dimarts, 7 de juliol del 2015

en suspensió




En 2004-2006 el arquitecto mexicano Alberto Kalach (1960) proyectó una biblioteca en México D.F. [...] El edificio fue bautizado en honor a José Vasconcelos (1882-1959), famoso y controvertido escritor mexicano, además de filósofo y político, que llegó a dirigir la Biblioteca Nacional de su país. Este centro se vertebra en torno a una gran sala de 210 metros de largo, 30 metros de ancho y 26 metros de alto. El edificio está formado por una serie de enormes pilares de hormigón que sustentan las cerchas de acero. En la mayoría de las bibliotecas, las estanterías se apoyan por lo general sobre el piso, lo que sin duda representa la configuración más sensata desde el punto de vista estructural. Las pesadas cargas que ocasionan los volúmenes se transmiten directamente al suelo y, en último término, al terreno en el que se asienta el edificio. Pero en la Biblioteca José Vasconcelos, Kalach optó por suspender las estanterías de la cubierta. Ello es posible únicamente porque todo el sistema está construido en acero. Desde la red de vigas que cuelga de las cerchas del tejado arrancan unas barras que atraviesan los costados de las estanterías. El efecto es hipnótico y al tiempo inquietante. Según se accede a la biblioteca por un extremo del edificio, se constata que los volúmenes se encuentran suspendidos por encima de los lectores, pero solo tras subir por una de las escaleras situadas en la parte central del recinto se empieza a apreciar la verdadera escala de esta construcción. Para llegar a los libros el lector ha de seguir subiendo por unas escaleras de acero que, sujetas por unas barras, penden también de la cubierta. De este modo alcanzará unas elegantes pasarelas de cristal conectadas con las estanterías y asomadas al espacio inferior. No es una experiencia que se pueda recomendar a visitantes de temperamento nervioso o aquejados de vértigo. Retirar un libro de alguna de las estanterías suspendidas a gran distancia del suelo —con los pies apoyados en una delgada lámina de cristal y separados del vacío por una barandilla de cable de acero— es una experiencia que impresiona y electriza al mismo tiempo.

James W. P. Campbell; fotografies de Will Pryce. La Biblioteca: un patrimonio mundial. Nerea, 2013. P. 307.






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