dilluns, 7 de maig del 2012

mirar enrere


El mundo es un cenagal y lo ha sido siempre; pero aunque ninguno de los grandes teóricos, ni tampoco de los iluminados, haya podido dominar esta monstruosidad que forcejea eternamente sin tino, ni conseguido someterla el tiempo suficiente a alguno de sus bonitos planes de reajuste, acá y allá un santo o un genio envía un tenue rayo de luz a través de la niebla y ayuda a la humanidad a seguir avanzando a trompicones, hacia adelante y a veces hacia arriba.
El cenagal está siempre ahí, y la presente generación oye muy cercano, bajo sus pies, el retumbar del volcán sobre el cual los nuestros bailaron durante tanto tiempo; pero en nuestras vidas individuales, si bien los años son tristes, los días tienen manera de ser jubilosos. La vida es la cosa más triste que existe, después de la muerte; sin embargo, siempre hay nuevos países que ver, nuevos libros que leer (y que escribir, espero yo), otras mil maravillas diarias ante las cuales admirarse y alegrarse, y esos momentos mágicos en que el mero descubrimiento de que hay tres polluelos en el nido de la golondrina puede transformar tu desesperación en deleite. El mundo visible es un milagro cotidiano para quienes tienen ojos y oídos; y todavía me caliento agradecida las manos al fuego del antiguo hogar, aunque cada año este fuego se alimente de la leña seca de más y más recuerdos del pasado.
Edith Wharton. Una mirada atrás. Traducció de Jordi Gubern. RBA, 2004. P. 292. 
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El atractivo relato autobiográfico que la escritora estadunidense Edith Wharton emprendió y concluyó pocos años antes de su muerte lleva como título Una mirada atrás. En algo más de trescientas páginas, Wharton recorre alternativas –cuesta decirlo– terriblemente envidiables de su vida. Hija de un matrimonio neoyorquino de clase alta, heredó tempranamente una enorme fortuna y luego comenzó a recibir el flujo de dinero que de manera incesante le fue proporcionando la venta de sus exitosos libros.

Estos respaldos tan sólidos le aseguraron una existencia –así parece contada en Una mirada atrás– que se deslizó placenteramente entre cruceros por el mar Mediterráneo y las islas griegas, largos viajes en auto por Europa, comidas elegantes, sofisticados salones parisinos, palacios italianos, mansiones campestres inglesas y amistades notorias en el mundo artístico, intelectual y aristocrático de Europa. Incluso la tarea de escribir no es presentada en este recuento personal como una carga particularmente pesada. Edith Wharton llevó adelante con disciplina su actividad literaria, pero de ningún modo parece haberle robado tiempo a su intensa vida social y viajera.

Sin embargo, paralelamente al brillante panorama que se despliega frente a nosotros a medida que leemos Una mirada atrás, hubo en la vida de Wharton acontecimientos sombríos y hechos de carácter amoroso que marcaron, sin duda de manera intensa, su vida personal y literaria. Estos aspectos son omitidos cuidadosamente en el escrito autobiográfico: la afección nerviosa que sufrió entre 1894 y 1902, el penoso desenlace de su vínculo matrimonial con Edward Wharton, lo extraño de este vínculo, la apasionada y también dolorosa relación con el periodista Morton Fullerton, nada de eso se filtra bajo ninguna forma en los tersos recuerdos de Edith Wharton.

Una dama de su clase y de su tiempo debía aplicar discreción, autocontrol y equilibrio a las relaciones interpersonales, y son esos rasgos –acompañados de un agudo sentido del humor– los que impregnan su libro.

Laura Falcoff. "Edith Wharton, afortunada y sola". El País Semanal. (Llegit a La jornada semanal)


6 comentaris:

  1. "La vida es la cosa más triste que existe, después de la muerte", mira que he pensat vegades aquesta frase i no sabia que era de la Wharton. Bé, espero que no tingui copyright. També estic d'acord en, malgrat això, cercar-ne les petites o grans alegries (però aquest llibre no "m'enredareu" per llegir-lo).

    Gran pel·lícula "L'edat de la innocència".

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    1. Aquest de mirar enrere només el llegeixo jo, que estic com un cencerro de tan professional com sóc. I si volguessis llegir el que toca de debò, La casa de la alegría, sàpigues que Terence Davies en va fer una peli...fiufiufiu.

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  2. M'havia proposat que avui penjaria un nou post, i a les cinc de la tarda no tenia ni idea de què fer. Gràcies al text de la Warthon he recordat un antic "esborrany" que tenia guardat, i que en certa manera hi té relació. Ja ho veus, de vegades les relacions mentals són ben estranyes.

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    1. Bé, que algú en pugui treure profit d'aquesta casa sempre anima, Lluís.

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  3. Sí, Matilde i una pel·lícula molt digna que reflecteix perfectament el que ens diu la novel·la. Recordo una altra bona novel·la menys famosa "Estio". També és interessant veure com un dels meus escriptors predilectes Francis Scott Fitzgerald li enviava "El Gran Gatsby" abans de ser editada perquè la ja vella senyora diguès què en pensava.

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    1. M'he procurat la peli, però encara no l'he vista; volia llegir primer la novel·la. Aquest cap de setmana me la miraré, que sempre és un exercici curiós. Ho dic perquè quan llegeixo, i encara que l'escriptor em proporcioni mil i una descripcions, no poso mai cara als personatges. Sóc incapaç. Lily Bart és guapíssima, ho sé, prou que m'ho ha dit la Wharton, i allà la tinc, sense encarnar.

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