Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris estat de la qüestió. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris estat de la qüestió. Mostrar tots els missatges

dimecres, 18 de gener del 2023

biblioteca expandida deslocalitzada



VICENT MOLINS
BED, el club valenciano que propone sacar a las bibliotecas del siglo XIX
El confidencial
01|01|2023

Abren bibliotecas en puntos inesperados y tienen una máxima: el modelo centrado únicamente en el libro ha dejado de funcionar


Se hacen llamar BED, por Biblioteca Expandida Deslocalizada. Una primera declaración de intenciones. Son una especie de club, de misión, y aunque no llevan antifaz ni cachivaches, se dedican a señalar al elefante en la habitación… de las bibliotecas. ¿Por qué casi todo en estos espacios sucede como siempre si su contexto ha cambiado por completo? Uno de sus fundadores, el bibliotecario y músico Néstor Mir, tomó una excedencia hace justo un año de su puesto en la Biblioteca Pública de Valencia para centrarse en transformarlas.

Son palacios del pueblo, tomando el título de la obra del sociólogo Eric Klinenberg. Son espacios —definen— donde “ejercer nuestro derecho a la ciudadanía, aprender las claves de la democracia participativa y construir comunidad a través del conocimiento. ​Vivimos en la sociedad del exceso de información, de la saturación de imágenes. Los ciudadanos necesitamos lugares donde encontrarnos y aliarnos para aprender a separar el grano de la paja. Las bibliotecas públicas ofrecen esa oportunidad”. Pero, en cambio, por aquí pasea el elefante: “Están diseñadas con criterios del siglo XIX”.

Desde su experiencia como insiders, concluyeron que el modelo ya no funcionaba: “Están pensadas alrededor del libro como objeto contenedor del conocimiento y en el estudio en silencio como método de aprendizaje. Como mucho se organizan actividades puntuales para el fomento de la lectura que claramente no están alcanzando a aquellos que más lo puedan necesitar”. La popularización de la Wikipedia fue el primer gran aviso: “Ya no hay enciclopedias en las bibliotecas, las han retirado, nadie las consultaba. Existen muchas maneras diferentes de aprender, no sólo estudiando en un lugar silencioso: a través de la conversación, a través de la acción, del movimiento, aprender haciendo. Ahora descubrimos nuevas recetas de cocina viendo vídeos a través de Internet, seguimos tutoriales interactivos, tenemos herramientas fabulosas en nuestros bolsillos a las cuales difícilmente extraemos todo su potencial”.

Pero el nuevo rumbo no pasa (solo) por digitalizar, sino por modificar las propias coordenadas de lo que hasta ahora entendíamos por biblioteca. En su manifiesto, una visión: “Transformar la biblioteca pública en un lugar que cree comunidad, donde se siga ofreciendo acceso universal al conocimiento y para que se supere la concepción ‘libraria’ del servicio. Que las bibliotecas públicas dejen de girar alrededor del libro y empiecen a girar alrededor de las necesidades de su comunidad. También pensar en ellas como espacios de inclusión social, de creación colectiva, ya sea tecnológica o analógica, de debate, de diálogo”.

El otro fundador de BED es el arquitecto Javier Molinero, habitual agitador de espacios en Valencia que conoció a Néstor Mir mientras aquel dinamizaba la biblioteca de la calle Hospital y éste acudía cada martes por la tarde con sus hijos. Un bibliotecario se acercó para consultarle si podía preguntarle a sus hijos si querían formar parte de un club de lectura. A partir de esa conversación, algo había nacido.

Mir comienza a viajar a Montreal y a preparar su tesis sobre un nuevo modelo de bibliotecas. Molinero le acompaña en una de las últimas visitas. Estudian los nuevos espacios de la ciudad canadiense, bibliotecas de barrio concebidas como enormes enclaves para el encuentro: “… zonas de gradas, zonas de juego infantil, áreas para adolescentes, talleres de fabricación, instrumentos musicales en préstamo, iniciativas lideradas por artistas locales para trabajar en común, bancos de semillas y por supuesto una colección actualizada de libros (que se pueden devolver las 24h de cada día a través de buzón exterior), con ordenadores portátiles y tablets accesibles”. Entonces se preguntan: ¿por qué estas nuevas bibliotecas son de esta manera y en Valencia no han cambiado?”.

“Yo sabía, porque Néstor me lo había contado y por los numerosos ejemplos existentes en revistas de arquitectura, que una revolución había transformado el concepto bibliotecario en gran parte del mundo occidental”, explica Molinero, “pero hasta que no lo vi por mis propios ojos en Montreal no fui consciente de lo fácil y cercano que lo tenemos. Que no sólo es posible aquí en Valencia, sino que además tenemos los conocimientos y las herramientas para lograrlo. No hay nada que nos impida tener bibliotecas del siglo XXI, la ciudadanía está preparada, sólo falta el impulso de la administración”.

Más allá de la teorización, aplican sus fórmulas. Si en 2018 hicieron un primer experimento con una biblioteca temporal en La Marina de Valencia (“transformamos la antigua tienda de merchandising de la Copa del América en una biblioteca expandida deslocalizada, durante un mes escaso, en medio de una zona de ocio nocturno”), en 2021 comenzaron a concebir nuevos puntos tomando nota de aquel mes de prueba: descubrimos algunas de las carencias que teníamos. La principal virtud es que no toda la gente echa de menos los libros en papel (sólo los teníamos en formato electrónico) y aprendimos que es un error que fuéramos nosotros (entonces el colectivo Bibliotecaries Salvatges) los que decidiéramos el contenido y la programación”. En los últimos meses han implementado su modelo en la biblioteca Joan de Timoneda del barrio valenciano de Beniferri y en el Centre del Carme. Laboratorios ciudadanos que se han adaptado a las necesidades del público: si en Beniferri hay talleres de cuidados de plantas, costura creativa, cocina colectiva y los nuevos usos de los dispositivos móviles han sido las actividades más habituales, en el Centre del Carme los encuentros sobre procesos creativos o las clases regladas se han llevado la palma. “Muchas cosas, incluso simultáneas… y casi sin libros”. 

El elefante saliendo de la biblio.


dijous, 8 de juliol del 2021

l'escriptor català no està d'humor


VICENÇ PAGÈS JORDÀ
L'escriptor català no està d'humor
arabalears
2|7|2021

Tothom té motius per estar malhumorat: els estralls del covid, la precarietat laboral, l’abús de poder, el preu de la llum, el pas del temps... Però, de tots els col·lectius, el més malhumorat que conec és el dels escriptors catalans. Les causes són estructurals i històriques, que és com dir que resulta difícil escapar-se’n.
En termes d’implantació i d’autoestima lingüística, el franquisme va equivaldre a una Decadència, i la Transició va poder semblar una Renaixença. Les expectatives eren altes, però de mica en mica hem caigut de l’escambell. Som pocs, però no com els suecs, perquè vivim en un país oficialment bilingüe. Som bilingües, però no com els belgues, perquè les dues llengües no tenen el mateix estatus, sinó que la forta està més protegida. Estem repartits en territoris que s’observen amb recel, i en gèneres i generacions que desconfien els uns dels altres. Afegim-hi dues bombolles: la importància estratègica de Barcelona en relació amb la resta del territori (si bé a les grans llibreries de la capital no hi predominen els llibres en català), i la instrumentalització de la literatura al servei del discurs polític. Encara ara, escriure en català pot ser considerat una decisió més política que escriure en una altra llengua, una consideració que fa sospitosa la literatura catalana en conjunt, sobretot entre la gent indocumentada.

Els responsables de la situació queden una mica lluny. No em refereixo només a Franco, sinó també a Felip V, a Vicent Ferrer (que ens va fallar quan va votar pels Trastàmara) o a Martí l’Humà (que no va complir la primera exigència d’un rei, que és tenir fills de sobres). Com que no som a temps de retreure’ls res, busquem dipositaris del nostre mal humor que siguin més a mà: el jurat que no ens premia, el periodista que no ens entrevista, l’antòleg que ens oblida, la universitat que no ens convida, el crític que no ens lloa, el llibreter que no ens promociona, el polític que no ens ajuda, el ciutadà que no ens llegeix.

El gregarisme de l'autor català

L’escriptor, que té com a raó de ser el silenci i la solitud, si és català mostra una tendència accentuada al gregarisme. Com la Màfia i l’OTAN, que van néixer com a moviments defensius, l’escriptor català se sent més protegit si forma part d’un grup. La debilitat estructural es troba a l’origen de la multiplicació d’associacions, penyes, tertúlies, capelletes, clubs, lobis i sindicats d’escriptors catalans... Com que la solidesa de l’obra no garanteix l’èxit, cal inscriure’s en entitats d’ajuda mútua que tinguin més en compte les coincidències que les diferències. Ara bé, aquestes entitats estan condemnades a una competència ferotge entre si, de manera que els inconvenients poden neutralitzar els avantatges. Com succeeix dins l’independentisme, hi abunda el foc amic.

La pitjor companyia per a un escriptor ferit i ofès és un altre escriptor ferit i ofès, perquè quan es troben la cosa més probable és que es lamentin per torns de com són tractats, i que en acabat s’acomiadin amb una mirada tèrbola. La millor companyia per a un autor és un lector, però –ai, las!– cada dia costa més trobar lectors que no escriguin.

Si voleu ajudar un escriptor recomano, en aquest ordre:

1. Comprar-ne els llibres.

2. Llegir-ne els llibres.

3. Comentar-li els llibres.

Comentar-los-hi sense haver-los llegit és contraproduent, i llegir-los sense haver-los comprat no contribueix a consolidar-lo com a escriptor. Comentar-los-hi sense haver-los comprat serveix per enfortir-li l’autoestima, però no té efectes en el compte corrent.

La millor manera de molestar un escriptor és:

1. Confondre’l amb un altre escriptor.

2. Preguntar-li com és que tarda tant a publicar un altre llibre.

3. Elogiar de manera genèrica els seus llibres de manera que entengui que no n’hem obert ni un.

Si no hem llegit cap llibre seu, la millor cosa que podem fer és no tractar-lo com a escriptor, tret que vulguem contribuir a aquell nyigo-nyigo sinistre que consisteix a assegurar-li que el que fa és important per al col·lectiu si bé a nosaltres personalment ens importa un rave. Per la mateixa raó, si no tenim ni idea del que ha fet últimament no cal preguntar-li com és que tarda tant a publicar. És possible que no ens haguem assabentat que ha llançat un llibre i, en canvi, el pressionem perquè escrigui. Això, benvolguts lectors, molesta una miqueta.

