dissabte, 16 de desembre del 2017

l'home que ronca en la presentació de la teva novel·la


ALVARO COLOMER
TOQUE DE QUEDA
Hay un hombre que ronca en la presentación de tu novela
Tendencias | El Mundo
14|12|2017

Hay tres lugares idóneos para echar una cabezadita: el vagón de un tren, la butaca de un teatro y la presentación de un libro. En los dos primeros quedarse dormido resulta sencillo, pero en el tercero, ay, en el tercero hay mucho peligro. El escritor de marras puede vernos bambolear la cabeza, abrir ligeramente la boca e incluso babear un poco, y eso nunca es elegante. Sin embargo, ocurre con frecuencia. Sé de lo que hablo, lo he visto en multitud de ocasiones. De hecho, a veces pienso que hay gente que acude a ese tipo de actos para entregarse enteramente al sueño.
Tina Vallès llama a esas ocasiones «momentos paréntesis» y el pasado martes, durante la presentación de la traducción al castellano de su libro de relatos El paréntesis más largo, dijo: «Tal vez ahora mismo haya alguien que esté fingiendo escucharme y que en realidad tenga la cabeza en otra parte». En los tres años que llevo escribiendo este Toque de Queda, es la primera vez que escucho a un autor reconociendo semejante verdad y, durante un instante, pensé en levantarme y aplaudir. Al fin un escritor que no tiene el ombligo tan grande como para pensar que todo lo que dice es sensacional. Al fin un escritor que pone la humildad por delante de su trabajo. Al fin un escritor de verdad.
Así las cosas, en el acto celebrado en la librería Nollegiu, todo el mundo estuvo atento. El actor Nil Martín leyó dos cuentos y los asistentes se rieron cuando la ironía hizo acto de presencia, demostrando con esta actitud que realmente estaban escuchando y rompiendo de esta forma la tradición que obliga a la gente a quedarse dormida durante los recitales. Además, el acto resultó interesante por el debate que el presentador —y traductor— Gonzalo Torné generó en torno a la importancia de trasladar al castellano la obra de los autores de lengua catalana, y por la exposición de las dificultades que la autora confesó tener a la hora de encontrar tiempo para escribir «Lo hago cuando puedo, rascando horas a la madrugada, porque todo el mundo sabe que la literatura catalana no da para vivir y la economía me obliga a trabajar en otras cosas», dijo.
Distinto es el caso de Mircea Cartarescu, que el lunes anterior presentó en la librería Calders su Solenoide y que explicó que tiene un horario fijo de trabajo, pero que nunca corrige ni una sola palabra. Escribió a mano el millar de páginas que compone la que Francesc Serés tildó de «mejor novela del año» y, según aseguró ante una audiencia totalmente entregada, los cuadernos manuscritos no presentan ni un solo tachón. «Ustedes se preguntaran cómo puedo haber escrito todo esto sin siquiera tener un plan establecido —añadió sin que, en realidad, nadie hubiera preguntado nada al respecto—. Fàcil: igual que una termita construye su nido sin haberlo diseñado previamente, yo levanto mis novelas sin necesidad de pensarlas con anterioridad». Toma ya.
Cartarescu tiene el ombligo más grande que una plaza de toros, pero, a tenor de lo que dicen quienes han leído Solenoide, puede permitirse el lujo de lucirlo. 


4 comentaris:

  1. Respostes
    1. Ara he recordat una cosa d'en Mark Twain:

      Siempre que estoy a punto de publicar un libro me siento impaciente por saber qué clase de libro es. Por supuesto, no lo averiguaré hasta que los críticos no hayan sacado sus reseñas. Pero sí sé de antemano cuál será el veredicto del público porque tengo un método infalible y sencillo para descubrirlo. Es el siguiente -por si les interesa saberlo-:
      Siempre leo el manuscrito en privado a un grupo de amigos formado por:
      ·Un hombre y una mujer sin sentido del humor.
      ·Un hombre y una mujer con un sentido del humor normal.
      ·Un hombre y una mujer con un sentido del humor extraordinario.
      ·Alguien con agudo sentido práctico.
      ·Alguien sentimental.
      ·Alguien que necesita que haya moraleja y un propósito.
      ·Alguien con un talento natural para encontrar fallos y errores.
      ·Un entusiasta, alguien que disfruta con -casi- cualquier cosa.
      ·Alguien que se guía por los demás y que aplaude o condena conforme lo haga la mayoría.
      ·Media docena de chicas y chicos inteligentes, sin clasificar.
      ·Alguien que disfruta con la jerga y con un tono ligero, informal y familiar.
      ·Alguien que detesta eso mismo.
      ·Alguien de mentalidad ecuánime y judicial.
      ·Un hombre que siempre se duerme.
      Estas personas representan de forma fehaciente al público en general. Su veredicto predice con acierto el veredicto del público. No hay entre ellos ninguno cuya opinión no me resulte valiosa, pero el hombre del que más me fío -aquel a quien observo con la mayor preocupación-, el que más influye en mi decisión sobre si publicar el libro o quemarlo, es el hombre que siempre se duerme. Si a los quince minutos se ha dormido, quemo el libro; si se mantiene despierto durante tres cuartos de hora, publico -y publico con la mayor seguridad y confianza.

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  2. La categoria més desconcertant: els que som capaços de dormir sense roncar i amb els ulls oberts de bat a bat, que es diu. Semblem taaaaan interessats, però no. Dormim.

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