dimarts, 25 de gener del 2022

epíleg


TAMARA DJERMANOVIC
«Crimen y castigo». A: La literatura admirable. Del Génesis a Lolita. Pasado y presente, 2018.

En el desenlace de Crimen y castigo —Sonia y Raskólnikov se van a Siberia para expiar su culpa y así poder resucitar sus vidas— se confirma una de las pocas ideas firmes del escritor: si uno es capaz de abrir su corazón al amor, está salvado. Rodión es un hombre extremadamente solitario, pero cuando encuentra a Sonia sale de esta voluntad enfermiza de contemplarse a sí mismo separado de la humanidad entera. Los  dos habían roto las barreras morales —él matando, ella vendiendo su cuerpo— y es precisamente esta circunstancia, de haber bajado al fondo del infierno psicológico, lo que les une por encima de todo.
Con Sonia, Dostoyevski comenzará la tradición de sus personajes crísticos, encarnados siempre en los individuos de algún modo rechazados por la sociedad. La idea de la cruz hecha realidad en su personaje no se basa únicamente en que se prostituya para que sus hermanos no se mueran de hambre, sino además en su infinita entrega y comprensión de los demás. Cuando Raskólnikov le confiesa su crimen, ella es capaz de decirle las siguientes palabras:

Ve ahora mismo, en este mismo instante, plántate en la encrucijada, inclínate, besa primero la tierra que has mancillado y luego postérgate ante el mundo entero, ante los cuatro puntos cardinales, y di en voz alta a todos los que pasen: 'He matado!' Entonces Dios te volverá a la vida.

Respecto al pecado de la propia Sonia, este ha sido redimido por la pureza de su sacrificio. Es memorable la escena ideada por Dostoyevski en la que Raskólnikov se pone de rodillas ante su futura compañera, en señal de respeto por el «gran sufrimiento que ella ha padecido». Hay otro aspecto muy importante que evoca esta heroína: Sonia es diminutivo de Sofía, que aparte de significar la sabiduría en la etimología griega, evoca un concepto místico filosófico de la ortodoxia rusa, tratado por varios pensadores del cristianismo oriental y desarrollado tanto por Dostoyevski como por Vladimir Soloviov, pensador y amigo suyo. Entendido como alma mundi, Sofía remite a lo eterno femenino que se revela en los símbolos de la Madre de Dios y de la Madre Tierra. Por tanto, esta concepción, que reúne el culto cristiano con el pagano, representa un amor erótico-místico que contiene elementos de devoción tanto espirituales como corporales.
Se pueden ver tambiés diversos paralelismos entre Sonia y otras figuras literarias o espirituales de la tradición occidental. En la novela social francesa ya habían aparecido prostitutas de corazón puro, pero es su proximidad a María Magdalena y su amor a la humanidad realizado lo que aturde al lector, como al propio Dostoyevski y a su Raskólnikov.
La timidez, pureza y fe que caracterizan a Sonia son necesarias para que el protagonista de Crimen y castigo pueda remontar su vida. Sin ella, Dostoyevski le hubiera reservado otro destino. Cuando el lector lee las descripciones de cómo «estaban sentados uno junto a otro, tristes y abatidos, cual náufragos que la tempestad arroja a una playa desierta», se olvida de que a su héroe le esperan años de condena.
Hacia los últimos capítulos del libro, cuando el escritor decide que pondrá a sus dos personajes principales a leer juntos el episodio de la resurrección de Lázaro del Evangelio de San Juan, se señala de modo simbólico el desenlace de la novela: el resucitar de unas vidas humanas. Con siete años de presidio por delante, Dostoyevski se despide de su protagonista y nos comunica que, al lado de Sonia, esos siete años pueden parecer siete días. Así Crimen y castigo, según la propia tradición rusa, tiene un desenlace feliz: «Es la historia de la continua renovación de un hombre, la historia de su gradual regeneración».

5 comentaris:

  1. jordi casals26/1/22 9:46

    Coincideixo amb la Tamara, amb la lectura de Crim i càstig no han deixat d’acompanyar-me totes les arrels cristianes que, des de infant i, abans encara, per herència o pel embolcall històric -social i religiós m'han acompanyat tota la vida, les diferències, la injustícia, la culpa (la original i totes les posteriors) , el desempara, la mentida, la hipocresia social, la expiació per l'acceptació dels altres, l'amor, el propi i innecessari perdó i sempre, la esperança. En Sísif també podia ser feliç

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    1. Ai, sí, Dostoievski i la culpa. Doncs mira, hi ha una cosa que no comparteixo gens amb ell, això de que el patiment i la humiliació són el camí per purgar-la. Els russos (els de ficció, els altres no tinc el gust) trobo que s'ho agafen tot molt seriosament; principalment a ells mateixos, no sé com dir-ho. En això soc meridional, la veritat sigui dita.

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    2. Doncs jo crec que m'hi identifico molt amb els russos, justament perquè em sento poc meridional i, a vegades, també em prenc massa seriosament, fins a la ratlla del ridícul. I altres vegades, per contra, caic en el sarcasme i en l'ofensa. No sé, m'agraden les ànimes turmentades, encara que facin riure, crec que dónen més joc que els presumptament feliços mediterranis, asolellats, petarderos, tavernaris i que gaudeixen taaaant de la vida.

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    3. Cadascú per on l'enfila. Cada meridional infeliç (que també n'hi ha, no et pensis) ho és a la seva manera. De gaudir patint en dic masoquisme. I no li trobo la gràcia.

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  2. També cada gaudidor meridional, septentrional, eslau, etc ho és a la seva manera. Masoquistes no em semblen els personatges russos, simplement turmentats, infeliços, desgraciats... això, per a mi, com els bons i dolents a les pel.licules, jo en general m'identifico amb els últims.

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