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diumenge, 8 de setembre del 2024

lectures disperses


«Confesse que m'agrada llegir una mica de tot i amb un desordre que en el fons és només aparent, o almenys així m'ho sembla a mi en moments d'optimisme...Soc dels qui, com diu Roberto Calasso a propòsit d'un cert tipus de lector, té oberts simultàniament molts llibres. Aquests dies, d'altra banda, el mal temps i una lleu indisposició —no, no era la covid-19— m'han reclòs encara més a casa. He ajornat una vegada més obligacions peremptòries i m'he dispersat en lectures diverses, simplement pel gust de llegir. Que és, probablement, la manera més profitosa de relacionar-se amb el llibre i la lectura. La que et fa evocar l'època remota, formativa, de les lectures absorbents. No sempre llegim de la mateixa manera.

La dispersió té el seu encís. No tot ha de ser l'ordre acadèmic i l'esperit de sistema. O el posat disciplinari del pare de George Steiner, que —pobra criatura— no li deixava llegir cap altre llibre fins que no havia acabat el que estava llegint i li n'hagués lliurat un resum per escrit. És clar que així es va forjar un gran lector, un lector extraordinari, es podrà adduir...»


Gustau Muñoz. Després del llibre. Notes sobre llibres, història i cultura. Universitat de Barcelona, 2023. P. 361.

 

dijous, 13 de gener del 2022

el brunzit d'una mosca

 

Dostoievski no teatralizó asesinatos de la historia o de la leyenda. Extrajo su material, hasta los menores detalles, de crímenes contemporáneos, de la clase de fait divers en que Stendhal basó Rojo y negro. Dostoievski era un devorador de periódicos; la dificultad de obtener periódicos rusos en el extranjero es un tema recurrente en sus cartas. Lo que el arte del historiador era para Tolstói, lo era el periodismo para Dostoievski. Encontraba en la prensa una confirmación de su propia visión hostil de la realidad. En una carta a Strájov, en 1869, observaba:


En todo periódico uno recoge, uno tropieza con relatos de hechos enteramente auténticos que, no obstante, le iropresionan [sic] como extraordinarios. Nuestros escritores los consideran fantásticos y no los tienen en cuenta; y sin embargo, son la verdad, pues son hechos. Pero ¿quién se molesta en observarlos, registrarlos, describirlos?

 

El vínculo entre Crimen y castigo y el hecho real es paradójico y más bien aterrador. El tema general de la novela parece haberse desarrollado en la mente de Dostoievski durante el periodo de su cautiverio en Siberia. La primera entrega fue publicada en El mensajero ruso de enero de 1866.  Inmediatamente después, el 14 de enero, un estudiante de Moscú asesinó a un usurero y a su criada en circunstancias innegablemente similares a las que Dostoievski había imaginado. La naturaleza raramente imita al arte con tan rápida precisión.

El asesinato del joyero Kalmykov cometido por un joven llamado Mazurin en marzo de 1867 proporcionó el material para el asesinato de Nastasia Filíppovna por Rogozhin en El idiota. Varios de los famosos detalles —la tela encerada, el desinfectante, la mosca zumbando sobre el cadaver de Nastasia— tienen paralelos exactos en los relatos periodísticos del crimen. Sin embargo, esto no quiere decir que el esclarecedor análisis de Allen Tate sobre sus funciones simbólicas sea infundado, puesto que, repetimos, la relación entre la materia prima de la realidad y la obra de arte es compleja y curiosamente bilateral. Una mosca que zumba aparece en la imagen-sueño de Raskólnikov de la habitación del asesino en Crimen y castigo; cuando Raskólnikov despierta, una gran mosca está realmente zumbando contra los cristales de la ventana. En otras palabras, las circunstancias auténticas del caso Kalmykov concuerdan con las imaginaciones previas de Dostoievski; como en el sueño de Raskólnikov, la mosca zumbaba simultáneamente en la «realidad exterior» y en el complejo simbólico de la novela. Puskin encomió este tipo de coincidencia en El profeta (poema al que Dostoievski se refería con frecuencia), y Dostoievski especulaba sobre tales paralelismos en su búsqueda de vínculos entre la epilepsia y la clarividencia. Piénsese también en la mosca que zumba y revolotea sobre el príncipe Andréi en el libro XI de Guerra y paz y que devuelve al moribundo a un sentido de la realidad...


George Steiner. Tolstói o Dovstoievski. Traducció d'Agustí Bartra. Siruela, 2002. P. 150-151.



dissabte, 18 de desembre del 2021

crític / lector


Lo que necesitamos (he hablado de esto en otra parte) no son «programas de humanidades», «escuelas de escritura creativa», «programas de crítica creativa» (mirabile dictu, tales cosas existen). Lo que necesitamos son lugares, por ejemplo una mesa con algunas sillas alrededor en la que volvamos a aprender a leer, a leer juntos. Uno aspira a tal desiderátum en los niveles más literales. Análisis léxicos y gramáticos a nivel elemental, el análisis sintáctico de las frases, la escansión del verso (la prosodia es el pulso y la música inseparables del significado), la capacidad de distinguir hasta las peculiaridades más rudimentarias de esas inervaciones y figuras retóricas que, desde Píndaro a Joyce, han sido los portadores de la vida sentida: todas esas cosas son ahora habilidades esotéricas o perdidas. Necesitamos «casas de y para la lectura» en las que un silencio suficiente despierte las fibras de la memoria. Si el lenguaje, bajo la presión del asombro (el «valor añadido») del significado múltiple, si la música del pensamiento tienen que perdurar, no serán más «críticos» sino más y mejores «lectores», lo que necesitamos.

