetará al que la escribió.
De ahora en adelante escribiremos así y dejaremos de ser parias.

Jorge Ibargüengoitia. «¿Usted también escribe?». A: Revolución en el jardín. Reino de Redonda, 2008. P. 284-288.

 

dimecres, 25 de juny del 2025

el refugi de les biblioteques


JORDI PUNTÍ
El refugi de les biblioteques
El Periódico
14|6|2025

 

Anys enrere, quan passava uns dies en una ciutat per primer cop, m'agradava visitar dos llocs destacats: un mercat i un cementiri. Tant l'un com l'altre són el reflex quotidià del caràcter dels seus habitants: la cridòria i el silenci, la vida i la mort. Amb el temps, però, hi he anat afegint les biblioteques. El silenci viu, podríem dir-ne: persones que callen o xiuxiuegen i coneixen el plaer d'estar soles en companyia. Aquesta setmana, durant una visita a Oviedo, passejava per un dels seus parcs preciosos —El Campo, en diuen— i entre els arbres hi vaig trobar un espai ple de llum, envoltat de verd: la biblioteca La Granja. Hi vaig entrar i em van explicar que aquest edifici amb aires de xalet va ser primer de tot, a finals del XIX, un quiosc musical; després havia funcionat com a cabaret i més endavant com a guarderia, fins que el 1988 es va reconvertir en biblioteca.

El món està ple d'exemples com aquest, llocs que van tenir diverses vides i al final es van guanyar una mena de jubilació daurada com a centres de cultura. A l'altre extrem hi ha les noves biblioteques, nascudes per ser molt més que contenidors de llibres: llocs de calma, on el temps va més a poc a poc i l'estudi conviu amb l'oci, i sense cap mena de xovinisme s'ha de celebrar que Catalunya tingui una xarxa de biblioteques espectacular. Els exemples recents més esmentats són la Gabriel García Márquez, al districte de Sant Martí, la J.V. Foix de Sarrià o la biblioteca Pilarín Bayés a Vic, però els últims temps he passat unes quantes hores a la Sofia Barat, la Caterina Albert o la Bonnemaison, de Barcelona, i també a Cardona, Sant Joan de les Abadesses, Igualada o Manlleu, i sempre hi he trobat la mateixa bona disposició, aquella sensació acollidora que dona estar envoltat de llibres (i persones que llegeixen).
Ara que comença a fer calor de veritat, la biblioteca com a refugi climàtic és un al·licient (o una excusa) més per entrar-hi a passar una estona. A Barcelona n'hi haurà cinc que obriran fins i tot al mes d'agost —a Ciutat Vella, Nou Barris i Sant Andreu— i, pronostico, a més a més sense gaires turistes a la vista.

dimarts, 24 de juny del 2025

labatut a la tele

 


9 novembre 2020
Benjamín Labatut presenta su libro 'Un verdor terrible' en conversación con Ignacio Echevarría, acompañados por la editora Silvia Sesé. 

La literatura explora la ciencia, la ciencia se convierte en literatura: Benjamín Labatut ha escrito un libro inclasificable y poderosamente seductor, que habla de descubrimientos reales  fruto del azar, teorías que bordean la locura, búsquedas alquímicas del conocimiento y la exploración de los límites de lo desconocido.


dilluns, 23 de juny del 2025

com el primer dia


JUAN TALLÓN
Com el primer dia
El Periódico de Catalunya
20|6|2025

 

