dimecres, 24 de desembre del 2025
dimarts, 23 de desembre del 2025
dilluns, 22 de desembre del 2025
retrat de thomas mann
LUIS ALEMANY
Retrato de Thomas Mann, desde el primer amante a la última soledad
El Mundo
14|6|2022
Si la vida de Thomas Mann fuese una pieza de videoarte o el tráiler de una película, la obra podría empezar con una imagen casi onírica y saturada de luz, una escena de iniciación entre dos compañeros de internado en un muelle de Lübeck que se han escapado de clase para cruzar la frontera entre la amistad y la sexualidad, pero que, al final, dan un paso atrás, asustados por la transgresión. Entonces, empezaría a sonar la Octava Sinfonía de Mahler en alguno de sus tramos más perturbadores y la película se convertiría en un crescendo de imágenes en collage: Venecia, Hitler, el Nobel, Davos, Heinrich Mann, Los Ángeles, Freud, los hijos, el sexo prohibido, el suicidio, la guerra... Y al final, en ese momento en el que Mahler detiene el estruendo y retoma la melodía perdida, la imagen volvería a la dulzura de Lübeck.
El mago, de Colm Tóibín (Lumen), es lo contrario a una pieza de videoarte o a una sinfonía de Mahler. Es un relato largo, fluido y de estilo casi invisible que relata la vida de Thomas Mann sin que una sola escena aparezca enfatizada, sin que ninguna idea se presente como un gran misterio desvelado. El misterio de Mann, el de El Mago, no fue su sexualidad, ni lo que su severidad escondía, ni su talento para la narración. El misterio de Mann es algo tan nuclear en el personaje que sería infantil desvelarlo.
"Lo que me fascina de Mann es su condición fantasmagórica. Hay relatos de muchas escenas de su vida familiar en las que el entraba en su casa y todo el mundo hacía ruido y tocaba música y bailaba, todo el mundo menos él, que permanecía silencioso y callado. Thomas observaba, era una presencia fantasmagórica. No gritaba, no discutía, no interrumpía... Y eso era contradictorio con el poder que tenía cuando escribía", explica Tóibín desde Los Ángeles, la ciudad en la que el autor de Doctor Fausto se exilió entre 1942 y 1952.
La idea de que Tóibín, el autor de Nora Webster y de Brooklyn, novele la vida de Thomas Mann es irresistible pero no insólita. Hace 16 años, Tóibin publicó en España The Master. Retrato del artista adulto (Edhasa), su relato de Henry James. "Tanto Thomas Mann como Henry James fueron escritores que se crearon una imagen con la que presentarse ante el mundo. Mann se proyectó como un académico, un intelectual alemán, una presencia sólida... Después de su muerte, el mundo descubrió que su realidad estaba llena de grietas, que fue muy inestable, que se veía a sí mismo como una presencia frágil. Su vida estaba llena de ambigüedades sexuales, políticas y respecto al sentido que tenía de sí mismo", explica Tóibín.
La tentación es empezar por la sexualidad.
Primera escena, la de los muelles de Lübeck. Thomas Mann, un adolescente casi inaccesible para sus compañeros, descubre la amistad en el hijo de un molinero, idealiza ese vínculo y lo romantiza. El día de la escapada, declara su amor, no del todo claramente pero casi, y su amigo le contesta con un no pero sí pero no y un abrazo difícil de interpretar. Después llegan las vacaciones y la amistad se diluye.
Segunda escena: cuando Mann estudia bachillerato y vive solo, de huésped en casa de un profesor, el hijo de este, un chico vulgar y desdeñoso, lo convierte en su amante. La relación es más bien brutal y está siempre al borde del descubrimiento y de la infamia. Si alguien fantasea con una historia que se llamase Lo que no se contó de Los Buddenbrook, aquí tiene material.
Tercera escena: Múnich, un concierto de Wagner. Mann, aún un aspirante a escritor, está sentado en una butaca de segunda clase del auditorio. Su mirada se dirige a la platea, a Katia y Klaus Pringsheim, los más bellos miembros de la burguesía intelectual de la ciudad: guapos, cultos, divertidos, transgresores, judíos... Mann los ve con deseo, a los dos, al mismo tiempo. Katia detecta su mirada y entiende todo, los recovecos y la soledad de Thomas. Y, entonces, empieza el cortejo que terminó en 50 años de matrimonio y seis hijos. "Mann mantuvo en secreto su sexualidad, su deseo y algunos encuentros. Pero su matrimonio no fue triste como suele ocurrir con los hombres homosexuales que viven con una mujer. Katia era una persona que estaba por delante de su tiempo. Ella era consciente de quién era su marido y lo quería así".