«Los Grandes Lectores», dice Borges, que es uno de ellos, son «más infrecuentes que los grandes escritores». La lista incluiría a Montaigne leyendo a Séneca y releyéndose a sí mismo; a Coleridge leyendo a Jacobi y a Schelling, una lectura cuyo movimiento de aquiescencia y reposesión metamórfica ha analizado Thomas McFarland con un tacto que iguala al de cualquier otro estudio sobre la tensión de la influencia; a Péguy leyendo a Corneille y a Victor Hugo; a Walter Benjamin leyendo Las afinidades electivas de Goethe; a Heidegger leyendo a Sófocles y a Trakl (no a Hölderlin, a quien a menudo lee desde el sesgo intencionado y el oportunismo); a Mandelstam leyendo a Dante y a Chénier; a Alexandre Koyré leyendo a Galileo; a Nabokov leyendo (no traduciendo) a Pushkin; a Jean Starobinski leyendo a Rousseau; a William Empson palabras complejas; a Gianfranco Contini leyendo a los poetas provenzales, a Dante y a Montale; a Pierre Boutang leyendo el Fileno de Platón; a Michael Dummett leyendo a Frege, donde la profundidad y el carácter abierto de la lectura resultan radicalmente creativos; a D. Carne-Ross leyendo a Góngora y a Ariosto; a Geshom Scholem leyendo a los cabalistas y leyendo a Walter Benjamin...Servidores del texto, escrupulosos extáticos: pues en relación a lo canónico, escrúpulo y éxtasis son solo uno.

¿Una lista de grandes críticos? Sin duda sería más larga y de mayor lustre público. ¿Pero hay necesidad de una lista así? Los críticos se anuncian solos. 

 

George Steiner. «Crítico / lector». A: Un lector. Siruela, 2020. P. 110-111.

 

dimarts, 4 de febrer del 2020

ho sento, massa tard


«Recances: no haver continuat dibuixant, amb carbó, pastels i tinta xinesa per il·lustrar alguns dels meus propis llibres. La mà diu veritats i alegries que la llengua no pot dir. No haver après hebreu, l'única llengua que permet accés directe a la Bíblia i a l'interior de la identitat jueva, quan el meu amic i ajudant a Ginebra, Ami Dykman, estava més que disposat a ensenyar-me'n. Accidia, mandra d'esperit (és massa tard ja?). Em reca no haver acceptat l'oferta d'un col·lega de Cambridge, un patòleg de gran tacte i agudesa, de provar l'LSD sota la seva supervisió. Sense haver experimentat cap droga, no puc imaginar, conceptualitzar, un dels principals agents de ruïna i consol, de desig i d'anul·lació al cor anàrquic de la nostra cultura. Un «viatge» no fet.
[...]
En un viatge en cotxe recent a través de l'Ohio rural, vaig veure rètols d'una immobiliària local. En comptes de l'acostumat «Venut», hi posava: «Ho sento, massa tard». És exactament això. Si hi ha làpides per a l'esperança, aquest n'és l'epitafi.»

George Steiner. Errata. Una vida a examen. Traducció d'Albert Mestres. Arcàdia, 2018. P.226.


George Steiner
23 d’abril de 1929 - 3 de febrer de 2020


dimarts, 21 de gener del 2020

literatura comparada


La crítica literaria académica de Middlemarch de George Eliot es ilustre (véase F.R. Leavis); sin embargo, nuestra cultura imaginaria puede pasar sin ella. Lo importante será su capacidad para reconocer la crítica primaria de Middlemarch en Retrato de una dama. Lo que nos hará participar en un acto crítico de primer orden será la aprehensión sentida de cómo la segunda nació de la primera, de los modos en que la organización narrativa y la psicología dramatizada de James son un volver a pensar, una relectura global de la imperfecta obra maestra de George Eliot; un atisbo del modo en que la coda de Retrato de una dama no logra resolver las inverosimilitudes de motivo y conducta que James había registrado en el desenlace de Middlemarch. Una novela nace en la otra y contra ella. Como en la ocurrencia de Borges*, la cronología se hace reversible. Aprendemos a leer Middlemarch bajo la penetrante luz del tratamiento que de ella hace James; luego, volvemos a Retrato de una dama y reconocemos las inflexiones transformadas de su fuente. Estas inflexiones no son parasitarias, como en el caso del comentario y el veredicto puramente crítico y pedagógico. Las dos elaboraciones de la imaginación entran en fértil «contra-dicción. 

George Steiner. Presencias reales. ¿Hay algo en lo que decimos?. Traducció de Juan Gabriel López Guix. Siruela, 2017. P. 33.

