«El último lugar de trabajo de Janine fue un sillón más o menos emplazado hacia el centro del cuarto, en el que se la veía sentada al pasar por delante de su puerta, abierta constantemente, inclinada hacia delante garabateando sobre una carpeta que sostenía en las rodillas o bien recostada y sumida en sus pensamientos. En una ocasión, cuando le dije que entre sus papeles se parecía al ángel de la Melancolía de Durero, resistiendo inmóvil entre los instrumentos de la destrucción, me contestó que el aparente caos de sus cosas representaba en realidad algo así como un orden perfecto o que aspiraba a la perfección. Y, en efecto, por lo general podía encontrar al instante cualquier cosa que buscara en sus papeles, en sus libros o en su cabeza.»
W.G. Sebald. Los anillos de Saturno. Una peregrinación inglesa. Traducció de Carmen Gómez García i Georg Pichler. Anagrama, 2008. P. 17-18.
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