COMO TODAS LAS tiendas, me agobian las librerías. Y recuerdo haber dejado de frecuentar una por culpa de las entusiastas e interminables sugerencias del librero. No voy a bibliotecas públicas. Me importa muy poco el olor y el tacto de los libros, los subrayo, escribo en sus márgenes, doblo las esquinas de las hojas. Algunos acaban destrozados. Los libros de viejo me dan aprensión e incluso un poco de asco. No me importa tirar libros a la basura. Cada vez tengo más.
Iñaki Uriarte. Diarios: 2008 - 2010. Pepitas de calabaza, 2015. P.62.
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