Privilegis d'una altra època

Dècades enrere molts escriptors catalans treballaven a La Caixa o eren professors d’institut, dues feines sense glamur. Avui, aquelles ocupacions que menyspreàvem anys enrere són vistes com a privilegis propis d’una altra època, i alguns escriptors joves es veuen a si mateixos com aquell personatge de La vida es sueño que s’alimentava de les herbes que un altre rebutjava.

És una feinada digerir amb dignitat la combinació maligna d’escassesa demogràfica, bilingüisme asimètric, Estat antipàtic i índexs de lectura reduïts. La conseqüència d’aquests límits és que el mercat no absorbeix les propostes literàries de qualitat i, en conseqüència, la susceptibilitat no deixa d’augmentar. En contrast amb el mal humor, sovint s’imposa la resposta contrària, que potser és més perversa i que em fa pensar en una escena de La mar rodona, de Sebastià Perelló, en què per curar una ferida oberta s’hi tira sucre.


dimecres, 7 d’abril del 2021

per què cal tornar a traduir els clàssics?


JORDI NOPCA
Per què cal tornar a traduir els clàssics?
Ara llegim
3|4|2021

Les noves versions de Charles Baudelaire, Mikhaïl Bulgàkov, Fiódor Dostoievski i Franz Kafka evidencien el bon moment pel qual passa la traducció en llengua catalana
“Es tendeix a identificar una traducció com a equivalent de l’original, però no és així: la traducció és la lectura d’algú altre, en un moment concret i en una cultura específica d’un text original”, explica Miquel Cabal Guarro, que acaba de presentar una nova traducció catalana de Crim i càstig, de Fiódor Dostoievski, a la col·lecció Bernat Metge Universal. La llengua esvalotada, torrencial i propera de l’autor rus torna a resplendir en català noranta anys després que Andreu Nin donés a conèixer la seva versió a Proa. “Tinc un respecte immens i fervorós pel Crim i càstig de Nin, però una traducció no pot ser vàlida per sempre, val la pena tenir lectures diverses d’un mateix llibre, i si es poguessin fer d’una forma més propera en el temps seria interessantíssim”, explica Cabal, que aquest 2021 ha revisat a fons –sense arribar a retraduir-se– els Apunts del subsòl de Dostoievski per a Angle editorial.

 

Una collita esponerosa
Refrescar la llengua, acostar els textos i rendibilitzar els costos
Crim i càstig no és l’únic exemple de la fornada de noves versions de clàssics ja existents en català. Jordi Cussà i Anna Camps s’han ocupat d’una antologia d’Edgar Allan Poe per a Comanegra, Contes foscos. Ferran Ràfols Gesa ha tornat a traduir A la carretera, de Jack Kerouac, per a Kalandraka. Franz Kafka ha estat tornat a traduir per Joan Ferrarons (El castell, a Club Editor, i Carta al pare, a Angle) i Anna Punsoda, que després de les Petites faules, també a Comanegra, s’ha atrevit ara amb una de les narracions més cruentes del txec, A la colònia penitenciària (Ela Geminada).
“La trajectòria de la cultura catalana no ha estat uniforme, ni tampoc la regularitat de les traduccions. Hi va haver un boom durant el Noucentisme, es va començar a tornar a traduir a partir dels 60 i hi va haver una altra onada important a finals dels 70 i als anys 80. Bona part de les retraduccions d’ara són dels anys 80 –explica Xavier Pàmies, que acaba de presentar Retorn a Brideshead, d’Evelyn Waugh, a Viena, que anteriorment havia traduït Ramon Folch i Camarasa–. Hi ha diversos motius pels quals això passa en aquests moments. D’una banda, hi ha hagut un refrescament del registre, l’hem allunyat de la llengua encarcarada de fa unes dècades. També hi ha la voluntat de fer revifar els clàssics amb noves versions: d’aquesta manera, les últimes generacions que s’han incorporat a la lectura s’hi poden interessar”. Pàmies hi veu també un motiu econòmic: “Entre la crisi del 2008 i la que va començar l’any passat amb el confinament a causa del coronavirus, potser surt més a compte, per temes de drets, tornar a presentar un clàssic, en comptes de traduir obres recents”. L’opció més econòmica, però, seria recuperar versions anteriors d’aquells mateixos textos, una pràctica cada vegada més en desús. És senyal de bona salut? “Que des d’una editorial es cregui que es poden fer traduccions pròximes al lector actual i que això pugui tenir una sortida em sembla una molt bona notícia”, afegeix el traductor, que ha revisat recentment Seny i sentiment, de Jane Austen, per a Viena, publicada per primera vegada a La Magrana el 2004, i que ja té a punt una nova versió d’En una habitació i mitja, de Joseph Brodsky, per a Días Contados, disponible des del 2013 a les Publicacions de la Universitat de València gràcies a la feina d’Anna Torcal i Salvador Company.

 

Donar nova vida als textos

Kafka i Bulgàkov, traduïts per Anna Punsoda i Xènia Dyakonova

Actualment són nombroses les editorials en llengua catalana que aposten de forma sostinguda per la traducció de clàssics. Hi ha, entre d'altres, Adesiara, Flâneur, Lleonard Muntaner, Quid Pro Quo i Ela Geminada. “Si volem acostar els clàssics als lectors actuals no els podem presentar en un català de fa molts anys –comenta Laia Regincós, editora d’Ela Geminada des del 2018, precedida per Oriol Ponsatí-Murlà–. Si el traductor és viu i està disposat a revisar la traducció, com ha passat amb el Walter Benjamin de L'obra d'art a l'època de la seva reproductibilitat tècnica, feta per Jaume Creus, que acabem de publicar, podem reeditar-la. Si no, l’encarreguem a un altre traductor”. Anna Punsoda va proposar A la colònia penitenciària de Kafka, disponible al volum de Narracions de Quaderns Crema, en traducció de Joan Fontcuberta i Gel. “No es tracta de posar en dubte el que ja s’ha fet abans, sinó de renovar-ho, de donar una nova vida al text –afegeix–. Entre els clàssics que preparem per a aquest 2021, l’any del nostre desè aniversari editorial, hi ha Zipper i el seu pare, de Joseph Roth”.

La poeta, crítica literària i traductora Xènia Dyakonova s’ha encarregat de la segona traducció catalana d’El Mestre i Margarita, de Mikhaïl Bulgàkov, per un agradable atzar. “Proa l'hi va encarregar a Arnau Barios, però quan s’hi va posar es va adonar que no connectava gaire amb l’univers de Bulgàkov i va preferir deixar-ho córrer –explica–. Em van agafar a mi, que sí que m’interessa molt Bulgàkov, gràcies a la seva recomanació”. Dyakonova coneixia la versió que Manuel de Seabra havia fet per a La Magrana el 1998. “Vaig trobar-hi molts errors de comprensió, i en part era comprensible, perquè Seabra no tenia l’ajuda d’internet, com tenim ara els traductors”, admet. Dyakonova acaba de signar el contracte amb Quid Pro Quo per traduir El doble, de Dostoievski, una de les poques novel·les de l’escriptor encara inèdites en català. “La nostra política és intentar oferir textos en català que encara no s’hagin traduït mai –comenta l’editor Antoni Xumet–. Darrerament hem fet La morta enamorada, de Théophile Gautier, i Ondina, de Friedrich de la Motte Fouqué”. 

 

Tornar a Baudelaire

La versió en català de Pere Rovira de Les flors del mal

“Baudelaire és un dels autors que m’ha acompanyat tota la vida, i en concret Les flors del mal, que no s’acaba mai, com tots els grans llibres –explica el poeta, prosista i traductor Pere Rovira–. S’hi diuen coses que mai no s’havien dit, i ho fa en vers clàssic francès, un còctel explosiu”. Rovira va fer un primer tempteig de traduir l’autor francès a Vint-i-cinc flors del mal de Charles Baudelaire (Universitat de Lleida, 2008). “Vaig començar fent-ho en vers i amb rima assonant, però aquí m’he atrevit a fer-ho amb rima consonant –continua–. Baudelaire va ser un poeta sublim, si no respectes les formes, malament”. Rovira ha dedicat anys de “treball minuciós” per conservar “l’alè poètic” de l’original. Així sona un dels quartets d’impacte d’Una carronya: “I tanmateix seràs aquesta podridura, / aquesta horrible infecció, / estrella dels meus ulls, tu, sol meu i natura, / àngel de la meva passió”.

 “És una traducció nascuda de l’amor i el respecte”, afegeix Rovira, sense oblidar les dues versions íntegres prèvies, de Xavier Benguerel (1985) i Jordi Llovet (2007). “La de Benguerel és admirable en molts aspectes –diu–. Poder fer la teva traducció havent-n’hi abans és una sort, perquè no parteixes de zero. És cert també que afegeix pressió, perquè si ho has de fer pitjor que els que t’han precedit, millor que no t’hi posis”. Dostoievski i Baudelaire comparteixen el fet d’haver nascut el 1821. Amb motiu dels 200 anys del naixement dels dos autors es preparen nombrosos projectes en català en relació amb l'un i l'altre. En el cas de Baudelaire, Adesiara acaba de recuperar els Petits poemes en prosa que Joaquim Sala Sanahuja havia traduït per Edhasa el 1991. Flâneur, per la seva banda, en posarà en circulació properament una nova versió, feta per David Cuscó i Escudero, amb el títol L’Spleen de París. També Cuscó tradueix El pintor de la vida moderna. “Totes aquestes iniciatives em semblen símptoma de bona salut –assegura Rovira–, també d’una gran ingenuïtat dels traductors. La repercussió que aconsegueixen tots aquests llibres és menor a la que mereixen”.


dimecres, 28 d’octubre del 2020

crítica? quina crítica?