En realidad, la sexualidad de Mann no fue nunca tan secreta. Cuando conoció a Katia, escribió un cuento en el que explicaba muy claramente ese primer impulso de poliamor wagneriano. Y de La muerte en Venecia no hay que dar muchas explicaciones. Lo interesante es descubrir, con el relato de Tóibín, que esa sexualidad era parte de una imagen conflictiva que Mann tenía de sí mismo, la del portador de un gen maldito. Para empezar, porque su madre era una brasileña católica y expresiva, que desafiaba con su sola presencia las normas de Lübeck.
"Esa es la esencia de la novela: la imagen de Mann del escritor burgués que controla su vida no era cierta. Mann, en realidad, era un hombre sensual e inestable. Incluso en su formación intelectual había mucha inestabilidad. No fue a la universidad y no estuvo nunca en París, con lo fácil que hubiese sido. Y como intelectual, era un gran lector pero era un lector pragmático: elegía los libros que le interesaban para escribir".
El Mann de Tóibín es también un escritor de una facilidad insultante: pasa unos días en Venecia y se trae La muerte en Venecia como el que se trae un souvenir. Va a visitar a Katia a un sanatorio en los Alpes y escribe La montaña mágica porque esa era la consecuencia lógica. "Escribió Los Buddenbrook somo si hubiese visto toda la historia en una fotografía" explica su retratista.
Sin embargo, hay algo que no aparece en El mago: el retrato intelectual de Mann. No hay ni una sola línea dedicada a explicar si le gustaba más Balzac que Tolstoi, qué pensaba de Goethe o de Oscar Wilde, por ejemplo. "Esa parte la escribí pero no funcionó, me desviaba de mi interés con su vida en la familia y quedaba aburrido. Eliminé 55.000 palabras al respecto".
Una sola duda, entonces: Mann era casi contemporáneo de Marinetti, de Picasso, de Joyce y de Le Corbusier. ¿No le interesó la revolución intelectual de su generación, la de las vanguardias? "Empezó a interesarse por el modernismo muy tarde, en América, en 1940. En ese momento se enteró de lo que había conseguido James Joyce, aunque no creo que lo leyera. No hay ninguna mención en sus diarios ni en sus cartas sobre Picasso ni sobre Marinetti. Freud sí le interesó mucho. Schoenberg le fascinó intelectualmente más que como un gozo de los sentidos. Su gusto se quedó en Wagner y Mahler. En realidad, era un hombre alemán del XIX que tuvo la mala suerte de vivir en el XX".
La tendencia es ver en el destino de los hijos de Mann, autodestructivos, suicidas y adictos a la droga, una prueba de que esa mezcla de anacronismo, ocultamiento y severidad fue la semilla de un dolor insuperable. Tóibín no lo cree: sostiene que los hijos del novelista fueron niños felices cuyas vidas quedaron destrozadas por el trauma del III Reich. Si padre, en cambio, hizo lo correcto: "En 1914 era un monárquico, proprusiano, conservador. Después, se convirtió en un gran demócrata y se manifestó con mucho valor contra Hitler".
dissabte, 20 de desembre del 2025
un epígraf
Tengo la certeza de que si pudiera leerme hacia atrás,analíticamente, a través de los libros de mi infancia, encontraría las claves de todo.El niño vive en el libro; pero ni más ni menos que lo que el libro vive en el niño.
Elizabeth Bowen
Trobat a: Maryanne Wolf. Cómo aprendemos a leer. Historia y ciencia del cerebro y la lectura. Traducció de Martín Rodríguez-Courel. Ediciones B, 2008.
divendres, 19 de desembre del 2025
muntanyes
JOAN GARÍ
Muntanyes
Diari La Veu
7|9|2022
Com en aquest món hi ha gent per a tot, alguns es dediquen a fer els huit mil del planeta. L’Everest i tota la pesca. Quan se’ls pregunta per què hi pugen, de vegades jugant-se la vida, contesten invariablement: «Perquè estan ahí». Sempre m’ha cridat l’atenció eixa resposta. La respecte profundament, és clar, però hi ha tantes coses que les tenim ací al costat i no les coneixem…
Personalment, la muntanya més alta a què he pujat és La muntanya màgica, de Thomas Mann. L’avantatge de pujar a un llibre, i no a una deformitat exasperada del terreny, és que vius una aventura majúscula sense moure’t de la butaca. Es tracta d’un llibre gros: la versió catalana (de Carme Gala) que va publicar l’editorial Proa fa 784 pàgines. He fet aquest huit mil personal dues vegades. La primera, de molt jove, per pur plaer. La segona, fa alguns anys, per preparar el meu particular homenatge a Mann, El balneari (3i4). Tot i que vaig ambientar aquesta novel·la en un poble nordvalencià de muntanya on efectivament hi havia un balneari, no sé si vaig arribar ni a fer un poc d’ombra a la gran epopeia de Davos. Però és un text que a mi em va resultar satisfactori i aquest és l’autèntic motiu pel qual el vaig escriure.