Alguns llibres creixen amb el temps. Se salven de l'oblit que corre darrere d'aquell instant fugaç durant el qual constitueixen una novetat. No es queden en el que van ser un cop. Van a més. Els lectors els recorden, els rellegeixen, els recomanen, teixeixen amb ells una xarxa que s'estén a l'espai i el temps. Es tornen llegenda. La vida manual d'ús, de Georges Perec (1936-1982), simbolitza molt bé aquest procés. Gairebé 50 anys després de la seva publicació, la novel·la no deixa d'acaparar conversa, lectors, iniciatives. Entre diumenge i dilluns, a la llibreria La Calders, 101 persones llegiran els seus 99 capítols, el preàmbul i l'epíleg.
Queda lluny i a prop aquell dia de 1978 en què Italo Calvino va rebre la publicació del llibre de Perec com «l'últim veritable esdeveniment de la història de la novel·la». Es van succeir molts fenòmens en la literatura universal des de llavors fins avui, però un no ha deixat de passar des d'aquell any: l'ebullició del llibre. És tan viu com el dia que va veure la llum.
Perec situava l'origen del projecte en un dibuix de Saul Steinberg aparegut a The Art of Living, en el qual es representava un edifici sense façana, que deixava veure l'interior de les vivendes. «El sol inventari dels elements del mobiliari i de les accions representades té alguna cosa d'autènticament vertiginós», afirmava amb referència al dibuix. L'autor francès va començar a treballar en el projecte el 1969, desenvolupant esquemes, i no va acabar fins a la primavera de 1978. «Quan em vaig submergir en La vida manual d'ús era un plaer tan gran...que efectivament es podia tenir moltes ganes de continuar per allà» i escriure'n una segona part, de la mateixa manera que es va fer «la segona part de Tauró o la segona part d'El padrí», va dir en una entrevista per a France Nouvelle el 1979.
Les seves gairebé 700 pàgines donen peu a un encreuament incessant de novel·les dins de la novel·la, nascudes a partir d'un edifici parisenc a l'imaginari carrer de Simon-Crubellier. Al llarg de 99 capítols Perec emprèn una fascinant aventura: l'exhaustiu inventari d'apartaments, golfes, soterranis, trams d'escales, així com de vides, hàbits, obsessions i personalitats d'inquilins, visitants, amics, parents, exinquilins de l'immoble. L'obra batega com una bomba de rellotgeria, i descansa només quan el personatge de Percival Bartlebooth mor al sofà de casa seva, assegut davant d'un puzzle, en el moment en què tocaran les vuit de la tarda del 23 de juny de 1975.
Des de fa cinc anys, un dels lectors més entusiastes de l'escriptor francès, Kim Nguyen Baraldi, autor de Por qué Georges Perec (La Uña Rota), homenatja la novel·la quan arriba precisament el 23 de juny. Ho fa adquirint en una llibreria de Barcelona un exemplar de La vida manual d'ús, i deixant-lo al llibreter perquè el regali a un client que hi entri una mica abans de les vuit de la tarda. Cada 23 de juny, a aquesta hora, Kim Nguyen pensa el mateix: acaba de morir Bartlebooth. I la novel·la reviu encara més.

 

diumenge, 22 de juny del 2025

cartes al director


El País. Cartas al director. 15|6|2025

dissabte, 21 de juny del 2025

paulo coelho


EL QUE SIEMBRE UNA PLANTA, LA CULTIVE HASTA QUE MADURE Y RECOJA LOS FRUTOS SERÁ PREMIADO

Paulo Coelho, autor cuyos libros devoran millones de personas por todo el mundo, es un candidato perfecto tanto para santo, profeta, escritor, misionero, benefactor, político sin Estado, como para sabio, gurú y filósofo global. Coelho es un ejemplo singular de autor que cumple todos los criterios y los criterios de toda la gente; como a los profetas más grandes, se lo respeta igualmente en todos los continentes y en todos los husos religiosos; es el líder espiritual tanto de personas famosas como anónimas, de ricos y de pobres, de jóvenes y de mayores.

La biografía de Coelho está repleta de detalles que lo encaminan a profeta y estrella. Como un joven rebelde, Coelho estuvo tres veces en un hospital psiquiátrico, internado allí por sus propios padres por haber expresado su deseo de ser escritor. El joven Coelho se escapó de la clínica y continuó llevando una vida nada convencional de hippie, escribió letras para música pop y cómics (trabajo que le proporcionó bastante dinero). Después de la fase hippie, hizo caso a sus padres y llevó una vida de hombre adaptado (lo interesante es que también esa fase era lucrativa). Un año se vino a pasar las vacaciones a Europa, donde —durante la visita al campo de concentración de Dachau— tuvo una visión impactante, la figura de un hombre desconocido. Dos meses después, en Ámsterdam, en un bar, Coelho se encontró realmente con el hombre de su visión. El hombre, cuya identidad el autor nunca ha revelado, le aconsejó que se hiciera católico y peregrinara a Santiago (de Compostela). Coelho le haría caso al desconocido, dejaría un empleo fijo y más tarde describiría su peregrinaje en el libro El peregrino de Compostela (Diario de un mago). Ese primer libro obtuvo enseguida un enorme éxito de ventas.

