skip to main |
skip to sidebar
LA RUINA DE UNA
UTOPÍA
Siempre, cuando
en el período irreal de las fiestas navideñas me levanto muy temprano y las
ventanas están completamente heladas, y a través de su cristal deformado la
nieve oblicua cae con saña, y yo estoy inquieto en la cocina con la luz
encendida –en algún sitio de las profundidades de la casa suena un despertador– tengo la misma visión de lector maleado.
Mientras bebo el café ardiente,
sueño con el Libro. Más descabellado que cien
años de soledad, más profundo que El
castillo, más infinto que En busca
del tiempo perdido. Imagino un gran equipo de escritores trabajando durante
varias generaciones en un solo libro que se pueda leer desde la infancia,
cuando empiezas a distinguir las letras, hasta el lecho de muerte, cuando ya no
las distingues. Un libro que reemplace tu vida, pero sin los momentos, los
días, los meses, los años monótonos de la vida. En la adolescencia, acurrucado
en la cama, solía leer algunas veces desde la mañana hasta la noche, se me
olvidaba comer y casi respirar porqué las páginas –que, de hecho, casi no veía– describían a gente de verdad, nubes de verdad, ciudades de verdad, pero cuando
levantaba los ojos, no veía más que sombras desoladoras. Me daba cuenta de que
anochecía solo cuando las páginas se volvían rojas como el fuego antes de
tornarse cenicientas.
El drama de mi
vida empezó después, cuando en vez del Libro me vi obligado a vivir la
realidad. Me temo que de ahora en adelante nadie va a vivir en los libros, tal
y como han hecho mi generación y las precedentes. Y que la utopía de la lectura
quedará por ahí, en una colina lejana, como un gran laberinto en ruinas.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada