dimecres, 11 de gener del 2023

diari de lectures

 

Hay libros que leemos con superficial interés olvidando una página cuando empezamos la siguiente; los hay que leemos con reverencia, sin atrevernos a estar de acuerdo ni a disentir; otros que ofrecen sólo información y excluyen cualquier comentario nuestro; otros aún que, como nos han gustado durante tanto tiempo y de manera tan íntima, sólo podemos repetirlos palabra por palabra, ya que los conocemos, en su sentido más profundo, de memoria. Y otros muchos, por fin, que participan de todo lo anterior y que, en lugar de provocar nuestro silencio (reverente o feliz), nos toman por las solapas y nos exigen que respondamos con una opinión, una idea, una pregunta, un recuerdo, un deseo.

Leer es un diálogo. Los locos intervienen en conversaciones imaginarias que, al parecer, oyen resonar en algún lugar de su cabeza; los lectores mantienen, en silencio, un diálogo parecido con las palabras escritas en la página. De ordinario no queda constancia de la respuesta del lector, pero a veces hay alguno que siente la necesidad de empuñar el lápiz y contestar en los márgenes de un texto. Este comentario, esta glosa, esta sombra que a veces acompaña a nuestros libros preferidos extiende el texto, lo lleva a otro tiempo y lo transforma en otra experiencia; arraiga la ilusión de que un libro nos habla y nos presta realidad a nosotros, sus lectores.

Hace un tiempo, al cumplir cincuenta y tres años, decidí volver a leer unos cuantos de mis libros preferidos y me sorprendió constatar cómo su intrincado mundo pasado parecía reflejar el brumoso caos social del mundo en el que estaba viviendo. Un artículo de periódico quedaba repentinamente iluminado por cierta escena de una novela; un episodio medio olvidado era recobrado por cierto suceso ficticio; una sola palabra leída provocaba una larga reflexión. Decidí llevar un registro de tales momentos.

Para dar ilusión de estructura u orden (o cualquier andamiaje imaginario que decidamos aplicar a nuestra imaginación) se me ocurrió que, releyendo un libro por mes, podría, al cabo de doce meses, completar un año de lecturas y obtener algo parecido a un diario personal y a un volumen de notas, de reflexiones, de impresiones de viaje, de retratos de amigos, de comentarios sobre acontecimientos públicos y privados, todo ello provocado por mis varias lecturas. Hice una lista de cuáles serían los libros escogidos. (Me parecía importante, por una cuestión de equilibrio, que hubiera un poco de todo. Como soy, más que nada, un lector ecléctico, no fue difícil conseguirlo.) Las páginas que siguen son el resultado de ese capricho.

Mondion, agosto 2003

 

Alberto Manguel. Diario de lecturas. Traducció de José Luis López Muñoz. Alianza, 2004.

 

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