dimarts, 19 de novembre del 2019

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Hay árboles en los que se apoya un bosque. Puede que no sean los árboles más viejos, ni los más grandes ni los más altos; puede que no se distingan de la mayoría de los otros árboles, pero por algún motivo son las plantas que dieron un paso decisivo en el subsuelo, que inclinaron el tronco en la dirección debida en el momento debido y abrieron el camino a sus congéneres para transformar en bosque una simple arboleda. Lo mismo ocurre con los libros. En unos cuantos de ellos se apoya nuestra biblioteca. Puede que no sean los más viejos, ni los que más amemos, ni los que hayamos leído más veces, pero por algún motivo han determinado la dirección y el carácter del conjunto. En mi caso, uno de estos libros es El extranjero, de Albert Camus, un libro que me ha marcado en mi adolescencia y que, cada vez que lo releo, me gusta menos. Sin embargo, reconozco en él un ascendente sobre los otros libros de mi biblioteca, y ésta me parece impensable sin su presencia. Otro puntal de mi estantería es Esperando a Godot, de Samuel Beckett. Al revés que El extranjero, cada vez que lo releo, me gusta más. Sobre estas dos columnas de Hércules se sostiene mi biblioteca. 
Pero el símil es exagerado, pues mi biblioteca no tiene nada de hercúleo, siendo harto modesta, tanto en cantidad de libros como en rarezas. Cuando ha caído en mis manos algún libro raro, de esos que hacen la delicia de los coleccionistas, lo he regalado enseguida. Carezco del menor orgullo bibliófilo y me aterran esas grandes bibliotecas que a la muerte de su dueño son adquiridas por alguna fundación o universidad. Un escritor de narrativa o de poesía que posea más de mil libros empieza a ser sospechoso. Para qué escribe, me pregunto. Sólo debería escribirse para paliar alguna carencia de lectura. Ahí donde advertimos un hueco en nuestra biblioteca, la falta de cierto libro en particular, se justifica que tomemos la pluma para, de la manera más decorosa posible, escribirlo nosotros. Escribir, pues, como un correctivo. Escribir para seguir leyendo.

Fabio Morábito. «Los demasiados libros». A: El idioma materno. SextoPiso, 2014. P. 23-24.

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