"Hay un tipo de lector actual, el lector de ficciones policiales. Ese
lector ha sido –ese lector se encuentra en todos los países del mundo y
se cuenta por millones- engendrado por Edgar Allan Poe. Vamos a suponer
que no existe ese lector, o supongamos algo quizá más interesante; que
se trata de una persona muy lejana de nosotros. Puede ser un persa, un
malayo, un rústico, un niño, una persona a quien le dicen que el
Quijote es una novela policial; vamos a suponer que ese hipotético
personaje haya leído novelas policiales y empiece a leer el Quijote.
Entonces, ¿qué lee?
“En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no
hace mucho tiempo vivía un hidalgo…” y ya ese lector está lleno de
sospechas, porque el lector de novelas policiales es un lector que lee
con incredulidad, con suspicacias, una suspicacia especial.
Por ejemplo, si lee: “En un lugar de la Mancha…,” desde luego
supone que aquello no sucedió en la Mancha. Luego: “…de cuyo nombre no
quiero acordarme…,” ¿por qué no quiso acordarse Cervantes? Porque sin
duda Cervantes era el asesino, el culpable. Luego… “no hace mucho
tiempo…” posiblemente lo que suceda no será tan aterrador como el
futuro.
La novela policial ha creado un tipo especial de lector. [...]
Actualmente, el género policial ha decaído mucho en Estados Unidos. El
género policial es realista, de violencia, un género de violencias
sexuales también. En todo caso, ha desaparecido. Se ha olvidado el
origen intelectual del relato policial. Éste se ha mantenido en
Inglaterra, donde todavía se escriben novelas muy tranquilas, donde el
relato transcurre en una aldea inglesa; allí todo es intelectual, todo
es tranquilo, no hay violencia, no hay mayor efusión de sangre. He
intentado el género policial alguna vez, no estoy demasiado orgulloso
de lo que he hecho. Lo he llevado a un terreno simbólico que no sé si
cuadra. He escrito La muerte y la brújula. Algún texto policial con
Bioy Casares, cuyos cuentos son muy superiores a los míos. Los cuentos
de Isidro Parodi, que es un preso que, desde la cárcel, resuelve los
crímenes.
¿Qué podríamos decir como apología del género policial? Hay una que
es muy evidente y cierta: nuestra literatura tiende a lo caótico. Se
tiende al verso libre porque es más fácil que el verso regular; la
verdad es que es muy difícil. Se tiende a suprimir personajes, los
argumentos, todo es muy vago. En esta época nuestra, tan caótica, hay
algo que, humildemente, ha mantenido las virtudes clásicas: el cuento
policial sin principio, sin medio y sin fin. Éstos los han escrito
escritores subalternos, algunos los han escrito escritores excelentes:
Dickens, Stevenson y sobre todo, Wilkie Collins. Yo diría, para
defender la novela policial, que no necesita defensa; leída con cierto
desdén ahora, está salvando el orden en una época de desorden. Esto es
una prueba que debemos agradecerle y es meritorio."
Jorge Luis Borges. "El cuento policial". A: Borges oral. Alianza, 2000. P. 64. Conferència pronunciada a la Universitat de Belgrano el 16 de juny de 1978.
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