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dijous, 23 de juny del 2016

una revetlla, una (déjà lu)

A l'Espai de llibres, sigui on sigui.
La noche del 23 de Junio de 1956, el llamado Pijoaparte surgió de las sombras vestido con un traje de verano color canela; bajó caminando por la carretera del Carmelo hasta la plaza Sanllehy, saltó sobre la primera motocicleta que vio estacionada y que ofrecía ciertas garantías de impunidad (no para robarla, esta vez, sino simplemente para servirse de ella y abandonarla cuando ya no la necesitara) y se lanzó a toda velocidad por las calles hasta Montjuich. Su intención, esa noche, era ir al Pueblo Español, a cuya verbena acudían extranjeras pero a mitad de camino cambió repentinamente de idea y se dirigió hacia la barriada de San Gervasio. Con el motor en ralentí, respirando la fragante noche de junio cargada de vagas promesas, recorrió las calles desiertas, flanqueadas de verjas y jardines, hasta que decidió abandonar la motocicleta y fumar un cigarrillo recostado en el guardabarros de un formidable coche sport parado frente a una torre. En el metal rutilante se reflejó su rostro -melancólico y adusto, de mirada grave, de piel cetrina-, sobre un firmamento de luces deslizantes, mientras la suave música de un fox acariciaba su imaginación; frente a él, en un jardín particular adornado con farolillos, se celebraba una verbena.
Juan Marsé. Últimas tardes con Teresa. Seix Barral, 1983. P. 13.

dimarts, 26 de juny del 2012

l'última


Libros de Ana (clic)

Avui, a les vuit del vespre, trobada per a comentar Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé.


dilluns, 25 de juny del 2012

entrevista a juan marsé

Querido Lluís Bosch:
Saludos cordiales. Ahí van mis respuestas, espero que satisfagan a los amigos y amigas del Blog de la biblioteca de Vic. Utilizo el castellano porque en él me expreso mejor que en catalán.
Quiero daros las gracias a todos por el interés hacia mi Teresa.
Un fuerte abrazo
Juan Marsé.
****

