dijous, 23 de gener del 2025

fer un arbre amb uns mobles


Qué importa de qué trate un libro. Cuando es bueno y nos persigue durante años, no necesita que trate de algo. De hecho, la nada puede resultar una cuestión acojonante de la que obtener petróleo si uno consigue llegar hasta el fondo. Cuando un escritor es realmente bueno y, como decía Franz Kafka, posee un hacha para romper el mar helado de su interior, el vacío provee. En el fondo, la literatura solo precisa de alguien superado por lo que lo rodea. Cualquiera puede escribir un libro que trate de algo, donde los personajes van de aquí para allí con un ritmo que causa vértigo, experimentan situaciones o aventuras efervescentes e inauditas, resuelven un problema que no tenía en apariencia solución, aman, lloran, toman drogas, follan, resucitan. ¿Y qué? ¿Dónde está el misterio? Eso no es necesariamente literatura. Un buen libro puede seguir todas esas pautas, faltaría más, pero también puede prescindir de ellas. No las necesita para nada. Un libro bueno, un libro que deja huella, que no pasa en vano por las manos de un lector, puede permitirse cualquier libertad, incluso hacer lo contrario de un libro común. Para eso, el escritor debe ser un individuo acorralado, dispuesto a irse a pique con su idea, pero sobre todo, alguien capaz, como decía Anne Sexton, de hacer un árbol con unos muebles.


Juan Tallón. «Un libro no trata de nada». A: Mientras haya bares. Círculo de tiza, 2016. P. 234.


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