dilluns, 25 de novembre del 2013

un dissident


JOSE VALDIVIA
6 abril 2013 - 9:30
STONER de John Williams
En mi opinión es una versión desoladora de “Adiós, Mr. Chips”, novela que se publicó en 1934, y que se llevó al cine en 1965. Las dos tratan el mismo tema, la vida de un profesor de literatura desde sus inicios hasta su muerte. Muchas situaciones son superponibles: por ejemplo, la marcha de los alumnos a la segunda guerra mundial, y el clima de tristeza que va envolviendo la universidad a medida que van llegando las listas de los jóvenes han visto truncada su vida en el frente…O, también, ese feo asunto con un alumno, y que es el motivo por el que Mr. Chips, igual que Stoner, tienen serios problemas disciplinarios con las autoridades del centro. Si las novelas de ambiente universitario constituyen un género (novelas de “campus”), ésta es una de ellas.
Da la impresión de que el autor ha construido un personaje “perchero” para poder ir colgando en él todo tipo de penalidades, fracasos y frustraciones. Y así poder arrojarlo sin contemplaciones a una vida gris, solitaria, tristemente incomunicada. La incógnita que, sin embargo, no llega a resolverse es: ¿por qué Stoner es como es? Grave asunto, teniendo en cuenta que toda la historia gira en torno a las peculiaridades vitales y personales del protagonista. Un antihéroe que ha venido al mundo a encajar golpes y más golpes. Sin embargo, me da que esos golpes nos son los mismos de los que hablaba César Vallejo cuando decía: “Hay golpes en la vida tan fuertes…Yo no sé! Golpes como los del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma…Yo no sé”.
No, los golpes que recibe Stoner son más bien penosos contratiempos que se le van de las manos porque el autor no le ha dotado de un carácter adecuado. No es indiferencia lo que él siente por todo lo que le sucede (no es un Bartlevy); lo suyo es peor; es una mezcla de cobardía, conformismo y temperamento acomodaticio. Demasiadas taras sin cuento para ser consistente. El resultado de todo eso es un personaje crispante, y una novela que me recuerda el numerito de la chistera ejecutado por un mago sin gracia.
Ya digo, el protagonista, Bill Stoner, está predestinado desde la primera página a ser un infeliz; un desgraciado, sin pizca de coraje, que se escabulle como puede de los problemas y dilemas que le plantea la vida; lo cual, por otra parte, no hace más que acrecentar su infelicidad. Su dedicación a la docencia le permite sublimar sus repetidos fracasos y frustraciones. Y aquí, la paulatina entrega a la literatura funciona como una vía de escape más que como una verdadera pasión. Y aunque el autor se afana por crear ese efecto, no consigue transmitirlo en ningún momento; la explica, sí; pero no la vemos por ningún lado. El soneto de Shakespeare que Stoner no sabe comentar en su primer día de clase, y que constituye para Stoner un acontecimiento deslumbrante, a consecuencia del cual opta por dedicar su vida a la literatura, se queda ahí, sin que nunca más sepamos de él, ni se nos revele cuál es la explicación que Stoner no supo darle. Y eso que el autor se toma la molestia de copiarlo completo. Siendo esto así, ¿qué pinta el soneto en la novela?
La relación de Stoner con sus padres es la hostia. La relación familiar es tan distante y tan carente de afecto verdadero, que dan ganas de preguntarles de qué planeta han salido.
Sin amigos de verdad, su vida rápidamente se convierte en un infierno. Infierno al que Edith, su esposa, una especie de pija histérica, inestable y brutalmente sádica, no dejará de empujarlo para que se vaya cociendo, irremisiblemente, a fuego lento.
La relación adúltera que Stoner mantiene con una alumna, Katherine Driscoll, es bochornosamente convencional y previsible. Pero lo peor es el final innoble de esta relación. Una relación que llegará a convertirse en el tema de chascarrillos y murmuraciones. Sin embargo, el ambiente puritano del centro obligará a depurar semejante conducta y, Stoner, después de desahogar en la generosa alumna todo el apetito sexual que la tarada de su mujer le ha negado durante años, aceptará como cosa irremediable el fin de esta relación. Pero es ¡ella! la que tiene que sacrificarse y abandonar la universidad para que él pueda seguir adelante con su triste vida y, claro, sus maravillosas clases de literatura inglesa medieval.
El antagonista de Bill Stoner, el decano Holly Lomax, es un tipo despreciable, un hijo de puta que le hace la vida imposible. Pero Bill siempre rehúye el enfrentamiento, sencillamente porque Lomax es más poderoso que él, y él, a fin de cuentas, es un tipo acomodaticio y cobarde. No hay grandeza, valentía ni arrojo en sus resoluciones.
Otro episodio decepcionante es el pulso que le plantea un alumno díscolo, cojitranco y sinvergüenza. Dicho alumno, para colmo, es el protegido de Lomax, sin que lleguemos a saber por qué. El tal fulano, Walker, respaldado por el mezquino Lomax, orquesta una campaña difamatoria contra Stoner que arruinará todas sus expectativas profesionales. En algún momento se insinúa tímidamente que entre Lomax y Walker puede haber algo (los dos son cojos); pero el asunto lo liquida el director del centro, Finch, con un “eso es mejor no indagarlo”. En cualquier caso, después de este inexplicado episodio, Walker desaparece de la novela, y nunca más volvemos a saber de él, a pesar de que permanece siendo profesor del centro (suponemos que desastroso, tal como había pronosticado sin éxito Stoner; pero esto nunca lo llegaremos a saber).
La hija que tienen Stoner y Edith también crece siendo una amargada, y termina emputecida. Qué menos, con esos padres que le han tocado. De modo que, en cuanto llega a la adolescencia, se queda embarazada, a propósito, de un chavalote cualquiera. Por cierto, este chico tampoco se libra de que el autor lo mande a morirse en la guerra. Luego la hija termina alcoholizada, lo cual sigue sin torcer la trayectoria de Stoner, que mete el asunto de su hija en el saco donde ha ido metiendo todos sus trastos rotos. Y sigue con sus clases.
A mi modo de ver, hay otro desajuste general en la novela, y es que el tono almibarado y presuntamente poético que utiliza el narrador no casa con la desolación de los hechos que narra. Y tal vez sea esa la mayor incoherencia de la novela. Es evidente que John Williams no es Onetti ni Faulkner.
El segundo gran error de la novela es que la pasión de Stoner por los libros en realidad no es más que otro atributo que el autor le ha colgado a su atribulado personaje, y que si lo aceptamos es sólo porque lo dice el autor, no porque lo veamos. La literatura funciona en esta novela como un telón de fondo en un teatro de marionetas.