_____________
* La lectura es reinvención perpetua. Para el lector de finales del siglo xx, afirma Borges, Joyce precede a Homero, y la Odisea es un comentario tardío del Ulises

diumenge, 6 d’octubre del 2019

cronologia reversible


La lectura es reinvención perpetua. Para el lector de finales del siglo xx, afirma Borges, Joyce precede a Homero, y la Odisea es un comentario tardío del Ulises

George Steiner. Presencias reales. ¿Hay algo en lo que decimos? Traducció de Juan Gabriel López Guix. Siruela, 2017. P. 135.

dilluns, 24 de desembre del 2018

michael furey torna a casa per nadal (george steiner llegeix «els morts» de joyce)


«S'acostaven els exàmens. En una de les assignatures de literatura nord-americana, les lectures del curs incloïen La copa daurada, de Henry James. Aquesta novel·la és una paràbola una mica recarregada i intricada que uns quants companys trobaven un os dur de rosegar. Que podia ajudar-los? Em va semblar que sí, i una dotzena si fa no fa de companys vam reunir-nos a la cuina d'una de les cases per a veterans i estudiants casats que dona al carrer 63. ¿Havien observat, entre d'altres coses, que el nom d'un dels personatges, Fanny Assingham, combinava, a grans trets, inversemblantment enmig d'aquell petit-point i obliqüitat jamesiana, tres denominacions del darrere? Mai no oblidaré el silenci sobtat que va fer-se a l'habitació, el respecte a les cares d'homes molt més adults, molt més familiaritzats amb la vida que jo.
No gaire després, un altre grup va venir a la meva habitació. Van posar-se per les lliteres i per terra. ¿Podia ajudar-los respecte al conte «Els morts» de Joyce? Hi ha poques ficcions curtes tan plenes de multiplicitats, tan entreteixides amb les tensions d'històries recordades i amb una revelació tan gradual de les intencions. Pocs relats en què sigui impossible ometre una frase sense perjudicar la intel·ligència, la forma dominant del conjunt. Vaig trobar-me a mi mateix dirigint un seminari extraoficial en plena nit, amb uns oients atents i concentrats, llegint amb ells i per a ells. Vaig entreveure'ls prenent notes, subratllant i omplint els marges del seu text. Vaig parlar de la musicalitat total de la història. Les cançons i els títols de cançons són tan importants a «Els morts» com a Nit de reis o Finnegans Wake. Vaig llegir-ne el final en veu alta.
Sí, els diaris tenien raó: la neu era general per tot Irlanda. Queia en cada part de la fosca planúria central, a les muntanyes sense arbres, queia flonjament als aiguamolls d'Allen i, més a ponent, en flonja caiguda, a l'oneig negrós amotinat del Shannon. Queia, també, en cada part del fossar solitari al turó on el Michael Furey era enterrat. N'hi havia un tou acumulat a les creus tortes i a les làpides, a les llances de la petita reixa, a les bardisses estèrils. La seva ànima s'esvaní a poc a poc mentre sentia caure la neu calmosament per tot l'univers i en calmada caiguda, com el descens a la seva darrera fi, damunt tots els vius i els morts.
¿S'havien fixat en l'antiga figura retòrica (el seu nom grec era...) segons la qual «queia flonjament» (falling softly) es modula en «flonja caiguda» (softly falling) per preludiar el moviment de «caure la neu calmosament» (falling faintly) a «en calmada caiguda» (faintly falling)? ¿O les sibilants del son que s'acosta en aquell «la seva ànima s'esvaní» (soul swooning slowly)? Eren un subratllat equivalent aquelles «llances» (spears) i «bardisses» (thorns), símbols de la passió de Crist en un altre turó, feia molt de temps. Però s'havia fet tard i l'aire de l'habitació ja estava molt viciat. Vaig intentar reprimir unes llàgrimes absurdes. Fins que vaig veure'n en algunes d'aquelles cares sense afaitar. Vaig saber llavors que podia convidar els altres a entrar al significat. Va ser un descobriment decisiu. Des d'aquella nit les sirenes de l'ensenyament i la interpretació no han deixat de cantar-me.»

George Steiner. Errata. Una vida a examen. Traducció d'Albert Mestres. Arcàdia, 2018. P. 72-74.