VICENÇ PAGÈS JORDÀ
Crítica? Quina crítica?
Arallegim
23|10|2020

 

Prosseguim aquest cicle d’articles sobre l’estat actual de la literatura catalana parlant de la crítica. Curiosa paraula, crítica, ja que és un adjectiu positiu que pressuposa un criteri propi, i alhora un substantiu negatiu, que designa una funció que se sol vincular amb l’enveja, l’amiguisme, la venjança i l’intercanvi de favors. Una vegada admès que la crítica és sospitosa, resulta curiós que de manera periòdica sorgeixin opinadors lamentant que “no hi ha crítica”. En què quedem?

Som un país petit, bilingüe i amb uns índexs de lectura limitats. Si hi afegim les tres crisis (estructural, editorial i pandèmica), no és estrany que en el sector literari català costi guanyar-se la vida, i que per tant cadascú faci molts papers de l’auca: el periodista escriu novel·les, el crític es dedica als pròlegs, l’autor fa de jurat, l’editor publica crítiques, el traductor té un blog de lectures, i així fins a l’infinit. Les tarifes són tan simbòliques que ni la pluriocupació garanteix la supervivència. Per postres, sembla que hi hagi més autors que lectors. En fi, que el malestar s’escampa. Passa el mateix que en els grupuscles polítics: com més residuals, més virulents són els atacs que els membres es dirigeixen a si mateixos (sempre amb un angle mort on no arriben els trets: una col·lecció, una tendència, una capelleta virtual). A la literatura catalana no només n’hi ha, de crítica, sinó que el crític i el criticat estan condemnats a trobar-se tard o d’hora en unes jornades, un sopar literari o la presentació d’un llibre. En conseqüència, a mesura que el crític va complint anys, la seva duresa disminueix -amb excepcions que costa dir si són honroses o preocupants-. Mentrestant, els més joves s’inicien com a crítics, i els encara més joves s’exclamen que no hi ha crítica. Així passen els anys, de manera circular, en un retorn que no és etern però déu-n’hi-do.

Tinc una carpeta on guardo unes quantes crítiques-crítiques: la que Jaume Fabre va dedicar a Olga Xirinacs (1990), la de Salvador Oliva sobre Josep M. Ballarín (1996), la de Xavier Cortadellas a Dolors Miquel (1998), la de Sebastià Alzamora sobre Josep Carner (2002), la de Jordi Llovet als Imparables (2004), la de Jordi Galves sobre Jaume Cabré (2011) o la de Marina Porras a Marta Rojals (2018). Totes aquestes, i moltes altres, han generat debats, a vegades fructífers i a vegades estèrils, com ara el que posa en dubte l’honorabilitat del crític. Recordem, per exemple, l’inici d’aquell article que Hèctor Bofill va publicar el 2007: “Com gairebé cada setmana, el crític d’ El País Ponç Puigdevall s’ha dedicat a vomitar damunt la literatura catalana”. Una variant recent és la que va introduir Empar Moliner quan el seu llibre va ser objecte d’una crítica de Marina Espasa: “No em sembla ètic ser crític de llibres si també tens llibre al mercat”. Sovint es blasma la crítica per raons oposades, ja que es retreu al crític que parli del que no coneix. Heus aquí l’aporia: si el crític escriu, malament; si no escriu, pitjor.

Sigui com sigui, en els últims trenta anys hem tingut un bon planter de crítics, que de mica en mica han estat substituïts per altres de més joves i combatius. Entre els meus preferits, recordo Estanislau Vidal-Folch, Avel·lí Artís, Valentí Puig i Lluís Fernández. Procedents del món acadèmic, hem tingut Xavier Pla, Dolors Oller, Ramon Pla i Arxé, Josep-Anton Fernández, Víctor Martínez-Gil i Jordi Marrugat. Es manté en actiu, des de fa més de trenta anys, Julià Guillamon, que com a crític i comissari ha tingut un poder tentacular que recorda, mutatis mutandis, el que va tenir Joaquim Molas a la universitat. En els últims temps, en què la premsa de paper tendeix a ser substituïda per les webs (Núvol, La Llança, La Lectora, Llegir en cas d’incendi ), han aparegut crítics joves com Joan Burdeus, Irene Pujadas, Álvaro Muñoz, Irene del Val, Júlia Ojeda o Gerard E. Mur.

LA CRÍTICA EMOCIONAL

Facebook i Instagram incorporen declaracions d’amor a llibres que es poden entendre com a crítiques emocionals, i Twitter inclou crítiques bonsai, que tenen repercussions quan provenen de celebrities, com passa a YouTube. També ha arribat a la crítica la lluita contra el patriarcat, que ha tingut com a conseqüència un degotall de lloances “de genère”, mentre que un grapat de crítics espartans (molts menys de 300) continuen secretant crítiques personalitzades, agres i testosteròniques. Webs col·laboratives com Goodreads es mantenen en un terme mitjà, amb opinions de vegades magnificades per les editorials, com va succeir mesos enrere quan Marc Pastor va parlar d’una novel·la de Max Besora.

Per tot plegat, podem concloure que hi ha més crítica que mai, i també que tendeix a ser mal pagada, amateur i exhibicionista (resulta temptador començar una carrera blasmant una vaca sagrada). No havia estat mai tan senzill fer pública la sensació que ha deixat un llibre: aquesta ha estat, en part, la fortuna d’autors com Eva Baltasar. En canvi, corren mals temps per a la crítica prolongada, descriptiva i comparativa, la que practicaven Àlex Broch o el col·lectiu Joan Orja a finals del segle vint. Aquí, també, els grans relats han estat substituïts per les emocions. La crítica d’avui es torna estomacal, al contrari que els premis literaris, dels quals parlarem en l’article següent.


dissabte, 18 de gener del 2020

en defensa de la biblioteca pública



Sorgides com a garants de l’accés al coneixement, les biblioteques públiques han estat tradicionalment associades al préstec de llibres i a les sales en silenci. La irrupció d’Internet ha posat en entredit el seu paper. Però les biblioteques no han fet sinó transformar i ampliar les tasques que duen a terme, fidels a la seva funció original. Aquest programa vol ser un reconeixement a la tasca de la biblioteca pública i als seus equips com a agents transformadors de la comunitat, en un context marcat per la restricció pressupostària, l’adaptació dels serveis a les noves tecnologies i a les noves necessitats socials. Entrevistem Carme Galve, Virginia Cierco, Carme Fenoll, Marta Cano, Marta Muñoz i Marta Puig amb qui parlem de totes aquestes transformacions.

Guió i direcció: Sònia Aran i Maria Farràs
Muntatge: Juan Carlos Rodríguez
Producció Soy Cámara: Víctor Diago

dimecres, 10 de juliol del 2019

can penja-i-despenja


HELENA LÓPEZ
Los equipamientos de Badalona colapsan tras años de pésimo mantenimiento
elPeriódico.com
8|7|2019
Los vecinos lamentan el cierre de tres bibliotecas por problemas en el sistema de climatización en barrios vulnerables como Sant Roc y Llefià
El ayuntamiento admite el error y asegura que sus técnicos trabajan en elaborar un presupuesto para buscar una solución definitiva

Salvador Figuerola encuentra milagrosamente -o quizá sea más justo decir generosamente- el momento para atender al teléfono, siempre amable, pese a estar hasta las cejas de trabajo (es temporada alta de 'casals' de verano). "En territorios como el nuestro, cualquier equipamiento educativo es irrenunciable. Tanto una biblioteca, como un patio abierto; todo suma. Son recursos vitales para una zona tan necesitada de servicios comunitarios como esta", resume el director de la Fundació Ateneu Sant Roc, espacio de referencia en el ocio educativo -y en casi todo- en este barrio de la periferia badalonesa que este verano se ha quedado sin uno de sus pocos recursos culturales, la biblioteca. "Cerrada hasta nuevo aviso" por "problemas con el sistema de climatización", indica la página web del Ayuntamiento de Badalona. Y no es el única. Han cerrado también por la misma causa la biblioteca de Llefià y la de Can Casacuberta, la biblioteca central de la ciudad. 
"Bastantes condicionantes tenemos en el barrio con el impacto de los recortes, la falta de opciones, recursos y equipamientos culturales como para dejar degradar los edificios y no tenerlos en condiciones dignas para los vecinos y los trabajadores. Las bibliotecas son una voz contra la ignorancia que suman cultura, educación y vida cívica; son espacios de estímulo, apoyo y ayuda, no nos podemos permitir su degradación. No solo de pan vive el hombre", denuncia la asociación de vecinos Sant Antoni de Llefià en un sentido y pertinente comunicado. Su presidente, Jordi López, juzga "muy preocupante" que los vecinos y los niños del empinado barrio no puedan acceder a las bibliotecas y tener condiciones dignas para la lectura y el estudio o participar de las actividades culturales que suelen desarrollarse en ellas, y "más en verano, cuando aumenta el tiempo libre de los niños y jóvenes". "Entre todos tendríamos que velar por conservar, fortalecer y aumentar las pocas opciones culturales que tenemos en el territorio", considera el líder vecinal.
Trincheras culturales
Carme Galve, directora de la biblioteca Jaume Fuster, en este caso, en Barcelona, aunque hay teorías que son universales, y esta es una de ellas, exponía en un reportaje sobre la función social de las bibliotecas la teoría de los tres espacios. "Las bibliotecas públicas son, para muchos, el tercer espacio. Ese que no es ni casa, ni el trabajo. O ni casa, ni el colegio. Para otros, los más vulnerables, son casi el el primero. El lugar de referencia; la zona de confort. Las bibliotecas somos trincheras culturales del territorio", afirmaba Galve rompiendo la leyenda de que las bibliotecas son lugares en los que nunca pasa nada.
Esas trincheras culturales del territorio son las que los vecinos de la Badalona combativa, sobre todo en barrios en los que todo cuesta siempre un poco más, como Sant Roc o Llefià, es a lo que el tejido asociativo y vecinal de la ciudad no está dispuesto a renunciar. López recuerda además que el problema viene de largo y no es cosa solo de las bibliotecas. "La Torre Mena, donde está la escuela de adultos y el centro cívico, con las lluvias del pasado invierno se llenó de filtraciones y se inundó, y hemos tenido muchos problemas también con el campo de fútbol y las escuelas públicas, tres se pasaron semanas sin calefacción", denuncia el presidente de la asociación de vecinos de Llefià, quien insiste en que es un tema -la falta de mantenimiento en los equipamientos públicos de la ciudad- que arrastran desde hace muchos años. 
[...] Causas complejas
Acózar añade que el problema en las bibliotecas -cuya clausura se hizo a petición de los sindicatos tras la última ola de calor y ante la falta de respuesta para poner al día las instalaciones- no es solo el calor. "En invierno ya pusimos una denuncia por las temperaturas extremas, en aquel entonces por frío", recuerda el trabajador municipal, quien insiste en que acumulan "años de inacción". "El análisis de las causas es complejo y la inestabilidad política no ha ayudado, pero tenemos claro que no se trata de falta de recursos sino de una falta de organización", concluye el líder sindical.
Desde el movimiento vecinal exigen al ayuntamiento no demorar las acciones para solucionar los problemas de climatización y fuentes municipales responden que al no tratarse de algo puntual sino de generalizado y que viene de lejos -no de este mandato ni del anterior-, "no es se puede resolver de hoy para mañana". "Tenemos que hacer un presupuesto e incluirlo un el plan de inversiones y es nuestra intención hacerlo. Los técnicos ya están trabajando en hacerlo", concluye una voz municipal, quien señala que están dispuestos a resolverlo "de forma definitiva".