- Fa uns quants anys, no gaires, no era gens normal això de batejar equipaments públics amb noms de personatges que encara no haguessin traspassat. No n'hi havia tradició, la veritat.
El primer cas que vaig conèixer va ser, justament, la biblioteca on treballo, la Joan Triadú. Ara ja n'hi ha d'altres, la Juan Marsé del Carmel, la Pilarín Bayés de Sta. Coloma de Cervelló, per exemple. Al gra: com va anar, tot plegat? I, sobretot, com ho va entomar? Manté relació amb la biblioteca del Carmel?
El poeta David Castillo, muy vinculado al barrio del Carmel, me sorprendió un día al anunciarme que los responsables culturales del distrito habían decidido, de acuerdo con el ayuntamiento, bautizar con mi nombre la nueva biblioteca pública que se estaba construyendo en la calle Murtra. Me quedé patidifuso. Nunca se me había pasado por la cabeza semejante honor, y creo que hasta me mostré receloso, como que no acababa de creérmelo. David estuvo persuasivo.  Te debemos ese retrato del barrio en los años más duros, tan respetuoso y fidedigno, vino a decirme. Desde entonces he tenido hasta hace pocos años una relación constante con la biblioteca, regalando libros que recibo de muchas editoriales y asistiendo a algunas de sus actos culturales. Ultimamente, la edad ha empezado a retirarme de no pocas actividades.
Francisco Casavella té un article sobre Marsé recollit a Ronda Marsé. Ara que hi penso, Casavella és l'hereu més directe que se m'acut de Marsé, però què n'opina Juan Marsé?
Conocí a Francisco Casavella en Londres, unos dos años antes de su muerte, y congeniamos en el acto. Había leído su trilogía El día del Watusi y habíamos charlado largo y tendido sobre ese territorio de ficción, que compartíamos, llamado Barcelona y sus extrarradios marginales. Él había publicado ese artículo sobre Últimas tardes… al que usted se refiere en el diario El Mundo, si no recuerdo mal, pero a mí se me había escapado (no soy lector de ese diario). Se trata de un artículo muy cariñoso y entrañable. Y en su obra he detectado, en efecto, una atmósfera y una sensibilidad muy próximas a las de mis primeras novelas. Guardo a Francisco Casavella en el recuerdo y con el mayor respeto.
En una entrevista, l'autor explica que Últimas tardes... es va escriure partint de les imatges que se li suggerien. N'hi ha de molt clares, com la primera plana, en què una motocicleta creua Barcelona durant la revetlla de sant Joan. És possible llegir tota la novel·la en aquesta clau? Com es combina una estructura creada a partir d'imatges amb un relat que pregressa, amb un fil narratiu?
El impulso inicial que me lleva a desarrollar una historia se debe siempre a una imagen, o a varias imágenes, nunca a una idea y menos a una ideología. Últimas tardes con Teresa no fue concebida como una crítica a la burguesía catalana y a los señoritos universitarios de los años cincuenta –ya que tal disparate llegó a decirse-, sino como el deseo de dar forma visual y tangible a un sueño juvenil. El tema central de la novela surge de un equívoco propiciado por la mala conciencia de clase y la ideología progresista de una joven universitaria, así como su tendencia a confundir la realidad con el deseo –por ejemplo, confunde su íntimo deseo de perder la virginidad con  su ansia de liberarse de su clase-, pero son las imágenes que yo tenía de un joven del sur, habitante del Monte Carmelo, marginal y sin medios de fortuna, fantasioso y atractivo, las que dieron alas y garras a la novela. El personaje es un heredero del joven de provincias de la novelística del siglo XIX, una especie (salvando todas las distancias) de hijo natural de Rastignac o de Julien Sorel, incluso concebí la novela como un homenaje particular a la gran novela del XIX, cuya lectura me había fascinado tanto desde la adolescencia.  Con todo, no me atrevo a decir en qué clave debe ser leída Últimas tardes… Fue escrita hace más de cincuenta años, y la literatura es una cuestión de gustos, es decir, de limitaciones -como dice mi amigo Vila-Matas robándome descaradamente la frase, claro.
L'any 1966 Juan Marsé va escollir un murciano i una estudiant de la burgesia catalana per a recórrer els carrers i les relacions entre els grups humans (classes socials) de la ciutat. Si es plantegés retornar a la qüestió el 2012, quins personatges creu que serien els escollits?
Él podría ser hoy un inmigrante del Magreb o de la Europa del Este, ajeno a la lengua y a la cultura catalana, un nuevo aspirante (nunca faltarán, me temo) a alcanzar el prestigio que otorga el dinero y el escalón alto en la sociedad. Pero el camino que hoy conduce a ello, con la corrupción económica y moral que nos rodea y nos ahoga, no creo que necesite pasar necesariamente por la ideología progresista que vive  la bella y generosa Teresa y la hace confundir a un vulgar delincuente con un militante obrero adscrito al partido comunista. Para empezar, el partido ya no goza del prestigio político ni moral que gozaba en los años de clandestinidad. Y el tipo de escalador social que puede triunfar, devenido luego gran chorizo de las finanzas, lo da hoy mejor un Rato, por ejemplo, y ya lo anticipó un Mario Conde. El Pijoaparte, en el fondo, era un ingenuo, un pobre muchacho que creía de veras que mediante el esfuerzo personal y el respeto a la sociedad  (incluso respeta la virginidad de Teresa, si será ingenuo), uno podía  alcanzar un lugar al sol.
La oscura historia de la prima Montse podria ser una continuació de Últimas tardes? Hi ha personatges coincidents i el tema insisteix en la difícil relació entre classes socials en una Barcelona retratada des del Guinardó. Es va plantejar com hauria pogut seguir la vida de Teresa Serrat?
Aunque en La oscura historia… aparece Manolo Reyes cumpliendo pena en la cárcel, y después fuera de la cárcel, aceptando la ayuda apostólica de Montse en su condición de Hija de María, no la considero una continuación de Últimas tardes…En la historia de Montse Claramunt hay lugar para Teresa ni su mundo (aunque aparece fugazmente citada en el capítulo del Baile de Debutantas, una más en el florido ramillete de las agraciadas hijas de la burguesía)  y el asunto nuclear en la novela es otro. La oscura historia…quiere ser un alegato contra cierta educación católica tradicionalmente hipócrita y moralmente deleznable, con bastantes recuerdos personales de mi experiencia infantil parroquial.
Mai no m'ha semblat vàlida la frase "basat en fets reals", perquè parteixo de la idea que, fins i tot els que escriuen literatura fantàstica, es basen en algun fet real, o ens volen explicar una realitat a partir de fets que coneixen, analitzen i imaginen. Els personatges de Últimas tardes són complexos, fins i tot alguns dels seus secundaris. Com es construeixen els personatges? Millor dit quina part hi ha de l'escriptor en cadascun d'ells, per afinitat o oposició?
También a mí me parece que el aviso es un camelo; es más, siempre que lo veo en un libro o en una película, mi curiosidad y mi interés se desvanecen. En cuanto a qué hay del propio escritor en sus personajes, podría decir que mucho o nada, depende, o que siempre hay algo aunque el autor no sea consciente de ello. Las vivencias y la imaginación suelen convivir estrechamente, en porcentajes que varían. Por ejemplo, en Ringo hay  muchas vivencias personales, y también el David de Rabos de lagartija o en el Daniel de El embrujo de Shanghai, y también en mucho personajes femeninos, en la Pelirroja sobre todo, en la abuela Tecla o en la prostituta Balbina. Y hasta en personajes muy secundarios. Pero no lo considero relevante ni revelador. En mucho de ellos, en el Pijoaparte sobre todo, hay mucha más imaginación e inventiva que otra cosa, y tal vez deseos de ser él o de parecerme a él. A veces he pensado que, en efecto, me habría gustado ser como él (sólo a ratos), pero no tenía su ambición social ni su coraje y mucho menos un atractivo físico que me ayudara a enamorar a una universitaria rica que conduce un Floride descapotable… Imposible.   
Últimas tardes con Teresa hi ha un munt de coses no dites. Sobreentesos. Fins i tot en flaixos curts. Històries potents que suggereixen, més que no expliciten. Personatges amb moltes ombres, com el Cardenal, la família francesa, la Jeringa... Tenint en compte el moment en què es va escriure i publicar la novel·la, aquestes històries no dites estaven pensades per traspassar la censura?
