dissabte, 7 de setembre del 2024

llegir un quadre



Conviene detenerse en un cuadro que pide ser leído: Lavabo y espejo, de Antonio López. El pintor recrea un baño desgastado por el uso, con tal sentido del detalle que el espectador siente que podría limpiar una mancha de limo en la superficie. Sin embargo, lo más sorprendente de esa reconstrucción hiperrealista es que produce un efecto fantástico. El lienzo fue creado desde dos perspectivas diferentes. El espejo corresponde a un plano de la mirada y el lavabo a otro; la parte de arriba es realista y la de abajo también; la unión resulta irreal.

¿Dónde está el pintor? Si el cuadro respetara el enfoque frontal, Antonio López debería reflejarse en el espejo. En forma inquietante, no ocurre eso. El espacio minuciosamente recreado se encuentra doblemente vacío e invita a asomarse al sitio donde el pintor no se asoma. Un detalle perfecciona el misterio: en la parte inferior, dedicada al lavabo, algo se refleja en el grifo y en las manchas de humedad. En la plomiza superfície se insinúa la sombra de una presencia. Es el artista o, si queremos ser simbólicos, es el arte, que confiere enigma a los objetos.

Ninguna reproducción puede recrear cabalmente el enigma de un lienzo como Lavabo y espejo. Transformado en postal o impreso en un libro pierde algo. Para subsanar esta limitación, han surgido las «experiencias inmersivas». Pronto será posible estar dentro de Las meninas de Velázquez. Tal vez previendo esta situación, Dalí señaló que el mayor momento en la historia de la pintura era el aire en los espacios vacíos de Las meninas. El pintor no se limitó a dejar zonas intactas; estamos ante una transparencia trabajada. Lo humano encarna en esa ausencia necesaria, que no se ve, pero se percibe.


Juan Villoro. No soy un robot. La lectura y la sociedad digital. Anagrama, 2024. P. 52.


2 comentaris:

  1. Y es que la creatividad sin límites de las artes digitales es imparable:

    https://youtube.com/shorts/-_NNOe4aEeU?si=eODY-HOt7IET0UMp

    Chiloé

    ResponElimina