També diré que no tinc res contra l’excursionisme més o menys extremat. Jo mateix he fet el pic del Penyagolosa algunes vegades. El Penyagolosa, això sí, no s’assembla massa a l’Everest: és un pujol amanós, familiar, confortable i amical. S’hi puja a gust i, des de dalt, es contempla un rerepaís d’anar per casa, en sabatilles de buata.
Posat en el tràngol d’haver de fer alguna cosa fora de la meua butaca de llegir, em vaig dir un dia que jo també havia d’exercitar un coret aventurer. Així que fa deu anys vaig viatjar no al punt més alt del planeta, sinó al més baix: la mar morta, a Israel. Aquest llac salat està situat a més de 400 metres sota el nivell del Mediterrani. La profunditat exacta varia, perquè la mar va perdent aigua a poc a poc, així que la depressió es fa cada vegada més fonda. Hi vaig arribar en un taxi amb aire condicionat conduït per un tipus de qui no ens acabàvem de fiar. Però és va comportar, certament.
Tot això podria ser el preàmbul –i ho és- per a l’argument central d’aquest article, que és la novel·la El mag, de Colm Tóibín. L’ha publicat el segell Amsterdam i ha sigut una de les grans lectures d’aquest estiu. És una biografia de Thomas Mann que ha rebut elogis de la premsa internacional. I hi estic d’acord. La prosa clara i precisa de Tóibín s’ha ocupat de seleccionar aquells passatges de la biografia del gran home que més poden il·luminar el seu món.
Ja se sap que no es pot parlar de Thomas Mann sense ocupar-se també de la seua família, sobretot els seus fills. Cóibín ho fa amb solvència. Realment resulta apassionant anar resseguint la peripècia d’aquestes vides privilegiades però una mica tortuoses. Curiosament, fa l’efecte que Thomas, el patriarca (juntament amb la seua dona, Katia), era el més equilibrat de tots. Això sense comptar, és clar, les seues pulsions homosexuals, que la novel·la tracta amb delicadesa però sense embuts.
La impressió de la lectura d’aquesta magna obra és que Thomas Mann va seguir el seu itinerari sense veure’s afectat per les opinions dels altres. Quan se’n va anar d’Alemanya fugint de Hitler volien que de seguida condemnara el nazisme. Es va esperar uns anys, per les raons que s’hi expliquen. Quan va tornar al seu país, després de la guerra, volien que no visitara l’Alemanya comunista. Però hi va anar, a pesar de les pressions americanes en plena Guerra Freda (Amèrica li ho havia donat tot i l’havia convertit en el referent moral de l’antifeixisme). Ell va seguir sempre la seua veu interior i aquest és el missatge que ens ha deixat a tots els escriptors posteriors.
L’altre missatge el va reblar el seu germà Heinrich. «Quan estiguem morts ens tindran més simpatia», amolla en un moment donat, al final de la narració. I és inapel·lable: les societats estan infinitament més còmodes amb un escriptor quan ja és mort. Les societats: aquest conjunt de fills de mala mare que no saben apreciar el talent ni l’art, excepte per a sublimar-los en una fastigosa necrofília.
dijous, 18 de desembre del 2025
al·lucinacions
AMPARO BABILONI
Las alucinaciones de la IA están afectando a un sector muy concreto: el de los bibliotecarios
xataka
11|12|2025
Qué está pasando. Lo cuentan en Scientific American. Hay personas acudiendo a bibliotecas y archivos en busca de libros o artículos científicos que no aparecen por ningún sitio por una razón: no existen. Cruz Roja Internacional ha alertado de la situación y responsabiliza a herramientas de IA como Gemini, ChatGPT o Copilot. Aseguran que "Estos sistemas no realizan investigaciones, verifican fuentes ni cotejan información. Generan nuevos contenidos basándose en patrones estadísticos y, por lo tanto, pueden producir resultados inventados".
Bibliotecarios hartos. La directora de investigación de la biblioteca de Virginia estima que al menos un 15% de las consultas que reciben a través del correo son sobre documentos y trabajos generados por ChatGPT y herramientas similares. "Para nuestro personal, es mucho más difícil demostrar que no existe un registro único", asegura. Una usuaria de Bluesky relata una experiencia similar cuando un estudiante le pidió que encontrara una serie de referencias. Tras un rato buscando sin éxito, le preguntó al estudiante de dónde había obtenido la lista y confesó que venía de los resúmenes de IA de Google.