_______________
P.S.: A Vic no hem arribat a tancar la sala infantil, però hem aconseguit tenir un cert aire  cubà, si se'm permet la broma. 


dissabte, 5 de gener del 2019

lladres de llibres


SEBASTIÀ BENNASAR
Lladres de llibres, adeu al romanticisme
Vilaweb
2|1|2019

Els lladres de llibres de Barcelona no tenen res de romàntic. Com a mínim els que s’hi dediquen a l’engròs tant a biblioteques com a llibreries. Fora dels paràmetres que els equiparen tot sovint a pobres escriptors joves sense recursos i amb moltes ganes d’escriure o a àvides lectores que no poden esperar a satisfer els seus impulsos, la majoria de lladres de llibres que operen a la capital de Catalunya ho fan per encàrrec o per pura subsistència i sol ser gent amb un historial delictiu prou ample en el món dels furts i amb uns nivells econòmics i ensems culturals força baixos. Sí que continua havent-hi algun adolescent que roba el llibre per fer la bretolada i també es produeixen alguns casos de lladres compulsius que roben aquests objectes com podrien fer-ho amb qualsevol altre, però l’activitat delictiva té molt menys glamour del que ens puguem imaginar.
Tot i això, els robatoris continuen ben presents i continuen implicant unes pèrdues importants però difícils de calcular tant a les llibreries com a les biblioteques. El perfil del lladre a les biblioteques, l’aporta Anna Bröll, directora tècnica de Coordinació i Serveis de Biblioteques de Barcelona, que recorda que fa uns cinc anys sí que n’havien arribat a quantificar les pèrdues: un milió d’euros, aproximadament. Això incloïa els documents prestats a més de vint-i-tres mil usuaris que no els havien retornat mai i els diners d’allò comptabilitzat directament com a robatori. Unes xifres que van obligar a posar fil a l’agulla.
‘Vàrem passar a treballar directament amb la guàrdia urbana durant un temps per intentar desmantellar els grups més organitzats, perquè molt habitualment hi havia colles de tres o quatre persones, amb bastants problemes al damunt, que robaven els documents per subministrar-los a les botigues de segona mà i al mercat de Sant Antoni’, explica Bröll. Biblioteques de Barcelona s’havia posat en alerta després d’haver estat molts usuaris els qui hi trobaven llibres amb els segells posats. ‘Durant el temps que vàrem treballar directament amb la guàrdia urbana, vàrem poder detectar aquests grups i es va posar una mica de fre, però vàrem aprendre algunes coses importants.’
Una de les lliçons de la campanya era que calia millorar les mesures antirobatori. L’altra, que sempre és millor un mal pacte que un bon plet. I és que en molts de casos va servir perquè molts usuaris tornessin els documents que tenien a casa, sobretot quan la policia els va començar a trucar. ‘Hi havia estudiants que venien amb els documents que no ens havien retornat però també que intentaven tornar-nos materials de les altres biblioteques, especialment universitàries. També n’hi havia que sabia que algun familiar seu tenia problemes de cleptomania i et tornaven tot allò que havien robat, i finalment hi havia aquest grup de gent organitzada que, a nosaltres, és la que ens fa més mal.’
El problema que es troben ben sovint a les biblioteques és que els lladres continuen causant grans perjudicis, però que alhora ells mateixos són una de les baules més febles del sistema. ‘Normalment qui roba llibres per revendre’ls a les parades dels mercats és algú que ja està molt desesperat i que ni et tornarà els diners ni et tornarà els documents, perquè se n’ha desfet. Solen caure perquè intenten treure les etiquetes i les bandes magnètiques i sempre n’hi ha alguna que es resisteix, xiulen quan surten i els podem atrapar.’ Passa que a les biblioteques hi ha una gran indefensió perquè fins que el valor no supera els quatre-cents euros és inútil d’emprendre cap acció legal, perquè si és inferior és considerat un furt, no pas un robatori i llavors els lladres surten per la porta amb la màxima celeritat.
‘Aquests lladres professionals ens desgasten molt, tant en energia com en recursos, perquè no hi ha una partida específica que calculi aquestes pèrdues i que es puguin tornar a comprar directament. Depenen del pressupost específic de cada biblioteca’, assegura Bröll.
Els districtes més afectats són Nou Barris, Sants i Sarrià-Sant Gervasi. ‘És normal que sigui així, perquè tenen molta mobilitat i en molts de casos cerquen biblioteques més tranquil·les i no tan vigilades. Saben que, per exemple, a Ciutat Vella se n’està molt més pendent.’
Bröll continua: ‘És cert que hi ha alguns llibres valuosos que són en préstec a les biblioteques de Barcelona. Nosaltres no som centres amb voluntat conservadora, per a això ja tenim la Biblioteca de Catalunya i més de semblants. Preferim que la cultura circuli i pensem que els usuaris tenen dret d’emprar aquests llibres. De tota manera, tampoc són els documents que se solen robar i hi ha una tendència generalitzada a sostreure més còmics i sobretot novetats que no pas aquests llibres específics que demanen un coneixement i que potser costa més de col·locar.’
Aparicions i desaparicions
També pot passar en el sistema de biblioteques que hi hagi llibres que apareguin o que desapareguin misteriosament. Sovint hi ha usuaris que n’han manllevat un i que al cap d’un temps ja no el necessiten i el tornen a la biblioteca d’on el van agafar. També pot passar que hi hagi qui no pugui treure llibres perquè és sancionat o ja en té massa en préstec i amaga què llegeix perquè ningú no el pugui trobar fins que no hagi acabat la lectura. De vegades aquests llibres que hom suposa perduts s’acaben trobant quan es fa inventari.
En el cas de les llibreries, la situació és una mica diferent. Marià Marin, del gremi de llibreters, explica que avui hi ha encara lladres de llibres i que ‘les llibreries grans en senten els efectes quasi cada dia, mentre que les petites perden uns tres o quatre llibres cada mes’. Tot i això és molt difícil de quantificar quant hi perd el sector.
En aquest cas no ens trobem tampoc lladres romàntics, tot i que és veritat que alguns llibreters confessen que han trobat escriptors robant als seus establiments. Fins i tot era molt comentat el cas d’un senyor que arribava a robar els de l’editorial per a la qual treballava. Però el mite de l’escriptor pobre que robava llibres, elogiat per exemple per Roberto Bolaño o Rodrigo Fresán, no existeix en aquest cas tampoc, sinó que impera l’adolescent brètol o bé el professional que roba per encàrrec o per revendre al mercat de segona mà.
Marin posa com a exemple un professional que va atemorir el sector entre el 2015 i el 2016. ‘Era una persona que es movia per tot el territori; una setmana apareixia a Tortosa i arramblava tant com podia i al cap de quinze dies el trobaves a Lleida o Girona o a una fira del llibre, si n’hi havia. Robava per encàrrec i era algú que anava a les llibreries, hi feia força preguntes, de vegades comprava alguna cosa i tot i després hi tornava. La primera visita era per a apamar el terreny. El vàrem enxampar gràcies a les càmeres d’un establiment i quan després vàrem fer-ne córrer les imatges entre els agremiats va resultar que tenia un historial delictiu de primer ordre, havia robat a tot arreu.’ En el judici aquest home va fer passar-se per malalt, afectat de cleptomania, però ben aviat va caure en contradiccions i es va veure que robava per encàrrec. Això és més habitual, o també que sigui gent bastant desesperada que roba per revendre després al mercat de segona mà.
A les llibreries el cas més comú és posar la denúncia als Mossos d’Esquadra quan és detectat un robatori. Una vegada que la denúncia arriba, és la unitat de robatoris o la de delictes patrimonials, depenent del lloc i la manera com s’ha executat el delicte, la que s’encarregarà d’investigar els lladres. Però per si algú ho havia pensat, els Mossos d’Esquadra ens comuniquen que no, que no hi ha cap agent ni cap grup específic destinat a caçar lladres de llibres. Si més no, de llibres comuns. ‘En general tots els robatoris són tractats per igual, però sí que us podem dir que aquests són molt difícils de perseguir perquè són pocs els establiments amb càmeres i perquè els lladres es desfan de la mercaderia molt de pressa. Sí que són més fàcils de perseguir els robatoris de llibres de bibliofília. Hi ha hagut algun cas darrerament i això és més senzill perquè ens movem en un mercat diferent: Sovint el lladre és algú culte o que, si més no, coneix bé el producte i té una bona xarxa de contactes per a poder col·locar-lo. És tot un altre món.’
Així doncs, si els lladres de llibres no són gens romàntics, és ben lògic que els encarregats de perseguir-los no estiguin tampoc dotats de cap aura especial. Tanmateix, sigui com sigui, el delicte persisteix i tant les llibreries com les biblioteques i els seus usuaris són els damnificats principals.