Nunca sabré hasta qué punto la Censura franquista operaba en mi inconsciente durante el proceso de escritura de la novela. No recuerdo que me reprimiera, sobre todo en las escenas con más o menos contenido erótico, pero quién sabe, la autocensura trabajaba soterradamente, es una de tantas miserias  que imponen las dictaduras bajo palio. En todo caso mis temores se debían al capítulo que abre la tercera parte de la novela, el de los estudiantes conspirando contra el Régimen con sus algaradas en la Universidad de Barcelona en 1957. Y como la Censura prohibió la publicación de la novela, se confirmaron los temores. El editor Carlos Barral me aconsejó pedir audiencia al jefe de los censores, el señor Carlos Robles Piquer, y viajé a Madrid para entrevistarme con él, y después de una charla bastante cómica, descubrí, para mi sorpresa y alivio, que los reparos que ponía Censura no se referían a los hechos con alguna significación política (las revueltas y las manifestaciones callejeras y las cargas represivas de los grises irrumpiendo en la Universidad) sino solamente a ciertas palabras que los señores censores consideraban malsonantes: muslos, pechos, orgasmo, etc. Se me pidió suprimir unas cuantas. Increíble, pero cierto.
Per què creu que la literatura catalana -escrita tant en castellà com en català- ha parlat tan poc de les relacions entre classes socials? Per què deu ser que un altre autor català d'expressió castellana com Eduardo mendoza hagi decidit abordar el tema de forma quasi tan desinhibida com Juan Marsé?
No estoy muy seguro de que las relaciones conflictivas entre clases sociales se reflejen poco en nuestra literatura, sea catalana o castellana. Confieso no haber prestado especial atención al tema, posiblemente porque en la literatura de ficción he buscado siempre otros asuntos, otros alicientes. Ocurre que la desigualdad social, en mi opinión, se halla instalada permanentemente en la sociedad, está arraigada en la vida humana, es la vida misma. Ello hace que la desigualdad sea algo así como un subtema que siempre está ahí, que late siempre en el trasfondo de cualquier ficción que pretenda reflejar la realidad y las cuitas de los hombres y las mujeres en cualquier sociedad. Naturalmente, puede constituir el asunto central de una novela, porque la novela puede con todo, pero ese material, en sí mismo, siempre me ha parecido más adecuado para la sociología que para la literatura. En las buenas novelas se halla más o menos implícito, nunca explícito.
 - Una de les qüestions que sempre m'encurioseix dels escriptors i escriptores és quina és la seva metodologia de treball. Si dediquen unes hores determinades al dia a escriure, si creuen en els moments d'inspiració, si són ordenats i estructurats a l'hora d'escriure. M'agradaria traslladar aquestes qüestions al Sr. Juan Marsé. En el seu cas, utilitza escaletes per construir les novel·les o escriu a raig? Els personatges segueixen disciplinadament el model que ell els ha creat o es desenvolupen amb total llibertat? Quan està immers en una història, es dedica a escriure'n d'altres per esbargir-se o es concentra únicament en aquesta? Bé, se m'acuden moltes d'altres qüestions però en algun lloc hem de tallar. Gràcies per avançat.
Escribo preferentemente por la mañana, de diez a dos de la tarde. Primeros borradores a mano con pluma o bolígrafo, que luego paso al ordenador. Tomo muchas notas, antes y durante la escritura de la novela. Antes de empezar el primer borrador me sirvo de un breve guión en el que va un orden provisional y numerado de los hechos que han de constituir los nervios secretos de la historia, aquellos que han de vertebrar toda la estructura, pero naturalmente ese orden y esa estructura puede muy bien alterarse, no ser respetados en absoluto conforme avanza el relato, porque a partir de cierto momento la novela impone sus propias reglas y exige escenas o personajes secundarios que uno no había previsto. Es cuando la novela ha empezado a adquirir vida propia y notas que tira de ti, tanto o más que tú de ella.
 - El que més m'atreu de les seves novel·les és el lloc d'on neix el relat. Ell ha subratllat sempre el gresol que han representat les aventis en el seu paper de narrador. Les aventis són, de fet, la narració contínua de l'experiència vital, la seva i la dels seus personatges. Una experiència modificada i ampliada que serveix per construir allò que a les classes altes i a l'aristocràcia els ha vingut donat per la supremacia de classe. La literatura és una necessitat existencial on ens hi acabem trobant, uns caient des de dalt, els altres pujant des de baix. Si li hagués de fer una pregunta al Marsé, seria que ens expliqués quines emocions sent relatant, posant sobre el paper allò que d'existencial hi ha en l'escriptura. No m'interessa allò tan típic de què hi ha de personal perquè tota literatura, tota recreació és ficció. Vull saber què sent donant-li vida a Ringo (Caligrafía de los sueños), i per extensió, què sent construint personatges amb qui comparteix l'ànima. I, fins a quin punt, l'emoció que els lectors vivim és compartida amb la seva com a escriptor.
Quizá lo único que me preocupa de las emociones y sentimientos que una obra de ficción transmite al lector, es que éste las perciba desprendidas del texto, ajenas a los avatares del relato, es decir, emociones y sentimientos que parecen desprenderse más de la personalidad del autor que de la trama estrictamente novelesca. Es el riesgo, tantas veces denunciado por los puristas, de caer en el sentimentalismo. Ciertamente, es aconsejable guardar las distancias con la materia fabuladora, sobre todo cuando esta materia se nutre de las propias vivencias del autor. En mi caso podría citar varias novelas, desde la primera que publiqué, Encerrados con un solo juguete, pasando por Un día volveréRabos de lagartijaEl embrujo de ShanghaiLa oscura historia…, hasta Caligrafía de los sueños, en las que posiblemente lo más cercano a mis vivencias sea lo inventado, lo fabulado. Quiero recordarle que en Caligrafía…, cuando la señora Mir esta tirada sobre las vías muertas del tranvía bajo cuyas ruedas, en su fantasía o delirio, ella desea morir, y Ringo la observa incrédulo, se dice: “Acaso sea esta la primera vez que el chico intuye, siquiera de una forma imprecisa y fugaz, que lo inventado puede tener más sentido y solvencia que lo real, más vida propia y más sentido, y en consecuencia más posibilidades de pervivencia frente al olvido”
Acabo de llegir per segona vegada Si te dicen que caí al club de lectura d'Alumni, l'havia llegida de molt jove i no m'havia arribat la desesperança, la derrota i el pessimisme que transmet, sí voldria dir-li que he trobat a faltar alguna petita mostra d'optimisme que ajudi a sortir als personatges de la dissortada vida de postguerra. Suposo que Juan Marsé volia fer arribar al lector, precisament, aquest horror col·lectiu on no hi havia res de bo. Gràcies per fer-li arribar aquest comentari.
Comprendo su deseo y hasta lo comparto, pero estos personajes no pueden (ellos bien quisieran, seguro) escapar de aquellos desdichados años de la postguerra, y por mi parte yo no puedo ni deseo maquillar o embellecer esos tiempos de  ignominia. Si te dicen que caí es una despedida de la infancia y las aventis un canto a la imaginación y a la libertad, un correctivo a la miseria política y moral que impuso la dictadura. Lo siento, pero no cambiaría ni una coma. Y gracias por recordármelo.
I per acabar, li agraïriem que ens respongués aquest qüestionari breu amb poques paraules:
· El llibre que estic llegint en aquests moments és: 
  Con Stendhal, de Simon Leys (Acantilado)
· La darrera pel·lícula que he vist al cinema és:  
  Los 4 jinetes del Apocalipsis, de Vincente Minnelli
· La música que he escoltat més cops els darrers dies és:
  Amy Winehouse, cuya espléndida voz me recuerda a Billy Holliday
· El meu heroi preferit de ficció és:
  El Quijote
· I el meu heroi preferit de la realitat (en cas que això existeixi) és:
  Sócrates

