dilluns, 23 de maig del 2011

carson & truman


Sin embargo, a sus veintiocho años, con su manuscrito acabado, su amor renacido, Carson se siente en plena madurez. Hasta el punto de convertirse en “la hermana mayor” que aconseja, apoya y anima a un joven autor. En la primavera de 1945, un estrafalario joven de veintiún años –muy bajito- había ido a las oficinas de Mademoiselle a proponer un relato. George Davis, el redactor jefe de la revista, se lo había rechazado, pero el texto y el joven escritor habían encandilado a su ayudante, Rita Smith, la hermana de Carson. Rita había recibido al muchacho, que se hacía llamar Truman Capote, y había decidido presentárselo a su hermana. Rita no se equivocó al pensar que congeniarían. “Carson y Truman simpatizaron enseguida, como era de esperar”, subraya Gerald Clarke, el biógrafo de Capote, y refiere estas palabras del autor sobre aquel primer encuentro:”La primera vez que la vi –largo y suave bejuco ligeramente curvado hacia delante, y un rostro fascinante, alegre y melancólico a la vez-, recuerdo que me impresionó la belleza de sus ojos: del color de un café no muy cargado o de una cerveza negra puesta a entibiar ante el fuego. Su voz tenía esa misma cualidad, el mismo calor agradable, como un bendito día de verano que tarda en transcurrir pero sin sopor.” Ambos se habían criado en el Sur. “Su escritura y la de Truman tenían rasgos comunes –prosigue Gerald Clarke-, no en el estilo sino en la inspiración, pues ambas tratan de la soledad y de la perversidad del amor.” “Quería enormemente a Carson –afirmará siempre Capote-. Era un demonio, pero yo la respetaba.” Por supuesto, acabaron enemistándose, pero a pesar de los celos e incluso del odio, siempre prevaleció el respecto. El reconocimiento mutuo y la complicidad instintiva propia de los “sudistas”. “Carson exigía mucho de sus amigos, pero devolvía con creces lo que recibía, y no ayudó a ningún otro escritor tanto como a Truman –insiste Gerald Clarke-. Asistida por Rita, le encontró un agente literario, Marion Ives, y le escribió una calurosa carta de recomendación a Robert Lonscott, uno de los responsables de la editorial Random House [...]. El 22 de octubre de 1945, Capote firma con él un contrato de publicación de Los dominios encantados

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