divendres, 2 de novembre del 2018

la bombolla de la literatura catalana


MAGÍ CAMPS
La bombolla de la literatura catalana?
La Vanguardia
28|10|2018

Escriptors, estudiosos i professionals del món editorial reflexionen sobre la narrativa del segle XXI
"La crítica militant ha mort”. Amb aquesta frase, Francesco Ardolino va encetar divendres la jornada “La narrativa catalana al segle XXI. Balanç crític”, organitzada per l’Institut d’Estudis Catalans (IEC), la facultat de Filologia Catalana de l’Autònoma i l’Associació d’Escriptors en Llengua Catalana. El professor de la Universitat de Barcelona es va demanar: “Hi ha literatura més enllà de la postmodernitat?”, i va respondre amb una crua crítica a la crítica, perquè és amable, i “si busquem una mica, de seguida trobem connexions entre els escriptors i els exegetes”. Com que la crítica no fa la seva feina, hi ha una clara conseqüència: “No ens ajuden a destriar el gra de la palla”. A més, “les xarxes socials magnifiquen qualsevol llibre nou i la indústria editorial tampoc no ajuda perquè es mou pels seus interessos”.
Però Ardolino encara va disparar més munició. Per al Grup 62, pel “monopoli de segells en català” i per a les editorials en general per haver donat “molta rellevància a la mediocritat”. Segons el professor, “la literatura catalana del segle XXI no hauria de tenir més de 20 títols a l’any”.
Josep Lluch, l’editor de Proa, Pòrtic i Empúries, va defensar la tasca de l’actual Edicions 62 explicant la bombolla editorial dels noranta, que va petar i que Planeta i Enciclopèdia Catalana van salvar. Ara hi ha “una miríada d’editorials petites que tenen la complicitat de nous llibreters, alhora que uns quants autors populars consoliden un públic mentre l’acadèmia i la crítica perden poder de prescripció”. Per Lluch, el problema rau en la “desproporció entre la indústria i el mercat”. A més, “hi ha més de mil premis, potser 1.300, a obra inèdita, un sistema útil per a la supervivència, però no per a l’expansió”.
Però no tot són males notícies. De l’anàlisi del conte i la novel∙la se’n van encarregar els
professors Manel Ollé i Antoni Isarch, respectivament. Tots dos van coincidir en la pluralitat de veus i de formes, “amb nous narradors de cordes diverses i singulars”, segons Ollé, que a poc a poc, sense renunciar al mestratge de Monzó i Pàmies, han desenvolupat estils propis. No debades, aquests dos escriptors també han evolucionat cap a contes que han perdut humor i que ara contenen “més mala llet, més agror i més sarcasme i, per tant, més potència literària”. Pel professor de la Pompeu Fabra, avui hi ha “un trio d’asos”: Francesc Serés, Joan Jordi Miralles i Borja Bagunyà.
Pel que fa a la novel∙la, Isarch va parlar de la “distància amoral hanekiana” que caracteritza aquesta època, en què marca cinc nuclis d’interès: les novel∙les autobiogràfiques; les que suposen processos de dol; l’home i el món; la interacció artística i metaliterària, i les al∙legories i anacronies, així com la novel∙la de gènere. Isarch considera que “la veu del narrador ha assumit el pes de la narració” aquest segle XXI.
L’escriptor Màrius Serra, com a membre de la Secció Filològica de l’IEC, va fixar una taxonomia de cinc categories segons l’ús de la llengua: 1. Els depuratius, de línia clara (Monzó, Pàmies, Tina Vallès, Eva Baltasar, Pagès Jordà, Guasch, Orriols); 2. Els lletrainterferits que escriuen en castellà i en català (Jenn Díaz, Care Santos), els que escriuen en castellà i els tradueixen, i els que juguen amb personatges marcats pel castellà (Solsona, Rojals); 3. Els de llengua neutral, funcional (Xavier Bosch, Calpena, Rahola, Gironell) –és el català de les traduccions, de què Baixauli es confessa deutor–; 4. Els genuïnistes, amb l’Osona Power i el Vallès Power al capdavant (Erra, Puntí; Puig, Forn, Vallbona, Ruiz, i també Garrigasait i Moliner); i 5. Els perifèrics (nord-catalans i de la Franja), alienígenes o friquis (de gènere), i verbívors (Adrià Pujol, Pedrals).
A la taula d’autors, Baixauli es va queixar que als escriptors en català sempre se’ls demana pel model de llengua –“com diu Mira, faig servir un català matisadament valencià”–, mentre que Serés va confessar que no va descobrir la literatura catalana fins als 19 anys: “A València i la Franja els problemes de la llengua són uns altres”. Jenn Díaz i Maria Guasch es van confessar deixebles de Rodoreda, i en el cas de l’oralitat, Díaz va revelar que per al castellà s’havia fixat en la seva àvia extremenya i que per al català el model és la seva sogra.

dilluns, 27 d’agost del 2018

bibliotecaris del món, uniu-vos!


QUIM MONZÓ
Biblotecaris del món, uniu-vos!
La Vanguardia
31|7|2018

Panos Mourdoukoutas és professor d'Economia a la Long Island University de Nova York, al campus conegut com LIU Post, el més gran del sistema universitari privat de l'illa, que enarbora amb orgull el cognom Post en honor de Charles William Post, que a finals del segle XIX va crear una empresa productora de cereals per esmorzar que competia amb la dels germans Kellogg.
Doncs bé, fa uns dies Mourdoukoutas va publicar a la revista Forbes un article en què proposa que Amazon substitueixi per sempre les biblioteques. (D'aquell país, de moment)
Diu que les biblioteques "no tenen el mateix valor que abans tenien" i que els contribuents paguen massa impostos per mantenir un sistema bibliotecari que està en decadència.
Diu Mourdoukoutas: "La clau és que Amazon ofereix una cosa millor que les biblioteques locals, i sense rebre impostos dels contribuents. Per això Amazon hauria de substituir les biblioteques locals. El canvi estalviaria diners als que paguen impostos i milloraria el valor de les accions d'Amazon, d'una tacada". Tal qual i sense immutar-se.
¿Com ha tingut les gònades d'escriure un article així? Evidentment —com si hagués dit que la llet de vaca, convenientment bullida, és una delícia que no comporta cap mena de problema—, han saltat les alarmes. A hores d'ara no hi ha bibliotecari d'aquell país que no hagi expressat el seu rebuig a la proposta. Argumenten que ofereixen serveis que cap empresa privada no podrà mai igualar, que són llocs clau per als pobres que no tenen possibilitat d'utilitzar de franc serveis bàsics.
Com per exemple el wifi. Queda una mica estrany això de reivindicar, com un dels valors de les biblioteques, que hi tenen wifi de franc, si avui en dia en trobes pertot, però suposo que, un cop més, es refereixen als que no poden pagar-se un Mocha Frappuccino® a un Starbucks. Altres bibliotecaris expliquen que, a més de deixar llibres, ells mateixos ajuden la gent a omplir els visats que necessiten i que, si tenen poc domini de l'anglès, fan de traductors. I que la gent es refugia a les biblioteques quan al carrer fa un fred glacial, a l'hivern, i a l'estiu, una calor asfixiant. Una versió actualitzada de les germanetes de la caritat, vaja.
La biblioteca pública de San Francisco va un pas més enllà i insinua que la revista Forbes té una intenció oculta per publicar l'article i és que, si tens targeta de soci de la biblioteca, et pots descarregar de franc la revista. Sembla una acusació producte de l'enrabiada, però ves a saber...Si no és per això, ¿per quin motiu ha escrit Mourdoukoutas aquest article i per quin motiu l'ha publicat Forbes ("The Capitalist Tool", com ella mateixa es defineix)? Sobretot, que ningú no menystingui la irritació que la proposta ha generat entre els bibliotecaris. És evident que ara sembla una bestiesa però ¿qui assegura que d'aquí a uns anys (hi hagi al poder Trump o un post-Trump) algun dirigent polític no decideixi anar més enllà d'aquest globus sonda i ho presenti com una necessitat real?


dissabte, 14 d’octubre del 2017

espais d'experimentació


Les biblioteques de Terrassa es converteixen en espais d'experimentació amb «BiblioLab»
El programa vol fomentar la creativitat en camps com la tecnologia, la ciència, l'art o la literatura
Nació digital
7|10|2017

Les biblioteques són molt més que un lloc on anar a estudiar la setmana abans dels exàmens finals. O, almenys, a Terrassa s'ho proposen. La Xarxa de Biblioteques Municipals posa en marxa, a partir d'aquest mes d'octubre i durant tot el curs, el projecte BiblioLab. Hi participaran cinc espais de la ciutat: la Biblioteca Central i les dels districtes dos, quatre, cinc i sis, amb activitats adreçades a tots els públics.
Sota el lema "crea-experimenta-innova", els tallers BiblioLab posen a les persones usuàries al centre de la biblioteca, convidant-les a generar i compartir coneixement a partir de l'experimentació i la innovació en camps com la tecnologia, la ciència, l'art o la literatura. L'objectiu màxim és convertir la casa dels llibres en laboratoris on els usuaris en seran els científics.
D'aquesta manera, la BCT Xarxa vol fomentar la creació i la creativitat de la ciutadania, "habilitats de gran valor en el desenvolupament de les persones en àmbits com l'educació, la cultura i l'emprenedoria". El programa es basa en criteris com l'equitat d'accés, la sostenibilitat econòmica, l'eficiència, o la qualitat de servei i la pertinença.
BiblioLab té uns objectius molt concrets. En primer lloc, impulsar el desenvolupament individual i col·lectiu a través de l'aprenentatge dinàmic, la creativitat i la innovació. També pretén oferir accés a la ciutadania a les tecnologies de la creació i la fabricació digital; situar l'experimentació en el centre del model d'aprenentatge impregnant l'accés al coneixement de manera transversal i fomentar la participació de la comunitat de forma activa.
Tot això respon a la voluntat per part de l'Ajuntament d'incrementar el valor social de les biblioteques públiques, obrint el seu enfocament i erigint-se en "un agent actiu que treballa i investiga en les noves formes de producció de coneixement i informació, tot acompanyant les persones usuàries en l'adaptació als canvis que es produeixen.

