A partir del momento en que el joven Jakob von Gunten comienza a hablar del Instituto Benjamenta hasta las últimas líneas del libro, donde lo vemos prepararse para irse al desierto, no sabemos nada del tiempo. Todo puede haber ocurrido en días, meses o años; cualquier hipótesis es inútil, la duración eludida. Una diversa medida del tiempo es el auténtico muro que separa al Instituto del mundo. Faltan asimismo los indicios de las estaciones. Una sola vez Jakob observa que nieva..., e inmediatamente recuerda otra nieve, pero es la nieve visionaria que se le apareció en su visita a los "apartamentos interiores" del Instituto, una nieve de la que no se sabe en qué tierra ha caído. Sin embargo el subtítulo dice: Un diario. Estamos ante un proyecto, un ritmo; pero son heterogéneos al acontecer. "Una cosa es cierta: aquí falta naturaleza". Así se presenta el Instituto Benjamenta: vida sustraída al período, cielo más allá de las más lejana revolución de los astros y al mismo tiempo agua del abismo...La verdad es que Walser no estaba hecho para discriminar rigurosamente entre los espejos, él que ya consideraba un exceso la discriminación en general.
El instituto se propone enseñar a servir. Los enseñantes "duermen, o bien han muerto, o sólo son muertos aparentes, o quizá están petrificados". Los alumnos no tienen gran cosa que hacer. Graban en la memoria los preceptos que regulan el centro. O leen el libro ¿Qué meta se propone la escuela para jóvenes Benjamenta? Aprenden a comportarse; dedican horas a la repetición mímica de "todo cuanto puede ocurrir en la vida". No se imparten conocimientos específicos. Al principio, el joven Jakob cree que se trata de una confusión. Pero inmediatamente después cambiará, para siempre. Su fidelidad al Instituto, la distancia con cualquier otra forma de vida irán siempre en aumento. "Lo que entonces me parecía ridículo e idiota, hoy me parece bello y decoroso" Al final, en la ruina del Instituto, el fidelísimo Jakob será el último en abandonarlo. Se ha producido una transformación, suscitada por una enseñanza. "Allí, en la escuela, había una gran cantidad de nociones; aquí hay algo del todo distinto. A los alumnos se nos enseña algo completamente diferente". ¿Y qué es eso "completamente diferente" que Jakob encuentra en el Instituto? Más adelante descubriremos crípticas huellas, resonancias ilimitadas, remolinos prehistóricos...Pero al hablar de Walser es obligatorio referirse en primer lugar a su estilo, que es un continuo entrar y salir del camino, que nos aleja rápidamente de cualquier sentido oculto o evidente y se remansa sólo al aproximarse a la quietud de lo insignificante. Escribir ha nacido del garabato y a él debe volver. Con Walser recorremos continuamente este círculo.
Roberto Calasso. "El sueño del calígrafo". A: Los cuarenta y nueve escalones. Anagrama, 1994. P. 59.
Quan Calasso parla, de Kafka o de Walser, ens hem de posar drets i treure'ns el barret. La sensació d'atemporalitat d'aquesta novel·la és un element més que ens suggereix Walser per fer-nos comprendre la monotonia i estupidesa de es normes a què s'han de sotmetre els alumnes d'aquest centre. No és estrany, tampoc, que Kafka valorés l'obra de Walser.
ResponEliminaNo havia llegit res de Calasso i ara, amb en Walser, l'estic munyint de mala manera, tant que trobo que li haig de fer un post.
ResponEliminaSobre en Jakob von Gunten, en concret, fa una interpretació simbòlica d'aquelles que dius, va, tu t'has fumat alguna cosa, on hi desfilen la Sura de la caverna, "La historia de los siete durmientes", la caverna de Éfeso...però el mateix Calasso diu:
"Todas estas comparaciones pueden parecer por más de una razón irreverentes, y es probable que el propio Walser se sorprendiera más que nadie de ver circular dioses y astros por su Jakob von Gunten: entre las numerosísimas palabras que ha utilizado, difícilmente aparece el término "mitología". ¿Y qué? El texto tiene una vida autónoma que su autor no conoce: de eso, por lo menos, Walser no ha dudado jamás".
Amén.