dilluns, 4 de novembre del 2024

llegir novel·les


LEER NOVELAS

No todos los libros se leen de la misma manera. Las novelas, por ejemplo, están para ser devoradas. Leerlas es el placer de la ingestión. No es compenetración. El lector no se pone en el lugar del héroe sino que asimila lo que le sucede. Pero el informe expresivo de ello es la apetitosa guarnición en la que un plato suculento viene a la mesa. Ahora bien, hay una dieta cruda de la experiencia —lo mismo que hay una dieta cruda del estómago—, a saber: experiencias propias. Pero el arte de la novela, como el arte culinario, empieza más allá del producto crudo. ¡Y cuántas sustancias nutritivas hay que son indigestas si están crudas! ¡Cuántas experiencias es aconsejable leerlas, pero no vivirlas! Les sienta muy bien a muchos que se irían a pique si se toparan con ellas al natural. En resumen, si hay una musa de la novela —la décima—, esta lleva el emblema de la cocinera. Saca al mundo de su estado crudo para elaborar algo comestible, para extraerle todo su sabor. Que se lea el periódico durante la comida: vale, si es preciso. Pero nunca una novela. Son actividades que se repelen.

 

Walter Benjamin. Imágenes que piensan.

 

Font: Adrià Pujol Cruells @AdriPujol

 

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