dissabte, 9 de setembre del 2017

can folga


Jordi Llovet
Les biblioteques pervertides
El País
7|9|2017

Fa cosa de trenta anys, un bon dia va aparèixer, al cancell de la biblioteca de l’Institut Francès de Barcelona, un cartell que deia “Médiathèque”, allà on sempre s’hi havia llegit “Bibliothèque”. Fetes les investigacions que són del cas, va resultar que els francesos, que tenen una administració pràctica i formidable des de Napoleó, havien arribat a la conclusió que, si la gent anava a aquell lloc a llogar pel·lícules i no llibres, el nom s’havia de canviar per no enganyar ningú. Després es va saber que, abans de canviar el nom, els llibres de l’Institut havien estat llençats als contenidors del barri, cosa que Néstor Luján i Paco Noy, pel que sé, van comprovar per al seu goig i enriquiment de les llibreries pròpies: hi van trobar primeres edicions de molta literatura francesa, volums que haurien costat un dineral.
Han passat molts anys, però ara li ha arribat a les nostres biblioteques el torn de deixar de ser tal cosa. Un article esborronador publicat en aquest mateix diari el 27 de juliol ens explicava que les biblioteques de Catalunya ja no es plantegen prestar llibres a ningú —atès, segurament, que ningú no en demana— sinó oferir una altra mena, vària, de serveis. La primera barbaritat que s’hi llegia deia: “Fins avui, les biblioteques oferien l’accés al coneixement, però a partir d’ara han de ser capaces de generar-lo a través de l’experimentació i la creació”. Com si els llibres no generessin, més que cap altra cosa, experiència i models per a la més digna activitat dels homes: saber, i viure en el llenguatge. En comptes de llibres, ara a les biblioteques s’hi fan cursos de cuina, ponsiupilates, agricultura urbana, assessorament matrimonial, atenció psicològica i Starbucks, amb cafeteria i tot. Hi ha learning spaces, inspiration spaces, permotive spaces, i “laboratoris” per a l’experimentació tecnològica (aprendre a jugar amb videojocs, per exemple).
Els pares hi deixen els nens considerant que és un lloc civilitzat; els vells hi troben caloreta a l’hivern i a l’estiu fresca; les mestresses aprenen a fer plats empordanesos, que són més catalans que els altres: pollastre amb escamarlans, “mar i muntanya”. Si tenen un sostre ben alt, els castellers hi assagen. Si és espaiós, s’hi aprèn a ballar el tango, mai el minuet. L’article al·ludit es preguntava: “¿En un futur hi haurà biblioteques sense llibres?”. Doncs sí: és més que probable, en vista de l’avançada dels nous aparells tècnics —mal anomenats “tecnologies”, nom d’una disciplina, no d’una eina—, en vista de l’analfabetització funcional progressiva de la societat, i atès el desprestigi de gairebé tot el que era sòlid i analògic: els llibres, el paper, els llapis, la goma d’esborrar i la maquineta de fer punta.
Hi havia uns centres on es feien totes les coses que hem dit més amunt: es deien “centres culturals”. N’hi havia a cada barri. Ara resulta que es multiplicaran per tres o per quatre gràcies a la càndida assistència dels bibliotecaris, molt sovint contra la seva idea del que caldria fer. Una bona colla deu pensar: O tempora!
La directora de la biblioteca Elisenda de Montcada —on deu jeure l’impressionant llegat de Juan Ramón Masoliver— deia: “La biblioteca deixarà de ser un espai on m’adreço [SIC]a cercar informació i coneixement per passar a ser un centre per al desenvolupament personal”. Com si llegir no fos una operació destinada al desenvolupament de la persona, més que cap altra cosa. I una guinda: “Les biblioteques perduraran en el temps i s’aniran renovant perquè sempre hi haurà noves necessitats”. Home! Dona! Posem que un vol cardar (la llana) i necessita un espai per fer-ho: doncs a la biblioteca! L’altra necessita que li ensenyin a fer-se la manicura: corrents a la biblioteca! El de més enllà necessita aprendre a conduir: vinga un curset a la biblioteca, amb pràctiques incloses! Hi haurà de tot, i tota mena de serveis; llegir, no llegirà ningú.
A proposta del president Pujol, quan era sant, vaig demanar-li a la llavors consellera d’Educació, Irene Rigau, que potenciés l’ensenyament de la literatura —o l’afició a llegir— a tota l’educació secundària i el batxillerat si no volíem veure buides les llibreries i les biblioteques en cosa d’anys. No va fer res. Si ara ho proposés a la titular dels nostres dies, tampoc no faria res. Aviat els nois i noies del país no sabran què és la literatura, no se’ls acudirà entrar en una llibreria, i, per descomptat, si les biblioteques no s’acaben de pervertir en el sentit que ja hem assenyalat, llavors tampoc no hi aniran. Només hi entraran, a manats i a carretades, a betzef i a la baldor, quan uns llums de neó, a l’exterior, indiquin “Can Folga” o “Biblioteca pervertida”, en comptes de la noble paraula “Biblioteca”, com es llegia a Alexandria.

dimarts, 4 de juliol del 2017

el valor econòmic de la traducció editorial


Traductores. Y todoterrenos. Llevan de viaje a las historias hacia otro idioma y nuevos lectores. Pero, mientras, afrontan otra odisea, aún más compleja: buscarse la vida. En España, apenas el 28,2% de los traductores editoriales se centró exclusivamente en su profesión en 2015, según el primer estudio exhaustivo sobre el valor económico del sector, presentado hoy por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Es decir, más de siete de cada 10 compaginan su labor con docencia, creación literaria, investigación, periodismo u otras ocupaciones.
El informe dibuja a lo largo de 52 páginas un cuadro tan precario como incierto para estos profesionales. El traductor, básicamente, está solo y abandonado en la jungla del mercado. Y sufre sus distorsiones: 3.167 profesionales —la red estimada por el estudio— se pelean sobre todo por las llamadas de 10 grupos editoriales, los colosos que concentran más del 70% de la industria. Y no hace falta ser traductor, ni economista, para entender qué lado atesora el poder en una ecuación con muchos oferentes y pocos demandantes. El estudio muestra que más de un cuarto de los encuestados trabajó en negro en 2015; uno de cada tres tan solo traduce uno o dos libros al año. Y los ingresos medios en este sector rondan los 5.000 euros anuales. Y brutos. De ahí que su capacidad adquisitiva haya perdido 7,5 puntos entre 1997 y 2010. Por todo ello, y no solo, el informe advierte de un "riesgo de expulsión de buenos profesionales del mercado y de pérdida de calidad de las traducciones".
El paraguas de la ley tampoco logra proteger al traductor. Las gotas, más bien, se filtran por demasiados agujeros. La Ley de Propiedad Intelectual, por ejemplo, “reconoce al traductor editorial la condición de autor de la obra, otorgándole el derecho a una liquidación anual por derechos de autor”, reza el informe. Sin embargo, para casi la mitad de los que percibieron ingresos por traducir libros la normativa se queda solo en el papel. La misma ley establece que el traductor ha de ser informado sobre la tirada y la venta del libro, pero siete de cada 10 jamás recibieron datos sobre ello. Tanto que el estudio considera “recomendable reforzar la supervisión y control de estas prácticas”.
Otra necesidad que destaca el texto es la de más estadísticas sobre el sector. Los propios autores del documento —realizado por la consultora AFI para la Sección Autónoma de Traductores de Libros de la Asociación Colegial de Escritores de España, y subvencionado por Cultura y por la entidad de gestión CEDRO— relatan la dificultad de hallar una cifra verosímil que acompañara al título de su estudio: El valor económico de la traducción editorial. De hecho, finalmente no hay respuesta a esa pregunta. Lo más cercano es un número al que el informe llega tras contrastar y comparar cuatro fuentes distintas: la facturación de la traducción en el sector editorial, para el ámbito de ocio, supone 293, 6 millones, un 35,2% del total solo de este apartado. El texto recuerda también que siempre hay cinco o seis obras que cambian de idioma en el top 10 de los libros más vendidos en España, que recoge anualmente la consultora Nielsen.
Más fácil resulta analizar qué se traduce. Por temas, sobre todo obras de las categorías “tiempo libre, infantil y juvenil y creación literaria”, según el texto. Y en cuanto a los idiomas, ocho de cada 10 son traducciones de un idioma extranjero a alguna lengua española. La mitad de las veces la versión original es en inglés, el francés representa un 10% y otro porcentaje idéntico supone el castellano.
Pero, ¿quién lee el fruto de este trabajo? El informe recopila varios datos más allá de la traducción, para retratar el contexto a su alrededor. En 2015, por ejemplo, se vendieron 155,4 millones de libros en España, lo que significa unos 400.000 diarios. Cada español lee en media 4,5 libros al año, aunque el número puede engañar. Porque, por un lado, está el 62,2% que disfrutó de al menos una obra editorial en 2015, lo que convierte la lectura en la segunda actividad cultural favorita de los españoles, tras escuchar música; pero, por el otro, hay casi cuatro de cada 10 españoles que jamás abrieron un libro en 12 meses. Un dato que no necesita traducción.

Tommaso Koch. Siete de cada 10 traductores editoriales necesitan otro trabajo para vivir. El País. 2|7|2017.


dimecres, 1 de març del 2017

el tercer espai


Cada vez la imagen de las bibliotecas corresponde menos con la clásica fila de hileras de estanterías atestadas de libros, pues cada vez va siendo más común encontrarse con bibliotecas que ofrecen otros medios alternativos al libro, un espacio para la convivencia, y una lugar de aprender nuevas habilidades. De este modo la biblioteca pública en Thionville es un ejemplo de cómo las bibliotecas evolucionan para satisfacer las necesidades cambiantes de las comunidades.
Thionville es una ciudad de 40 mil habitantes en el departamento del Mosela, en el noreste de Francia. La biblioteca fue diseñada por Dominique Coulon and Associates, una agencia de arquitectura de Estrasburgo. El propósito de los creadores era crear el proyecto que se convertiría en un nuevo modelo para el nuevo concepto de biblioteca como “Tercer lugar“. El edificio fue inaugurado en 2016. Se llama Puzzle – Mediathèque de Thionville, ya que el paseo por la biblioteca se convierte en un proceso de revelación de los diversos universos que constituyen este espacio a modo de puzzle.
[...] Los arquitectos concibieron la biblioteca como una sala de estar colectiva de la ciudad; con el objetivo de atraer a los diferentes tipos de personas que podrían utilizarla para desarrollar experiencias colectivas y momentos únicos, a través de espacios con diversas personalidades, mobiliario diferenciado , y un montón de espacios al aire libre.
Este proyecto tiene la ambición de convertirse en un nuevo modelo para las bibliotecas de medios. El programa pone en tela de juicio las funciones de una biblioteca tradicional, otorgándole el contenido de un “Tercer lugar” – un lugar donde los usuarios se convierten en actores en sus propias experiencias, un espacio para la creación y la recepción...