divendres, 30 de maig del 2014

hi ha lleons, hi ha ratolins


Tots els éssers humans són iguals en virtut d'unes restriccions fisiològiques elementals. Necessiten oxigen i proteïnes. Han de dormir i defecar. La mort és la demòcrata per excel·lència. Tots els mortals han de morir (encara que Tolstoi no n'estava segur del tot).
Però el cos humà és l'escenari d'innombrables diferències i desigualtats. El món dels discapacitats, dels cecs i dels esguerrats no és el mateix que el dels indemnes. El dels desfigurats o dels lletjos no és el mateix que el dels bells. Els privilegis de la bellesa, la seva arrogància, encara que sigui inconscient, són implacables.
[...] El ventall de les diferències cerebrals és transcendental. Quines característiques distingeixen la ment del geni de la de l'estúpid? A banda d'anar al bany, què tenen en comú un Newton i un cretí, o els meus recursos intel·lectuals i els d'un Dostoievski? Què identifica el Weltgenie (el terme alemany és precís) d'un Miquel Àngel amb el d'un mal pintor, o la consciència que inspirà l'origen de les Variacions Goldberg amb la d'algú mancat de sentit musical? Els creadors, els científics, els descobridors, els sobirans de la política i de la guerra forgen el nostre món. No són com nosaltres. D'aquí ve el desfici que tenim per detectar algun defecte en la seva magnitud, per rebaixar-los al nostre nivell insignificant.
Les sinapsis neurològiques, la química que inicia i dóna forma executiva a una teoria de la relativitat, a un Rei Lear, a un diàleg de Plató o a un Guernica encara són impenetrables. Les xafarderies biogràfiques, les recensions d'esborranys i esquemes, de cartes i diaris, els esforços per establir el context i el procés de l'acte creatiu són innombrables.
S'han invocat patologies, lesions, anomalies, com la vista del Greco o la sordesa de Beethoven, però la creativitat de primer ordre, que sovint es compara metafòricament amb la creativitat divina, no es pot comprendre i, encara menys, predir.
[...] És evident, però, que l'habilitat analítica, estètica i política és, estadísticament, excepcional, i que, en qualsevol comunitat, hi ha molts pocs «lleons» i una multitud de «ratolins». La majoria de nosaltres fem una vida de segona, l'únic monument commemoratiu de la qual és la guia de telèfons o el registre tributari. No presentem canvis significatius.
Llegim llibres, escoltem música, ens esforcem per entendre els avenços científics que ens ofereixen els creadors. Ens beneficiem de la norma dels qui tenen autoritat o, encara més sovint, en patim les conseqüències. Els nostres carrers duen els seus noms. O, com preguntava Goethe «Si jo existeixo, pot existir ningú més?»
Quin sentit podem trobar en aquesta distribució tan injusta del talent entre els éssers humans? O en el fet que nou desenes parts dels éssers humans no aportin pràcticament res a l’avenç del coneixement, a les consecucions científiques i estètiques i als llegats excepcionals dels quals depèn la civilització? El llenguatge esbiaixat d’allò «políticament correcte» fa que sigui gairebé impossible debatre seriosament sobre natura i educació, i examinar imparcialment el grau d’herència genètica i els factors econòmics i socials que conformen les capacitats humanes. És evident que els elements materials, geogràfics, sociològics i històrics tenen un pes complex i potser irresistible.
[...] I tanmateix...S'ha demostrat que els trets genètics de l'herència determinen la malaltia i les característiques corporals. Cada dia, la biogenètica permet identificar gens específics en l'origen de la fisiologia humana i, molt probablement, d'elements constitutius com la criminalitat o la predisposició nerviosa. Les lleis de Mendel prevalen. És indubtable que la puresa de la raça és una fantasia racista. [...] L'educació, a més, tal vegada no és infinitament elàstica. Multiplicarà les estadístiques de la recepció passiva, fins i tot d'una certa participació en el conjunt d'allò intel·ligible. Però fins a un cert punt. El nombre d'homes i dones dotats per interioritzar un a priori sintètic kantià, un sonet de Shakespeare o la teoria de cordes potser encara serà mínim. Una incalculable majoria d'éssers humans preferirà els serials televisius a Èsquil, farà del futbol la religió mundial i considerarà ridícul o vagament amenaçador el pensament abstrús. I per què no hauria de ser així? Quina obra mestra, quin poema, quina troballa topològica ha servit per evitar la fam o ha fet més suportable la injustícia? «Per a l'home corrent un parell de sabates val més que l'obra de Puixkin» (Pisarev).
La genètica pot oferir pistes per entendre el «tret» sinàptic que desencadena percepcions mentals sense precedents: el dibuix d'un aqüeducte amb els pilars calçats amb botes (Paul Klee) fet per un infant; el prodigiós i productiu darrer any de Schubert o l'equació de Dirac. Aquestes acrobàcies transcendents poden sorgir de la misèria econòmica, de la privació social, de la feblesa física o de la malaltia.  No hi ha cap «Milton mut sense glòria», només Miltons que a partir de la ceguesa creen milers de versos que donen vida a la llengua. El geni es riu de la impossibilitat. [...]
Les conseqüències polítiques i socials podrien ser irreversibles. Si la genètica molecular demostrés que les diferents gradacions del potencial del cervell i del cos són innates, són heretades [...], què passaria? Si resultés que, a causa de l'especificitat genètica, només unes hibridacions a escales inconcebibles poden alterar la probabilitat que certes poblacions, certes regions de la terra, no siguin capaces d'assoliments de primer ordre, què passaria? Quina ràbia terminal infectaria els «ratolins»?

George Steiner. «Hi ha lleons, hi ha ratolins». A: Fragments (d'un pergamí malmès pel foc). Traducció de Josefina Caball. Arcàdia, 2013. P. 29-35.

N

La troballa (fictícia) d'un pergamí malmès pel foc, a les ruïnes d'una vil·la d'Herculà, convida George Steiner a interpretar el sentit que podria tenir el text original, que alguns atribueixen a Epicarn d'Agra. El llegat d'aquest suposat moralista i retòric del segle II aC es confon amb el que podria ser, pròpiament, una síntesi dels interessos intel·lectuals i vitals de l'autor d'aquest llibre.

George Steiner reflexiona, tot jugant amb la conjectura, sobre l'eloqüència del silenci (el no dit) en la poesia i la filosofia, les gratificacions de l'amistat, el potencial de l'educació i la raresa del talent, la realitat ontològica del mal, l'omnipotència dels diners, els perills de la religió, la transcendència de la música i la llibertat d'escollir la mort.



