divendres, 4 de desembre del 2015

cada any moren setanta lectors


«Cada año mueren setenta lectores y solo se sustituye a dos de ellos. Es una manera muy sencilla de visualizarlo», explicó Roth. Por «lectores» se refería a la gente que lee libros serios, con rigor y consistencia. «Por todas partes hay indicios de que la era literaria ha tocado a su fin —añadió—. La prueba es la cultura, la prueba es la sociedad, la prueba es la pantalla, la progresión de la pantalla de cine a la pantalla de televisión, y de esta al ordenador. Tenemos un tiempo y un espacio limitados, y solo existen ciertos hábitos mentales que pueden determinar cómo aprovecha la gente el tiempo del que dispone. La literatura requiere un hábito mental que ha desaparecido. Necesita silencio, alguna forma de aislamiento, y una concentración constante en presencia de algo enigmático. Es difícil comprender una novela madura, inteligente y adulta. Es difícil saber qué pensar de la literatura. Por eso digo que se comentan estupideces al respecto, porque, a menos que la gente tenga una buena formación, no sabe qué pensar de ello.»

David Remnick. «Fuera de peligro: Philip Roth». A: Reportero. Los mejores artículos del director del New Yorker. Traducció d'Efrén del Valle i Juan Manuel Ibeas. Debate, 2015. P. 133.
 [L'estic llegint per culpa d'aquest senyor


La primera vez que David Remnick (Nueva Jersey, 1958) vio a Bruce Springsteen fue en junio de 1973. El futuro periodista tenía 14 años y, junto a un par de amigos, había pagado cuatro dólares por ver el concierto del grupo Chicago en el Madison Square Garden de Nueva York. Aquella noche, cuando el escenario se iluminó, una banda comenzó a tocar ante la indiferencia del público. Esos teloneros contaban con un vocalista que, a pesar de ser frenético en exceso ("como Mick Jagger o James Brown"), en ese momento no daba la impresión de que le esperaba un futuro musical exitoso. Casi 30 años después, David Remnick, ya convertido en director de la mítica revista The New Yorker, asistió a varios de los ensayos y conciertos de la gira 2012 de Bruce Springsteen para realizar un extenso perfil del cantante que, a sus 62 años, era "más parecido a un atleta que a un drogadicto". El meticuloso texto está incluido en Reportero, la antología de sus mejores artículos, publicada ahora en español por la editorial Debate, y constituye uno de los mejores ejemplos por los que se distinguen los grandes profesionales del periodismo.
Remnick, hijo de un dentista y de una profesora de arte, creció en un pueblo cercano a Newark, donde todos los alcaldes suelen acabar en la cárcel acusados de corrupción. Harto de la vida en aquel suburbio, aspiraba a conocer el mundo entero emulando a su ídolo Bob Dylan. Tenía 18 años cuando viajó a París y durante unos días, acompañado por una vieja guitarra, se aventuró a imitarlo en los vagones del metro de la capital francesa. Al final optó por estudiar Literatura Comparada en Princeton. Pero desde el momento en que leyó El reino y el poder, ese libro donde Gay Talese cuenta los recovecos del día a día del periódico The New York Times, tenía muy claro que quería ser periodista. Para contar historias como las que leía en las revistas Rolling Stone, The Village Voice o Esquire.
Así que un día de 1981, en plena era post-Watergate, pidió trabajo en The Washington Post y lo contrataron. Comenzó en la sección de Deportes y pronto Muhammad Alí llamó poderosamente su atención. Remnick terminaría escribiendo la biografía de ese simbólico boxeador (Rey del mundo, Debolsillo) y, de esta manera, empezaría a ganarse el respeto de sus colegas. En 1988 el diario dirigido por Benjamin Bradlee (1921-2014) lo nombró corresponsal en Moscú, donde permaneció hasta 1992, y atestiguó así el fin del comunismo y de la Unión Soviética. Esa experiencia lo llevó a escribir La tumba de Lenin (Debate), libro por el que obtuvo el Premio Pulitzer.
[...] Al volver a Estados Unidos, David Remnick dejó de trabajar en el periódico y se integró en el staff de escritores de The New Yorker, la revista que en 1998 comenzó a dirigir. La mayoría de los textos incluidos en esta antología pertenecen a la época en que no tenía que lidiar con los egos de los exquisitos colaboradores de la publicación que el pasado mes de febrero cumplió 90 años. Durante poco más de un lustro, tuvo en esa publicación lo que todo buen reportero ansía: tiempo para investigar, tiempo para escribir y espacio para publicar. Gracias a eso elaboró sendos perfiles de personajes de talla internacional como Al Gore, Tony Blair, Philip Roth, Don Delillo, Amos Oz y Benjamin Netanyahu.
Cada uno de estos trabajos narrativos está lleno de horas y horas de observación, conversaciones con los protagonistas y su círculo más cercano, documentación, viajes y, desde luego, jornadas exhaustivas de verificación de datos, elementos que distinguen el periodismo de calidad que concentra las casi 400 páginas del libro. Pero este hombre de 56 años, casado y padre de tres hijos, renuente a ponerse corbatas, cinéfilo, músico y jugador de ajedrez frustrado, se da tiempo para desconectar de su labor como director y dedicarse a su obsesión por la "ficción real"...

Víctor Núñez Jaime. «Remnick reportero». El País. Babelia. 26|3|2015.



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