Un fuerte abrazo y gracias por la atención.
Juan Marsé



P.S.: Entrevista realitzada pels lectors i lectores del blog, amb preguntes recollides (aquí) entre els dies 1 i 16 de juny.

dijous, 21 de juny del 2012

de cameo


Teresa le miraba con simpatía pero seguía indecisa, y fue entonces cuando notó en las nalgas un pellizco de maestro, muy lento, pulcro y aprovechado. No dijo nada, pero se volvió disimulando, roja como un tomate, y tuvo tiempo de ver una silueta encorvada, los hombros escépticos y encogidos de un tipo que se escabullía riendo entre las parejas. Al mismo tiempo, oyó a su lado la voz de una muchacha que le decía a su amiga: "Le conozco, se llama Marsé, es uno bajito, moreno, de pelo rizado, y siempre anda metiendo mano. El domingo pasado me pellizcó a mí y luego me dio su número de teléfono por si quería algo de él, qué te parece el caradura."

Juan Marsé. Últimas tardes con Teresa. Seix Barral, 2008. P. 382.

dimarts, 19 de juny del 2012

pel carmel-(o) marsellès



Tot i saber com n'està de demodé -per no dir que fins i tot fa lleig-, i com que no sé sànscrit, jo encara m'ho passo bomba llegint bigarrats textos estructuralistes: tal vegada focs d'artifici conceptual, però, com els castells des de la platja, plens de diversió per l'esclat de tanta guspira multicolor.

Guarnim-nos dels 60's i, situats en una aula de la Sorbona, parem atenció al ponent:"Tot relat, tota narració, es fonamenta en una topologia i en una energètica. La topologia proposa singularitats i l'energètica catàstrofes."

Un cop restablert el silenci després de l'esclat d'un petard tan potent -i com a gràcia major del joc-, el saberut que l'ha llençat s'ha d'afanyar a explicar-lo. I aquí és quan en diu una d'imposant per poètica (poètica només en el preceptiu francès estructuralista): "Ça va de Discours et Parcours..."

Pot semblar que avui tot això era impertinent, "que no tocava", que només era l'hora de dir d'en Marsé; i, tanmateix, no crec haver fugit d'estudi. Deixant apart l'energètic "discours" sobre les catàstrofes que afectaren al Manolo, la Maruja i la Teresa (una Teresa que sempre he oït amb una fonètica tergiversada), em centraré en la seva topologia mítica, en el recorregut (parcours) per la singularitat del Carmel.

M'he descomptat de les vegades que he cimejat el visionari Carmel. El territori temible de la meva infantesa -cau dels bandolers que, armats amb navalles, davallaven del turó per assaltar als ciutadans inermes-, més tard va esdevenir objectiu muntanyenc de les meves campanes del batxillerat superior de lletres.
I així segueixo..., enfilant-me al Carmel, a qualsevol hora i potser un cop al mes, per mor d'una identitària dèria d'altituds, amb la certesa de què una pau encomanadissa s'ha fortificat allà dalt.