Hoy el famoso Coelho envía a diario a sus creyentes unos mensajes cortos por internet y todos los años en Navidad escribe un relato navideño y lo divulga por todo el mundo. «Ser escritor —dice Coelho— es compartir tu amor a través de los libros.»

Quien consulte la página web de Coelho encontrará muchas cosas interesantes: entrevistas de Coelho, grabaciones audio (que le permitirán escuchar la voz de Jeremy Irons leyendo textos de Coelho), fotos (en las que aparece Coelho recibido en todas partes por masas emocionadas, por líderes laicos y religiosos, como el papa Juan Pablo II). En su papelería virtual uno puede comprar recuerdos, cuadernos, agendas con mensajes de Coelho («Comienza cada día del año con palabras de Paulo Coelho»), antologías de Coelho («Lea las palabras de la sabiduría universal recopiladas por Paulo Coelho»), discos compactos y juegos de internet (Peregrino). En la página, uno encuentra datos sobre el Instituto Paulo Coelho, que atiende a niños pobres en Brasil, informes detallados sobre las peregrinaciones de Coelho, noticias sobre la participación de Coelho en conferencias mundiales, desde aquella en Davos hasta una dedicada al propio Coelho (celebrada en Atenas, reunió a cuatro mil personas mientras que otros miles se quedaron fuera por falta de espacio en la sala), así como datos sobre las traducciones de Coelho y los ejemplares vendidos. Para que uno no se lleve la impresión equivocada de que todo eso gira en torno al dinero y la promoción de autor, existe también un rincón para meditaciones, donde se puede meditar contemplando reliquias de santos (¡de todas las confesiones!) elegidos por el propio Coelho.

Paulo Coelho, guerrero de la luz, es un fenómeno sin igual en nuestra cultura religioso-estelar moderna. Sus libros, sencillos, claros y sinceros, son la ceniza vibhuti, una amalgama de todas las religiones y una macedonia de diferentes creencias. Paulo Coelho es un profeta moderno, el gran mago de la acupuntura espiritual que estimula inequívocamente los puntos acupunturales de millones de personas, al margen de sus convicciones religiosas.

La reflexión literaria no es el lado fuerte de Coelho, cosa que, en realidad, tampoco le hace falta. Porque los escritores megapopulares lo son precisamente porque ofrecen a sus lectores la ilusión de que la escritura le puede pasar a cualquiera («Cuenta tu historia, diles a todos que es posible y los demás se sentirán con valor para escalar sus propias montañas», escribe Coelho). Por eso Coelho recurre mucho a metáforas de corazón (escribe desde el corazón), de los espacios «religiosos» (montaña y desierto) o a metáforas de almanaques populares. «Tanto en la literatura como en el amor, el proceso creativo tiene que seguir el ciclo de la naturaleza», dice Coelho. Y aquel otro jardinero ficticio, el inolvidable Mr. Chance (de la película Bienvenido, Mr. Chance, basada en la novela y el guión de Jerzy Kosinski) podría añadir: All is well —and all will be well— in the garden.


Dubravka Ugrešić. «Opio». A: No hay nadie en casa. Traducción de Luisa Fernanda Garrido Ramos y Tihomir Pištelek. Anagrama, 2009. P. 212-214.


divendres, 20 de juny del 2025

laboratoris literaris


CAMILA OSORIO
El nuevo fenómeno de las letras viene de Chile
El País
13|10|2021


Para el escritor chileno Benjamín Labatut, los libros son parecidos "a los laboratorios de los científicos locos o de los alquimistas, porque te permiten jugar con ideas sin la necesidad de que estén en estricta correspondencia con la realidad". Uno de sus laboratorios se llama Un verdor terrible, un libro de cinco cuentos sobre científicos, publicado en abril del 2020 por Anagrama y un fenómeno editorial para un autor que no era muy conocido internacionalmente: ha sido traducido a 22 idiomas, y su versión en español va por la novena edición. La inglesa, en particular, ha sido finalista este año en la categoría de mejor libro traducido del premio Man Booker y el National Book Award, los premios más importantes de la literatura anglosajona. Además, apareció este verano en la lista de los libros recomendados por el expresidente Obama.