[És un comentari a la ressenya de Stoner, signada per Antonio Lozano i publicada en la revista Qué leer. Aquí.]




12 comentaris:

  1. Atacar els llibres dolents no és tan sols una pèrdua de temps, sinó que va malament pel caràcter. Si trobo que un llibre és dolent de debò, l'únic que em pot interessar d'escriure'n alguna cosa ha de sortir de mi mateix, de l'exhibició més gran d'intel·ligència, enginy i malícia de què sigui capaç. No es pot pas fer la ressenya d'un llibre dolent sense presumir, que deia aquell.

    Williams no serà Faulkner ni Onetti, però Valdivia tampoc no és Steiner.

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  2. Jo l'he llegit, i estic d'acord amb el segon error: El segundo gran error de la novela es que la pasión de Stoner por los libros en realidad no es más que otro atributo que el autor le ha colgado a su atribulado personaje, y que si lo aceptamos es sólo porque lo dice el autor, no porque lo veamos. La literatura funciona en esta novela como un telón de fondo en un teatro de marionetas.

    M'esperava més sobre aquest suposat rerafons que no hi destaca.

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    1. No sé si ho he entès bé, Gemma. Vols dir que Williams no se'n surt a l'hora de transmetre allò que l'altre dia en Puntí denominava l'amor pels llibres, diguem-ne? Si la resposta fos afirmativa, la següent pregunta és quasi inevitable: ens podries fer cinc cèntims de les teves esperances? Vull dir que hi trobes a faltar, etcètera...I gràcies pel comentari.

