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dilluns, 29 de març del 2021

la gent és igual a tot arreu


ALBERTO OLMOS
Si yo pude dejar de odiar a los argentinos, usted también
El Confidencial
29|8|2018

No es necesariamente incontestable que los argentinos sean la gente más insufrible del planeta. El estereotipo que nos pinta a los argentinos como engreídos, sofisticados, parlanchines y socialmente rampantes tiene un origen confuso y una perdurabilidad más que asegurada. Pero no sé de dónde viene. He preguntado por ahí y todos citan los flujos migratorios de ida y vuelta como posible causa de su sobrecargada imagen. También me han señalado la justa diferencia que ha de establecerse entre el argentino de Buenos Aires y el argentino del interior. Alguien más me ha comentado que el prejuicio que pesa sobre los argentinos viene simplemente de la observación: son en efecto así de agotadores.
Me puse a pensar qué responsabilidad podía tener la literatura en esa visión de los argentinos como gente afectada y muy pagada de sí misma. Lo cierto es que sólo me venían a la cabeza nombres de autores que a uno le cuesta mucho imaginarse que pudieran estar callados durante más de cinco minutos. Cortázar como papagayo, Borges como vocinglero, amén de todos esos autores actuales que sin duda ustedes ya tienen en mente.

Además, la obra de cualquier argentino que me venía a la cabeza era siempre una obra primorosa, marginal, selecta, única, desviada, minoritaria, caviaresca. Perdonen la frase argentina en sí misma. Aira, por ejemplo, don César. Piglia, sin duda, don Ricardo. Cuando un autor argentino debuta en España, lo hace siempre con todas las luces puestas, como si por fin pudiéramos los lectores dejarlo estar, esto de la literatura. La literatura era él.

El único vado que se permite a esta literatura tan abusivamente argentina lo representan las autoras, gente como Samanta Schweblin o Selva Almada, que proponen su obra sin ruido alguno, sin esas ristras de latas atadas que parecen arrastrar los libros de sus compatriotas varones.

Mi propio desmantelamiento del estereotipo argentino se inició cuando viajé hace algunos años a Buenos Aires, y ha terminado este mismo verano, tras la lectura de 'Una noche con Sabrina Love' (Libros del Asteroide), de Pedro Mairal. Estos dos hitos, mediados por algunas otras experiencias y lecturas, han propiciado en mí un gran afecto por los argentinos, entendidos como todo eso que no sabemos de ellos.

Provincia

Llevo tiempo convenciéndome de que hay una realidad menos imbécil que la nuestra y que está en medio del campo. Traté de explicarlo aquí en un artículo sobre Lo Pagán que nadie en Lo Pagán entendió, lo cual me confirma en mi defensa de Lo Pagán, un sitio impermeable a la ironía. Semanas después de conseguir ser nombrado persona non grata en Lo Pagán, me fui a Cedeira, en las Rías Altas de Galicia. Mi novia me ha pedido por favor que no escriba sobre Cedeira, en las Rías Altas de Galicia. 

El caso es que me gustan los pueblos porque allí nadie tiene problemas imaginarios, identidades dignas de defensa ni libros de charlatanes como Yuval Noah Harari.

Y estando de pueblos y provincias (Ferrol, Villafranca del Bierzo, La Seca...) por media España, me leí la historia de un tipo que cruza media Argentina para perder la virginidad con una estrella del porno.

'Una noche con Sabrina Love' fue el debut de Pedro Mairal hace veinte años, y aquí la propuso sin mucho recorrido Anagrama poco después. Ahora Libros del Asteroide ha vuelto a publicar la novela tras el éxito de 'La uruguaya'.

El libro lo protagoniza un muchacho que hace autoestop desde el pueblo donde ya trabaja y se pudre hasta Buenos Aires, donde le espera una noche de sexo gracias a un estrambótico sorteo. En su periplo, el joven socializa con decenas de personas, entre ellas camioneros, soldados, vendedores ambulantes y taxistas; ha dejado atrás a un hermano en paro y muchos amigos sin más ambición que beber hasta morir. Todos ellos son la gente. Yo creo que nunca había leído una novela argentina donde apareciera la gente.

Y la gente es igual en todas partes: creo que a eso voy con este artículo.

La implacable sencillez, redondeada de puntuales accesos líricos, que emplea Mairal en este debut deslumbrante traza un retrato conmovedor de las personas sin historia, sin ego, sin libros a su nombre. Desde el pueblo y toda la región entrerriana que vemos en la primera mitad del libro, hasta ese Buenos Aires asfixiante y superviviente que impacta al muchacho cuando llega a su destino, 'Una noche con Sabrina Love' es casi un himno a la Argentina que no merece la pena exportar, ni por supuesto contar, porque es demasiado cutre. Gente que no tiene para tomar un autobús, gente que come bocadillos, gente que se mancha las manos cuando trabaja. Y un chico que quiere perder la virginidad con una estrella del porno, diva intocable y perfumada que, a la postre, no es más que una señora sórdida.

