Cuentan que en 1984 Italo Calvino estaba en Sevilla con su mujer, Chichita, argentina de origen. En un hotel de la ciudad, José Luis Borges, ciego desde hacía tiempo, estaba reunido con un grupo de amigos. Llegaron entonces los Calvino. Mientras Chichita hablaban con su compatriota, Italo, célebre por su timidez, se mantenía a una prudente distancia. Su mujer, que lo conocía bien, le susurró a Borges: "Italo también ha venido…". Apoyado en su bastón, el autor de 'El Aleph' irguió la barbilla y dijo con la hermosa calma de los ciegos: "Lo he reconocido por su silencio".
Juan Tallón. No lo digas. epe.es. 3|12|2022
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