"Francamente, me asombra mucho más que haya tenido tanto éxito en español, porque me parece que el mundo anglosajón le presta un poco más de atención a estas temáticas, o al menos el mundo europeo, donde ocurrieron la mayor parte de las historias que relato en el libro", dice a EL PAÍS Labatut, quien nació en Róterdam hace 41 años pero vive en Chile desde su adolescencia. Si ahora resulta que muchas personas se fascinan con el libro, me lo tomo como un halago, pero no le doy demasiada importancia. Puede que el próximo no les interese en lo más mínimo. La literatura no es un concurso de popularidad, es una caminata alrededor de un enorme agujero que se lo traga todo, y que me va a tragar a mí también, tarde o temprano".

Laboratorios literarios

Un verdor terrible es un libro de cinco cuentos sobre científicos, todos brillantes, pero casi todos dementes.

Está como personaje, por ejemplo, el astrónomo Karl Schwarzschild, quien cambió la historia de la física después de encontrar la solución a la teoría de la relatividad de Einstein y probó la existencia de agujeros negros, pero que muere en el cuento delirando en un hospital por la falta de sentido de la física moderna si sus teorías eran correctas. Los científicos pueden caminar "sonámbulos hacia el apocalipsis", dice en otro de los cuentos sobre el matemático Alexander Grothendieck, cuyos ejercicios de abstracción desafiaron a las matemáticas puras pero lo llevaron también al borde de la locura. "De tanto ahondar en los fundamentos, su mente había tropezado con el abismo", dice el relato.

"La ciencia es fuente de milagros y catástrofes, pero el impulso humano que busca más y más conocimiento es algo muy antiguo", comenta el autor. Esta hambre de conocimiento "corre muy hondo por el lado luciferino de nuestra naturaleza, sin el cual ya nos habríamos extinguido, pero que también nos sale muy caro, porque cada nuevo saber abre una nueva herida".

Una de esas heridas puede ser catastrófica para el planeta. Narra el primer cuento la historia de Fritz Haber, químico alemán y judío, ganador del premio Nobel de Química en 1918 y el primero en extraer nitrógeno del aire. Pero Haber también fue el padre de la guerra química en la Primera Guerra Mundial y dice el cuento que su esposa "lo acusó de haber pervertido la ciencia al crear un método para exterminar humanos a escala industrial". Fritz la ignoró y ella se suicidó con un revólver. "Para él, la guerra era la guerra y la muerte era la muerte", explica el libro.

La literatura de Labatut, si bien no hace apología de la ciencia, tampoco es conspiracionista. No debate aquellos descubrimientos que se han probado más de mil veces, anda más bien buscando "el margen de error", los puntos donde la razón reveló sus límites.

"La ciencia verdadera está llena de dudas", dice Labatut. "No me parece que debamos confiar o creer en la ciencia, lo que debemos hacer es conocerla. Porque una visión científica de las cosas te obliga a considerar aspectos de la realidad que desafían tu visión del mundo, que te vuelven, casi sin que lo quieras, más humilde, más escéptico, y más despierto"...