dimarts, 31 de desembre del 2013

de memòria


EN LA URSS de Bréznev había una joven profesora de literatura inglesa a la que metieron en una celda -sin luz, sin papel ni lápiz- a causa de una delación absurda. Conocía de memoria los más de treinta mil versos del Don Juan de lord Byron y se dedicó a traducirlos mentalmente en la oscuridad. Cuando salió de la prisión había perdido la vista, pero dictó la traducción a una amiga. Hoy ésa está considerada la mejor traducción rusa de Byron.
George Steiner narra esa peripecia en La barbarie de la ignorancia, y cuando el periodista se la recuerda al teléfono, comenta: "Esa historia me la contaron en Rusia. Yo no conocí a la traductora, pero su caso es real. De todos modos, no sorprende en una cultura acostumbrada a aprender los textos de memoria. De hecho, si los poemas de Mandelstan sobrevivieron fue porque su mujer, Nadiezhda, los aprendió así. En algunos regímenes la memoria se convierte en la única forma de evitar la censura y la destrucción". ¿La lectura es, pues, una reserva de humanidad? El crítico literario guarda unos segundos de silencio escéptico y matiza: "Al menos es un modo de resistencia ante el olvido y la mentira, tal vez el único, el último. Por eso no me explico por qué los jóvenes, que son los llamados a resistir, no leen. Me pregunto cuántos jóvenes españoles son hoy capaces de leer un texto mínimamente difícil. El futuro, me temo, se parecerá a la Edad Media, con una pequeña élite que será la única interesada en saber leer".

Javier Rodríguez Marcos. Leer después de muerto. Babelia. El País. 6|setembre|2003.

[Font: Leyendo se entiende la gente]




dilluns, 7 de gener del 2013

trama múltiple

William Hogarth. Marriage-à-la-mode, 1743-1745.


Las novelas tolstoianas plantean un antiguo problema relacionado con la teoría de las formas literarias, a saber: el de la trama múltiple o del centro dividido. En este punto, de nuevo, una técnica dirige nuestra atención hacia una metafísica, o por lo menos hacia conjeturas filosóficas. A pesar del punto de vista de muchos críticos de Tolstói y de lectores exasperados, las dobles y triples tramas de las novelas tolstoianas son elementos esenciales del arte de Tolstói, no síntomas de desorden estilístico o de autocomplacencia. En una carta al novelista, en 1877, Strájov habló desdeñosamente de «un crítico que se pregunta por qué ha de ocuparse usted...de cierto Levin, cuando debería ocuparse solamente de Ana Karénina». El crítico puede haber pecado de ingenuo en su lectura, pero las razones que hay detrás del método tolstoiano no son tan obvias como Strájov parece suponer.
Desde el principio, Tolstói trató de distribuir el peso narrativo de Ana Karénina entre dos tramas principales, y hay una sugerente dualidad en su búsqueda de un título. Dos matrimonios y Dos parejas, como Tolstói pensó, sucesivamente, titular el libro, son ambos un primer borrador donde vemos que Ana obtiene el divorcio y se casa con Vronski y cuyo propósito fundamental es ahondar en la naturaleza del matrimonio desde dos puntos de vista. Al principio, Tolstói no sabía con precisión cómo entrelazar la trama secundaria con la historia de Ana. Inicialmente, concibió a Levin (llamado sucesivamente Ordinstev y Lenin) como un amigo de Vronski. Pero gradualmente, y a través de exploraciones del material del que nos proporcionan fascinantes detalles los borradores, Tolstói halló las situaciones y los hilos de la trama que ahora nos impresionan como un todo orgánico e inevitable. En medio de la redacción de Ana Karénina, además, Tolstói se enzarzó en el problema de la educación popular. Durante algún tiempo le resultó repugnante trabajar en la novela.
[...] La novela es una Fisiología del matrimonio más penetrante que la de Balzac. La gran fuerza del tratamiento de Tolstói proviene del hecho de que retrata a tres matrimonios diferentes; la riqueza y madurez de su argumento serían menos claras para nosotros si se hubiese propuesto, como Flaubert, tratar exclusivamente un solo caso. Ana Karénina expone algunas de las teorías pedagógicas de Tolstói; Strájov le aseguró que hasta los más cultos maestros hallaban en los capítulos donde se habla del hijo de Ana «importantes sugerencias para una teoría de la educación». La trama múltiple permite a la novela sostener el peso de la polémica y de la abstracción. Algunas de las novelas «programáticas» de Dickens nos parecen retóricas e insulsas precisamente porque la parte de invención que contienen es demasiado restringida para contener y dramatizar la polémica social.
La comparación de las dos parejas, Ana-Vronski y Kitty-Levin, es el principal recurso que Tolstói emplea para lograr su propósito. El sentido del contraste, la yuxtaposición de las dos historias, concentra la moralidad de la fábula. Hay algo de Hogarth aquí, algo de las series paralelas de grabados que representaban a dos matrimonios o carreras: uno virtuoso y otro libertino. Pero la luz y la sombra están distribuidas de una manera más sutil; la nobleza de corazón de Ana es indestructible, y al final de la novela Levin se encuentra al comienzo de un camino muy difícil. Ésta es precisamente la diferencia entre sátira e ironía.
[...] Pero la tercera función de una trama doble o múltiple -su capacidad para sugerir la realidad haciendo que la concepción de una obra sea densa, irregular y compleja- es lo que da un peso decisivo a la novela tolstoiana. Se ha dicho con frecuencia que Tolstói es un escritor más «clásico» que Dickens, Balzac o Dostoievski porque depende menos que ellos de la mecánica de una trama, de las consecuencias de un encuentro casual, de una carta extraviada o de una súbita tempestad. En una narración tolstoiana los acontecimientos se presentan de una manera natural y sin la ayuda de aquellas coincidencias de las cuales tanto dependían los novelistas del siglo XIX.

