dijous, 30 de març del 2017

com n'hem de dir, dels tebeos?


¿Lo llamo cómic, novela gráfica o tebeo? El eterno debate
El noveno arte tiene numerosas nomenclaturas ¿Cuál es la correcta? ¿Por qué existe esta diversificación?

ENEKO RUIZ JIMÉNEZ
El País
15|3|2017
En 1917 el español ganó una palabra. Hace 100 años nació la revista TBO, y pronto su éxito hizo que el título que salía en sus portadas comenzara a usarse en el lenguaje rutinario. Las siglas de esta colección de personajes, dibujos y bocadillos eran las letras de un periódico hoy olvidado, pero la nomenclatura quedaría en la memoria. El arte incipiente de las viñetas se estaba popularizando, y, ante la falta de otro nombre propio, en España se comenzó a llamar así: simplemente tebeo.

Fue en 1968 cuando el Diccionario de la Lengua decidió aceptar la definición de tebeo oficialmente: "1. m. Publicación infantil o juvenil cuyo asunto se desarrolla en series de dibujos. 2. m. Serie de aventuras contada en forma de historietas gráficas". La acepción, propiamente española, sigue hoy presente en el lenguaje popular, aunque ha perdido fuerza frente a la anglosajona cómic o la más moderna novela gráfica, cuyo significado crea, sin embargo, cierta polémica en una parte del sector. ¿Cuál es entonces el uso correcto? ¿Por qué novela gráfica parece haber sustituido a los otros? ¿Es correcto que sigamos utilizando tebeo?
"El término novela gráfica ha sido muy afortunado en EE UU y España. Hay que asignarle la superación de una visión del tebeo como infantil. Ha abierto mentalidades y es la gran protagonista de la edición de cómic aquí. Yo la entiendo forma del cómic de autor, ligada a un formato que se aleja de los tradicionales álbum, cuadernillo y revista y cercano al libro. El autor controla continente y contenido", explica por correo electrónico Álvaro Pons, autoridad del noveno arte. Para él, la nomenclatura extendida gracias a obras como Maus y autores populares como Paco Roca y Joe Sacco ha sido positiva para la industria: "Ha sido exitoso como etiqueta. Muchas editoriales han creado líneas de novela gráfica para aprovechar el tirón, y funciona. Esa apertura a un público mayor ha tenido un feliz efecto de retroalimentación, favoreciendo que más autores optaran por desarrollar historias personales, más autorales. Es posible que, con el tiempo, si se acepta ya el tebeo como forma de creación completa que no tiene porqué ser solo infantil, pase algo parecido a lo que ocurre en Francia y el término quede en desuso." En el país vecino, todo es Bande Dessinée. Allí, donde la cultura del cómic y su prestigio social está más arraigada, se entiende desde hace décadas que se publica tanto para adultos como infantil, igual que la literatura. Si bien traducen la voz novela gráfica anglosajona, su influencia es menor.
Lo verdaderamente curioso es que, al contrario que en cine, fotografía o pintura, en español haya tantas maneras de llamar a un solo arte. Una de las razones más claras es que, hasta hace poco, los tebeos seguían siendo percibidos como una cosa de niños. Su manera de narrar historias era todavía desconocida como arte para el gran público. Además de las mencionadas, podríamos incluir en la lista también historieta e incluso la voz latinoamericana muñequitos, también en el DRAE.
Frente al carácter infantil de esta expresión o la de tebeo, para la academia de la lengua, la voz anglosajona cómic define un concepto más relacionado con el formato, y menos ya con el género o el lector. Para la RAE es simplemente una "serie o secuencia de viñetas que cuenta una historia". La definición cambió a medida que mutó la concepción del cómic para la sociedad, hoy visto simplemente como otro modo de narrar. Allí caben también historias para adultos. Es con este cambio de paradigma cuando se prodiga la expresión novela gráfica, término famosamente acuñado por Will Eisner en Contrato de dios de 1978 (y la mercadotecnia más tarde) que ha abierto la curiosidad de un nuevo público. Si bien el concepto denomina a una historia autoconclusiva y en un solo tomo, ya es habitual en nuestro mercado su uso para denominar a series regulares de autor como Sandman o Watchmen, originalmente publicada en revista. "El formato ha condicionado la forma de hacer cómic", explica Pons.
"Lo principal es adaptarse al público al que te diriges, especialmente si se trata de personas que conocen superficialmente el cómic o que pueden tener prejuicios sobre el medio. Si escoger una palabra u otra puede ayudar a llegar a ellos más fácilmente, no veo problema", defiende José A. Serrano, responsable de Guía del cómic: "Todas las palabras son bienvenidas, siempre que no confundan. Las palabras sirven para entendernos, pero, además de un formato físico de libro, el lector medio espera cierta estructura en un cómic cuando nos referimos a él como novela gráfica, aunque sea por simple analogía de la novela literaria tradicional". El objetivo de Eisner, de cuyo nacimiento se celebra el centenario este año también, era "editar un cómic que, en las tiendas de libros, se exponga en el departamento de novela y no en el de entretenimiento y libros infantiles".
Los beneficios para la industria del concepto han sido innegables, sí, pero los críticos se hacen otras preguntas: ¿no significa esto infravalorar el cómic bajo otro género socialmente aceptado como la novela? ¿Por qué es necesario el término si el cine no se llama novela audiovisual? "Creo que novela gráfica es negativo. Parece nacido de un intento de dignificar para un tipo de público algo que no necesita en absoluto ser dignificado. Me da un poco de vergüenza ajena cuando veo frases como 'basado en la novela gráfica de', especialmente referido a títulos que jamás se consideraron como tal. No obstante, entiendo que, en ciertos ámbitos, se haya normalizado el término para señalar cómics unitarios que se ofrecen en un formato similar al de la novela tradicional, y que pueda ser útil, ya que también hay un tipo de lector que solo le interesan ese tipo de productos. Para mí todo son cómics, todo son tebeos", rebate Julián M. Clemente, editor de Marvel/Panini en España. Sin embargo, por encima de esta discusión, para este experto en cómics de superhéroes impera otro factor: "El término no es tan importante como nos trasmiten. Debemos llamarlo como queramos. Personalmente, uso tanto cómic como tebeo, y al cómic japonés me sale llamarlo manga."
También Pons se encuentra cómodo entre varios nombres: "Historieta, porque creo que es el académicamente correcto, el que define de qué hablamos. Y tebeo, porque es el que uso habitualmente y con el que he crecido y me ha marcado. El tebeo es el nombre con el que designo al medio y al arte. Aunque posiblemente sea incorrecto, me gusta". Clemente es otro fiel defensor de la palabra nacida en 1917: "Me duele hasta las entrañas cuando oigo a alguien: 'A mí lo que me gustan son los cómics, no los tebeos'. Delata un complejo de inferioridad tremendo, que creo que la mayoría de lectores ya ha superado". La palabra de Serrano es cómic, "por motivos prácticos, es el término universal y se puede utilizar en cualquier contexto. Sigue habiendo quien ve connotaciones en tebeo (por la asociación infantil) y en menor medida en historieta (por diminutivo de historia)". Reconoce que le gustan ambos por "la sonoridad y porque son términos propiamente españoles". Palabras que tiene ya 100 años de vida. Da igual como suenen, lo importante es leerlos.


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