EVA BAROJA
El placer de pasar páginas lejos del mundanal ruido
El País
19|2|2025
El silencio solo se rompe con el chisporroteo de la leña entre las llamas. Tres mujeres leen Los astronautas, de Laura Ferrero, frente a un ventanal que se abre al río Duero, a su paso por Quintanilla de Onésimo (Valladolid, 47.000 habitantes). Hace pocas horas, Carmina, Alejandra y Ana no se conocían de nada. Ahora comparten novela en el salón de un hotelito de la España vacía. Sin móviles, agobios o preocupaciones. Lejos del estrés y la rutina.
"Nunca había ido a ningún retiro, ni de yoga ni de ningún tipo, pero compartir un espacio para leer con gente distinta me llamaba la atención", explica Carmina, abogada con 15 años de experiencia. Su hermano se lo recomendó cuando estaba pasando por un momento de mucho estrés.
Alejandra se recuesta en un butacón burdeos. Ha cogido un avión y ha recorrido miles de kilómetros para llegar a este pueblo que destaca por sus vinos con denominación de origen Ribera del Duero. Tuvo que mudarse a Países Bajos cuando a su marido lo contrataron en la Agencia Espacial Internacional. Allí creó un club de lectura con otras españolas que la sorprendieron con esta experiencia por su cumpleaños. "Nunca me habían hecho un regalo así. Al final, es regalar tiempo", dice, entre susurros para no molestar a las demás. Junto a ellas, Ana subraya con un lápiz verde la novela. Lo primero que dijo al presentarse ante sus compañeros del retiro fue que es, ante todo, "una cuidadora". Primero de sus hijos y después de sus padres. Hoy, divorciada, quiere vivir su vida. "Me toca cuidarme a mí, por eso he venido", confiesa.
Las tres disfrutan de la lectura junto a la chimenea, pero otros prefieren ponerse el abrigo y salir fuera a leer. Eso sí, la gran mayoría deja el móvil en la habitación. Son un grupo de 17 desconocidos de entre 30 y 60 años que comparten un fin de semana en este retiro bautizado Remanso. El plan por el que han pasado escritores como Elvira Lindo, Sergio del Molino o Antonio Muñoz Molina es sencillo: leer, descansar y reflexionar sobre una novela con su autor.
El escenario suele ser un hotel rural. Hay unas horas destinadas a la lectura, pero también tiempo para paseos y comidas en los que el grupo puede conocerse. Ferrero, la escritora invitada, acaba de llegar desde Barcelona. Habitual en charlas, presentaciones y conferencias, es la primera vez que acude a una actividad de este tipo. "No veo mejor plan. Gente que dedica un fin de semana a leer tu libro...Como novelista no se puede pedir más", comenta.
Miguel Ángel Cayuela, el creador de este peculiar retiro, ha ido a buscarla en coche hasta la estación de tren de Valladolid. Educador de profesión, puso en marcha la iniciativa en la pandemia. "Me di cuenta de que la tecnología nos hace vivir de forma acelerada y de que cada vez leemos menos y peor. Era algo que yo mismo necesitaba", explica.
Disfrutar de un fin de semana de lectura cuesta entre 400 y 600 euros por persona, dependiendo del lugar, el hotel y si se comparte o no habitación. Está todo incluido: manutención (desayunos, comidas y cenas), alojamiento, actividades y, por supuesto, la novela.
La primera vez que Antonio y Henar fueron a este retiro también fue una terapia para ellos. Así que esta pareja de Bilbao, ingeniero y profesora de lengua, han repetido. "Al principio, pensábamos que igual era una secta o algo friki y teníamos miedo, pero fue una pasada", recuerda ella entre risas.
El domingo por la tarde, se despiden con la novela terminada y como si se conociesen de siempre. Sonrisas, abrazos e intercambios de teléfonos. Muchos prometen que intentarán leer más en su día a día y amenazan con volver.
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