George Steiner. Tolstói o Dostoievski. Traducció d'Agustí Bartra. Siruela, 2002. P. 104-107.


divendres, 28 de desembre del 2012

emma i anna


Cuando apareció Ana Karénina, se creyó que Tolstói había escogido el tema del adulterio y el suicidio como un reto a la obra maestra de Flaubert. Esto es probablemente una simplificación excesiva. Tolstói había leído Madame Bovary; se hallaba en Francia cuando la novela fue publicada por entregas en la Revue de Paris (1856-1857) y se movió en un círculo literario apasionadamente interesado en la obra de Flaubert. Pero por los diarios de Tolstói sabemos que el tema del adulterio y la venganza había ocupado su pensamiento ya en el año 1851 y que el verdadero estímulo hacia Ana Karénina no se produjo sino hasta enero de 1872, a raíz del suicidio de Ana Stepánova Pirogova, cerca de la finca de Tolstói. Todo lo que puede decirse es que Anna Karénina fue escrita con cierta conciencia de su predecesora por parte del autor.
Ambas novelas son obras maestras de su género. [...] Sin embargo, las dos creaciones de ninguna manera pueden reputarse como iguales; Ana Karénina es incomparablemente la más grande, por su plan, su humanidad y su técnica. La similitud de ciertos temas principales sólo refuerza nuestro criterio de que se trata de dos magnitudes diferentes.
George Steiner. Tolstói o Dovstoievski. Traducció d'Agustí Bartra. Siruela, 2002. P. 57-58.

* * *
Ana no es sólo una mujer, no es sólo un espléndido ejemplar de femineidad; es una mujer que posee un carácter moral pleno, compacto, importante: todo cuanto rodea a ese carácter es significativo y notable, y eso esto vale también para su amor. No es posible reducirlo, como hace otro personaje de la obra, la princesa Betsy, a un idilio clandestino. La naturaleza veraz y apasionada de Ana hace imposibles el disimulo y el secreto. Ella no es Emma Bovary, una provinciana soñadora, una zorra lírica que va arrastrándose al amparo de tapias ruinosas hasta el lecho de su amante de turno. Ana le entrega a Vronsky su vida entera, consiente en separarse de su adorado hijo, a pesar de las agonías que le cuesta no verle, y se va a vivir con Vronski primero a Italia, y después a la propiedad que él tiene en Rusia central, aunque esta aventura «pública» la deje marcada como mujer inmoral a los ojos de su inmoral círculo. (En cierto modo se puede decir que Ana pone en acción el sueño de Emma de huir con Rodolphe, pero Emma no hubiera experimentado ningún desgarro por separarse de su hija, ni había tampoco complicaciones morales en el caso de esta señora.)
Vladimir Nabokov. Curso de literatura rusa. Traducció de María Luisa Balseiro. RBA, 2010. P. 236.

dijous, 6 de desembre del 2012

tolstoi i dostoievski


Tolstói, el primer heredero de las tradiciones de la épica; Dostoievski, uno de los más importantes temperamentos dramáticos después de Shakespeare; Tolstói, la mente embriagada de razón y de hechos; Dostoievski, el que despreciaba el racionalismo, el gran amante de la paradoja; Tolstói, el poeta de la tierra, de la escena rural y del tono pastoril; Dostoievski, el archiciudadano, el maestro constructor de la moderna metrópoli en la provincia del lenguaje; Tolstói, sediento de verdad, en cuya excesiva búsqueda se destruía a sí mismo y a los que le rodeaban; Dostoievski, que prefería estar contra la verdad que contra Cristo, receloso de la comprensión total y situado del lado del misterio; Tolstói, «que se mantenía en todo momento -según frase de Coleridge- en el camino real de la vida»; Dostoievski, que avanzaba por el laberinto de lo antinatural, por los subsuelos y las ciénagas del alma; Tolstói, como un coloso a horcajadas sobre la tierra palpable, evocando lo real, lo tangible, la totalidad sensible de la experiencia concreta; Dostoievski, siempre al borde de lo alucinatorio, de lo espectral, siempre vulnerable a las intrusiones demoniacas en lo que al fin puede resultar que ha sido simplemente un tejido de sueños; Tolstói, la encarnación de la salud y de la vitalidad olímpica; Dostoievski, la suma de las energías enfermizas y demoniacas; Tolstói, que vio los destinos de los hombres históricamente y en el decurso del tiempo; Dostoievski, que los vio contemporáneamente y en el vibrante éxtasis del momento dramático; Tolstói, que fue llevado a la tumba en el primer entierro civil que tuvo lugar en Rusia; Dostoievski, enterrado en el cementerio del monasterio de Alexandr Nevski de San Petersburgo, entre los solemnes ritos de la Iglesia ortodoxa; Dostoievski, preeminentemente hombre de Dios; Tolstói, uno de Sus secretos adversarios.

En la casa del jefe de estación de Astápovo, se dice que Tolstói tenía dos libros junto a su cabecera: Los hermanos Karamázov y los Ensayos de Montaigne. Parece que había decidido morir en presencia de su gran antagonista y de un espíritu de su misma casta.