“Contra el cordón del islote de cemento el viento acumulaba una arenisca sucia con pequeños vidrios de parabrisas y faros rotos, bolsas de polietileno, pedazos de plástico de tazas de neumáticos y de paragolpes, latas aplanadas, cartones. Todo formando una misma resaca dejada por la marea del tráfico, una arena hecha, no de piedra, sino de autos; el sedimento depositado por los accidentes.”

La Argentina de 'Una noche con Sabrina Love' es, de hecho, muy española; es decir, bastante coreana; es decir, universal.


dimecres, 21 de març del 2018

la feina de la teva vida


The Librarian és una entrega de la sèrie Your Life Work*, una mena de guia orientativa sobre professions feta pel govern del Estats Units i adreçada, segurament, als alumnes de secundària, en pla Saló de l'Ensenyament. The Librarian es va filmar a la biblioteca de l'Iowa State College (ara Iowa State University) el 1946.

[Font: Lluís Agustí @LluisAgusti]
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P.S.: Vull creure que en van fer més capítols (què sé jo, astronaut, firefighter, doctor, tinsmith, broker, stripper...), però no he set capaç de trobar-los...

dijous, 2 de novembre del 2017

mamá, quiero ser artista


Ser bibliotecario, una profesión bien remunerada pero poco elegida
Levante
El mercantil valenciano
24|10|2017

Ser bibliotecario es una opción poco elegida por los jóvenes pero bien remunerada y valorada socialmente. En los últimos 15 años las matrículas a los estudios de Información y Documentación han sufrido un descenso del 76,4%. En el curso 2001-2002 los matriculados en todo el Estado eran 8.480, mientras que en este curso 2016-2017 son 2.001, según datos del Ministerio de Educación. «Sin embargo, la profesión de bibliotecario está bien valorada socialmente, bien remunerada económicamente y ha evolucionado mucho en los últimos años», explica Sandra Sanz, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC. El salario medio de estos profesionales públicos se sitúa en torno a los 37.000 euros al año, una cifra que en el caso de Estados Unidos sube a unos 51.000 dólares de media para las mujeres y 58.000 dólares para los hombres, como señalan en un artículo las profesoras Sandra Sanz y Ana Isabel Bernal, esta última también de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.
 Los nuevos roles de los bibliotecarios
«Internet, Google y la crisis económica son los principales factores que han hecho evolucionar las tareas de los bibliotecarios», explica Sandra Sanz. Para esta experta, con la crisis de los últimos años estos equipamientos han potenciado su labor de velar por la cohesión social. «La función social de las bibliotecas ha ido en aumento. Ya hace tiempo que se habla de las bibliotecas sociales para hacer referencia a aquellas que tienen una actividad más intensa en este sentido, muchas de ellas integradas en el tercer sector», afirma esta profesora. Sanz añade que las bibliotecas ofrecen «una serie de servicios para compensar los desequilibrios sociales derivados de la crisis económica».
Las bibliotecas acercan el conocimiento a las personas que más sufren la crisis, les ofrecen un espacio de lectura y de estudio, y desarrollan una tarea fundamental para evitar la fractura digital entre la población. «Los bibliotecarios ejercen muchas y variadas funciones; más allá de facilitar el acceso a la información a la ciudadanía, ofrecen valor añadido a las búsquedas de información con criterios de relevancia y pertinencia», afirma Sanz. «Forman a los usuarios capacitándolos para identificar sus necesidades de información, y aplican estrategias de dinamización cultural y de lectura».
También las demandas que realizan los ciudadanos han cambiado. Si bien antes solicitaban ayuda para buscar libros, ahora toma relevancia el servicio de selección de la información. «Ante tanta saturación de información, del ruido informacional se necesitan profesionales que sepan seleccionar la información más pertinente para cada usuario. Además de asegurar que sea veraz y fiable», señala Sanz.
Una profesión (aún) estereotipada
La formación de bibliotecario tiene una larga tradición en España. Ya en el siglo XIX proliferaron las primeras escuelas de bibliotecarios. Aunque cada vez hay más hombres en las aulas, esta ha sido una profesión feminizada, donde durante muchos años han pervivido estereotipos de género y se ha relegado su valía. De hecho, según datos del Ministerio de Educación, el porcentaje de hombres y mujeres casi se ha mantenido desde hace 15 años. En el curso 2001-2002 el 70% de los estudiantes eran mujeres, y hoy el 65% sigue siéndolo.
«Se considera que es una profesión femenina, probablemente debido a la asociación original de las tareas educativas, el ámbito doméstico y las responsabilidades asistenciales con las mujeres», añade Jorg Müller, investigador del grupo GenTIC de la UOC. Milagros Sáinz, directora del grupo de investigación, considera que existe la creencia de que las profesiones feminizadas, como la del bibliotecario, «son fáciles de aprender, en comparación con otras carreras de ciencias duras, y cualquier persona podría ejercerlas». «Se consideran secundarias, porque todo lo que se codifica como femenino en nuestra cultura es menos valorado que lo que pertenece a la esfera masculina», afirma Müller.
Sáinz asegura que los hombres que eligen profesiones consideradas femeninas, como la de bibliotecario, están mal vistos socialmente, aunque esta desconsideración se rebaja debido a que ocupan más puestos de responsabilidad dentro de estas esferas.
Según Jorg Müller para erosionar los prejuicios y etiquetas de género vinculados a esta profesión es necesario un cambio profundo: «Hay que cambiar una parte importante de nuestra cultura. El género no es solo una etiqueta que adherimos a los cuerpos, afecta a toda nuestra sociedad». Para el experto, los estereotipos son difíciles de combatir y hay que educar a la gente para cuestionarlos y a ser flexibles en los esquemas cognitivos.
La figura del bibliotecario en el futuro
«Deberán ser flexibles, creativos y multidisciplinares», augura Sanz. En sus competencias tendrán que incorporar todo lo que Google no tiene: habilidades de pensamiento crítico para poder facilitar información fiable, veraz e imparcial y utilizar la inteligencia emocional para comprender mejor las necesidades de los usuarios.
La experta considera que el futuro de las bibliotecas pasa por unos profesionales capaces de mejorar e incrementar la cooperación y colaboración dentro y fuera de la biblioteca, reforzar la creación de comunidades, dotarlas de cohesión social y garantizar la igualdad de oportunidades de los ciudadanos al acceso de la información.

