dilluns, 11 de juny del 2018

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GABRIEL ZANETTI
Jop
Revista Lecturas
29|7|2011

Jop no es una novela, ni es un cuento. Jop, de Jim Dodge, es muchas cosas, pero ninguna de ellas es una novela o un cuento, ni siquiera un relato breve, aunque esta quizá sea la definición más acertada, o la más ajustada, si exceptuamos la siguiente: Jop, la edición de Jop por Capitán Swing, es una de las mejores noticias editoriales del año.
Una noticia tan extraña como merece la propia obra, porque Jop, en realidad, ya había sido publicada en nuestro país. Concretamente en la colección de narrativa juvenil de Alfaguara. ¿Cómo cabe Jop, que es una obra en la que se habla de alcohol, de sexo y de muerte, en una colección juvenil? Es difícil de decir, pero es que todo, alrededor de Jop es difícil de decir.
Jop no es ni va a ser la gran novela americana. La sensación de leer Jop no es la sensación que tenemos cuando encaramos una obra maestra. Ni siquiera la sensación que tenemos cuando encaramos algo que pretende ser una obra maestra, independientemente de que al final lo sea o no. En cierto sentido, Jop da la sensación de estar tan alejada de pretensiones literarias que convierte la modestia en una virtud estética, y esto es difícil de conseguir, esto es terriblemente difícil de conseguir, esto es quizás una de las cosas más difíciles que se pueden conseguir en literatura. Tanto que apenas hay cinco o seis obras que lo hayan conseguido. Cinco o seis en todo el mundo, en cualquier época. Menos que obras maestras en la literatura de cualquier país.
En Jop no existe la presión de un genio que aplasta y con el que la convivencia durante la lectura no siempre es sencilla. Al contrario, Jop nos permite la libertad de un libro cuya belleza, abierta, sincera y fresca como una fruta, nos eleva desde la simpatía y, por qué no decirlo, desde el puro y simple amor. Hay veces en las que Jop parece una obra de artesanía. Pero una artesanía perfecta. Como si un carpintero de un pueblo perdido hubiese descubierto el secreto para fabricar autómatas de madera. ¿Qué tipo de autómatas? Bailarines, supongo. O quizás filósofos. O el simulacro acabadísimo de un anciano que fuma en pipa y está en paz con el mundo. Hay que leerla para entenderlo. Sea lo que sea Jop, es algo diferente.
Esta edición de Capitán Swing, además del libro en sí, se complementa por un prólogo de Antonio Jiménez Morato y una entrevista de Kiko Amat con el propio Jim Dodge. Ambos añadidos son oportunos y bien informados, pero, sobre todo, destaca la entrevista final, en la que Jim Dodge ofrece un banquete de aforismos e ideas de esos que obligan al lector a releerla con un lápiz en la mano. Kiko Amat pregunta y Jim Dodge responde. Responde cosas como que:
“Para que exista una comunidad verdadera, primero debe tener un cementerio”;
O:
“Si los fontaneros se mimasen a sí mismos tanto como los escritores, estaríamos nadando en la mierda”;
O:
“Pero ten en cuenta una cosa que los boxeadores han elevado a la categoría de lo axiomático: el dolor es inevitable, el sufrimiento es una opción”.
Sólo hay un resumen para Jop: Pasen y vean. Amén.

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