George Steiner. Tolstói o Dostoievski. Traducció d'Agustí Bartra. Siruela, 2002. P. 351-352.

dimecres, 5 de desembre del 2012

tolstoi o dostoievski


...¿por qué Tolstói o Dostoievski? Porque propongo que se juzguen sus realizaciones y se defina la naturaleza de sus respectivos genios por medio del contraste. El filósofo ruso Berdiáiev escribió: «Sería posible establecer dos modelos, dos tipos de almas humanas: las que se inclinan hacia el espíritu de Tolstói y las que se inclinan hacia el de Dostoievski». La experiencia lo apoya. Un lector puede considerar a Tolstói y a Dostoievski como los dos principales maestros de la novela, es decir, puede hallar en sus obras el más completo y penetrante retrato de la vida. Pero si se le apremia mucho, escogerá entre los dos. Si nos dice a cuál prefiere y por qué, comprenderemos, creo, su verdadera naturaleza. La elección entre Tolstói y Dostoievski denota lo que los existencialistas llaman un engagement; obliga a la imaginación a tomar partido por una u otra de las dos interpretaciones radicalmente opuestas del destino del hombre, del futuro histórico y del misterio de Dios. Para Berdiáiev, citándolo de nuevo, Tolstói y Dostoievski  son el ejemplo de «una insoluble controversia en la que se enfrentan dos conjuntos de supuestos, dos conceptos fundamentales de la existencia».

George Steiner. Tolstói o Dostoievski. Traducció d'Agustí Bartra. Siruela, 2002. P. 20.

dimecres, 18 de gener del 2012

bébert

Who's there, David?
(A manera de dedicatòria)

Céline i Bébert a Dinamarca.
Esta reseña debería versar sobre un gato, el más ilustre e irresistible de la historia de la literatura.
Bébert era un gato atigrado de Montparnasse, nacido probablemente en 1935. Encontró a su segundo amo en el París ocupado a finales de 1942. A Bébert —“la magia misma, el tacto por longitud de onda”, como lo describió su amo— se hizo necesario abandonarlo cuando el amo y la esposa, Lucette, se esfumaron en dirección a Alemania en la pavorosa primavera de 1944. Bébert no aceptó la separación. Fue transportado en el saco de viaje. El periplo los condujo por cráteres lunares de bombas, ferrocarriles destrozados y ciudades ardiendo como antorchas enloquecidas. Bajo los bombardeos, Bébert, medio muerto de hambre, se perdió, pero volvió a encontrar a su amo y a madame. El trío cruzó y volvió a cruzar el Reich en pleno hundimiento. En un último y desesperado empujón, llegaron a Copenhague. Cuando la policía danesa fue a detener a aquellos huéspedes inoportunos, Bébert se escabulló por un tejado. Luego de que lo atraparon, el legendario animal fue enjaulado en la perrera de una clínica veterinaria. Cuando su amo fue liberado de la cárcel y se recuperaba, Bébert tuvo que ser operado de un tumor canceroso. Pero el felino de Montmartre estaba de vuelta de todo. Resistió el trauma y tuvo una rápida recuperación, con la serenidad, más lenta y sabia, de los gatos que van envejeciendo; fiel, silencioso y enigmático.
Amnistiado, el patrón de Bébert tomó el camino de su casa a finales de junio de 1951. Cuatro gatos menores —Thomine, Poupine, Mouchette y Flúte— les acompañaron en el viaje. Con aspecto de esfinge desde hacía años, Bébert, que compartía tantos secretos, murió en un suburbio de París a finales de 1952.
[...] Es sobre Bébert sobre el que quiero escribir: Bébert, el archisuperviviente y la encarnación del ingenio francés. Pero tengo ante mí una voluminosa bibliografía de su desdichado dueño, de ese médico loco que, bajo el nombre de Céline (tomado de su abuela) produjo algunas de las narraciones y de las obras de "ficción real" más sensacionales no sólo de este siglo sino de la historia de la literatura occidental.
 Sería un placer informar sobre Bébert. Sobre Céline, no. 

George Steiner. "El hombre gato". A: George Steiner en The New Yorker. Siruela, 2009. P. 239-240.


Ce chat n'est pas Bébert, pour l'amour de dieu!


















dilluns, 12 de desembre del 2011

llegir, en el sentit antic del terme


"Han aparecido ya estudios que hacen pensar que los niños nutridos de televisión e internet podrían acabar manifestando trastornos de la voluntad o carecer de las cualidades que se requieren para aprender a leer en el sentido antiguo del término. De manera similar a las artes de la memoria, a la gimnasia de la concentración, al cultivo del silencio (se calcula que el 80 por ciento de los adolescentes americanos son incapaces de leer sin un acompañamiento musical de fondo), el lugar de la lectura en la civilización europea está destinado a disminuir. Es posible (y esta perspectiva está lejos de ser motivo de consternación) que el tipo de lectura que he tratado de definir y que he descrito como "clásico" se convierta de nuevo en una especie de pasión particular, que se enseñe en "casas de lectura", y a la que nos entregaríamos como Akiba y sus discípulos tras la destrucción del Templo, o como se cultivaba en las escuelas monásticas y en los refectorios de los conventos de la Edad Media. Una forma de lectura que culmine precisamente en ese ejercicio de acción de gracias y en esa música del espíritu que es aprender "de corazón" (reparemos en la afortunada paradoja de la palabra "cordialidad", que contiene la palabra "corazón"). Es demasiado pronto para decirlo. Estamos viviendo una época de transición mucho más rápida, mucho más difícil de "descifrar" que ninguna otra hasta ahora."
George Steiner. El silencio de los libros. Siruela, 2011. P. 51-52.