A partir del conseqüent domini a la menuda del lloc, vaig voler imaginar quina visió ens n'oferiria avui en dia un Marsé rejovenit i atent al nou paisatge del Carmel...
Potser els Pijoaparte d'avui provenen de les hip-hoperes colles de writers que no han deixat un pam del barri sense grafiar, inclosos els roquissars del cim... Qui sap si del cim del Carmel, passant per la biblioteca Marsé, la penya ha baixat fins l'Espai Boca Nord on avui punxa un col·lega que acaba de fer-hi un curset; un curset com el de dansa del ventre que fan tot de dones guarnides amb xandalls de mercadillo. Apart d'una colla que ve a assajar una evolució del flamenc, per la Boca Nord avui també hi correm nosaltres. Som aquí perquè hi ha concert dels Cabezas de Cera, uns mexicans tan indígenes com experimentals. Quan sortim a fora a fumar algú comenta que més d'un d'aquells iaios que veiem jugar a la petanca, de jove, devia haver conegut al Manolo Reyes... És una possibilitat que tots donem per certa.

divendres, 15 de juny del 2012

la barcelona de marsé


Hay una escena en Ultimas tardes con Teresa clave para la novela y para la distinta concepción que tuve y tengo de lo que se ha dado en llamar la Barcelona de Marsé. Manolo, el Pijoaparte, y Teresa Serrat, al cabo de una serie de enredos de traviesa tragicomedia, se han enamorado de sus respectivas auras, y esas auras son falsas. A Teresa, una estudiante contestataria de familia rica en la Barcelona de los 50, Manolo le ha llegado a parecer un misterioso activista obrero, cuando no es más que un macarrón. Para Manolo, Teresa es, aunque él no acabe de darse cuenta, poco menos que la Laura de Petrarca, vuelta, por azar, humana, accesible, comestible y con posibles. La muchacha no esconde otra verdad que su inquieta juventud: ser una niña (bien) follada (mal).

El narrador, con una flexibilidad en el punto de vista sobre sus personajes y avatares que oscila sin manías de lo impío a lo amoroso, urde la trama con una socarronería muy stendhaliana hasta un punto límite: Manolo, confundido en su impostura, se tiende una encerrona a sí mismo. En uno de sus chanchullos, tiene que llevar unos objetos robados a Pueblo Seco, un barrio marginal como el suyo, pero en el otro extremo de la ciudad. Por el camino, le ha ido inculcando a Teresa una vaga idea sobre una no menos vaga misión clandestina. Los de Pueblo Seco acaban dándole una paliza a Manolo por lo que no es más que un ajuste de cuentas hampón y Teresa percibe el engaño que ella misma forjó. A partir de ese momento, la leyenda del guapo luchador clandestino se disolverá en llevadera ilusión (en maravillosa frase: «El lento deterioro del mito trajo sus delicias: Teresa veía, tocaba y luego creía»). Enseguida, y como colofón, aparece la monda realidad.
Y bien. ¿Qué pensé yo la primera vez que leí esta escena? «Esto es lo que le pasa al Manolo ese por meterse con los de mi barrio».

Porque yo era de Pueblo Seco y casi un niño. Para mí entonces los jovencísimos Manolo y Teresa eran muy mayores. «Los mayores». Que eso disculpe mi bobo pensamiento y nos disculpe también a la mayoría por urbanizar a la ligera espacios míticos: las barcelonas de Marsé, de Vázquez Montalbán, el Madrid de García Hortelano, Yoknapatawpha, comalas, macondos, santaisabeles... Al cabo del tiempo, y con un gran esfuerzo de la asistencia social, mi criterio ha cambiado: los espacios míticos son y, sobre todo, sirven para algo más que para señalarlos en mapamundis imaginarios.

Ahora creo que la utilidad de la novela, del contar historias (porque la novela puede ser "útil" en casi todos los sentidos menos en el que se le suele dar) es, sobre todo, la de reavivar palabras cansadas: memoria, justicia, corrupción, ilusión, derrota. Cuando uno cuenta una historia y sabe hacerlo, necesita volver a delimitar fronteras, levantar planos y volver a nombrar, sobre todo, nombrar para que una ficción nueva, más vigorosa, compita con esa otra ficción laxa y llena de espinas que desde siempre el poder y la desidia hacen pasar por verdad, la novela contra la estafa. Esa sea quizá la causa de que muchos (permítanme la expresión) contadores de historias inventen lugares que el lector o el oyente pueda identificar con el lugar (permítanme ahora las comillas) «verdadero», la zona de la estafa. Y por la misma razón, otros contadores de historias ni se molestan en hacerlo, porque tampoco desean que mueran de asco las palabras que nombran los territorios de su señorío narrativo.

La Barcelona de Marsé, los Guinardós y Carmelos de Marsé, son volver a nombrar las ilusiones perdidas y la soledad, el absurdo y la muerte, la esperanza y la desesperación, la mentira y la supervivencia, la dignidad y el orgullo, la resignación y el no resignarse nunca, la paradoja. Ahora que se batanea tanto la palabra «premio» me gustaría recordar lo que dijo otro contador de historias y señor de territorios cuando recibió uno de esos galardones: «El hombre es inmortal, no porque entre todas las criaturas sea el único que tiene una voz inagotable, sino porque posee alma y un espíritu capaces de compasión y sacrificio y aguante. El deber del poeta y del escritor es el de escribir acerca de estas cosas. Goza del privilegio de ayudar al hombre, levantándole su corazón, recordándole que el valor y el honor, la esperanza y el orgullo, la compasión y la piedad y el sacrificio han sido la gloria de su pasado».

Y lo hace inventando un mundo. No un mundo ideal, sino el mundo que es. Juan Marsé ha realizado esta práctica en toda una vida de contador de historias casi siempre soberbias. Pero hay algo más.