dijous, 19 de juny del 2025

la destrucció de l'ecosistema literari català


CARLOTA GURT
La destrucció de l'ecosistema literari català
Arallegim
8|6|2025


L’altre dia, a la presentació d’un llibre, vaig assistir a una conversa entre tres editors independents que comentaven amb preocupació i impotència els canvis que el mercat editorial català està patint últimament. Des de fora sembla que el sector editorial vagi vent en popa: hi ha xifres que parlen d’augments de vendes i a qualsevol llibreria es pot constatar que l’afluència de nous títols no s’atura. I potser sí que les xifres globals de vendes han crescut, però ¿per a qui han crescut? Una de les editores explicava que, en el seu cas, per exemple, el suposadament gloriós dia de Sant Jordi va vendre la meitat que l’any passat. No un deu ni un vint per cent menys, no: un cinquanta per cent. Un altre comentava que les xifres mitjanes de venda de cada títol rondaven els 400 exemplars. Una tercera em diu per telèfon que tot aquest any les seves vendes estan un trenta-cinc per cent per sota. Així que quan diem que Sant Jordi va anar molt bé, caldria que concretéssim per a qui va anar bé.

Vaig escoltar també un episodi de Ciutat Maragda, el programa oasi de literatura de Catalunya Ràdio del David Guzmán, on feien balanç de Sant Jordi i comentaven les noves dinàmiques de mercat, marcades per la presència de tres grans grups. Les preocupacions que expressaven els que hi parlaven eren més o menys les mateixes, alguns amb més vehemència (i raó) que d’altres, alguns amb resignació.

La política de sobrepublicació dels grans grups

És evident que en un mercat literari madur hi ha d’haver de tot: des de l’editor sonat que perd els diners i la vida per publicar petites joies fins al gran grup divers amb múscul econòmic que fabrica bestsellers en cadena. El problema no és que hi hagi de tot; el problema és que ara mateix hi ha unes dinàmiques que posen en perill el nostre delicat ecosistema, la més amenaçadora de les quals és la política de sobrepublicació dels grans grups. Abans de dir cap xifra, tinguem ben present que, segons estadístiques diverses, la gent llegeix cinc llibres l’any de mitjana: cinc. Bé, doncs, al web de Penguin Random House diuen que l’any passat van publicar 2.500 títols. En una notícia del 2023 esmentaven que el grup Planeta n'havia publicat 4.500. Davant d’això és absurd que un editor independent s’estigui qüestionant si ha de publicar 25 o 30 o 32 llibres l’any. El problema dels 4.500 és que aquests llibres ocupen un espai físic i mediàtic en l’espai finit de les llibreries i els mitjans de comunicació. Els llibreters no poden tenir a la venda tots els llibres que es publiquen i els mitjans poden parlar només d’una part infinitesimal de la producció literària. La dels grans grups és, doncs, la política de l’abusananos de tota la vida. I nosaltres, tots, ho estem tolerant i alimentant.

Però la cosa no s’acaba aquí. Per exemple, el dia de Sant Jordi, les editorials independents han de tenir parada tant sí com no; els grans, en canvi, saben que estaran a les parades de les grans llibreries (Casa del Llibre, Fnac, Central i companyia). O, per exemple, el diner públic que els arriba: els criteris per rebre ajuts no tenen en compte la facturació o el nombre de treballadors. Si fem un paral·lelisme amb qualsevol ajut a les famílies, veurem que molts van en funció de la renda familiar: a partir de certa xifra es considera que aquella unitat familiar no necessita ajudes públiques. Potser ens hauríem de preguntar si caldria establir alguna mena de topall per dalt en les subvencions a editors; ¿seria una manera de fer que els grans grups es continguessin una mica a l’hora de sobrepublicar?

Un altre problema dels grans grups és que no sembla que discriminin la qualitat literària. No dic que no publiquin bons llibres, evidentment que en publiquen, però també en publiquen molts d’altres que sovint no arriben a uns mínims i diria que de vegades donen massa importància als resultats econòmics sucosos, amb la qual cosa empenyen una literatura poc literària. Però, esclar, direu: ¿es pot objectivar la qualitat literària? En els ajuts als escriptors bé que es quantifica. Hi ha qui diu que això és cíclic, que altres vegades s’ha entrat en aquesta espiral de publicació inflacionista. Potser sí, però la sensació és que la força de l’embat és cada vegada més fort.