La biblioteca futurista de Thionville un espacio para el encuentro, la convivencia y el aprendizaje. Universo abierto. 26|2|2017.






divendres, 13 de gener del 2017

el perill de ser hàbils i prou


(Aquest article va ser escrit per encàrrec fa més d'un any, just després de l'atemptat al Bataclan, i havia de formar part d'un Llibre blanc de les biblioteques del segle XXI. El projecte no s'ha dut a terme i us l'enviem per Carta elèctrica, amb els millors desitjos d'any nou: 2017, sigues clement!)

[...] AHIR
Que el projecte de les biblioteques populars sota la Mancomunitat ens vingui d’Eugeni d’Ors potser ens convida a pensar en el que planteja Amery, ja que Ors va ser un dels principals teòrics del feixisme espanyol. El cert és que creia en la cultura com a instrument de civilització i era conseqüent amb les seves conviccions. L’Escola de Bibliotecàries concebuda per ell és eloqüent en aquest sentit; mireu com s’organitzaven els seus tres cursos:

1er— Bibliologia, Llatí, Gramàtica catalana, Teoria i història de la cultura, Principis i desenvolupament de les ciències físiques i naturals.
2n curs— Biblioteconomia, Llatí, Grec, Classificació de les ciències, Història de la literatura general i espanyola, Història de la literatura catalana.
3er curs— Bibliografia i nocions de paoleografia, Grec, Ètica i dret usual, Història de l’art, Geografia general, Pràctiques de biblioteques.

I mireu com s’organitza en canvi l’Escola de Biblioteconomia actual:

1er curs— Cerca i ús d'informació, Tècniques de comunicació, Història social del coneixement, Fonaments de tecnologia, Introducció als sistemes d'informació i documentació, Fonaments de cognició humana, Informació i societat, Informació i formats digitals, Recuperació d'informació.
2n curs— Disseny de sistemes de recuperació, Anàlisi de necessitats d'informació, Teoria de les organitzacions, Estadística aplicada, Recursos i serveis de referència, Aspectes legals de la informació, Gestió documental a les organitzacions, Mètodes i tècniques de planificació, Suport i formació d'usuaris.
3r curs— Catalogació i indexació, Desenvolupament de col·leccions, Metodologia de la recerca, Preservació i conservació, Sistemes de gestió automatitzada, Classificació i descripció de documents d'arxiu, Avaluació i qualitat.
4t curs— Pràcticum, Formalització semàntica, Màrqueting, Treball de fi de grau.

Per si convé destacar-ho, les persones destinades avui a treballar a les biblioteques públiques de Catalunya no reben formació ni en ciències, ni en arts, ni en llengües amb què descobrir allò que no s’ha donat en la pròpia. Se’ls inculca un saber tècnic relacionat amb l’emmagatzematge d’items. Que els items siguin llibres, aquest invent genial en què una persona es dirigeix en nom propi a les altres més enllà de l’espai i del temps per transmetre la seva experiència particular de la vida, això no té importància, no incideix en la formació, no implica la necessitat d’una cultura.
Cal preguntar-se si aquest fet no il·lumina una dada: actualment, de la totalitat d’usuaris de les biblioteques públiques a Catalunya, només un 8% hi consulta llibres. 

UNA ALTERNATIVA IDEOLÒGICA
Entre nosaltres la ideologia més pregnant i menys conscient és la de l’adaptació als canvis, que segons com es miri no deixa de ser una forma de resignació. La carta que em convidava a participar al llibre blanc de les biblioteques n’és tributària:

"[...] La continuïtat centenària d’aquest model bibliotecari ha estat possible gràcies a la seva capacitat d’adaptació a l’evolució de les demandes socials i culturals que la ciutadania espera veure satisfetes per les biblioteques. El model és el mateix però les biblioteques són diferents. I encara ho hauran de ser més, podríem afegir, si ens han de servir per encarar els reptes que la societat del segle XXI ens planteja: la vertiginosa apropiació i difusió social de les tecnologies digitals té un gran impacte sobre la producció i l’economia, sobre la societat i les seves dinàmiques i sobre la política i la manera d’entendre els processos democràtics. En aquest escenari hi ha necessitat d’adquirir contínuament nous coneixements i habilitats que ens permetin fer front als canvis accelerats que estem vivint. Hi ha una necessitat creixent de disposar de millor informació per entendre el món en què ens ha tocat viure i per prendre, cadascú de nosaltres, les pròpies decisions correctes."

Els subratllats són meus, i m’aturo al primer: la vocació de les biblioteques ¿és respondre a les demandes socials i culturals de la ciutadania, si és que podem saber quines són? En tot cas, no crec que aquesta vocació tingui continuïtat amb la que inspirava les biblioteques populars de fa cent anys, posades al servei no d’un concepte comercial disfressat de democràtic (la demanda), sinó d’una certa noció de cultura que tenien la missió de transmetre a la major part possible de ciutadans. L’objectiu era educar, amb tot el que això implica d’autoritat (i d’autoritarisme, si voleu).
Ara i arreu ja no es pretén educar les masses sinó ensinistrar-les, que és tot el contrari, encara que el discurs ho expressi amb una gran discreció: ja no es parla de coneixement sinó de coneixements en plural, un plural que conté tota una ideologia. La retrobem a la universitat amb el mirífic Procés de Bolonya i la retrobem a l’escola, on no es tracta de coneixement ni encara menys de cultura, sinó de competències bàsiques que els alumnes han de desenvolupar. (Aquesta ideologia justifica que fins al 2015 es pogués ingressar a les escoles de magisteri de Catalunya amb un 4 en llengua a la Selectivitat, nota irrisòria que diu tot el menyspreu dels poders públics per la missió dels mestres. Al cap de no sé quantes alarmes anuals ran de l’informe PISA, la Conselleria d’Educació ha condescendit a augmentar la nota a 5: més que suficient si els mestres han d’ensenyar no pas a comprendre el que llegeixes, ni a expressar el que penses, sinó a desenvolupar competències bàsiques.) 
No puc evitar un sentiment d’inquietud quan llegeixo, en una carta del Servei de Biblioteques, que “hi ha necessitat d’adquirir contínuament nous coneixements i habilitats que ens permetin fer front als canvis accelerats que estem vivint”. ¿És que també a les biblioteques ha de produir-se el drama? ¿També allà es liquidarà la cultura com a instrument al servei de la persona, i les persones es convertiran en instruments al servei d’una cosa que tant es pot dir societat com mercat? 
Convé preguntar-se per què la cultura és arraconada així. Oblidem els canvis i pensem un moment en tot allò que no varia, per exemple l’abús, la crueltat, la vindicta com a modus vivendi acceptat per la gran majoria dels homes. Tot això és antic com el món i de tot això tracten —amb quina impotència però amb quina tenacitat— els “clàssics”, que no ho són perquè algú n’hagi fet una llista arbitrària sinó perquè parlen fondament de l’espècie humana, sempre idèntica a si mateixa i mai explorada del tot. Per això els clàssics són la primera font d’on hauríem de beure si el que volem no és adquirir destreses de mona ensinistrada sinó comprendre alguna cosa. Per exemple, la narració de l’Èxode, composta fa vint-i-sis segles, és francament inspiradora en aquest tombant de segle en què l’esforç de diverses generacions per mor de la justícia social fracassa als peus d’un Vedell d’or anomenat creixement econòmic, que ens està duent a la destrucció del nostre hàbitat i a la degradació de totes les espècies vivents incloent-hi la nostra. 
Per cert, podria ser que el Vedell d’or de la Bíblia fos el primer cas registrat de “demanda social i cultural de la ciutadania”: llegiu l’Èxode. 

QUÈ TENIM I QUÈ PODEM FER-NE
Una de les inversions culturals més visibles dels darrers anys és la xarxa de biblioteques públiques construïdes arreu de Catalunya per la Generalitat i les diputacions. Són edificis que criden l’atenció, fets d’un mateix patró que els dóna aspecte de talaia: espais oberts amb grans finestrals, com si la biblioteca fos una posició privilegiada per mirar l’exterior —i ja es tracta d’això, de recollir-se per poder observar. 
L’existència d’aquests edificis és un fet positiu. Ara falta omplir-los. 
Una biblioteca necessita dues coses sense les quals caldrà canviar-ne el nom: un fons de llibres nodrit per les diverses disciplines intel·lectuals i no subjecte a la immediatesa sinó a la perspectiva del temps, i un personal capaç de guiar els usuaris en la seva exploració de la cultura escrita. 
Lamentablement, la tendència actual de les polítiques públiques va en sentit contrari. Ja he parlat de la formació dispensada per l’Escola de Biblioteconomia: ni arts, ni ciències, no cal dir-ne res més. Pel que fa al fons de llibres de què disposen les biblioteques, l’administració ha actuat fins ara sense projecte ni ambició de cap mena (i amb la gasiveria transpartidista que ja li coneixem: la Generalitat no ha arribat a invertir mai ni l’1 % del seu pressupost en cultura). Qualsevol que entri en algun d’aquests edificis moderns amb aspecte de talaia s’adonarà que contenen pocs volums, tots ells publicats en dates recents; i que la secció Història, o Ciències físiques, o Filosofia, hi ocupa un parell de prestatges. 
Ara bé, fora d’aquest marc administratiu poc estimulant hi ha una altra realitat, més caòtica i més esperançadora: bibliotecaris que treballen molt enllà del que se’ls demana, usuaris que responen immediatament a les seves propostes, biblioteques de poble i de barri que cada tarda s’omplen d’adults i de nens... Un exemple remarcable d’aquesta vitalitat són els clubs de lectura. Cal recalcar-ho: els usuaris de les biblioteques, curiosos d’aquelles disciplines que els plans d’estudi moderns els fan la gràcia de no ensenyar-los —la literatura en primer lloc—, s’inscriuen als clubs de lectura que els bibliotecaris tenen la bona fe d’organitzar sense que els ho imposi ningú. L’èxit d’aquests clubs indica una necessitat de guiatge. Molts dels bibliotecaris que els duen voldrien disposar d’instruments amb què enriquir-los (per exemple, de bons especialistes que els preparin a fer-ho). I això apunta clarament a l’ambició de fa cent anys. 
Les biblioteques poden ser el lloc on els ciutadans trobin qui els ajudi a comprendre. On l’apetit de conèixer no s’estavelli contra la quantitat astronòmica de coneixements en plural. On aquesta colla de mones hàbils que som accedeixi a la cultura, que no és un saber funcional sinó una manera de passejar pels segles a través de la música, de la poesia, de la ciència, de l’espiritualitat, fins a prendre consciència que la humanitat canvia molt en els seus artefactes però gens en la seva conducta, i que val la pena impregnar-se d’aquesta veritat per no perdre la il·lusió de canviar-la.
Aquí sí que hi ha una demanda social en el sentit respectable de la paraula. Cal atendre-la i no perdre de vista que els professors de l’antiga Escola de Bibliotecàries eren els intel·lectuals més brillants de l’època: tal era el respecte dels poders públics per la missió encomanada a les biblioteques. Nosaltres no ens podem permetre de tenir-ne menys. El perill de ser hàbils i prou, que vol dir dòcils, és imminent.
París, 30 de novembre de 2015