Las citas inventadas no son algo que empezara a suceder antes de ayer, en 2023 ya había discusiones al respecto. La Universidad de Seattle detectó que muchas veces es muy complicado verificar estas citas inventadas. El motivo es que la IA suele dar títulos de revistas o libros que existen, pero lo que no existe es el capítulo o número donde se encuentra la información. Lo que hace es mezclar información para que parezca convincente, cuando en realidad es un callejón sin salida.
La IA y los libros. Las referencias inventadas no son el único problema, hay bibliotecarios que también critican los libros creados enteramente con IA por ser "increíblemente malos" y recientemente hemos conocido el caso de Corea del Sur y el fracaso estrepitoso de su programa de libros escolares hechos con IA.
Por otro lado tenemos el problema del copyright. Igual que con obras de arte, los libros también han sido usados para entrenar la IA sin compensar a sus autores. Un grupo de autores demandó a Anthropic por este motivo, pero el juez falló a favor de la empresa.
Papers sobre IA, hechos con IA. En un artículo de Futurism contaban que una consecuencia del slop de la IA es que los propios papers que investigan la IA están hechos con IA. Se estima que la cantidad de papers sobre IA se ha duplicado en los últimos años y revistas como NeurIPS han tenido que pedir ayuda a estudiantes de doctorado para que les ayuden a revisarlos. Hay un caso concreto de un investigador llamado Kevin Zhu que ha participado en más de 100 papers en un año, una cifra desorbitada para los expertos. Para sorpresa de nadie, muchos de estos papers son un auténtico desastre lleno de citas inventadas, errores flagrantes y a veces texto oculto para manipular los propios sistemas de revisión.
Alucinaciones. Que la IA se invente cosas es bastante habitual, son lo en la jerga de la IA se conoce como alucinaciones y uno de los puntos débiles de los modelos de lenguaje; los avances son enormes, pero la realidad es que aún no podemos fiarnos de la IA y es necesario comprobar la información. Las alucinaciones suelen ser el motivo por el que pillan a quienes usan la IA en sus trabajos, como la consultora Deloitte, que entregó un informe al gobierno australiano que contenía referencias a informes totalmente inventados.
dimecres, 17 de desembre del 2025
una porqueria de títol
CARLOTA GURT
Una porqueria de títol
Arallegim
6|12|2025
De vegades, entres en una llibreria sense cap idea concreta però amb ganes de deixar-te seduir per un (autor) desconegut. hi ha tres elements que tenen un paper important en aquesta seducció que alguns anomenen màrqueting: la imatge de coberta, els paratextos (faixes i contracoberta) i el títol. De les imatges de coberta potser ja en parlarem un altre dia, perquè la cosa dona per a molt —tenim des del minimalisme de Gallimard fins a les estridències de colors dels britànics— i potser alguns editors mereixerien la presó pel seu mal gust (això de la presó és un dir, eh, però com que veig que hi ha lectors que tenen la dèria d'entendre-ho tot al peu de la lletra, val més que ho aclareixi per evitar comentaris pesadíssims del tipus "Estàs banalitzant la presó", "A tu sí que t'haurien d'engarjolar per escriure articles com aquests", etc.; vaja, coses així però amb trenta faltes d'ortografia). Sobre els textos de les faixes, ja n'he parlat alguna vegada. I els textos de contracoberta jo seria partidària de cremar-los tots. Avui, doncs, parlarem dels títols, perquè també hi ha autors que mereixerien sancions severes pels que escullen. Parlaré de textos que em toquen de prop per no ferir sensibilitats.
Penso, per exemple, en l'esplèndida Els idus de març, de Thornton Wilder, que acaba de sortir a Eclecta i que jo mateixa he prologat. A parer meu, és una porqueria de títol, perquè dona una idea enganyosa del que hi trobaràs a dins, això suposant que sàpigues què són els idus de març (el 15 de març, data en què van assassinar Juli Cèsar). El títol és, doncs, poc entenedor i, fins i tot si l'entens, porta a pensar que es tracta d'una novel·la de tema polític, quan en realitat és un llibre sobre la condició humana que ho abasta tot: l'amor, la poesia, el matrimoni, l'amistat, la mort i sí, també la política, esclar.
Un altre títol poc clar és aquesta formidable novel·la breu de Charlotte Gneuss, que acaba de sortir a Periscopi amb traducció meva. Vam plantejar-nos moltes vegades què fer amb el títol. Perquè Gittersee és un topònim, un lloc als afores de Dresden, és a dir, a l'antiga RDA, que és just el tema del llibre. Però el lector català no sap que és Gittersee i encara menys on para. Al lector no germanoparlant, Gittersse no li diu res, per això les editorials italiana i castellana ho han publicat amb el títol Els confidents, que, per al meu gust, revela massa coses. Es dona el cas, a més, que Gittersee es pot entendre com un compost que en alemany voldria dir mar de reixes, i sí, podríem dir que els personatges viuen "enreixats" (engabiats) dins el sistema de la RDA.