Ara tenim un ecosistema literari ric i divers, però està en perill i crec que ens toca a tots arromangar-nos, també als lectors, que hem de procurar comprar i llegir d’una manera més conscient, sense deixar-nos arrossegar com meduses per la marea calenta de les novetats marketinguitzades; també els llibreters, que han de fer l’esforç de triar i mirar de no perjudicar les editorials independents; també els periodistes, que han de fixar-se més en donar espai a tothom; també els autors. Tanmateix, no hi tinc gaire fe; l’ONU advertia fa anys que s’extingeixen unes 150 espècies cada dia. ¿A qui li importarà que ens quedem sense dodos i hàgim de conviure només amb els grans depredadors?


dimecres, 18 de juny del 2025

les firmes


SERGIO C. FANJUL
Cuando la presencia de un autor genera economía: el negocio de las firmas de libros
El País
8|6|2025

La firma es ese momento idílico en el que el autor y el lector se encuentran en la caseta y se reconocen a sí mismos como los extremos de la cadena del libro, y se abrazan, metafóricamente, a través de un boli y una página. Es hermoso.⁠

No siempre hubo firmas en la Feria del Libro de Madrid: en una columna reciente en este periódico el escritor Manuel Vicent recuerda que a finales de los años 60 todavía no era tradición que los escritores firmaran: “Fue una moda que se fue imponiendo con los años hasta convertirse en una carrera de caballos, un festival de egos porque había un jurado que al final proclamaba quién había sido el rey de la feria”. Algunos de esos reyes fueron, recuerda Vicent, Carmen Martín Gaite o Antonio Gala. Hoy más que reyes incuestionables hay nutrida aristocracia literaria, y también extraliteraria.⁠

Así que los escritores están ahí, expuestos como fieras en el zoo, y, como las fieras en el zoo, es su presencia la que genera economía. Las firmas se han convertido en el gran reclamo del evento y en una parte importante de su motor económico. El año pasado, según la consultora GFK, el volumen de negocio fue de 13,4 millones de euros. Para el 42% de las librerías, la Feria supone entre un 10% y más del 20% de su facturación anual. Y una parte de esa facturación (es difícil saberlo con precisión) viene por las firmas. ⁠

⁠Javier Cercas atendía este sábado por la mañana a una nutrida cola firmando El loco de Dios en el fin del mundo (Random House) en la caseta de la muy canónica librería Méndez (caseta 161), con sede en la calle Mayor de Madrid. “Las firmas traen un 40% de los ingresos de la caseta”, dice el librero Antonio Méndez. Su cartel es envidiable, como de festival de música: Julia Navarro, Fernando Aramburu, Manuela Carmena, Javier Sierra, Enrique Vila-Matas, Manuel Rivas, Héctor Abad Faciolince o Carlos del Amor; todos nombres con gran capacidad de convocatoria. ¿Cuál es el secreto? “Pues llevar 40 años trabajando y tener buena relación con los autores”, dice Méndez.

Hay autores que vienen a vivir la experiencia, a recibir a los amigos y familiares, pero los autores que generan firmas de verdad, es decir, ventas considerables (aunque en ocasiones los lectores vengan con los libros de casa) son muy solicitados y los grupos editoriales y distribuidoras tienen que decidir a qué librerías se los adjudican, a veces mediante negociaciones: no te puedo dar a Mengano, que tiene la agenda muy apretada, pero lo puedo compensar con Fulano y el prometedor Zutano, que tiene un futuro brillante.

En este negocio la organización de la Feria no pinta demasiado: las librerías se ponen en contacto con los editores, que ofrecen a sus autores. Además, las editoriales y distribuidoras también tienen sus propias casetas. “Desde la Feria nos limitamos a habilitar cinco carpas externas de firmas, para no colapsar el paseo de las casetas, donde firman los autores más mediáticos”, dicen fuentes de la organización. Tienen nombres arbóreos, como Boj o Magnolio. Este sábado firmaban allí la influencer Tamara Gorro o la superventas romántica Megan Maxwell. La tradición de las carpas externas nació en los 80, cuando Francisco Ibáñez, creador de Mortadelo y Filemón convocaba a multitudes. Lo que también ha hecho la feria es invertir en la mejora del sistema de gestión informático, donde los libreros pueden subir a la red su calendario de firmas.