[Font: Lluís Agustí‏ @LluisAgusti]

dimarts, 22 de desembre del 2015

dimecres, 1 de juliol del 2015

caçadors de rates entre llibres florits


Es tracta d’una obra col·lectiva de caràcter acadèmic, formada per una dotzena de treballs elaborats per un total de 25 autors (arxivers, bibliotecaris, professors, estudiants de doctorat), tots ells dels Estats Units. Les contribucions són fetes des de l’òptica de l’antropologia i la psicologia social.

El capítol primer, a càrrec de les editores del recull, planteja el tema. Com moltes altres professions, els bibliotecaris treballem de cara al públic, i els usuaris valoren –conscientment o inconscientment– la manera com ens presentem davant d’ells.

L’estereotip ‒el conjunt de tòpics sobre el col·lectiu professional, que la tradició ha fixat en l’imaginari col·lectiu‒ pot influir en la manera com els usuaris s’adrecen als bibliotecaris, i poden crear o incrementar l’anomenada «ansietat de la biblioteca», aquella mena de por que els usuaris poden tenir davant d’una hipotètica reprimenda per part de la «severa bibliotecària». Malgrat que aquests estereotips no tenen cap credibilitat entre el personal bibliotecari, no podem dir el mateix si parlem del conjunt del públic.
Tot i que entre nosaltres existeixen diferències de tot tipus, hauríem de treballar de manera conjunta per posar de relleu els nostres valors i guanyar-nos un reconeixement més efectiu per part de la societat en general i de l’organització on treballem en particular.

El segon capítol recull acudits i històries que circulen entre els bibliotecaris, com ara el tòpic d’aquell usuari que només sabia dir el color de les cobertes del llibre que buscava (i encara s’equivocava), o certs enfrontaments amb usuaris pesats o antipàtics, o l’estereotip que diu que els bibliotecaris donem una ajuda molt superficial i que cada dia som menys necessaris en el món on l’accés a la informació està facilitat per Google. Corren també molts acudits sobre la poca eficiència dels bibliotecaris en la gestió.

[...] Que els bibliotecaris patim d’estereotips no és una cosa nova. Precisament Melvil Dewey, al primer número de Library journal, el 1876, ja deia que els bibliotecaris d’èpoques antigues eren com uns caçadors de rates entre llibres florits («mouser in musty books»). El capítol 4 repassa els diversos estereotips que han anat sorgint en el temps. Igual que existeix un estereotip negatiu que inclou la severitat, la poca simpatia o l’absència d’atractiu sexual, n’existeixen de signe contrari, també poc reals. Així que si poséssim tots els ingredients barrejats, estaríem parlant de bibliotecàries solteres, que fan de policies i són ineptes, o bé, pel contrari,  herois, divertits-positius, atractius i psicòlegs...


«L’estereotip de la bibliotecària: pervivència i destrucció dels tòpics». BD, Observatori professional. Col·legi Oficial de Bibliotecaris-Documentalistes de Catalunya.