divendres, 26 de juny del 2020

màscares


MÁSCARA Y LOS ENMASCARADOS. Servando Rocha.
Un segle i mig de terror, màgia, anarquia….i distanciament social.

«Yo amo a aquellos que no saben vivir más que para desaparecer, porque esos son los que pasan al otro lado».

Así habló Zaratustra, Friedrich Nietzsche.

Siempre ha estado con nosotros. Hemos sentido una y otra vez su presencia, en ocasiones amenazante pero siempre fascinante. Rebeldes, chamanes y terroristas, entre otros, han ocultado su rostro, usado el disfraz o defendido el anonimato, desde los tenebrosos Vigilantes, las antiguas sociedades secretas y los primeros klansmen, ocultos bajo impresionantes máscaras de animales, luciendo cuernos y armados con cuchillos, hasta el escurridizo Fantômas —el primer gran archivillano— y la belleza perturbadora de Irma Vep y Les Vampires, la sonrisa siniestra del Guy Fawkes de Alan Moore y David Lloyd en V de Vendetta (el rostro, ahora ubicuo gracias a Anonymous, que aseguraba que no puede matarse una idea) y el pasamontañas negro del subcomandante Marcos o el multicolor de Pussy Riot. Mientras todo esto sucedía los anarquistas eran representados como enmascarados, aunque ninguno lo fuese, y en un famoso cabaret atestado de prófugos, soplones y espías, Dadá abrazaba cada noche lo primitivo y atávico en bailes enmascarados, lo mismo que la Bauhaus y sus ballets experimentales, mientras Rudolf von Laban y Mary Wigman, ambos coreógrafos, bailarines y ocultistas, se unían a los dadaístas y celebraban en una comuna suiza un Festival del Sol donde invocaban a «los demonios y las brujas de la noche». Se vivía una época extraña. Eran los años oscuros.

«—¡Quítale la máscara! ¡Arráncale la cara a este mamón, tío!
  —¡No! ¡Mi cara! ¡Devolvédmela!»
Watchmen, Alan Moore y Dave Gibbons



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