Una altra traducció meva és Animal trist (Club editor), de Monika Maron, que en alemany original es titulava Animal triste, és a dir, l'original tenia el títol en llatí. Què havíem de fer, doncs, amb el català: ¿deixar el títol en llatí i que el lector el llegís inevitablement en castellà? Ni parlar-ne. ¿Canviar el cas llatí i posar-li, per exemple, Animalis tristis per respectar el llatí original? ¿Simplement traduir-ho? Sens dubte, un llibre amb un títol en llatí vendria menys que un títol en català.
Com un eslògan
Amb el Melcior Comes també vam comentar molt el títol de la novel·la que ha tret aquest any, L'home que va vendre el món (Proa), perquè, per més que sigui un bon títol, a mi em feia por que no acabés de comunicar el que després trobes dins el llibre. L'home que va vendre el món a mi em sona a mascle segur i poderós (i això em faria enrere com a lectora potencial), mentre que el protagonista és més aviat un home perdut i confós en un món a la deriva que mira d'aclarir no només qui vol ser sinó qui s'atreveix a ser.
Triar un títol és difícil, perquè és com triar un eslògan que condensi moltes idees i moltes pàgines en poques paraules, sovint, en una única paraula. A més, idealment ha de ser fàcil de recordar, tot i que sembla que els títols llargs s'han tornat a posar de moda (Et vaig donar ulls i vas mirar les tenebres, Com el so d'un batec en un micròfon, Una història és una pedra llançada al riu, etc.).
Jo mateixa quan escric contes em socarrimo les neurones per trobar-los un bon títol. Hi ha una cosa que em ronda de fer, però que no goso fer, per por que s'interpreti com una boutade: per a mi el títol d'un conte és importantíssim, però malauradament el lector sovint ja l'ha oblidat quan arriba al final del conte i quan s'hi refereix diu coses com "el conte aquell de la piscina". Per esmenar-ho se'm va ocórrer que potser als llibres de contes convindria que el títol del conte aparegués al final del conte i no a l'inici, gairebé com si el títol et donés la clau de lectura (sovint te la dona). Aviam si en el següent llibre m'hi atreviré.
Sigui com sigui, ja veiem que refiar-se gaire del títol és nefast a l'hora de deixar-se seduir. El que jo faig és obviar el títol, la imatge i els paratextos, i començar a llegir el llibre. No hi ha millor manera d'esbrinar si allò fa o no per mi. Proveu-ho, ja ho veureu.
dimarts, 16 de desembre del 2025
l'encàrrec
Ahir em va tocar presentar la novel·la guanyadora d'un premi ben dotat. Dic tocar perquè m'ho va proposar una bibliotecària que veig cada mes i hi vaig accedir per la confiança que ens tenim.
Una cosa que crida l'atenció en aquest país és que, ras i curt, no hi ha públic. ¿Per a qui escrivim? Aquesta pregunta hauria de ser definitiva. No perquè modifiqui l'obra que tenim entre mans, sinó per fer-nos una idea d'on vivim. Diu que només un milió de catalans llegeixen. Un milió, més aviat, de catalanes. Però ¿què és el que llegeixen? ¿Ho compren? Durant el torn de preguntes, un home va preguntar si la novel·la que es presentava era per a senyores, perquè això és el que li havia arribat. L'autor, lluny de ser un escriptor, ni tan sols s'acostava a la voluntat de parlar amb cara i ulls de la novel·la. No és un orador, sinó un comunicador, un comunicador que dóna nous als nens. L'única voluntat palpable era la de no perdre un públic incompetent que li pogués seguir fent preguntes com aquella. Lluny de qualsevol camí independent, conscient, propi, lluny de qualsevol veu relacionable amb el seu nom de ploma, la novel·la constitueix un grapat de tòpics malgirbats i de sucre insofrible, l'un rere l'altre; és una novel·la de fórmula que, això sí, va convèncer i fins i tot fascinar l'auditori. Una novel·la premeditada, dissenyada per al mercat, encarregada per un editor poderós que no conté absolutament res de digne de ser recordat, res que prediqui sobre la condició humana o la il·lumini.
