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¿Quién no ha jugado alguna vez al Monopoly? Calle arriba, calle abajo, paradita en la cárcel, pongo una casa, construyo un hotel y administro los billetes de colores. Conocí antes los barrios madrileños sobre la mesa que sobre el terreno. Del juego original, patentado en 1935 por Charles Darrow, un vendedor de calefactores domésticos de Pensilvania, se han hecho un montón de versiones, desde las personalizadas por ciudades, a las especiales de Shrek, Los Simpson, La guerra de las galaxias o una golosísima de chocolate.
Ahora descubro que, desde hace un tiempo, existe una dirigida a los bibliófilos: Bookopoly. Ya no se negocia con inmuebles (mala época para ello) sino con libros. Con tres libros, construyes una librería; con tres librerías, una biblioteca (un chollo). Ya no tienes el riesgo de ir a la cárcel, ¡pero sí de acudir a la televisión! En lugar de compañías de agua, luz y transporte hay géneros literarios, tras cada tarjetita nos entretenemos con datos sobre títulos y autores, y podemos ser elegidos Presidentes del Club Lector.
Poco más sé de este juego que puede adquirirse a través de Amazon, al parecer, de momento, sólo en inglés. Pero qué ganas tan tremendas de tenerlo.
Bookopoly: negociando con libros. Papel en blanco. 14|11|2008.
Tempus fugit, Matilde.
ResponEliminaMalparit! Deixa'm jugar una altra partideta, no? Rejudes!
ResponEliminaSom-hi, Tremenda! No pararé fins a fer-me amb Planeta!!!
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