dijous, 1 d’abril del 2021

a la biblioteca


ESTOY EN UNA GRAN BIBLIOTECA. Levanto la vista del volumen de cartas de Keats para observar a mis vecinos, lectores como yo. La mayoría son estudiantes. Como tengo cuarenta años, me parecen críos, y, a mi vez, yo soy a sus ojos un anciano, un jubilado.
De vez en cuando, las muchachas abren sus polveras para mirarse en el espejito como si quisieran comprobar si el contacto con la cultura no ha repercutido negativamente en su cutis. Es una biblioteca de París. 
Los estudiantes se inclinan sobre los libros y copian largos fragmentos -¡interminables!-. Bajo las puntas de los bolígrafos las hojas de sus grandes cuadernos empiezan a enrollarse como devoradas por el fuego. Si bien vivimos en la era de los ordenadores, los estudiantes siguen transcribiendo largas citas en las páginas de sus cuadernos, como en la Edad Media.
[...] Miro las cabezas de los estudiantes de ambos sexos. Miro los lápices, las plumas y los bolígrafos que se mueven veloces, estenografiando ideas. Veo que, en el fondo, los estudiantes depositan una confianza ilimitada en los libros. Las ideas se convierten en una cárcel. Adquieren estatus legal y tienen que ser acatadas como los decretos de Lenin. Y lo que otorga a las ideas un poder sobrehumano no es la imprenta, sino este rastro titubeante de tintas negras y azules. La fe de los estudiantes, las preguntas de los exámenes.
Miro a los estudiantes. Pienso en los libros y en sus autores. Me siento libre.

 

Adam Zagajewski. "En la biblioteca" A: Dos ciudades. Traducció de J. Slawomirski i A. Rubió. Acantilado, 2006. P. 203-205.


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