¿Qué tal mi dibujo? Mira, hubo un tiempo en que era un gran dibujante, pero luego empecé a aprender dibujo académico con una mala pintora, y todo mi talento se estropeó. ¡Figúrate! Pero espera un poco, la próxima vez te enviaré algunos viejos dibujos para que tengas algo de lo que reírte. Aquellos dibujos, en su época —de esto hace ya años—, me dieron más satisfacción que cualquier otra cosa.
Carta a Felice Bauer. 11-12 de febrer de 1913
Es poco lo que ha quedado de los esfuerzos de Kafka como dibujante, y aun ese poco se lo debemos a la pasión coleccionista de Max Brod, quien conservó incluso los dibujos que Kafka hacía en los márgenes de sus notas de lectura. Lo que más ha impregnado a los lectores son sus «hombrecillos filiformes», de estilo expresionista, puesto que dichos dibujos han sido empleados muchas veces para ilustraciones, cubiertas de libros, etcétera.
Algo que se conoce mucho menos es que se ha conservado un autorretrato de Kafka —probablemente hecho a partir de una fotografía—, así como un retrato a lápiz de su madre. Estos retratos están sin datar, pero pueden vincularse con una entrada del diario en 1911, de modo que es muy plausible que Kafka retratara a su madre durante el juego de cartas vespertino con su marido.
Ahora me acuerdo de que las gafas del sueño están relacionadas con mi madre, que por la noche se sienta a mi lado y mientras juega a las cartas me lanza por debajo de sus lentes una mirada no muy agradable. Incluso sus lentes tienen, cosa que no recuerdo haber observado antes, el cristal derecho más cerca del ojo que el izquierdo.
Reiner Stach. ¿Éste es Kafka? 99 hallazgos. Acantilado, 2021.
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