Uno de los aspectos más llamativos del debate público en España es la presencia protagonista de los literatos. Y no para hablar precisamente de literatura, sino de cuanto asunto se les ponga a tiro, ya sea político, económico, histórico o cultural. Que los escritores hablaran de literatura sería comprensible, pero si llamo la atención sobre su ubicuidad en los medios es por su tendencia irrefrenable a esparcir opiniones sobre los temas más variados.
[...] En un principio, alguien podría pensar que nada de malo hay en esta proliferación de escritores en los medios. Al contrario, los escritores, por su dominio del lenguaje, merecen tener un papel destacado en el debate público. Dado que su estilo es manifiestamente superior al de periodistas, economistas, académicos, etc., por lo menos que llenen la prensa de buena prosa, parecen pensar muchos.
Un primer elemento para sospechar que hay algo extraño en el espacio que ocupan los escritores en el debate público español consiste en observar qué sucede en otros lugares. Mi impresión es que en otros países el público consideraría anómalo que los literatos se metieran en la refriega sobre la descentralización territorial, el sistema educativo, los procesos de paz, la integración europea, el sistema electoral, la guerra en Oriente Medio y otros muchos temas similares que requieren cierto estudio. Prueben a buscar escritores que participen en estos debates regularmente desde las páginas de The New York Times, The Washington Post, The Guardian o The Independent, por mencionar cuatro periódicos de referencia en lengua inglesa, y díganme cuántos encuentran. Les aseguro que son muchos menos que en España.
¿Quienes escriben entonces en estos medios anglosajones? Por lo pronto, periodistas. Una diferencia importante con España (o con los países de tradición latina) es que en los países anglosajones las fronteras entre la academia y el periodismo son más porosas: hay muchos periodistas que son verdaderos expertos en ciertos temas y que pueden escribir libros tan profundos y rigurosos como los académicos (y, en ocasiones, más que ellos).
[...] Ante las aportaciones de periodistas especializados, expertos y personas que conocen el terreno, ¿qué pueden ofrecer exactamente los escritores en Estados Unidos o Gran Bretaña? No quiero decir que no les quede hueco, pero tienen que esforzarse mucho para encontrarlo.
En España la situación es radicalmente diferente. Para empezar, muchos de los periodistas de mayor visibilidad tienen una vocación más literaria que analítica. Su máxima aspiración es llegar a escribir noveladamente sobre la política. A los autores parece importarles más la anécdota y el detalle que las ideas y la argumentación. El relato queda contaminado por la voluntad de estilo.
[...] Quizá sea un juicio errado, pero tengo la impresión de que en un país tan literario como el nuestro hay más periodistas que aspiran a escribir novelas que a escribir buena crónica política o ensayo periodístico...
Ignacio Sánchez-Cuenca. La desfachatez intelectual. Escritores e intelectuales ante la política. Catarata, 2016. P. 36-41.
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