dilluns, 3 de juliol del 2017

habent sua fata libelli


SE HA DICHO ya hace mucho que tienen los libros su destino. Lo tienen, claro que sí, y se parece mucho al destino de los hombres. Con nosotros comparten la gran incertidumbre que envuelve la ignominia o la gloria, la severidad de la justicia y la insensatez de la persecución, la calumnia y el malentendido, la vergüenza del éxito inmerecido. De todos los objetos inanimados, de todas las creaciones humanas, los libros son los más cercanos a nosotros, pues contienen nuestro pensamiento mismo, nuestras ambiciones, nuestras indignaciones, nuestras ilusiones, nuestra fidelidad a la verdad, nuestra persistente tendencia al error. Pero se nos parecen sobre todo en la precariedad con que se aferran a la vida. Un puente construido de acuerdo con las reglas del arte de la construcción de los puentes, con certeza tendrá una vida larga, honorable y útil. En cambio, un libro a su manera tan bueno como ese puente bien puede perecer en la oscuridad el día mismo en que nace. El arte de sus creadores no basta para dar a los libros más que un instante de vida. Los libros que han nacido del desasosiego, de la inspiración y de la vanidad del intelecto, aquellos que más estiman las Musas, son los que más sujetos se hallan a la amenaza de una muerte prematura. A veces son sus defectos los que han de salvarlos. A veces, un libro de agradable factura bien puede —por emplear una expresión desmedida— carecer de un alma individual. Obviamente, un libro de esa clase no puede morir. En el peor de los casos, se desmenuzará hasta no ser más que polvo. En cambio, los mejores libros, los que se nutren de la simpatía y la memoria de los hombres, han vivido al filo de la destrucción, pues la memoria del ser humano es corta, cuando no escasa, y su simpatía, hemos de reconocerlo, es una emoción muy fluctuante, que no obedece a principios.

Joseph Conrad. Fragment de Fuera de la literatura (Siruela, 2009); traducció de Catalina Martínez Muños i Miguel Martínez Lage. Llegit a Texturas, núm 12, setembre 2010.


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