dimarts, 3 d’octubre del 2023

el llibre despullat


Vayamos ahora en otra dirección y hablemos del libro desnudo.

Cuando era niña no tenía muchos libros. Iba a la biblioteca, donde los libros estaban por lo general desnudos: sin camisas ni imágenes de ningún tipo. Me encontraba solamente con los volúmenes en tapa dura y las páginas que encerraban. 

Además de ser hija de un bibliotecario, trabajé muchos años en la biblioteca pública del lugar donde crecí, de la que además solía llevarme libros en préstamo. Sé que es costoso y también difícil proteger las camisas de los volúmenes que serán leídos repetidamente por muchos. Se estropean fácilmente, y, aunque hay métodos para protegerlas —con forros de plástico, por ejemplo—, siempre será más fácil quitárselas. Las tapas rígidas están hechas expresamente para bibliotecas, mientras que las ediciones de bolsillo de tapa blanda son mucho más transitorias.

Leí centenares de libros —casi toda mi literatura formativa— sin ningún resumen en la solapa, sin ninguna fotografía del autor. Esos volúmenes tenían una cualidad anónima, secreta. No revelaban nada por adelantado. Para comprenderlos había que leerlos.

Los autores que me apasionaban en esa época estaban representados solo por sus palabras. La cubierta no interfería porque estaba desnuda. Mis primeras lecturas se desarrollaron fuera del tiempo, ajenas al mercado y a la actualidad. La parte de mí que observa con sospecha las cubiertas actuales intenta revivir aquella experiencia.

Cuando hoy compro un libro, adquiero una serie de cosas adicionales: una fotografía del autor, información biográfica, reseñas. Todo eso complica la situación. Crea confusión. Me distrae. No soporto los comentarios en su exterior; es a ellos que debemos una de las palabras más antiestéticas que existen en la lengua inglesa: blurb. Me parece que poner los puntos de vista de otros por fuera es deplorable. Quiero que las primeras palabras que el lector encuentre en un libro mío hayan sido escritas por mí.

La relación entre lector y libro es ahora mucho más mediada, con una docena de personas interfiriendo entre ambos. Ya no estamos nunca juntos, a solas, el texto y yo. Extraño el silencio, el misterio del libro desnudo: solitario, sin referencias. El misterio que permite una lectura libre, desprovista de adelantos e introducciones.

Un libro desnudo, me parece, también puede sostenerse por sí mismo.


JHUMPA LAHIRI. El atuendo de los libros. Traducció de Jacobo Zanella. Gris tormenta, 2022. P. 50-53.


5 comentaris:

  1. Comparteixo totalment això del llibre nu, bona idea. Ja sé que per fomentar la lectura no és l'ideal, i tots els dissenyadors, executius de publicitat , editors i majoria d'autors no hi estarien d'acord, però una temporadeta publicar llibres d'aquest caire no estaria malament.
    PS : Matilde, mira't el messenger o com se digui del teu facebook , t'he enviat un article que em sembla que t'agradarà.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Fa segles que no arribo als llibres a pèl. I no tan sols per l'artefacte en si (cobertes, pròlegs, faixes...), sinó també per la quantitat d'informació que n'acumulo, per pura deformació professional, abans d'obrir-los. De fa molt que entre un llibre i jo hi ha molta gent.

      Elimina
    2. Per això mateix ! Jo no arribo a tant com tu, però déu n'hi do la palla que t'has d'empassar

      Elimina
    3. .…abans de començar a llegir. Jo trobaria bé no saber-ne res de res, com em passava amb les primeres lectures.

      Elimina