En mi trabajo soy muy consciente de la excesiva atención que pongo para asegurarme de no adoptar ninguna postura literaria. Evito, quizá con demasiada diligencia, las menciones de nombres conocidos, las listas o las referencias literarias, siempre que no sean indirectas y se basen en el folclore escrito.
[...] Evitar de manera deliberada las referencias literarias ha llegado a ser en mi caso una costumbre firme, si bien tediosa, no solo porque lleva a adoptar poses y no solo porque niego las credenciales que confieren, sino también porque no son adecuadas para el tipo de literatura que deseo escribir, los objetivos de esa literatura y la disciplina de la cultura específica que justo a mí me interesa. Las referencias literarias en manos de escritores a los que admiro, pueden resultar sumamente reveladoras, pero también procurar una comodidad que no quiero ofrecer al lector, porque prefiero que responda en el mismo plano al que se vería limitado un lector iletrado o preliterario. Quiero subvertir su comodidad tradicional para que sea capaz de experimentar otra no ortodoxa: la de estar en compañía de su propia imaginación solitaria...
Toni Morrison. La fuente de la autoestima. Ensayos, discursos y meditaciones. Traducció de Carlos Mayor. Lumen, 2020. P. 423.
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