La conclusió és que l'autor té el que vol, que són calés, però no té l'art ni, segurament, tampoc el vol. El pitjor de tot és que és un home intel·ligent, però la intel·ligència només li interessa per ser espavilat. Després de signar, canvi de careta i cap a casa. I cada dijous des de fa anys un club de lectura nou. El que és evident és que això no m'interessa gens, i que no tornaré a acceptar cap encàrrec com aquest. Mai més contra la meva consciència. Mai més una novel·la infecta. Mai més contribuir a aquesta espiral de deliri comercial. Mai més la bajanada congènita. Mai més l'estupidesa alimentada. Ni amb bona voluntat ni amb confiança ni amb res.
La posició que té aquest home resulta que és l'envejada, diguéssim, pels cobejosos, la màxima posició a què pot aspirar un escriptor que tingui la pretensió i l'atreviment de tenir una certa normalitat d'ingressos que provinguin de la seva obra, cosa que en aquest país sembla ser una gran pretensió. El que fa aquest autor no és reprovable, sinó malaltís, i no només té el consentiment d'aquest sector de lectors, sinó que aquests lectors incompetents (encara n'hem de dir lectors?) ho fan possible i ni se n'adonen: col·laboren amb les estafes i els tripijocs que critiquen a l'hora de sopar.
Carles Morell. Les variacions del pols. Quaderns Crema, 2025. P. 45-46.
dilluns, 15 de desembre del 2025
relleu de colossos
LLUÍS LLORT
Relleu de colossos
El PuntAvui
2|7|2022
Thomas Mann (Lübeck, 1875 - Zuric, 1955), premi Nobel de literatura el 1929, entre molts altres premis i reconeixements, va ser un autor de novel·les èpiques de gran contingut simbòlic, i també d’iròniques, en què mostra la psicologia de l’artista i l’intel·lectual. Títols com ara La muntanya màgica, La mort a Venècia, Els Buddenbrook i Doktor Faustus, a més de molts contes i assajos, l’han convertit en un dels grans autors del segle XX. Colm Tóibín també és un dels grans autors, però del segle XXI.
Nascut a la localitat irlandesa d’Enniscorthy el 1955, just quan Mann va morir, Tóibín és un dels escriptors actuals més lloats de la literatura anglosaxona. És autor de deu novel·les, com ara Brooklyn, El testament de Maria, Nora Webster, La casa dels noms..., i de dos reculls de relats, Mares i fills i Nuevas maneras de matar a tu madre.
Ara presenta El mag (Amsterdam, amb traducció catalana de Ferran Ràfols i, en castellà, a Lumen, amb traducció d’Antonia Martín), la biografia novel·lada de Mann, la suma de dos talents colossals que ja ha rebut reconeixements com ara el Rothbones Folio Prize i ha estat valorat com un dels millors llibres de l’any pel The New York Times, The Times, NPR, The Washington Post, Vogue i The Wall Street Journal.
A partir de la vida íntima de Thomas Mann, Tóibín traça la història del segle XX i exposa una saga familiar èpica travessada per l’amor no correspost, la guerra i l’exili. El 1933, Thomas Mann i la seva dona van abandonar Alemanya anticipant l’horror del nazisme. Ell és l’escriptor més famós del seu temps, però viu turmentat.
Tóibín ha dedicat diversos anys i 450 pàgines a explicar-nos el seu Thomas Mann, narrat per ordre cronològic des del 1891 fins al 1950, 59 anys dels 80 que va viure Mann. “Inicio la novel·la quan ja és un adolescent perquè no em podia imaginar com pensava de nen”, en què el raciocini, per als interessos de Tóibín, és massa limitat. Li proposem un repte, que ens descrigui Mann en només quatre adjectius. Proper com és, ni s’ho pensa: “Complex, inestable, obert al canvi i inquiet.” Prova superada.
El mag explica la història d’un home imperfecte i ambivalent. L’home que amb l’esclat de la Primera Guerra Mundial va situar-se al costat fosc de la història. El pare de sis fills que va amagar la seva homosexualitat. L’escriptor que va fugir de la pàtria que l’havia inspirat.
Tóibín, amb l’estil ajustat i equilibrat que el caracteritza, posant-se sàviament darrere del que narra, combina documentació, investigació i imaginació per captar la intimitat de Mann. “El que he fet en aquest llibre és imaginar i convidar el lector a imaginar per crear-se una il·lusió: que som a la mateixa habitació que Thomas Mann, que veiem el món i el sentim com ell, que pensem com ell. I això es fa a través d’una immersió, a còpia de detalls, que permeten accedir al seu món”, comenta Colm Tóibín, que viu a Los Angeles però que fa anys que passa temporades a Farrera, al Pallars, on té una casa. Per això entén perfectament el català. El parla poc.
