dissabte, 4 de gener del 2020

per fer a casa


PENÚLTIMAS ACTIVIDADES
[...] 2. Ordena los libros que haya en tu casa según su tamaño, pero no de mayor a menor, sino formando especies de olas o pirámides. No pienses, por favor, en la posibilidad de leerlos, no es ese el sentido de esta actividad. Tampoco te fijes en los títulos ni en los autores: enfrenta los libros como si fueran meros ladrillos imperfectos. Luego préndeles fuego y contempla las llamas desde una distancia prudente. Deja que el incendio crezca, pero procura que no se vuelva incontrolable. Respira un poco de humo, cierra los ojos cada tanto, ojalá no más de diez segundos. Piensa esto: todo incendio, por leve o fugaz que sea, es un espectáculo. Piensa en las nubes cuando arden los árboles. Enseguida trata de extinguir el fuego. Hazlo con serenidad y esmero, en lo posible con elegancia. Finalmente mira al cielo, donde debería estar Dios o alguno de sus epígonos, y da las gracias.
Si pudiste controlar el incendio, si no estás, a estas alturas, muerto o a bordo de alguna ambulancia, si conseguiste —con o sin fe—  dar las gracias a Dios o a alguno de sus epígonos, verás que hay libros carbonizados e irreconocibles, y otros a medio quemar, o casi completamente destruidos pero reconocibles, incluso legibles, y también un grupo de ejemplares casi intactos, quizás un poco mojados o tiznados, pero recuperables. Junta los libros arruinados, deposítalos en maletas que no uses con frecuencia o bien en bolsas de basura reforzadas, tamaño grande o gigante; camina hasta el río más cercano, arroja los bultos a la corriente, mira al cielo y da las gracias, pero esta vez sin mayor ceremonia, sin énfasis, con verdadera familiaridad hacia Dios o hacia sus epígonos o hacia la entidad que cumpla o debería cumplir una cierta función trascendente.
En el caso de que no hubiera un río razonablemente cercano, deja las bolsas en el lugar donde, si vivieras en otra ciudad, en una ciudad diseñada —bien o mal— por ti, debería haber un río. Quédate mirando la corriente, concéntrate en la corriente hasta que sientas que avanzas.
De vuelta en casa lee los libros que sobrevivieron al incendio, y a) saca tus conclusiones, no elabores demasiado tus teorías: simplemente postula algunos sentidos, por abtrusos que sean, para el hecho justo o injusto, pero siempre caprichoso, de que hayan sido esos y no otros los libros salvados del incendio, y b) piensa, pero sin una gota de dramatismo ni de autocompasión, si esos libros podrían, de alguna manera, salvarte a ti.
3. Anota tus impresiones sobre la actividad número 2 en un archivo de Word, tipografía Perpetua tamaño 12, interlineado doble, y en un mínimo de veinte mil caracteres con espacios.

Alejandro Zambra. Tema libre. Anagrama, 2019. P. 71-73.

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