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En el otoño de 1727, un grupo de amigos de la ciudad estadounidense de Filadelfia se reunió para debatir cuestiones de interés compartido provenientes de sus lecturas. No se trataba de la flor y nata de la sociedad de Filadelfia. Tres de sus integrantes trabajaban en el mismo taller impresor; entre los restantes había un vidriero, un tasador de propiedades, un carpintero y el secretario de un comerciante. Compartían un cerebro curioso y un deseo inagotable de mejora personal, algo especialmente cierto en el caso del hombre que ejerció de principal fuerza impulsora en esta empresa común: Benjamin Franklin. El que terminaría siendo uno de los padres fundadores de Estados Unidos sugirió que reunieran sus libros en una única colección, de modo que todos pudieran acceder a ellos libremente. En 1731, Franklin ya estaba preparado para ir un paso más allá y abrir esta sociedad a un grupo más amplio de ciudadanos de Filadelfia: todos pagarían una inscripción y una cuota anual, lo que permitiría la creación de una biblioteca de uso compartido. Así nació la Library Company of Philadelphia, la primera biblioteca por suscripción del mundo. Al contrario que muchos otros proyectos como este, la Library Company sigue en funcionamiento en la actualidad...
Andrew Pettegree; Weduwen, Arthur der. Bibliotecas. Una historia frágil. Traducció de Enrique Maldonado. Capitán Swing, 2024. P. 319.
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