Hace años, donceles que iban para grandes artistas y se han quedado, como mucho, en palanganeros del poder (en la mayoría de ocasiones de un poder que da risa: el cultural) acusaban a Juan Marsé de escribir mal. A lo mejor querían decir que la prosa de Marsé era como las rodillas despellejadas de la chica de Ronda del Guinardó, más cargada de futuro que mil bibelots de temporada. Ahora, esos mismos palanganas se empeñan en llamar a no sé muy bien qué folclorismo La Barcelona de Marsé como si hablaran de El Paralelo de Escamillo, fosilizando, museizando y comisionariando, que es lo suyo. Como Juan Marsé se ha declarado antiintelectual, porque sabe que las ideas son veneno para la gran narrativa, nuestros funcionarillos, vestidos de cura Toni Miró, aunque ahora ya no se atreven a mucho (en el pringue de los escalafones se aprende rápido que la veteranía es un grado) quizá han llegado a la conclusión de que Marsé no piensa y que eso no hace daño a nadie. Bueno.

Hace casi 40 años, que no es mucho tiempo para la literatura, pero es algo de tiempo para casi todo lo demás, Marsé escribió el célebre arranque de la tercera parte de Ultimas tardes con Teresa. Ahí se describe el ambiente político en la universidad de la Barcelona de mediados de los 50. El fragmento empieza con «La naturaleza del poder que ejercen es ambigua como la naturaleza misma de nuestra situación...» y tras un espléndido tour de force acaba con el inmortal párrafo: «Con el tiempo, unos quedarían como farsantes y otros como víctimas, la mayoría como imbéciles o como niños, alguno como sensato, ninguno como inteligente, todos como lo que eran: unos señoritos de mierda». Que es, ni más ni menos, lo que siguen siendo ahora que urden las ficciones del poder.

A cuatro décadas vista, a mí el párrafo me parece de mucha claridad intelectual, excepcionalmente escrito, está incluido en la trama con mano maestra y, sobre todo, es un ejemplo de lo que yo entiendo como La Barcelona de Marsé.

Francisco Casavella. La Barcelona de Marsé. elmundolibro. com. 23 febrer 2001.


dijous, 14 de juny del 2012

paternitat responsable


Lenguas de doble filo, aunque escasamente afiladas, suelen insinuar, en los mentideros literarios de Barcelona, que Jaime Gil de Biedma es poco menos que el autor de Últimas tardes con Teresa, la novela que le valió a Juan Marsé el premio Biblioteca Breve, en 1965, y que recientemente ha sido llevada al cine por Gonzalo Herralde. Aunque sin poner en duda la generosidad de Jaime Gil, ni su demostrado interés por hacer suya, al menos literariamente, la afirmación de Rimbaud, heredada de Nerval, "Car je est autre", parece poco probable que la objetiva calidad de la novela, en primer lugar, y el éxito alcanzado en sucesivas ediciones, en segundo, no le llevaran a reconocer lusianamente esa hija del ingenio, dando testimonios de paternidad responsable.

Como el lector podrá suponer, Juan Marsé, padre putativo, y Jaime Gil de Biedma, verdadero engendrador de la criatura, siempre según los mentideros, han sido consultados sobre el particular. Ambos nos han asegurado que nuestra suposición estaba en lo cierto. Jaime Gil remarcó que no es "tan tonto como para no firmar, en caso de haberla escrito, una obra del interés y la calidad de Últimas tardes" y Juan Marsé aseguró: "Siempre que oigo decir esto me entra una gran depresión agricola".

Carme Riera. "El río común de Juan Marsé y Jaime Gil de Biedma". Quimera, núm. 41 (1984). P. 56.

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Dicen que Gil de Biedma, atento a cuanto está escribiendo su amigo, le corrige el manuscrito de Últimas tardes con Teresa, que le regala las citas librescas con las que se abren los capítulos, algo entonces de moda, y que Marsé, en justa correspondencia, deja caer aquí y allá versos de Jaime. Teresa, en la barra de un bar, lleva la indumentaria de la niña Isabel del poema “A una dama muy joven, separada”. Manolo sabe de las habilidades del afilador, que saca de otro poema: Como un operario que pule una pieza, / como un afilador / fornicar poco a poco mordiéndose los labios ( “Nostalgie de la boue”).

Los juegos intertextuales sobre la poesía de Jaime Gil son en Últimas tardes con Teresa muchísimos. Se trata de juegos privados que remiten a una época ya ida, a las conversaciones y a las copas en noches que se desearon infinitas, compartidas muy a menudo también con Barral, García Hortelano o Ángel González, de paso por Barcelona. Y por eso todos ellos, de palabra y obra, denostaron siempre el alba bobalicona, impertinente y hostil que interrumpía sus conversaciones y les recordaba que el día se imponía, implacable, con sus obligaciones y horarios, que el paraíso nocturno no era más que un simulacro, ante las transacciones con la cotidianeidad mezquina. Recordando esas horas felices, algunas también diurnas, escribirá Gil de Biedma uno de sus mejores poemas, en el que, tras considerarse “salvado” después de su propia muerte literaria, al modo de Manuel Machado, recordará los nombres de los amigos que le han acompañado en el “ último verano de su juventud,” pasado en la finca familiar de Nava de la Asunción. Entre ellos, destacará a un tal Juan, (“Fue un verano feliz… / El último verano / de nuestra juventud, dijiste a Juan / en Barcelona / al regresar / nostálgicos,) que no es otro que Marsé, sin duda el amigo que por entonces parece sentir más cercano en su mundo de afectos, complicidades y guiños: ¿ o acaso no hay algo de alusión a la sacra última cena en esa referencia al último verano, antes de la muerte del poeta… por mucho que Jaime no sea Cristo y Juan no sea San Juan?