dilluns, 31 d’octubre del 2011

danseu, danseu, maleïts



«La escritura dibuja un archipiélago en las vastas aguas de la oralidad humana. La escritura, sin detenerse siquiera ante los diferentes formatos de presentación del libro, constituye un caso aparte, una técnica particular dentro de una totalidad semiótica en buena medida oral. Decenas de miles de años antes de que se desarrollaran formas escritas, se narraban relatos, se transmitían oralmente enseñanzas religiosas y mágicas, se componían y transmitían fórmulas con hechizos amorosos o anatemas. Una bulliciosa multitud de comunidades étnicas, de mitologías elaboradas, de conocimientos naturales tradicionales ha llegado hasta nosotros al margen de toda forma de alfabetización. No hay un solo ser humano en este planeta que no tenga una u otra relación con la música. La música, en forma de canto o de ejecución instrumental, parece ser verdaderamente universal. Es el lenguaje fundamental para comunicar sentimientos y significados. La mayor parte de la humanidad no lee libros. Pero canta y danza».

George Steiner. El silencio de los libros. Siruela, 2011. P. 12.

dimecres, 26 d’octubre del 2011

el principi de realitat

Al doctor Vilardekyll, en agraïment per la seva campanya del domund, 
sense engruna d'ironia.

"La influencia de lo imaginario, de las "ficciones supremas", como las llamaba Wallace Stevens, sobre la conciencia humana es hipnótica. Lo imaginario, la abstracción conceptual, son capaces de invadir y de obsesionar la morada de nuestra sensibilidad. Nadie ha explicado íntegramente la génesis del personaje de ficción sacado del espíritu del escritor a partir de los garabatos de su pluma sobre el papel. Pero ese personaje es capaz de adquirir una fuerza vital, un poder sobre el tiempo y el olvido que superan con mucho el poder de cualquier individuo.
¿Quién de nosotros posee aunque sólo sea una fracción de la vitalidad, de la "presencia real" que emana de la odisea homérica, de Hamlet, de Falstaff, de Tom Sawyer? Balzac agonizante apela a los médicos que había inventado en su Comedia humana. Para Shelley, un hombre verdaderamente enamorado de la Antígona de Sófocles nunca podrá vivir una pasión semejante con una mujer real. Flaubert se ve morir como un perro mientras que "esa puta" de Emma Bovary va a vivir eternamente.

Después de haber pasado horas, días, semanas leyendo, aprendiendo de memoria, explicándonos a nosotros mismos o explicando a otros una de las trascendentes odas de Horacio, un canto del Infierno, los actos III i IV de El rey Lear o las páginas sobre la muerte de Bergotte de la novela de Proust, volvemos a nuestros pequeños asuntos domésticos e insignificantes.
Pero seguimos poseídos. El grito en la calle suena lejano a nuestros oídos, si es que lo oímos siquiera. Nos habla de una realidad caótica, contingente, vulgar y transitoria, que no se puede comparar con aquella de la que nuestra conciencia está poseída. ¿Qué vale ese grito en la calle al lado del de Lear a Cordelia, o al de Acab atado a su demonio blanco? Miles, centenares de miles de personas mueren cada día, en las pantallas de televisión de un mundo aseptizado, en una completa monotonía. La destrucción de lejanas estatuas por fanáticos afganos, la mutilación de una obra maestra en un museo, nos hieren en el alma. El erudito, el verdadero lector, el hacedor de libros está saturado por la intensidad terrible de la ficción. Su formación le predispone a no identificarse de la manera más intensa sino con las realidades textuales, con la ficción. Esta formación, esta manera de centrarse en las antenas y órganos de la empatía -cuyo alcance nunca es ilimitado-, pueden suponerle una desventaja en su relación con lo que Freud denominaba "el principio de realidad".

Es tal vez en este sentido, paradójico, en el que el culto y la dedicación a las humanidades, la frecuentación del libro a grandes dosis y el estudio son factores de deshumanización. Pueden hacer más difícil nuestra respuesta activa a una intensa realidad política y social, nuestro compromiso total con las realidades circunstanciales. Un vientecillo de inhumanidad sopla en la torre de los libros de Montaigne, en las reglas decretadas por Yeats de que el hombre debe elegir entre la perfección de la vida y la del arte, en la certidumbre de Wagner de que nada debe a quienes le han ayudado en su vida porque su sola presencia en las notas de su biografía los hará inmortales.

En tanto que profesor para quien la literatura, la filosofía, la música, las artes, son la materia misma de la vida, ¿cómo puedo traducir esta necesidad? ¿Cómo puedo convertirla en lucidez moral, consciente de las necesidades humanas y de la injusticia que hasta tal punto hace posible una cultura tan elevada? Las torres que nos aíslan son más sólidas que el marfil. No conozco ninguna respuesta satisfactoria a esta pregunta.

Y sin embargo hay que buscarla. Si queremos merecer este privilegio que son nuestras pasiones, tener en nuestras manos el milagro que es un libro nuevo -Cui dono lepidum novum libellum? [¿a quién le doy el ingenioso librito nuevo?], preguntaba Catulo-, si queremos participar, aunque sea modestamente, del orgullo nostálgico que impregna su plegaria: quod, o patrona virgo / plus uno meneat perenne saeclo! [¡Oh, Musa, déjanos vivir un siglo o dos más!]."


George Steiner. El silencio de los libros. Siruela, 2011. P. 56-60.