“Cuando acaba el Día del Libro, más o menos, ya nos ponemos a hablar con los comerciales de las distribuidoras para pedir las firmas”, dice Laura Rodríguez, de la librería Girasol (caseta 356). No es la única vía: también se puede contactar con un amigo autor directamente e invitarle a comparecer. “Así, tú te haces tu carta a los Reyes Magos, y luego hay cosas que consigues y cosas que no”, dice Rodríguez. En su caseta le gusta mezclar a autores con mucho tirón, más mediáticos, más comerciales, con otros que quizás no vendan tanto pero que son de su gusto. La facturación de la feria supone “un porcentaje elevado” de su facturación anual, y de ese porcentaje, buena parte proviene de las firmas. “No se estimarlo, pero un día con una firma buena es una alegría”, dice. El año pasado le cancelaron ocho firmas de unas cuarenta: le hicieron un roto.

En la edición de 2024 se vendieron en la Feria más de 831.000 ejemplares con un gasto medio por lector de 32,4 euros. Y, una vez más, parte de esas ventas son propiciadas por las firmas. Organizarlas supone un trabajo extra en cuestión de traslado y almacenaje de cajas de libros, porque, un librero, además de todo lo demás, es una persona que mueve de un lado a otro pesados prismas de papel. Entre los grandes éxitos de Girasol, el año pasado, estuvieron Juan Manuel de Prada, Santiago Posteguillo o Andrés Trapiello. También autores que no prometen demasiado y luego se cascan 50 libros firmados, porque se han movido bien en redes o tienen muchos (y fieles) amigos. “Una firma buena son 150 ejemplares, facturas 3.000 euros en dos horas”, dice Rodríguez.

En la Feria rubrican mucho los escritores famosos, pero más rubrican los famosos a secas (cosa que tradicionalmente ha levantado ampollas). Un ejemplo paradigmático de firma masiva fue la de Ana Obregón, hace un par de años, con su libro El chico de las musarañas (HarperCollins Ibérica), firmado en coautoría con su hijo fallecido, Aless Lequio y en mitad del escándalo del nacimiento de su nieta: requirió una carpa especial en la que se congregaron cientos de fans. Los primeros de la fila, desde las ocho de la mañana, Isabel y Sergio, una madre y un hijo que venían de San Sebastián: estaban felices de conocer a Ana, de la que eran “superfans” desde tiempos de la serie Ana y los Siete.

Se repartieron 150 tickets que aseguraban 150 firmas, aunque, cuando se acabaron, la Obregón tuvo que quedarse a firmar el doble, muy amablemente, para evitar un motín. La feria tuvo que alargar su horario. “Los autores más mediáticos y conocidos aportan una cantidad elevada de ingresos a las editoriales, a las librerías, al sector del libro, también mediante las firmas en los grandes eventos del año, como son Sant Jordi en Barcelona o la Feria del Libro de Madrid”, dice Laura Torrado, responsable de Comunicación de HarperCollins (caseta 256).

La librería La Imprenta (caseta 65) sigue otra lógica, digamos, sociocultural, que se resume en el lema “nuestra caseta, vuestra casita”. Traen a la friolera de 91 autores, ocupando todos los turnos posibles, que firman en parejas especialmente ideadas, en busca de rimas y consonancias. Y no persiguen grandes colas o ingresos, sino visibilizar el tejido literario, especialmente el poético, que tiene tan pocos lectores (aunque, como se dice, sean los mejores).

“Tratamos de democratizar lo que es un espacio de privilegio”, dice el librero Miguel Ángel Vázquez, “y también queremos apoyar a pequeñas editoriales que están haciendo un trabajo excepcional y que a veces no consiguen el apoyo de los grandes medios. Esto es lo que le da sentido a nuestra caseta”. Además, les encanta dar primeras oportunidades: “Es muy bonito acoger a un autor que firma por primera vez, la emoción de entrar en la caseta, los nervios, ver a la gente que le quiere y le arropa... eso para mí es un regalo”, dice Vázquez.