Carme Riera. "Marsé y el grupo catalán de los 50". Revista Mercurio.

Juan i Jaime a La Nava de Asunción (Segovia), l'estiu de 1964.

dilluns, 11 de juny del 2012

entrevistem juan marsé?


Aquesta és la nostra proposta. Dit així podria sonar pretensiós, o massa difícil. Però és així: us estem convidant a entrevistar en Juan Marsé.
Fa tot just dos mesos vam gosar estrenar aquesta possibilitat de diàleg amb l'autor, tal com es pot veure. Aquest és l'argument que ens vam donar a nosaltres mateixos i al mateix Juan Marsé.
El club llegeix Últimas tardes con Teresa per tancar el curs 2011-2012, i ho fa amb aquesta revisitació d'una novel·la que es va editar per primer cop el 1966. Ens omplien els dubtes: els lectors del blog i del club respondran a la invitació de fer-li preguntes a Juan Marsé? Darrera d'aquesta pregunta se n'amaguen moltes. El nom de l'autor genera 408.000 resultats a google, si és que una dada quantitativa (a la xarxa) vol dir res. Però és evident que vol dir coses.
També cal dir que ens sobrevolava una altra pregunta, potser elemental: Juan Marsé és un autor assequible que es prestarà a ser entrevistat per persones potser anònimes, participadors del blog d'una biblioteca pública? Per fortuna, la resposta no es va fer esperar gaire: l'autor ens diu que sí. I ho fa sense escletxes ni reserves. No puc amagar l'alegria que vaig sentir, perquè crec que una biblioteca pública hi ha de tenir dret, i confirmar-ho és molt agradable. El nom de Juan Marsé, al capdavall, també és el de la Biblioteca Pública del barri del Carmel.
Però finalment -més enllà de consideracions sociològiques o estètiques- estem parlant de literatura. De persones que escriuen i de persones que llegeixen allò que les altres pesones escriuen -o han escrit: calen els dos factors per a poder parlar del fenomen. Hem decidit que no ens impressionarà tot l'aparell crític i mediàtic que rodeja Ultimas tardes con Teresa, Juan Marsé, la possiblement estèril polèmica sobre els autors que escriuen en una llengua o una altra.
Quan es va publicar Últimas tardes con Teresa jo tenia dos anys, i en feia més de vint que corria per les llibreries quan la vaig llegir. No podria recordar quines emocions em va despertar. Tret que recordo justament això: que em va despertar emocions. La mirada sobre Barcelona i les relacions entre les classes socials em va commoure: perquè (em vaig demanar) mai no havia llegit res que abordés de forma tan desinhibida aquesta qüestió?
Crec que si li hagués de fer una primera pregunta al seu autor, seria aquesta. Intueixo que Juan Marsé em diria que no ho sap, i seria la resposta més natural. Ell no deu saber -no cal que sàpiga- perquè aquesta qüestió no havia estat formulada mai fins llavors en literatura.
Us convidem a seguir fent preguntes. El nostre joc és obert i té poques normes: cadascú deixa la pregunta que vol fer, i de la mateixa manera l'autor respon aquelles preguntes que troba que ha de respondre, que pot respondre, que li ve de gust respondre.
Podria dir que preferim les preguntes referides a la novel·la per damunt de les preguntes que aborden altres qüestions (la vida de l'autor, els seus amics i enemics, etc). Però això ja seria una primera interferència, una contradicció amb el nostre propòsit. De manera que goso deixar una segona pregunta:
    -L'any 1966 Juan Marsé va escollir un murciano i una estudiant de la burgesia catalana per a recórrer els carrers i les relacions entre els grups humans (classes socials) de la ciutat. Si es plantegés retornar a la qüestió el 2012, quins personatges creu que serien els escollits?
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A partir d'ara podeu deixar aquí les vostres qüestions. Les anirem recollint i les trametrem a l'autor. La nostra única intervenció serà ordenar-les per temes -si és possible-, per tal de facilitar les respostes i donar coherència al possible resultat final.


dilluns, 4 de juny del 2012

te-re-sa (o de com llegir a juan marsé amb les ulleres de nabokov)


Diuen que no hi ha cap forma dolenta d'apropar-se a un bon llibre, i deu ser veritat. Hi ha qui comença a llegir A sang freda confiant a trobar-hi un noir ple de frases curtes i de detectius alcoholitzats, i a les cinquanta pàgines ja s'ha convertit en fan vitalici de Truman Capote. Hi ha qui agafa en préstec Madame Bovary perquè a la biblioteca li han posat un pictograma amb un cor al llom, i de sobte descobreix que el món de les emocions no s'acaba amb el Moccia ni amb la Steel. Hi ha (jo ho he vist) qui s'enduu la darrera novel·la que va publicar en vida l'autora X, enlloc d'aquella altra novetat de l'autor Y que havia vingut a buscar, perquè «jo diria que la casa que surt en aquesta portada és la que els meus avis li tenien llogada a uns irlandesos a Prada de Conflent», i acaba enganxat per sempre més al món imaginari de l'autora en qüestió. Per no parlar d'aquell escriptor (crec que era William Boyd) que explicava com de nen va començar a llegir Assassinat a la catedral, l'obra de teatre en vers de T. S. Elliot, convençut que era una novel·la de l'Agatha Christie, i així va descobrir la poesia.

