"Cuenta Max Brod que un día Kafka apareció de improviso en su casa para hacerle partícipe de su entusiasmo por Jakob von Gunten. Cuenta también que a Kafka le gustaba leer en voz alta los escritos de Walser y que le producían una gran hilaridad.., una hilaridad que recuerda la del mismo Kafka y de sus amigos con la lectura del Proceso. Añadamos, por último, que en su despacho Kafka tenía un superior, llamado Eisner, que encontraba cierto parecido entre Kafka y Simon Tanner, el protagonista de la primera novela de Walser: hoy este detalle suena a antigualla.
La afinidad entre Kafka y Walser fue descubierta por Musil, en una crítica de 1914, donde Kafka es considerado, injustamente, un "caso especial del tipo Walser". Es verdad que resulta posible encontrar textos de Kafka y Walser que parecen empalmar naturalmente unos con otros. Cuando en Jakob von Gunten, se dice que "en un ejercicio sencillísimo, en cierto modo estúpido, hay mayor beneficio, más nociones verdaderas que en el aprendizaje de un gran número de conceptos y significados", encontramos inmediatamente en palabras de Kafka el ejemplo de lo que Walser quería decir: "Enclavar una mesa con oficio paciente y minucioso y al mismo tiempo no hacer nada, y no sólo que se pueda decir: "Para él no es nada enclavar", sino "Para él enclavar es un auténtico enclavar y al mismo tiempo nada...", con lo que la acción de enclavar se tornaría más audaz, aún más decidida, aún más real y, si se prefiere, aún más loca." En Walser, como en Kafka, sopla el viento prehistórico de las Montañas Heladas. Pero si Kafka, con dureza, convirtió cada vez más el escribir en una confrontación continua con el poder, Walser era demasiado lábil e insustancial para atreverse a tanto, rendido sin remedio antes de dar el primer paso."
Roberto Calasso. "El sueño del calígrafo". A: Los cuarenta y nueve escalones. Anagrama, 1994. P. 73.
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"Le digo que probablemente debe a Franz Kafka su popularidad en Praga; había sido un degustador de sus impresiones berlinesas y del Jakob von Gunten. Pero Robert hace un gesto de desdén: apenas conoce la obra de Kafka."
Carl Seelig. Paseos con Robert Walser. Siruela, 2000. P. 55.
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"Damos en hablar de Max Brod, que actualmente se encuentra en Zúrich. Robert recuerda que en 1919 su rostro salía junto al de Brod en un periódico de Leipzig. Le cuento que el director de la oficina de la compañía de seguros de accidentes de trabajo en la que trabajó Franz Kafka ha comparado a éste con los soñadores personajes de Walser, y cómo Kafka recomendó a su jefe, con intereses literarios, que comprara Los hermanos Tanner. Kafka también había hablado a menudo con entusiasmo de Jakob von Gunten y había leído a Max Brod sus prosas de la época berlinesa, muy especialmente los Refugios de montaña, de los que solía recitar con placer de gourmet las frases "El dueño hace su atenta ronda de vigilancia por el local. Cuida de mantener la decencia y la buena conducta. ¡Le recomiendo que vaya!". Pero Robert observa con sequedad que en Praga hay cosas más estimulantes que leer que esas walseriadas."
Carl Seelig. Ibídem. P. 102.
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