dilluns, 19 de novembre del 2012

el col·leccionista accidental


Aquesta pàgina és d' Austerlitz, consti.

-¿Y qué nos explica todo esto? Porque cuando hojeamos sus libros, vemos fotografías, recortes, billetes de “ferry”, vemos un montón de cosas asociadas con una cotidianidad normal y corriente. Y, a pesar de ello, por debajo hay un texto muy sutil que intenta dotar de sentido todos esos detalles. 
Sí, pero no estoy demasiado seguro de ser capaz de dotar de sentido cuanto encuentro, en absoluto. En todo caso, sólo está el intento de dejar constancia. A pesar de ello, será ante todo un sentido estético. Y me doy cuenta de que construir un formato decente, en prosa, con todo aquello con que me encuentro de forma casual es una preocupación que, en cierto modo, no tiene más ambición que el recuperar durante un breve instante algo de la riada de la historia que cae  a toda velocidad. Por eso, entre otras razones, incluyo fotografías en el texto. Porque la fotografía representa una especie de paradigma de todo esto. La fotografía está destinada a perderse en el fondo de una caja o en el desván. 
Es un objeto nómada con pocas probabilidades de sobrevivir, y me parece que todos hemos experimentado esa sensación al encontrar accidentalmente un documento fotográfico de algún familiar fallecido o de algún desconocido. Sentimos entonces una especie de atracción por el hecho de haberla encontrado al cabo de unas cuantas décadas. De pronto vuelve, cruza el umbral y dice: “Eh, un momento, yo también existí, por favor, ocupaos de mí durante un rato”. Hace un par de meses rescaté de una caja de estampas una tarjeta que tenía un trozo de liquen seco y debajo una inscripción con muy buena letra: “Recogido en la tumba del mariscal Ney. París, 7 de julio de 1833”. Son las cosas así, sin valor en sí mismas, las que  no  sé  cómo me impulsan  a trabajar. 
[...]
-Hemos comentado hasta qué punto era fortuita su existencia. Todo parece ocurrir por casualidad. Encuentra recortes de periódico que encajan perfectamente en la historia. ¿Es el escritor que organiza de forma inteligente todo ese material o sólo una persona afortunada que siempre encuentra el periódico adecuado? 
Bueno, de vez en cuando pasan cosas muy extrañas. 
-Pero parece tener usted un don coleccionando recortes de prensa. 
Sí, sí, me parece que sí. Me los encuentro en las manos. 
-Un don innato. 
Debe de ser eso. Y más que desconcertarme, me reconforta, porque creo que Adorno, a quien todavía aprecio muchísimo, dijo en una ocasión: “Si vas por buen camino, la citas aparecen solas y se te ofrecen, no hace falta que salgas a buscarlas”. 

Michaël Zeeman. «Sebald, género literario». Entrevista publicada a La Vanguardia, Cultura|s, 16 de juliol de 2003.


2 comentaris:

  1. Sebald construye a muchos de sus personajes con elementos entresacados de varias vidas y afirma que en sus propias obras los hechos principales
    acostumbran a ser verídicos, mientras que muchos detalles son inventados, con el fin de crear el “efecto de lo real”. La inclusión de fotografias, reproducciones, documentos aparentemente verdaderos, etc., aumentarían el mencionado efecto. Ahora bien, los elementos visuales que acompañan al texto no son tratados
    como meras ilustraciones; de hecho contribuyen de manera activa a la creación de significado. En ese sentido, la mayoría de los textos de Sebald pueden considerarse también como estudios
    sobre el uso y el abuso de fotografías: las imágenes históricas poseen una retórica cuyos efectos pueden ser múltiples. Según Sebald es imprescindible acompañar una imagen con un escrito que constriña las posibilidades de interpretarla: el exceso de información que contiene –su carácter no unívoco- debe ser
    canalizado si se quiere aprovechar al máximo su capacidad de intensificar el discurso literario, ya sea corroborándolo, ya sea poniéndolo en entredicho. Esporádicamente, Sebald llega incluso a sustituir una palabra por una imagen, lo cual no implica, desde luego, que ésta rivalice con el material literario al que acompaña.
    Y es que en relación al texto, las fotografías aparecen como testimonios marginales, privados, muchas veces pobremente reproducidos; todo ello abre la posibilidad de cuestionar su carácter fidedigno como documentos, que, sin embargo, el
    narrador parece dar por bueno. Lo cierto es que sólo prueban que quien narra reclama para sí cierta autoridad: la de alguien a quien dar crédito. Dado lo fictício del texto (a pesar de estar basado, al menos en parte, en hechos reales), de hecho lo que el autor está haciendo es involucrar al lector en un juego en el que
    se barajan como intercambiables los términos de verdad y verosimilitud. Un juego cuyo fin es que el lector agudice su sentido crítico y su capacidad para ponerse en el lugar de otros.
    Una cuestión de especial relevancia en este contexto es cómo se relacionan las imágenes con la memoria, si contribuyen a enriquecerla o a despoblarla de experiencias. Dicho en palabras
    que Sebald atribuye a Stendhal en la primera parte de Schwindel. Gefühle (Vértigo, 1990): “[…] no se deberían comprar grabados de vistas y bellos panoramas que se hayan contemplado en algún viaje. Pues el grabado ya pronto ocupará todo el espacio del recuerdo que tuviéramos de algo; sí, podría decirse incluso que lo destruirá”.

    Això ho diu la Teresa Vinardell.

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    1. M'encanta això de que a la realitat li calgui una empententa, adobar-la una mica perquè, si no, no hi ha cristo que se l'empassi.

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