divendres, 8 de juny del 2018

la lectura compartida


«Uno de los descubrimientos más perturbadores de la lectura compartida es la diferencia interpretativa y crítica de los lectores ante un mismo texto. ¿Cómo puede ser posible que ante una misma novela existan tantas y tan diversas disparidades? Puede que, en ocasiones, el texto, dada su ambigüedad, las provoque, pero la culpa no siempre la tiene él. Es el lector quien hace los posibles para triturarlo en beneficio propio. Y da lo mismo que el texto sea de la época de Terencio, de Calderón, de Schniltzer o de Kafka, de Bernhard o de Modiano. Sus tragaderas ideológicas serán insaciables si con ello justifica sus ardores intelectuales actuales. Al fin y al cabo, mucha gente lee con el único afán de leerse, lo que está muy bien, siempre y cuando dicho acto no se convierta en mero vaniloquio narcisista y salpique.
La lectura tiene la gracia, no solo de poner a cada uno en su lugar, que cada cual sabrá, sino que, en situaciones diversas, lo que consigue es lo contrario: descolocar al lector. Cuando uno enfrenta su opinión a la de los demás, se dispone a desnudar su fortaleza o su debilidad crítica. Y, si fuera sincero con su osamenta intelectual interior, haría lo mismo ante o frente al espejo de muchas páginas que lee. Aceptar las ideas de los otros como mejores no es ningún desdoro, especialmente si al ponerlas en práctica pasamos olímpicamente de ellas. ¿Qué problema hay en aceptar que ciertas ideas son muy buenas si no les hacemos caso? ¿Problema? El de siempre, aquel que conmueve en demasía al sujeto universal: aceptar que el otro es mejor que uno.
[...] Bromas aparte, digamos que los petróleos dialécticos que produce la disparidad interpretativa de un texto pueden ocasionar enfrentamientos bien belicosos. El ser humano es impredecible cuando se le contraría, sea con una opinión literaria, musical, gastronómica, deportiva o meteorológica.
Compartir lecturas es un método de hacer visible lo invisible, que en esto consiste, a veces, leer. Conseguir este desvelamiento es cuestión de voluntad, pero, sobre todo, de un modo generoso e improductivo de entender la lectura y la literatura.»

Víctor Moreno. Preferiría no leer. Valores «desagradables» de la lectura. Pamiela, 2015. P.90-91.

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