dilluns, 4 de juny del 2018

l'últim home bo

Al Girbén.
LUIS COSTA
El último hombre bueno
La Vanguardia
Cultura|s
13|8|2008

Nunca antes había leído nada del escritor norteamericano Jim Dodge hasta que el escritor catalán y amigo Kiko Amat me sugirió que lo hiciera. Bendito seas, no tienes ni idea de lo que has hecho por mí.
De esto hace un par de meses. Dos semanas después, ya me había fundido Stone Junction (1990), publicado aquí como Introitus Lapidis (2007) por Alpha Decay; y Not Fade Away (1987), traducida como El cadillac de Big Bopper (2007) por El Aleph, con un motivadísimo prólogo del de Sant Boi. En la extensa entrevista sin desperdicio que le hizo recientemente al de Santa Rosa, California, y que ha incluído en la última entrega de su fanzine La Escuela Moderna, Kiko asegura que, "al igual que con determinados discos y películas inductores de la catarsis, hay un claro antes y después de su lectura". En lo que a mi respecta, esto es absoluta y rigurosamente cierto.
El antes, se lo cuento muy brevemente: a saber, que a uno le chifla la literatura norteamericana que va de El guardián en el centeno a Rusty Brown pasando por cientos de libros y cómics más, entre los que no logro comprender, por mas que lo intento, por qué oscuro motivo jamás se ha cruzado entre ellos ninguno de Jim Dodge. Saben a lo que me refiero, sucede todo el tiempo, y no sabemos muy bien qué cara poner: ¿o acaso no se han despertado nunca al lado de la persona amada preguntándose cómo es posible que no se hubieran conocido antes?
El después me va a llevar algo más de tiempo, así que acomódense y vayan pidiendo una caña o un café, lo que el señor Dodge guste, muy pronto sentirán ganas de invitarle. Después de leer la entrevista entera a mí me vinieron ganas de abrazarle. Lo hice —leer la entrevista, no abrazarle— después de engullir, del tirón, Not Fade Away y Stone Junction. No podía dar crédito, hacía mucho tiempo que no me reía tanto con un libro y que no vibraba con tan dantescas situaciones y semejantes personajes, en su mayoría perdedores u outsiders, normalmente al margen de la ley.
Pero lo más grande de estas novelas, como también de Fup (1983) —traducido en su día por Alfaguara bajo el título de Jopa—, es el enorme calado emocional de sus personajes, su sorprendente empaque ético-moral. Poco importa lo mal que puedan marchar las cosas, lo lejos que estén de andar bien, que van a lograr en algún momento dar con el modo de comportarse bondadosa y honestamente; no todos, obviamente, pero sí los principales. En un momento de Not Fade Away, su protagonista George Gastin, en medio de su delirante on the road, encuentra en el arcén de la carretera a una mujer con el aspecto de haberle pasado algo realmente feo, en un estado de fatiga y abandono importantes. Tras parar unos metros por delante de ella y convencerla con extremo tacto de que le permita llevarla donde ella quiera, Gastin le dice: "¿Quiere sentarse delante con los tontos o prefiere ir detrás y que la lleve como un chófer a una princesa que va al casino a pasar la tarde entre bacarat y jóvenes guapísimos?". Muy grande. Cuesta poco visualizar la escena y sacar un primer plano de la chica esbozando una cansada sonrisa de sincero agradecimiento, mientras al lector, a este lector por lo menos, se le ponen los pelos de punta. Esto es así cada diez páginas en sus novelas. Y cada cinco, es muy posible acabar tronchándose. La conclusión no puede ser otra: Dodge es un buen tipo, lo que se dice una buena persona. En algún otro momento de la entrevista suelta: "...creo que la gente es compleja. Si me tientas, incluso me atreviría a afirmar que la gente tiende a cometer errores y hacer locuras precisamente porque están intentando ser buenos y justos y nobles". La caña o lo que sea a su cuenta, se lo avisé.
Cercano al movimiento beatnik y su posterior lectura situacionista del tipo el viaje es más importante que el trayecto, adscrito desde hace años al movimiento bioregional y anticapitalista hasta la médula, la imagen real de este hombre, a sus 65 tacos y habiendo publicado su primera novela a los 38, contrasta con la clásica imagen del escritor de culto aislado en su mundo y tendencia más bien a lo arisco. A cambio, el hombre gasta camisa a cuadros arremangada, chalequillo de lana, pantalón de pana y gafas de leer cogidas de su cordel y apoyadas en el pecho; la típica imagen del profesor que es, concretamente de un taller de escritura, al estilo de los míticos impartidos por Tom Spambauer, a quien debemos situar en la órbita de Dodge. Como a Salinger, Kurt Vonnegut, determinado Nik Cohn, Tom Wolfe y sus coches pichicateados, o el malogrado y grandioso Richard Brautigan, con quien se compara a menudo por compartir un muy tierno y fino sentido del humor. Humor a cascoporro: en Not Fade Away, el personaje Jonson el Mugre es presentado así por el narrador: "Te lo resumiré en una sola frase: le gustaba su nombre. 'Ése soy yo', decía riendo. 'Una auténtica mugre'".
Ojalá tuviera más espacio oigan, me limitaría a poner citas una detrás de otra y me juego lo que quieran a que le arreglaba el día al más torcido. Hagan sus apuestas.

2 comentaris:

  1. Jo tampoc no havia sentir a parlar mai d'en Jim Dodge, fins que me'l va presentar l'amic Girbén, fa cosa de 8 o 9 anys. No l'havia pogut programar mai, perquè entre les dues xarxes de biblioteques que operem a Catalunya només aconseguia reunir sis exemplars de Fut. Però ara m'han concedit la possibilitat de comprar-ne 20 exemplars, un petit lot que, un cop acabem nosaltres, posaré a disposició dels clubs de lectura de les biblioteques.

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    1. Les dues xarxes de biblioteques públiques, s'entén.

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