“El procés de documentació ha estat molt lent. L’any 1996 es van publicar tres grans biografies de Thomas Mann i les vaig llegir amb molta atenció, tot i que en aquell moment no estava plantejant-me escriure una novel·la. Un cop ho vaig decidir, vaig llegir molts llibres de rerefons, de l’Alemanya en les dècades del 1920, 1930, 1940... Quan llegia un catàleg editorial o una revista literària em fixava si hi havia cap novetat relacionada amb Mann. Vaig visitar la casa de la seva mare al Brasil, la casa d’Alemanya, la que es va fer construir a Los Angeles”, detalla. La llista de títols dels agraïments al final de l’obra arriba als 35.
“És interessant en la vida de Thomas Mann que hi ha parts sobre les quals tenim molt poca informació i d’altres en què és molt abundant; són aquestes parts molt sabudes les que m’amoïnen més, perquè quan t’ho imagines tot flueix amb molta facilitat, però quan t’has d’atenir al que coneixem de la història, corres el risc d’escriure d’una manera molt avorrida per donar el context.”
El que vol Tóibín no és mostrar l’època i l’home, vol mostrar l’home. “El que m’interessa és la intimitat, i crec que la novel·la és més feliç dins d’aquesta intimitat. No vull entendre Mann, vull crear un personatge que per al lector sigui viu.”
Un dels elements biogràfics que sempre se cita de Mann és que era un homosexual reprimit. “La seva homosexualitat secreta va ser determinant en la seva vida, però hi va haver altres coses importants, com ara quan va morir el seu pare. Ell era un adolescent i va passar de la solidesa de quatre generacions de família de comerciants a no ser ningú. Això va ser una pèrdua molt dura que el va marcar. I també és molt interessant el concepte de façana, ell sempre s’imagina com un heterosexual. Dins d’un personatge n’hi ha un altre, formant capes i, això, per a un escriptor, és molt ric”, afirma Tóibín.
D’aquesta intimitat, del recorregut vital, de les reaccions i els dubtes intel·lectuals de Mann, el que més va sorprendre Tóibín va ser “la seva posició el 1914”. “Esclata la guerra i, de sobte, es torna un prussià militant. Vol sang! Com li va passar a molta gent a França i a Anglaterra, tenia una idea exaltada de la nació, de l’enemic. És curiós que estava escrivint La muntanya màgica i la va aturar per escriure Reflexions d’un home apolític, que és un assaig horrorós, i li va dedicar quatre anys de feina...”
Això va conferir a Mann una nova visió política quan va arribar el nazisme. Ja tenia la lliçó apresa i es va situar a l’altra banda, es va exiliar i mai més va trepitjar Alemanya. “Ell deia «allà on soc jo, és Alemanya», i la gent se’n reia, els sonava a fanfarronada, però el que volia dir Mann és que duia dins seu una sèrie de valors democràtics sorgits de l’Alemanya del segle XIX.”
Mann va formar una gran família, amb sis fills, però no es pot dir que –com la majoria a l’època– fos un gran pare. “Tot comença amb el pare de Mann, que en comptes de casar-se amb la filla d’una altra família de comerciants, ho fa amb una noia que ve del Brasil, amb l’exotisme que això tenia a l’època. Ell fa una cosa similar quan es casa amb la Katia, que és molt diferent d’ell, ve d’una família benestant, és com una princesa i, a més, és jueva.”
Rere un gran home...
Katia es va convertir en la còmplice creativa, llegia totes les obres. “Era molt més intel·ligent que ell, molt més astuta, des del punt de vista polític. Em vaig imposar que, a la novel·la, cada cop que apareix digui una cosa interessant”, confessa.
“Katia sempre li va fer costat, sempre ho va gestionar tot. Penso que ella estava molt satisfeta d’haver-se casat amb aquest home estrany, amb tant de talent. No durant l’etapa de l’exili, que tot es va enfosquir. Hauria estat un clixé que la Katia fos la trista esposa d’un homosexual tancat a l’armari, però quan ho vaig investigar vaig veure que no era així i em vaig alegrar, perquè em permetia allunyar-me del tòpic i crear una relació més interessant. En molts aspectes, el seu va ser un matrimoni reeixit”, com ho és El mag.
diumenge, 14 de desembre del 2025
dissabte, 13 de desembre del 2025
la veritat sobre sancho panza
«SANCHO PANZA va aconseguir, per cert sense vantar-se'n mai, amb el transcurs dels anys i l'ajuda d'una bona quantitat de novel·les de cavallers i lladres, durant les hores del vespre i de la nit, despistar el seu dimoni, a qui més tard va anomenar Don Quixot, de tal manera que aquest, de manera inconscient, va llençar-se a les empreses més esbojarrades —empreses que no feien mal a ningú perquè els faltava un objecte predeterminat, que precisament havia de ser Sancho Panza—. Sancho Panza, un home lliure, va seguir Don Quixot en les seves gestes, va fer-ho de manera impertorbable, potser per un determinat sentit de la responsabilitat, i va obtenir-ne fins a l'últim dels seus dies una diversió gran i profitosa.»
