dijous, 27 d’octubre del 2022

una experiència estètica


ENRIQUE DÍAZ ÁLVAREZ
Bolaño y el fuera de lugar
Al blog: Archivo Bolaño
11|12|2022
La literatura es, además de otras cosas,
un modelo de conducta.

Julio Ramón Ribeyro

Solo en una ciudad como México DF puedes desear que te roben un libro. Hace años, cansado de perder reiteradamente el radio del coche con diversos cristalazos, decidí involucrar a los ladrones en una experiencia estética. La mecánica era simple, estacionaba en la calle —si era de noche lejos de los postes de luz—, ponía un libro en el asiento del copiloto y, cuando el barrio era bueno, incluso bajaba un poco la ventanilla para incitar el delito de mi ladrón lector ideal.

En vez de una burda radio Clarion, les ofrecía libros que había disfrutado a mis entonces veinticinco años. Por ese asiento desfilaron La muerte de Artemio Cruz de Fuentes, Mi último suspiro de Luis Buñuel, Diario de un seductor de Kierkegaard, Masa y poder de Canetti, y un diccionario de símbolos carísimo. Inevitablemente mi familia y amigos se enteraron del disparate y terminaron sugiriendo títulos. Algunos de ellos, bajo el contexto, llegaron a constituir una verdadera obra de arte; el propietario a plazos de un Volkswagen gris pide que le roben Cómo ser buenos de Nick Hornby.

Nunca recibí el cristalazo, pero esa terapia absurda funcionó: me quitó la rabia del hurto y me acostumbré a leer en los embotellamientos. Todo esto era para confesar que hace poco me sorprendí pensando en regresar al Distrito Federal y poner mi ejemplar de Los detectives salvajes en el asiento del copiloto. Quizás así encontraría al caco interlocutor. Después de todo, esa novela universalmente mexicana se ha hecho célebre pasando horizontalmente entre las manos de diversos afectados. El problema es que ya no tengo coche y no recuerdo a quién le presté esa novela...


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