Si la caseta de La Imprenta supone un tercio de la facturación del año, un tercio de ese tercio (un noveno), viene de las firmas. Tienen un enorme botijo para hidratar a los autores y a cada firmante le regalan una llave dorada: la llave de la caseta, la llave de su casita.


dimarts, 17 de juny del 2025

la ciència entre l’amenaça, el deliri i el progrés


MANEL HARO
La ciència entre l’amenaça, el deliri i el progrés
Llegir.cat
Agost 2024


Un dels personatges d’Un verdor terrible (Anagrama), llibre de relats del xilè Benjamín Labatut, creu que els descobriments científics acabaran per condemnar la humanitat. Un altre decideix allunyar-se de les seves investigacions  per por a l’efecte que podrien tenir en el món. Els protagonistes d’aquests relats són tots reconeguts homes de ciència, guanyadors del Premi Nobel, al voltant dels quals Labatut construeix una sèrie de ficcions tan plausibles que podrien passar per reals si no fos perquè el mateix autor ens avisa que, partint de fets contrastats, ha acabat en el terreny de la imaginació.

Moltes vegades la literatura s’ha deixat seduir per la ciència, pels enigmes de la física i de les matemàtiques, per fer-nos pensar en realitats alternatives, en conseqüències catastròfiques o en misteris indesxifrables. Un verdor terrible juga amb la incertesa, diversos dels científics que trobem en aquest llibre repeteixen que cal un exercici d’abstracció, d’allunyar-nos del que creiem saber, per entendre el sentit autèntic de tot el que conforma el món, l’univers i la humanitat. La nostra ment sembla massa estreta per a una realitat tan inabastable, complexa.

Així i tot, molts han estat els científics que han intentat trobar respostes, en alguns casos fins al límit de la bogeria o el deliri. Per exemple, el cas del francès Alexander Grothendieck (1928-2014), un dels matemàtics de referència del segle XX, qui ja destacava amb poc més de vint anys resolent complicats problemes gràcies als nous mètodes que utilitzava; va treballar i investigar de manera obsessiva fins que, amb aquesta mateixa actitud, va passar de les matemàtiques al pacifisme i a l’ecologisme, tot denunciant que la responsabilitat de l’armament que s’utilitzava en les guerres era dels científics.

De forma obsessiva va investigar també Werner Heisenberg (1901-1976), dintre del camp de la mecànica quàntica. És el pare del principi d’incertesa, que diu que és impossible precisar la posició d’una partícula quàntica. En el llibre de Labatut ens el trobem en una lluita titànica contra Erwin Schrödinger (1887-1961), per anar més al fons de la qüestió, amb il·lustres secundaris com Albert Einstein (1879-1955), una figura transversal en aquest volum.

Labatut ens presenta també el físic i matemàtic Karl Schwarzschild (1873-1916), qui va resoldre les equacions que Einstein va proposar en el camp de la seva teoria de la relativitat i va investigar al voltant de la formació dels forats negres. Va lluitar amb Alemanya durant la Primera Guerra Mundial i va morir per una greu malaltia de la pell el 1916, poc temps després d’enviar les seves solucions a Einstein.

L’autor xilè també escriu al voltant d’alguns dels gasos i verins que ha donat la ciència i que han permès la mort de milers de persones. Comença amb els nazis prenent píndoles de cianur per suïcidar-se abans de la caiguda de Berlín i després l’escriptor ens passeja al llarg de la història per explicar-nos altres episodis que mostren la letalitat de determinades troballes científiques. Així, coneixem la figura de Fritz Haber (1868-1934), guanyador del Premi Nobel de Química el 1918, tot i haver passat a la història com el pare de la guerra química.

Els engranatges que crea Labatut són magnífics, ens arrosseguen i desperten la nostra curiositat, encara que un no sap què és realitat i què és ficció, un desconcert que suposo que ja va bé, donat que aquest joc entre realitat i imaginació ha planat al llarg de la història per la ciència, tal com mostra l’autor. Un verdor terrible és una lectura apassionant, entretinguda, plena d’anècdotes riquíssimes, que si bé no totes són certes, la literatura ens permet creure que sí.