Vamos a examinar la estructura del organismo que es La Regenta, no perdiendo de vista esta relación constante y absoluta entre el complejo espacio temporal humano representado y el conjunto lingüístico que lo representa.
[...] Cualquier lector superficial puede descubrir en La Regenta dos partes, de igual extensión aproximadamente, una que llamaríamos presentativa (capítulo I a XV) y otra propiamente activa (cap. XVI a XXX).
En efecto, los quince primeros capítulos se desarrollan en tres días (el 2, el 3 y el 4 de octubre); los quince finales se deslizan desde el noviembre siguiente hasta el octubre de tres años después. El tiempo narrado se distribuye, por tanto, muy desigualmente a lo largo de la novela; parece que al principio predomina un tempo narrativo moroso, lento, que al final se precipita. El tempo es una noción musical; se refiere a la mayor o menor cantidad de tiempo narrado en el tiempo real en que se produce la narración. ¿Qué hechos suceden tan importantes para que tres solos días ocupen quince largos capítulos? Puede decirse que no sucede nada; los sucesos aparecen sólo en la segunda parte. El tempo lento del principio no se debe a que Clarín trate de reflejar un tiempo psicológico muy preñado en sus personajes. Esta desproporción temporal de una y otra parte se debe a varias causas: para desarrollar la acción que durará tres años, Clarín necesita presentar a los personajes, los ambientes; para presentarlos, para explicárnoslos, necesita tomar base en el pasado; así aunque la poca acción de los quince primeros capítulos pase en tres días, hay en ellos grandes sedimentos de años anteriores, que nos son presentados, en general, no directamente en narración, sino mediatamente a través de una especie de monólogo interior alálico de los personajes. [...] Es decir, no es el autor el que desplaza a los lectores a lo retrospectivo para explicar lo presente; se las arregla para que la base retrospectiva que requiere el conocimiento por el lector de los personajes, se presente cuando el personaje quiere, y es éste el que, como recuerdo, sensación o pensamiento, nos lo comunica. Así, si la acción de quince capítulos abarca tres días solos, este sustrato de años y años anteriores que nos ofrecen los personajes, produce la sensación de que el tiempo acumulado en esos capítulos es mucho mayor, y por tanto el tempo de narración no es tan lento como parece en un principio.
Por otro lado, la presentación de la novela requiere al principio un predominio de lo estático sobre lo dinámico. Un modo descriptivo espacial tiene que dominar sobre el modo temporal, puramente narrativo. La mayor amplitud de páginas de la presentación, se debe, pues, también al predominio de descripción del ambiente. Al ofrecernos su novela, no sólo nos pone Clarín delante de sus agonistas, sino también la escena, el coro sobre el que aquéllos van a «agonizar». Escena y coro que son una y sola cosa: la Vetusta material y espiritual: piedras, paisajes, hombres. Este coro es tan importante que cabe preguntarse: ¿se escribió La Regenta para contarnos lo que hizo en Vetusta esta dama, o bien lo que hizo Vetusta en torno a doña Ana? ¿Se nos cuenta la historia de la Ozores por su valor intrínseco o sólo para mostrarnos la historia de Vetusta?
La aparente mayor rapidez de la segunda parte de la novela se debe a lo contrario. Presentados los personajes, todo excurso ambiental o retrospectivo es innecesario; así, el modo puramente narrativo va a predominar. El lector, una vez efectuado el conocimiento de ambientes y personajes, se atiene casi exclusivamente al hilo narrativo, a la acción pura; por tanto, el autor (que consciente o inconscientemente al escribir piensa en mantener despierto al lector) tiende a eliminar, a podar, a dar lo esencial.
[...] La causa de la concisión, de la parsimonia de vocablos al final, es aquella creencia: «abreviar razones y palabras según se acerca el final». Ya conocemos los personajes, tenemos prisa por acabar (como lectores) llevados del impulso de la acción; análisis interiores nos detendrían, chocarían, entorpecerían la creciente rapidez con que se lee una novela al irla terminando.
El examen de la temporalidad en la novela, en su relación con el tempo o velocidad narrativa, nos lleva a estas consecuencias. Dos partes: morosa, estática, espacial, descriptiva, retrospectiva, en suma, presentativa la primera; rápida, dinámica, temporal, narrativa, presente, en suma, activa la segunda.
Emilio Alarcos Llorach. «Notas a La Regenta». A: Sergio Beser, ed. Clarín y La Regenta. Ariel, 1982. P. 229-232.
Fil per randa la conclusió de Michel Serres a l'hora de fer una microscòpica anàlisi estructural de la bestiesa de cicle dels Rougon-Macquart de Zola (i que insinuava extensiva a tots els relats): Cal 'una topologia' (un espai) i 'una energètica' (un temps).
ResponEliminaNo dic que no, però falta la cosa més important de totes (la que més m'interessa, si més no, en això de les novel·les): l'estil. Potser és que ja repapiejo, que ja he llegit molts arguments i tota la pesca, però quan més va més crec en allò de Flaubert d'escriure un llibre sobre res.
EliminaAviam si ho trobo.
Voilà:
Elimina« Ce qui me semble beau, ce que je voudrais faire, c'est un livre sur rien, un livre sans attache extérieure, qui se tiendrait de lui-même par la force interne de son style, comme la terre sans être soutenue se tient en l'air, un livre qui n'aurait presque pas de sujet ou du moins où le sujet serait presque invisible, si cela se peut. Les oeuvres les plus belles sont celles où il y a le moins de matière ; plus l'expression se rapproche de la pensée, plus le mot colle dessus et disparaît, plus c'est beau. »
A Louise Colet. 16 janvier 1852.
Oi tant que l'estil importa... Perquè un gimnàs és 'una topologia', i el desfici d'un paio a la cinta de córrer tota 'una energètica'... I vaya mè de relat, en principi...
Elimina...o un tio passejant per Dublín un 16 de juny, amb un ronyó de porc a la butxaca, se m'acut ara. En principi, tampoc no promet gaire, no....
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