Jo vaig arribar a Últimas tardes con Teresa perquè se m'havien acabat les novel·les de Nabokov, i un pròleg llegit dempeus i en diagonal a La Central del carrer Mallorca em va fer descobrir que Juan Marsé era el fill barceloní de l'autor de Lolita. Contextualitzaré el meu descobriment dient que jo tenia llavors divuit anys, i pensava que un llibre només podia ser bo si: a) estava traduït de l'anglès, b) el seu estil era esplèndidament visual, c) en ell apareixia al menys un personatge principal femení amb nom trisil·làbic, i d) cadascuna de les seves línies amagava, o més aviat lluïa, un cop d'efecte verbal de l'autor. (Ja sabeu: els perills de llegir a Nabokov massa aviat i sense criteri.) Marsé tenia el defecte evident d'escriure directament en castellà, però ho compensava complint ja des del títol amb el requisit de la protagonista trisil·làbica; i el pròleg que encapçalava el llibre deixava entreveure que ell també era força partidari del fraseig lluent i de l'estil visual. Per no parlar que aquelles pàgines inicials, afegides a la novel·la en la seva setena edició i ja mantingudes en totes les edicions posteriors, semblaven remetre de forma directa al famós epíleg que Nabokov va escriure per a la seva Lolita.

Recordeu l'epíleg de Nabokov? I el pròleg de Marsé? La llum de l'alba descobrint els contorns d'un dormitori de criada, tot de còfies i davantals i d'esperances traïdes. El nen de poble perseguint raigs de lluna sobre la tela del pijama d'una nena rossa i estrangera. Les restes d'una pluja de confeti al terra una nit de Sant Joan, quan ja tot ha succeït i només resta preparar-se pel comiat definitiu. O la pobra Teresa, universitària i compromesa, esquivant aixelles oloroses en un ball de barri obrer una tarda de diumenge... La forma en què Marsé passava revista a les imatges que la seva memòria conservava llavors d'Últimas tardes con Teresa s'assemblava molt a la forma en què Nabokov rememorava les quatre o cinc escenes que basteixen, de forma gairebé secreta, l'edifici extraordinari de Lolita. I potser el paral·lelisme només existia dins el meu cervell curt de lectures, però a mi em va servir: gràcies a ell vaig comprar aquella tarda la novel·la de Marsé, i vaig començar a llegir-la aquella mateixa nit, i al dia següent Nabokov ja es trobava una mica menys sol a dalt de tot del meu panteó de novel·listes moderns.

I així doncs, de què va Últimas tardes con Teresa? Com tots els llibres bons de veritat, va de moltes coses. Va de la Barcelona dels anys 50, la del barraquisme i el desenvolupament insostenible, la dels xarnegos i els catalans, la dels senyors addictes al règim i els senyorets amb mala consciència. Va dels somnis de la joventut i de la incomunicació de l'edat adulta, i de l'ascensor social sempre fora de servei. Va del meu barri, el Carmel, que es continua mirant Barcelona des de les seves alçades com qui es mira un espectacle interessant i força atractiu, però essencialment aliè. Va de l'amor i l'aventura, i del penediment, i dels equívocs terribles que fan avançar totes les nostres històries. Va de les coses que passen quan un escriptor mossega la mà del seu amo. I va també, o sobretot, de totes les coses que cadascun del seus lectors hi ha volgut veure al llarg d'aquests 46 anys de vida pública que ja té la novel·la. (46 anys: el Pijoaparte, la Teresa, la Maruja i companyia ja deuen ser a hores d'ara uns rumbosos jubilats. Ves que la Teresa no sigui una de les caps dels iaioflautes.) Coses que, si voleu, comentarem entre tots el proper dia 26 de juny al club de lectura de la Biblioteca Joan Triadú de Vic.

Jo prometo no parlar de Nabokov ni de Lolita, a no ser que sigui estrictament necessari. Però sospito que sí parlaré de com és d'estranya la vida, que fa que un dia estiguis fullejant una novel·la en una llibreria de Barcelona i quinze anys més tard et vegis parlant d'aquella mateixa novel·la amb els amics d'una biblioteca de Vic. Coses, que diria la Matilde (que també, ja ho veureu, es coneix unes quantes històries del Carmel).



dijous, 23 de juny del 2011

una revetlla, una

A l'Espai de llibres.
La noche del 23 de Junio de 1956, el llamado Pijoaparte surgió de las sombras vestido con un traje de verano color canela; bajó caminando por la carretera del Carmelo hasta la plaza Sanllehy, saltó sobre la primera motocicleta que vio estacionada y que ofrecía ciertas garantías de impunidad (no para robarla, esta vez, sino simplemente para servirse de ella y abandonarla cuando ya no la necesitara) y se lanzó a toda velocidad por las calles hasta Montjuich. Su intención, esa noche, era ir al Pueblo Español, a cuya verbena acudían extranjeras pero a mitad de camino cambió repentinamente de idea y se dirigió hacia la barriada de San Gervasio. Con el motor en ralentí, respirando la fragante noche de junio cargada de vagas promesas, recorrió las calles desiertas, flanqueadas de verjas y jardines, hasta que decidió abandonar la motocicleta y fumar un cigarrillo recostado en el guardabarros de un formidable coche sport parado frente a una torre. En el metal rutilante se reflejó su rostro -melancólico y adusto, de mirada grave, de piel cetrina-, sobre un firmamento de luces deslizantes, mientras la suave música de un fox acariciaba su imaginación; frente a él, en un jardín particular adornado con farolillos, se celebraba una verbena.

Juan Marsé. Últimas tardes con Teresa. Seix Barral, 1983. P. 13.