dilluns, 8 d’abril del 2019

de la utilitat dels llibres


«Voy a hablarles de libros. Los libros no son los únicos objetos que hay en el mundo y tampoco creo que estén entre las cosas más importantes. Pero he tenido mucha relación con los libros y ese es el motivo por el que se me considera competente para hablarles de ellos por la radio. Durante el transcurso de mi vida he leído muchísimos libros, he vivido atrapado en muchas de sus historias y argumentos, la lista de mis lecturas formaría una biblioteca muy extensa, y también escribí algunos por mi cuenta, sobre todo novelas.
[...] Quiero dedicar la charla de hoy a una pregunta que entraña cierta profundidad: ¿son útiles los libros? Sabemos que ocupan mucho espacio y que nos exigen mucho tiempo. De acuerdo, pero, ¿de verdad merecen la pena? Miremos nuestras estanterías, seguro que a más de uno le gustaría colocar allí comida o ropa, pero resulta que no puede porque están llenas de libros. Los libros también ocupan buena parte del día: quizás le apetecería a usted pasarse el día hablando, o jugando, o medio adormilado, pero no puede permitírselo porque tiene que leer un libro. ¿De qué va todo esto? ¿Son los lectores acaso un punto de apoyo del que se sirven los libros para seguir existiendo? La tradición libresca está viva desde hace tres mil años. Se trata de un lapso breve si se lo compara con la historia de la raza humana, pero es muchísimo tiempo si se lo compara con la vida de un individuo. De una manera u otra los libros se las han arreglado para sobrevivir. Si me permiten, voy a sugerirles tres motivos que explicarían esta pervivencia y que también pueden ayudarnos a comprender por qué son objetos tan útiles.
La primera razón es muy sencilla. Los libros son útiles porque nos proporcionan datos. Queremos saber que está pasando en el mundo o qué ha sucedido en nuestro país y una buena manera de enterarnos es recurrir a los libros. A esta clase de libros les llamo «libros informativos», y acudimos a ellos para aprender algo práctico.
[...] Queremos conocer este mundo, y a la curiosidad no le gusta darse por vencida. Esta es una de las principales motivaciones para leer, y la más sencilla de entender, pero no la única. Se me ocurren por lo menos dos razones más, si bien me temo que no son tan sencillas de explicar.
Quiero empezar por un libro de Shakespeare, Macbeth, por ejemplo. ¿Tiene Macbeth alguna utilidad? ¿Nos informa de hechos contrastados? Muy pocos. Sin duda está escrito sobre una base histórica, pero presentada de manera tan oscura que apenas obtenemos un par de datos fiables sobre la historia de Escocia, donde transcurren los hechos. Macbeth no nos sirve para aprender la historia de Escocia [...]. Nos enfrentamos a una clase de libro bastante distinta. Lo que Shakespeare se propone con Macbeth es inventar y crear un mundo y unas historias que no existían, que salen por primera vez de la mente de Shakespeare, y que si él no hubiese nacido para convertirse en lo que se convirtió, nunca jamás hubiera leído nadie. Esta es la segunda especie de libro de la que quería hablarles. Un libro de la primera especie lo juzgamos bueno si nos informa adecuadamente del segmento de vida en el que nos hemos interesado. Un libro de la segunda especie es bueno, entre otras cosas, si el mundo que convoca nos parece vivo. Los críticos llaman a esta clase de libros «literatura imaginativa».
[...] Ahora bien, esta segunda clase de libros no le gusta a todo el mundo. Y no existe un criterio exacto. O te gustan o no te gustan, y no hay nada más que añadir. [...] Pero basta con reflexionar un poco sobre el asunto para darse cuenta que es absolutamente imposible demostrar que un libro de esta especie tenga la menor utilidad. Si uno considera que leer Macbeth es una pérdida de tiempo, entonces es que para él Macbeth es, sin discusión posible,  una pérdida de tiempo.
Las personas a las que les gusta esta segunda clase de libro no son más inteligentes, tampoco más tontas, ni más virtuosas, ni más malvadas. El motivo por el que los leen es que se sienten concernidas por la ficción. Yo siento muy a menudo que la ficción me llama con fuerza; se trata de un tirón interno, estoy seguro de que a muchos de ustedes les pasará lo mismo. Las personas que comparten mi inclinación por los libros de ficción preferirán comprarlos y leerlos antes que los textos informativos. Preferirán las novelas, las obras de teatro y los poemas por encima de los horarios de trenes, la biografía de Gladstone o un buen libro de historia. Pero sé bien que muchos de ustedes no comparten estas preferencias, algunos han llegado a convencerse incluso de que los libros de ficción son una basura. No voy a entrar a discutir este asunto, de hecho se trata de juicios que no pueden debatirse.
[...] Quiero hablarles ahora de la tercera clase de libros. Hemos aprendido que hay libros que enseñan hechos y libros que crean hechos. ¿De qué trata la tercera especie de libro? O, para ser más rigurosos con la pregunta: ¿cuál es la tercera razón para leer?
Nuestro tercer motivo para leer es que con frecuencia necesitamos ayuda. El mundo actual se transforma progresivamente en un lugar difícil y peligroso, y nos beneficia toda la ayuda que podamos obtener para movernos en él.
[...] Mi experiencia es que los libros ayudan a las personas, pero que lo hacen de manera más sutil, indirecta. En primer lugar son útiles porque nos despiertan.
[...] También pueden ayudarnos a construir nuestra vida, al depositar en nuestro interior la fuerza necesaria para avanzar. Quizás esta última frase no está muy clara tal y como la he pronunciado. Lo que quiero decir con esta observación es que si uno sigue leyendo libros año tras año, los libros conseguirán que su mente se fortalezca igual que que el ejercicio físico fortalece el cuerpo.
[...] Me he visto obligado a generalizar un poco durante esta charla. Creo que los libros son útiles, pero no creo creo demasiado en la conveniencia de elaborar listas de libros para desconocidos con propósitos prácticos. Prefiero darles el siguiente consejo: lean libros que les ofrezcan datos precisos, de los que calificamos como la primera especie, del estilo de los horarios de tren. Lean también, si se sienten atraídos por ellos, libros imaginativos y creativos, como Macbeth. Si lo hacen estoy convencido de que las dos clases de libros se combinaran en sus mentes a medida que pasen los años para despertarles y fortalecerles. Para decirlo en plata y sin rodeos: estudien libros de historia, economía o ciencia por su propio bien...Disfruten de la literatura imaginativa por su propio bien...Con el tiempo descubrirán que la combinación del estudio y del placer les proporcionará un beneficio ético, les habrá mejorado como personas.»

Viernes 24 de septiembre de 1937

E. M. Forster. Algunos libros: las charlas de E.M. Forster en la BBC . Selecció i traducció de Gonzalo Torné. Alpha Decay, 2018. P. 21-32.

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