Maria Bohigas.  La gran insurrecció dels clàssics demana asil a les biblioteques. Al blog: Cartes elèctriques. 12|1|2017.



dimecres, 16 de novembre del 2016

estat d'estupor


LA POLÍTICA en España está sobrevalorada. Para desastre, desastre, el cultural.
Una amiga librera, Begoña, me cuenta que tomó plena conciencia de lo que significa “estupor” al intentar describir la expresión de una persona que entre­abrió la puerta, asomó la cabeza y por un instante su cara quedó atrapada entre grandes signos de interrogación y exclamación. Balbuceó una disculpa que no llegó a cuajar, tiró de la puerta y Begoña vio por la cristalera que se escabullía hacia la calle como quien se libera de un cepo. Era el rostro de una persona que iba a entrar en el lugar equivocado. Pero para alcanzar el estupor era necesaria otra condición: el lugar equivocado era una librería.
Cada vez que se dan a conocer los datos del barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre los hábitos culturales en España, la gente que intenta explicarlos parece también sumida en un estado de estupor. Atrapada entre signos de interrogación y exclamación, a la manera gráfica en que se expresa la estupefacción en las viñetas de cómic. La última entrega del CIS podría figurar como apéndice cultural del Apocalipsis. Más del 36% de los españoles declaran que no leen nunca un libro. De cada 10 personas, 7 no han entrado en una biblioteca ni por equivocación.
Volviendo al estupor, solo hay un detalle “nuevo” en la última encuesta: la sinceridad en el desastre. El 42% de los que no leen nunca un libro declaran que no lo hacen porque no les gusta o no les interesa. Un defecto de las encuestas es que no reflejan el matiz. Puede darse el caso de que a una persona no le guste el libro como objeto paralelepípedo, pero que le encante lo que lee. Recuerdo una discusión en un bar en la que uno de los implicados intentó resolver la disputa buscando la verdad en un libro. Fue a casa y volvió con el volumen de una enciclopedia. Sonreía, triunfador. Hasta que el contrincante dijo: “¡Ahí viene un burro con un libro en la mano!”. Me temo que la encuesta cultural va en el mismo sentido, pero sin ninguna ironía. Uno de cada tres españoles no ha digerido ningún libro ni está dispuesto a probarlo. Sería un error pensar que es un asunto de edad. Hay una peligrosa tendencia a cargar las taras típicas en los más viejos. Se emplea con demasiada ligereza viejo como sinónimo de retrógrado o ignorante. Hay una especie de gerontofobia en el ambiente.
La mayoría de los viejos que conozco, empezando por los que no saben leer, tienen un respeto por los libros. E identifican la cultura con una cierta redención. Por el contrario, amigas profesoras y bibliotecarias me comentan que suelen ser jóvenes los que muestran, sin complejos, un rechazo primario a los libros y a la lectura. Traten de lo que traten. No es una enfermedad, pero a la larga puede ser una peste. En los últimos tiempos ha habido leyes educativas que conspiran contra la lectura. El desastre cultural no tiene una sola causa, pero sí que se intoxica el medio ambiente con la subestimación de lo que se ha dado en llamar humanidades. Hay incluso voces públicas que asocian la libertad con un curioso derecho a la ignorancia: ¿Para qué aprender cosas inútiles, como lenguas muertas o filosofía?
En la lista de gastos de los golfos detentadores de las llamadas tarjetas black había casi todo tipo de productos y caprichos. Lo que no hay en el escándalo es ningún desliz cultural. Toda esta gente con estudios, con mucho máster en el historial, no tuvo nunca la tentación de un libro, ni siquiera de serie negra o policial.
Es verdad que una mayoría de gente en el mundo no lee libros. Nos queda el teatro, la música, la danza o el cine. Pero también en esas artes los datos en España son demoledores. Lo más inquietante es que van a peor. Hay quien pide autocrítica: tal vez lo que se ofrezca no resulte atractivo. No comparto esa visión. Si en algún lado hay crítica y autocrítica, a veces descarnada, es en el mundo cultural. La primera causa del desastre es la desatención, el abandono, cuando no la hostilidad. Hay una prueba inmediata: cines y teatros se llenan los días en que no rige el ivaicidio.
Tal vez hace falta una nueva heroicidad frente al estado de estupor. Ya hay jóvenes y viejos que la practican. Mantener vivo un grupo de teatro o danza. Compartir un sótano sórdido donde nacen canciones que cambian el paisaje. Abrir una librería. Al fin y al cabo, algunos entramos, la primera vez, por equivocación.

Manuel Rivas. El estupor cultural. El País Semanal. 13|11|2016.


dijous, 21 de maig del 2015

formació per a bibliotecaris: agafa la pasta i corre


«Aquest matí he assistit a un curs de captació de fons privats per a biblioteques. El tema m’interessa i trobo molt necessari que les biblioteques trobem noves vies de finançament per les raons que ja tots sabem: els pressupostos públics s’han retallat, per tenir major independència del servei -almenys en la teoria-, per ampliar l’oferta de serveis i d’activitats, etc.
Com en qualsevol formació per a bibliotecaris/es no ha faltat el debat i l’intercanvi d’idees entre els assistents -cosa que jo valoro molt positivament-. De la sessió d’avui destacaria les explicacions de com fer una matriu de serveis. Una matriu de serveis consisteix bàsicament en fer públic i oferir als possibles patrocinadors una sèrie de contraprestacions en funció de la quantitat econòmica donada. Els exemples de la taula s’han comentat durant el curs però sense valorar en profunditat les xifres econòmiques que consten.


Donatiu < 300€
300 - 500€
Donatiu >500€
Logotip a la publicitat.
     x
    x
    x
Agraïments públics en la presentació.
     x
    x
    x
Fer constar al patrocinador en la llista de donants del web de la biblioteca.

    x
    x
Placa a la porta de la biblioteca.


    x
Posar el nom del donant a un espai de la biblioteca.


    x


Durant la classe s’han fet diverses propostes de patrocini en un exercici de pluja d’idees. Algunes de les propostes m’han fet pensar sobre el valor dels diners i els valors de la biblioteca.
En un moment donat, jo mateix he comentat que en una ocasió necessitàvem para-sols i ens va sorgir l’oportunitat de posar-ne. El patrocinador era Cervesa San Miguel i per tant als para-sols havia d’aparèixer la marca. Vam descartar el patrocini perquè no ens semblava apropiat per a la imatge de la biblioteca. Una persona del curs ha dit que acceptar-ho o no depèn de la imatge que li vulguem donar a la biblioteca. A una persona li pot interessar no fer-ho perquè és més tradicional i a una altra li pot agradar donar una imatge de més modernitat i fer-ho. M’ha sorprès que precisament s’hagin utilitzat aquests termes, modernitat i tradició. A mi no em sembla que introduir les marques a la biblioteca sigui una cosa moderna. I s'ha de valorar la imatge de cada marca. No és el mateix la marca Unicef que Qatar Foundation, per exemple.
Plantejo un altre cas. Acceptaríem que la marca Coca-cola, per exemple, que sabem que ha incomplert una sentència judicial per no respectar els drets dels treballadors patrocinés la biblioteca? Estaríem fent un favor a la biblioteca? I encara diria més, estaríem fent un favor a la societat?
Un altre cas hipotètic que ha generat debat ha estat el següent. L’aportació econòmica d’uns patrocinadors permet convidar a un autor a la biblioteca. Com a contraprestació s’ofereix als donants un sopar exclusiu amb el mateix autor. La biblioteca sempre s’ha caracteritzat per ser accessible per a tots en igualtat de condicions. Aquest tipus d’actes no crearia classes d’usuaris? Uns, com que tenen diners, poden permetre’s sopar amb els autors mentre que els altres, que no en tenen, no ho poden fer. On estaria el límit d’aquests tipus d’actuacions? També s'ha comentat com a privilegi per als donants que tinguin preferència a l'hora de reservar els espais de la biblioteca. Vist així, també es podrien crear zones VIP a les biblioteques per a aquells que tenen diners i ho poden pagar.
En aquesta ocasió una persona ha dit: “home, tampoc t’ho agafis així. Pensa que gràcies a que unes persones fan una aportació econòmica hi ha altres que en treuen un profit i és normal que els que donen diner rebin una contraprestació”. [...]
En aquesta societat capitalista queden poques institucions que funcionin al marge dels interessos econòmics i una d’elles és la biblioteca pública. De la mateixa manera que la biblioteca intenta estar al marge dels interessos polítics també ha d’intentar mantenir-se prudent i no caure en la perversió dels interessos econòmics.
A més, si les biblioteques aconseguim funcionar amb fons privats veurem reduir els pressupostos públics encara més?
La formadora no para de repetir que hem de veure el món amb uns altres ulls i des d'una perspectiva diferent però jo la veritat és que no tinc clar si vull veure el món a través de la perspectiva que ella ens proposa.
En definitiva, no ens hem de tancar portes a l’entrada de finançament privat. Al contrari. Hem d’intentar obtenir-ne més però també hem de saber posar límits al patrocini perquè se’ns pot anar de les mans».

Màrius Aguilera. «Biblioteques en venda?». De biblioteques. 8|5|2015.