dijous, 17 de maig del 2012

wharton, interiorista



UN RELATO temprano, "The Fullness of Life", encierra ya uno de los trasfondos temáticos más recurrentes en su narrativa, la infidelidad conyugal, al tiempo que anticipa lo que será una de sus imágenes más elaboradas: la presentación de casas y jardines como metáforas del ser:

A menudo he pensado que la naturaleza de una mujer es como la de una gran casa repleta de estancias: está el hall, por el que uno pasa; el salón, donde se reciben las visitas; la sala de estar, donde se reúnen los miembros de la familia. Pero allende éstas, mucho más allá, existen otras estancias que nunca llegan a abrirse. Nadie sabe cómo se accede a ellas ni adónde conducen, y en la más recóndita de todas, la más sagrada, el alma se sienta solitaria y espera en vano el sonido de unos pasos que nunca llegan.

Wharton, que detestaba las recargadas tapicerías, las jardineras artificiales, las mesas cubiertas de naderías y los disparatados ornamentos de los salones de su infancia, intuye pronto que el arte de escribir, concisa y claramente, puede poblar de sentido esa habitación vacía a la que nadie llega. Y es significativo que su primer libro sea precisamente un volumen sobre diseño de interiores, The Decoration of Houses (1897), escrito en colaboración con el arquitecto Ogden Codman. Esta obra, en la que aboga por un estilo sobrio y armonioso, radicalmente opuesto a los interiores ostentosos de la burguesía estadounidense, anticipa la que será una de sus preocupaciones más persistentes: la creación de espacios habitables, un aspecto éste que surge en su vida y su obra con tanta intensidad que con frecuencia se convierte en obsesivo. En el erudito ensayo La loca del desván (1979) Sandra Gilbert y Susan Gubar han observado que "la ansiedad relacionada con el espacio parece dominar la literatura de las mujeres del siglo XIX y de sus descendientes del XX", y en Edith Wharton resulta curioso ver cómo su afán por librarse del estilo claustrofóbico de las casas de su infancia coincide con un poderoso deseo de escribir. No parece casual que The Decoration of Houses, el diseño de Land's End, su primera casa propia, y la publicación de sus primeros cuentos se acometieran en esos años difíciles y solitarios, y que utilizara una metáfora espacial, "el jardín secreto", para referirse a la escritura. Es como si, cual heroína gótica, estuviese buscando vías de escape de su cárcel femenina, imágenes de auoexpresión, y un espacio, literal y figurado, donde inscribir sus ansias de belleza y la creciente intensidad de su afán creativo.

Edith Wharton. Cuaderno de viajes. Edició a càrrec de Teresa Gómez Reus. Mondadori, 2001. P. 16-18.


I aquí, dues cases de la Wharton, dissenyades per ella mateixa, jardins inclosos:



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