Franz Kafka. «La veritat sobre Sancho Panza». Petites faules. Traducció d'Anna Punsoda. Comanegra, 2019.
divendres, 12 de desembre del 2025
l'altra vida de thomas mann
ANNA CARRERAS I AUBETS
L'altra vida de Thomas MannNúvol
23|6|2022
L’escriptor i crític irlandès Colm Tóibín (Enniscorthy, 1955) escriu El mag durant l’experiència de quimioteràpia que va patir l’any 2018. Vet aquí una biografia fictícia de Thomas Mann que explora la vida i l’època de l’exiliat guanyador del Premi Nobel (1929), equilibrant de manera exquisida l’aspecte íntim i el transcendental. És la segona vegada que Tóibín utilitza la ficció per imaginar el seu camí cap a la ment d’un novel·lista anterior. A The Master (2004) va portar els seus lectors a l’interior de Henry James. Entre Mann i James hi ha alguns paral·lelismes notables que probablement són els aspectes que interessen a Tóibín a l’hora de ficcionar biografies: tots dos van escriure sobre el desig homosexual sense reconèixer obertament la seva opció personal; tots dos van passar bona part de la vida lluny dels seus països d’origen; tots dos tenien germans grans amb els quals mantenien relacions competitives; tots dos eren cosmopolites; i sobretot, tots dos tenien en comú el gust pel raciocini extenuant i les sentències llargues. La pròpia prosa de Tóibín pot ser olímpica i senzilla alhora. Autor de deu novel·les i dos reculls de relats breus, ha estat candidat al premi Man Booker tres vegades i ha estat guardonat amb el Costa Novel Award, entre d’altres premis. Traduïda per Ferran Ràfols Gesa, El mag és la sisena obra de Tóibín publicada a Amsterdam i acaba de guanyar el premi britànic Rathbones Folio de Literatura.
A El mag, Tóibín fa reflexionar a Mann, després de guanyar el Nobel, sobre si el seu to literari —«feixuc, cerimoniós, civilitzat»— l’identifica com el que més detesten els nous nazis en ascens. Però al costat dels aspectes més artístics, El mag dona molta importància al vessant humà de l’autor de La muntanya màgica: un home familiar, el pare de sis fills que va amagar la seva homosexualitat, l’escriptor imperfecte i ambivalent, fill de mare vídua, amant de l’existència sedentària, de la reclusió del treball constant i de les passejades de tarda per la platja amb la seva dona —la jueva Katia, potser el personatge més deliciós del llibre—, l’home que va desertar la pàtria que l’havia inspirat per a no tornar-hi mai més. Com a tercera línia de lectura, un dels grans temes de la novel·la de Tóibín, com passa en bona part de la ficció de Mann, és el declivi dels costums i la moral, dels conceptes de família, país i institució. Perquè a més d’una biografia novel·lada, El mag és una novel·la èpica que mostra les contradiccions d’un home cèlebre però també les paradoxes d’un segle XX crispat.
La majoria d’escriptors que proven de fer la biografia literària d’un gran geni se centren en una petita part de la vida de l’homenatjat, com va fer Jay Parini amb el darrer any de Tolstoi a La última estación (1990) o Michael Cunningham a Les hores (1998) sobre Virginia Woolf i d’altres dues dones en el transcurs d’un sol dia. En canvi, a El mag Tóibín busca captar la totalitat de la vida i l’època de Mann, com ho faria un biògraf concentrat, documentat i imparcial. El propi autor afirma que va ser un llibre difícil d’escriure, que la investigació va durar quinze anys i que l’objectiu d’El mag era que es llegís com la història d’una família en un moment turbulent en comptes d’una peça d’investigació històrica. El recorregut de la novel·la abasta des de la infantesa de Mann, amb un pare conservador i moralista i una mare brasilenya, seductora i imprevisible, passa pel matrimoni amb la Katia i l’èxit literari prematur, i arriba fins a l’exili a Suïssa, França i als Estats Units fugint de l’Alemanya nazi.
En definitiva, amb El mag el talentós narrador Colm Tóibín ressegueix una saga familiar enlluernadora centrada en la vida de Thomas Mann, un home públic la vida del qual roman en secret, que abasta més de mig segle XX, inclosa la Primera Guerra Mundial, l’ascens de Hitler, la Segona Guerra Mundial i la Guerra Freda. El talent principal de Tóibín és, sens dubte, captar i transmetre la tensió psicològica de qualsevol acte de creació.




