dissabte, 30 de maig del 2020

el primer llibre que ha entrat a casa en els temps del coronavirus

ALBERTO MANGUEL
El libro, un invento asombroso
Babelia | El País
18|12|2019

Borges, alabando la invención del libro, dijo que era el más asombroso de los inventos humanos. “Los demás son extensiones de su cuerpo,” explicó. “El microscopio y el telescopio son extensiones de su vista; el teléfono es la extensión de su voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”.
El propósito de este amenísimo ensayo de la filóloga y novelista Irene Vallejo es seguir la fortuna de esta extraordinaria invención durante sus primeros siglos de vida, desde los tiempos de Alejandría cuando el prestigio del libro era tal que en el Museo o Casa de las Musaso a los reyes Ptolomeos les pareció importante emblematizar el poder real con la casi infinita acumulación de volúmenes, hasta los de Roma y los albores del Renacimiento, con ciertas proyecciones al futuro, es decir, a nuestro tiempo.
Una cita de Antonio Basanta que le sirve como uno de los epígrafes declara que “leer es siempre un traslado, un viaje”. Vallejo entiende esto en dos sentidos principales: como viaje físico, el que tuvieron que emprender los buscadores de libros alejandrinos, o Alejandro Magno, lector- conquistador, y también como mental, como el que emprenden los hombres-libros de Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, o el Mendel de Stefan Zweig, donde los libros son entendidos como un instrumento de unión, de defensa “frente al inexorable reverso de toda existencia”, dice Zweig, “la fugacidad y el olvido”.
El infinito en un junco no sólo es una crónica de la evolución del libro antiguo. “Si un libro es un viaje”, escribe Vallejo, “el título será la brújula y el astrolabio de quienes se aventuran por sus caminos”. Así nos brinda un delicioso capítulo sobre los encantos del título, cambiantes en los inicios. Los únicos libros con títulos fijos fueron las obras de teatro, como si el diálogo dramático necesitase un ancla de la cual un texto en prosa o verso podía prescindir. Llevando su inquisición a nuestro tiempo, Vallejo lista títulos que deben su identidad a propósitos muy diversos: ironía, desasosiego, sorpresa, secretos presentidos.
Estas estrategias ponen en claro la enigmática relación de autor y lector, de seductor y seducido, el libro entendido como instrumento de experiencia compartida, eliminando las barreras del tiempo y del espacio. No falta de esta crónica una reflexión sobre los profetas del apocalipsis del libro. Vallejo dice que estos pronósticos concuerdan con nuestras sensaciones en este tercer milenio. “Los plazos de la obsolescencia se acortan cada vez más. El armario debe renovarse con las tendencias de temporada, el móvil más reciente sustituye al antiguo; nuestros equipos nos piden constantemente actualizar programas y aplicaciones…”. Y Vallejo concluye: “Si no permanecemos alerta, tensos y al acecho, el mundo nos tomará la delantera”. Los ejemplos de artefactos inventados para ayudar al libro a sobrevivir no son alentadores, pero, como dice Vallejo, “es un error pensar que cada novedad borra y reemplaza las tradiciones”. El teléfono móvil imita la tablilla de arcilla de Mesopotamia y en nuestras pantallas el texto se desenrosca como en los rollos de papiro antiguos.
El encanto particular de este libro reside en su estilo. Vallejo ha decidido sabiamente prescindir o liberarse del estilo académico y ha optado por la voz del cuentista, la historia entendida no como ristra de documentos citados, sino como fábula. Otros autores (Greenblatt, Turner, Straten, Cánfora, Reynolds, Wilson, Casson y muchos más) proveen el trasfondo histórico y filológico de la historia del libro antiguo, pero para el lector común y corriente (a quien reivindicaba Virginia Woolf) es más conmovedor y más inmediato este encantador libro de Vallejo, por ser simplemente un homenaje al libro de la parte de una lectora apasionada.


1 comentari:

  1. Si teniu una mica de paciència, al final podreu dir que l’heu llegit, perquè m’ensumo que us en donaré molt la lata i en reproduiré tants fragments que d’aquesta si que acabaré a la presó de la sgae. M’ho veig a venir.

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