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  3. Haig de dir una cosa, o si no, rebento; i això que jo no hauria d'opinar, que la meva feina és procurar que ho facin els altres, però no me'n puc estar. És sobre això que diu aquest senyor del sonet de Shakespeare. Ja ho dic sempre, que a mi el que m'interessa són les preguntes. I ell, el sr. Valdivia, se'n fa una de molt reveladora: ¿qué pinta el soneto en la novela?. Per a servidora, algú que llegeixi Stoner i es faci aquesta pregunta no ha entès absolutament res. Començant pel sonet, és clar.

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  4. Ja fa temps que m'estic acostumant a buscar quina part d'encert hi pot haver en comentaris negatius a llibres, música, pelis, etc. que m'agraden, i a vegades n'hi trobo i a vegades no. A més, com que a la familia també hi tinc un dissident vocacional, trobo que sempre hi veus alguna observació en la qual no hi havies caigut. En el cas de l'Stoner i d'en Valdivia, jo crec que l'error d'aquest últim és partir d'un enfoc equivocat, al fons de l'obra - i aquí, jo estic en desacord amb en Puntï - : no crec que vagi de la història d'un amant dels llibres, ni que les referències literàries li hagin de "servir" a Williams per a "demostrar" res - com sí que fan els postmodernillus -, o que sigui una historieta més de professors universitaris, sinó que de Stoners en pots trobar en qualsevol lloc i àmbit, i el llibre és un mer refugi, una simple excusa per a refugiar-s'hi. I no crec que Williams pretengui fer cap personatge modèlic ni f cap reflexió metaliterària o llibresca, sinó descriure un cas, una vida ....és a dir que, en definitiva,, ho has dit tu Matilde molt bé : si no ha entès quina "funció" hi fa el sonet no ha entès de què va el llibre..a Williams no li cal, que torni a sortir Shakespeare - ni Walker, tampoc .-, per tal que la narracíó funcioni i ens dugui on ens ha de dur.
    Dr. Vilardekyll

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  5. I em descuidava de dir que sí que estic d'acord, en canvi, que "Stoner" té la literatura com a teló de fons.....PER SORT !!!! N'estic tan fart de llegir escrits que només parlen d'altres llibres, buscant a tota costa ser originals...I el súmmum quan es passen 250 pàgines d'una novel.la que en té 275 divagant sobre les palles mentals de Kafka quan posava un punt i a part !!!! I se suposa que fan una aportació !! Si fins i tot els assagistes més fins i lúcids acaben cagant-la quan s'estenen gaire temps amb el mateix autor.....
    Dr. Vilardekyll (inspirat pel meu anti germà Hyde)

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    1. Xactament, Vilardell, per a servidora, l'escena epifànica del sonet no és el descobriment de la literatura -que també, suposo- sinó entendre, d'un cop, que viure és sortir de l'ou i córrer pel corral fins el dia de la matança, que deia un. I que tot se'n va aigua avall (les cuites, les passions i els odis i els amors) i no en queda res. Ben res. Tan fa que la vida que hom visqui sigui trepidant o una videta insignificant com la de l'Stoner. Totes acaben igual. Això és el que li diu Shakespeare. I ell ho entén perfectament. No cal pas demanar-li que faci un comentari del sonet en pla "Lázaro Carreter-Correa", XD.

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    2. Ho has sintetitzat fantàsticament, Matilde !
      Ara, com que fa temps que me'l vaig llegír, no n'estic segur del tot, però quan vaig acabar-lo em sembla que vaig pensar :"...de debò aquesta vida - aquesta novel.la - és tan senzilla i no hi passa res com sembla aparentment ?" I la resposta - i d'això sí que n'estic segur - va ser NOOO !! I d'aquí la grandesa de l'"Stoner"
      Dr. Vilardekyll

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  6. Per fi ha aparegut el dissident!!!

    Aquest sonet té la seva gràcia! I no només per tot això que dieu, per cert, ben assenyadament…

    Ben aviat en parlem face to face!

    SU

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    1. Oh, no m'ho facis, això, que tinc molt mala espera, Su!

      Bé,com a curiositat sobre el sonet 73, aquí en Bargalló ens n'ofereix vuit versions catalanes, incloent-hi la de Triadú.

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    2. Ei, Su, que me'n descuidava! Abriga't fort, dijous, que el fred de Vic ja és luterà i, a sobre, i per no perdre el costum, la calefacció ha fet figa.

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